Aullido de sangre
Abrió la boca dejando salir un suspiro acompañado de un poco de vapor gracias al frío clima que esa mañana trajo consigo. Era costumbre suya salir a correr desde temprano a las afueras del poblado, adentrándose al Bosque Alto que fuese cuna de varias leyendas que entre los habitantes eran contadas, como aquella que, según dicen, ocurrió hace veinte años y que solo las personas de avanzada edad juran que fue verdad.
—“El aullido de sangre” —citó en tono burlesco antes de estirar ambos brazos hacia arriba—, demasiada ficción para mi gusto.
—Es una historia real.
—No te consta que haya pasado.
—Porque en ese entonces aún no me mudaba a Caelum —fijó su vista en la mujer de ojos verdes que tenía enfrente—, pero tú ya vivías aquí.
—Y es por eso que digo que todo es falso, nada de lo que la leyenda cuenta pasó.
—Tenías ocho años, tal vez tu memoria reprimió los recuerdos desastrosos.
—Si la historia fuera real, entonces yo no estaría viva.
—Quizá tu familia y tú fueron de los pocos sobrevivientes.
—¿Y mis padres también reