El último show | Capítulo 27. Miedo.

 —¡Suéltenme! ¡Debo ir con él! —Exclamó Miguel Ángel eufórico al ser detenido por los enfermeros del hospital— ¡Ramsés!

—Por favor tranquilícese —pidió uno de los enfermeros—, tenemos que tratar sus heridas mientras su esposo está en el quirófano.

—¡No! Tengo que estar con él, ¡necesito ir con él!

—Señor, por favor.

—¡Ramsés!

Ante la negativa de Miguel por calmarse así como la gravedad de sus heridas, tuvieron que inyectarle un sedante para evitar que su situación empeorara, además de que a cada segundo se alteraba más por estar separado de Ramsés. Mientras era llevado en una camilla para curarlo, Pascu y Rodri dieron los datos de sus amigos a las enfermeras y oficiales de la policía que se los habían solicitado en lo que Helena y Javier permanecían en la sala de espera junto a Alex que en ese momento parecía un cascarón vacío al no decir nada ni moverse de su asiento, tan solo permanecía ahí con el semblante pálido llorando en silencio.

—Se salvará, ¿verdad? —Le preguntó Rodri a una de las enfermeras.

—No quiero darles falsas esperanzas, la bala que su amigo recibió dio en un punto crítico.

—Eso significa...

—Que deberán prepararse para lo peor.

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27. Miedo.

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—Uno de ellos enloqueció, me tomó del brazo, me golpeó con su arma e intentó abusar de mí. Miguel salió a defenderme seguido de Ramsés —su voz se quebró—, los golpearon, Miguel fue el que recibió los peores golpes y, no sé cómo, pero Ramsés logró quitarle a uno de ellos su pistola —dejó de hablar al ser consumida por las lágrimas, tomándole un momento calmarse para poder seguir con su declaración—. Ramsés los amenazó y me tomaron a mí como rehén tras haberme abofeteado, mientras Miguel comenzaba a escupir sangre por las heridas que le habían hecho; lo que siguió pasó muy rápido, Ramsés le disparó al sujeto que me había atrapado, no logró darle pero sí lo asustó, así que volvió a disparar para hacer lo mismo pero... le dispararon a él y cayó al piso cuando los militares entraron al banco al rescatarnos. Eso es todo —dijo entre lágrimas.

Los oficiales terminaron de tomar la declaración de Oli y salieron del cubículo, dividido por cortinas, de la sala de emergencias en dónde la mujer estaba. Tenía un moretón en el pómulo derecho y una pequeña herida en la ceja y el labio inferior del mismo lado, pero en ese momento sus heridas no eran nada comparado al trauma que había vivido en aquél banco y que ocasionó que Ramsés fuera herido de gravedad.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó Rodri al entrar al cubículo donde estaba la mujer.

—Culpable.

—No fue tu culpa.

—Sí lo fue, Miguel fue herido, la vida de Ramsés corre peligro y todo porque... —empuñó las manos— si esos idiotas me hubieran violado, nada de esto...

—¿Estás consciente de lo que estás diciendo?

—No es ninguna mentira, Ramsés podría estar a salvo en estos momentos.

—Ninguna tragedia tenía que ocurrir, la culpa no es tuya ni de ellos dos por defenderte, los tres fueron víctimas de algo que no podían prever —se acercó a Oli y le extendió un pañuelo para sus lágrimas—. Ninguno de los dos te odia por esto.

—Deberían —tomó una gran bocanada de aire para calmar su llanto—. ¿Cómo está Miguel?

—Aún inconsciente, Álvaro está con él.

—¿Saben algo de Ramsés?

—Sigue en el quirófano.

—¿Y Alex? —Preguntó sorprendiendo al contrario— Sé que está ligada a ellos.

—Está en la sala de espera, no ha dicho ninguna palabra.

—¿Crees que pueda verla? Quisiera disculparme por esto.

—Pero no fue tu culpa —mencionó la joven entrando al cubículo, dejando ver sus ojos opacos e hinchados de tanto llorar—, fuiste solo una víctima —se acercó a la camilla, dónde Oli estaba sentada, para quedar frente a ella—. Escuché tu declaración a escondidas.

—Entonces deberías odiarme.

—No fuiste tú quien disparó —las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos—. Me alegra saber que te defendieron y que estás a salvo.

—Pero ellos...

—Estarán bien, sé que será así —sujetó con fuerza el collar con el amuleto de mariposa que le habían regalado sus padres y que en ese momento llevaba en el cuello—. Volveré con Helena —le dedicó una pequeña sonrisa a Oli antes de salir de aquel cubículo. Estando afuera, se sostuvo de la pared más cercana para romper en llanto, dejando ver la preocupación real que tenía y que no le quiso mostrar a Oli para evitar hacerla sentir mal. «Por favor, Dios, te lo suplico, no me arrebates a mis padres por segunda vez».

Abrió sus ojos lentamente sintiendo malestar por la luz brillante que tenía enfrente, trató de moverse pero el cuerpo le dolía, principalmente las costillas y el labio inferior.

—No te levantes aún —intervino Pascu para empujar lentamente a Miguel hacia atrás para que se volviera a recostar—, tus heridas son graves, debes permanecer en reposo.

—Entonces no fue una pesadilla —suspiró con pesar—, tenía la esperanza de que esto no fuera real.

—Me encantaría, de verdad, darte palabras de aliento, pero no hay nada que pueda decir para que te sientas mejor.

—Con la presencia basta —llevó un par de dedos a su labio inferior—. ¿Qué tan mal estoy?

—La ceja izquierda abierta y el labio inferior ensangrentado, tuvieron que coserte; tienes la cara llena de moretones y tus costillas —carraspeó—, cuando llegaste, las tenías fisuradas pero, con la fuerza que hiciste al tratar de entrar al quirófano...

—¿Cuántas se fracturaron?

—Tres, dos a la derecha y una a la izquierda. Dijeron que sanarán en un par de meses siempre y cuando guardes reposo.

Miguel permaneció en silencio por unos minutos. —¿Qué sabes de él?

—Aún sigue en cirugía.

—Háblame con la verdad: ¿se va a salvar?

—Están haciendo todo lo posible para...

—Pascu, no me des falsas esperanzas.

El actor bajó la mirada y tomó una bocanada de aire para agarrar fuerzas y así contarle la verdad a Miguel.

—La bala perforó uno de sus pulmones, cuando llegaron ya había perdido mucha sangre y su pulso no estaba bien —se le formó un nudo en la garganta que lo hizo callar.

—L-la operación es riesgosa, ¿cierto? —Preguntó con la voz entrecortada a lo que Pascu asintió—. ¿L-lo voy a perder?

Miguel rompió en un llanto amargo que Pascu no pudo calmar, tan solo tomó una de sus manos con fuerza sin encontrar palabra alguna para decirle ante la posibilidad de perder para siempre al que había sido el amor de su vida por tantos años.

—Alex está preocupada por ti —comentó el actor después de un rato en el que había acompañado a su amigo con su pesar—, le diré que venga a verte, ¿de acuerdo?

Miguel cubrió su rostro con ambas manos para asentir y, mientras Pascu iba en busca de la joven, él trató de hacer todo lo posible por calmar su llanto; pese a que el miedo de perder a su esposo lo había consumido, quería mantenerse fuerte en presencia de Alex, sabía que al igual que él, estaba sufriendo por Ramsés y la sola idea de que ella fuese a perder nuevamente a un ser amado es lo que en ese momento orilló a Miguel a convertirse en un soporte para la joven.

Sin embargo, al entrar con él, Miguel sintió una presión en el pecho cuando vio a la chica con el semblante pálido, la nariz roja y los ojos hinchados a más no poder. Intentó decir algo pero Alex se arrodilló a un lado de la camilla para tomar una de las manos de Miguel y llorar con todas sus fuerzas, agradeciéndole al cielo porque uno de sus padres ya estaba con ella.

—¿Cómo está? —Preguntó Rodri al ver al doctor, a cargo de la cirugía de Ramsés, entrar a la sala de espera.

—Logramos extraer la bala con éxito, sin embargo, su estado aún es crítico. Perdió mucha sangre, su pulso aún es débil, en las próximas horas cualquier cosa podría pasar.

—¿Podemos pasar a verlo? —Preguntó Helena.

—Está en observación, solo les puedo permitir que lo vean desde afuera de la habitación por medio de la ventana.

Tras decir esto, se retiró de la sala, dejando a todos en la misma situación debido a que aquella esperanza que tuvieron al saber que la cirugía salió bien, se esfumó al escuchar el estado delicado en el que el cantante se encontraba.

—Le avisaré a Miguel y a Alex —comentó Javier para dirigirse a la sala de emergencias.

—Hablaré con Mario —anunció Helena sacando su celular del bolsillo de su pantalón—, le diré que Emily y él traigan algo de ropa para Alex, dudo mucho que quiera irse de aquí.

Retirándose de la sala de espera, Pascu y Rodri fueron los únicos en permanecer ahí, compartiendo el mismo sentimiento de preocupación y temor por Ramsés.

—¿Cómo está Oli? —Preguntó Pascu rompiendo con el silencio que había entre él y el compositor.

—Las heridas físicas no le importan —suspiró—, va a superar esto.

—Estoy seguro que así será —tomó asiento en una de las bancas que había en la sala—. ¿Qué hay de ti? ¿Cuánto tiempo más podrás fingir que esto no te está afectando de la misma manera que a Alex y a Miguel?

—¿De qué estás hablando?

—Tus manos las tienes empuñadas, dejando que tus uñas se claven en tu piel y eso lo estás haciendo para evitar que tus sentimientos salgan a la luz —respondió dejando al contrario sorprendido—. Ramsés es tu mejor amigo, es normal que te afecte tanto, al fin y al cabo es alguien importante para ti, así que si vas a llorar amargamente hasta el cansancio, hazlo, pero no te lo guardes aquí —señaló a su propio corazón.

Rodri no pudo articular palabra alguna, sin darse cuenta las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y aquello que estaba reprimiendo salió a la luz, haciendo que se quebrara por completo ante la idea de darle el último adiós a su amigo. Pascu se levantó de su asiento y se acercó al contrario para abrazarlo, dejando que se aferrara con fuerza a él al tiempo que sacaba todas las lágrimas que se había obligado, en todo ese tiempo, a no dejar salir.

—¿Por qué a él? —Preguntó Rodri mientras lloraba—, ¿por qué ahora que estaba tan feliz a lado de Miguel?

—Las cosas pasan por algo.

—¿Y cuál es el motivo de esto? —Se separó del abrazo para encarar al contrario— ¿Qué sentido tiene herirlo de esta manera?, ¿por qué dejarlo al borde de la muerte?

—Rodri...

—¿Por qué a él? ¿Por qué? ¿Por... ?

Pascu lo interrumpió colocando una mano sobre su boca, acercándose a él para besar aquella barrera que se interponía entre sus labios y los del contrario, dejando atónito a Rodri ante aquél beso indirecto que le había dado.

—No te alteres de más —dijo el actor para secar las lágrimas que Rodri tenía en sus mejillas—, estoy seguro de que se salvará y entonces podremos saber el porqué de esta situación.

Durante las próximas horas, la tensión iba incrementando en la sala de espera, aunque tenían un leve respiro con saber que Ramsés no presentaba complicaciones por el momento, aún prevalecía ese temor constante ante el estado crítico del cantante.

Justo como Helena previó, Alex estaba dispuesta a permanecer en el hospital junto a Miguel en espera de alguna noticia, así que el cambio de ropa que Mario y Emily le llevaron fue de mucha ayuda, además de que el apoyo moral de aquella pareja era un soporte que Alex necesitaba en ese momento, sin contar el apoyo extra que recibió por parte de su enamorado patinador que no dudó en ir a verla en el hospital al enterarse de que su familia adoptiva había estado involucrada en el atentado.

A la sala de espera se le unió Oli tras haber sido dada de alta en la sala de emergencias una vez que su presión arterial volvió a los niveles normales que debía tener. Estando ahí, Alex la recibió con un abrazo permitiéndole esperar a su lado noticia alguna sobre el progreso de Ramsés, pasando incluso la noche ahí acompañando a la joven que permanecía alerta sobre el cantante y Miguel.

Al día siguiente, pasado el medio día, el doctor les informó que Ramsés ya se encontraba estable pese a seguir inconsciente, así que les dio autorización para entrar a verlo de dos en dos. Por obvias razones, todos dejaron que Miguel y Alex fueran los primeros en pasar, así que ayudaron al mayor a sentarse en una silla de ruedas para que pudiera entrar a ver a su esposo.

[𝐒𝐨𝐮𝐧𝐝𝐭𝐫𝐚𝐜𝐤 𝟏𝟔]
[𝐿𝑒𝑡 ℎ𝑒𝑟 𝑔𝑜 - 𝐺𝑎𝑣𝑖𝑛 𝑀𝑖𝑘ℎ𝑎𝑖𝑙]

—Tú ve primero —le dijo Alex al abrirle la puerta de aquella habitación a Miguel—, entraré en un rato.

Miguel asintió y con ayuda de sus manos giró las ruedas de la silla para entrar al cuarto, encontrando a su esposo recostado en la camilla y teniendo varios cables conectados a las máquinas que monitoreaban los latidos de su corazón. Con un nudo en la garganta, Miguel se acercó lo más que pudo a Ramsés, situandose a uno de los costados para sostener la mano de su esposo y así depositar un beso sobre su frente.

—Ramsi... —dijo en voz baja mientras las lágrimas brotaban de sus ojos— no tardes tanto en despertar... te necesito —juntó su frente con la del contrario, permaneciendo ahí para llorar en silencio—. Antes de abordar ese avión hace unos años, me hiciste una promesa... no puedes dejarme sin haberla cumplido... no puedes irte cuando apenas volví a tu lado.

Se alejó un poco de Ramsés para acariciar sus mejillas con la mano libre que tenía, sintiendo que el corazón se le rompía en pedazos al ver a su esposo inconsciente y herido en esa camilla. Deseaba con el alma que despertara y le sonriera como siempre solía hacer, quería ver sus ojos que le encantaban y quería escuchar su voz que tanto amaba; tenía mucho miedo de perderlo porque sin él su vida ya no tendría sentido y no le importaba lo egoísta que eso pudiera ser, tan solo quería estar a lado de la persona que tanto amaba y que juró amar hasta la eternidad.

—Te amo —fue lo último que dijo para recostarse sobre su regazo y dejarse consumir por el llanto.

—Y... y-yo a ti...

Miguel alzó la cabeza para ver a Ramsés, percatándose de que poco a poco estaba abriendo los ojos, además de que su mano era la que en ese momento estaba sujeta por la de él.

—¿R-Ramsi?

—Hola...

Miguel lo abrazó, cuidando de no lastimarlo, sin poder controlar su llanto que ya no era de amargura y temor, sino de felicidad y tranquilidad al tener a su esposo con él despierto... con vida.

—Te extrañé —dijo para besar varias veces la mejilla de su esposo.

—Lamento haber dormido tanto, o al menos quiero creer que estaba dormido y no al borde de la muerte —respondió Ramsés al tiempo que Miguel se separaba de él—. Ya no llores, no me gusta cuando lo haces.

—No puedes pedirme que no lo haga en un momento así.

Ramsés levantó lentamente su mano para secar las lágrimas que resbalaban por las mejillas de su esposo.

—No creíste que me iba a ir sin cumplir mi promesa, ¿verdad? —Tosió un poco—. Hace algunos años, te pedí que seas nuevamente mi esposo, pero esa boda nunca la pudimos hacer.

—Los dos tuvimos mucho trabajo y luego me fui de viaje para formar parte de esa compañía teatral.

—Te prometí que cuando volvieras, renovaríamos nuestro matrimonio casándonos nuevamente, pero ahora creo que aquella propuesta de hace años ha perdido su validez.

—¿De qué hablas? Me organizaste una fiesta y me compusiste una canción hermosa con la que te arrodillaste de nuevo ante mí, eso jamás perderá su valor.

—Al menos creo que debo volverlo a intentar —tomó una de las manos de Miguel—, no es el mejor lugar, de hecho no es nada romántico pero, el tiempo es algo que tenemos que aprovechar. Mi amor, ¿te casarías conmigo una vez más? —El contrario asintió mientras volvía a llorar—. Miguel... si tú quieres...

—Te quiero —completó aquella frase de amor que los dos habían formado hace años para jurar su amor.

En ese momento, Alex entró a la habitación, quedando inmóvil al ver a Ramsés despierto y lleno de vida. No pudo articular palabra alguna, solo dejó que sus ojos se humedecieran al grado de ya no poder retener las lágrimas mientras corría a la camilla para abrazar al cantante con fuerza, aferrándose a él desesperadamente como si tratara de evitar que se lo arrebataran.

—No me iré —dijo correspondiendo el abrazo de la joven—, estaré contigo cuidándote siempre.

Alex se separó del abrazo para ver a Ramsés a los ojos.

—Se lo dije ayer a Miguel y ahora te lo diré a ti: bienvenido de nuevo, papá.

El mayor no pudo ocultar su sorpresa al escuchar a la joven pronunciar esas palabras, pese a que Miguel y él se convirtieron en los padres adoptivos de Alex, jamás pensó que en algún momento ella los podría llamar de esa manera, motivo por el que un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas de la emoción.

Desde afuera de aquella habitación, Oli había observado la escena por medio de la ventana, sintiéndose incapaz de enfrentar a la pareja pero estando aliviada de que los dos estuvieran a salvo.

—¿Te vas ya? —Preguntó Rodri al ver que la mujer caminaba en dirección a la salida del hospital.

—Iré a darme un baño, luego volveré para por fin hablar con los dos.

—Te acompañaré a tu apartamento.

—No es necesario, tomaré un taxi. Estaré bien.

—¿Por qué siento que algo cambió contigo?

—Tal vez así fue —sonrió de medio lado—. Al ver a Miguel encontrarse de nuevo con Ramsés, me di cuenta de lo puro y real que es su amor, su relación es la definición propia de aquella palabra... y ese sentimiento en definitiva es algo que en estos momentos no tengo —pronunció dejando a Rodri confundido—. Cuando el enamorado de Alex llegó, me percate de ello, pero al ver a Miguel y a Ramsés todo fue más claro. No estoy enamorada de ti, tan solo fue un capricho.

—Oli...

—Creí que aún te amaba y que por eso quería recuperar lo que alguna vez tuve contigo, pero no es así, tan solo me invadió la nostalgia y extrañaba un poco tu compañía, pero es todo, no hay amor.

—¿Y lo puedes decir con seguridad?

—Ahora sí —suspiró—, además, hay alguien que te mira a ti de la misma manera que Miguel ve a Ramsés y tú, aunque lo niegues, ves a esa persona de la misma manera que Ramsés ve a Miguel. Aunque quisiese, no puedo luchar contra ello.

—¿Qué va a pasar ahora?

—Supongo que podemos iniciar nuevamente una amistad, si te parece.

—Yo encantado —le sonrió.

Oli se acercó al compositor y colocó una de sus manos como barrera entre sus labios y los del contrario para besarlo de esa manera.

—Hasta siempre, Rodri —dijo en voz baja para alejarse de él y salir del hospital.

Rodri permaneció inmóvil, tratando de comprender lo que había pasado. El día anterior Pascu lo había besado de la misma manera y tampoco supo cómo reaccionar hasta que Helena volvió con ellos después de haber llamado por la ropa de Alex.

Aún estaba en un dilema sentimental que lo atormentaba, pero después de lo sucedido, algo le quedó más que claro: hubo uno de los dos con quién hubiese preferido besarse de verdad.

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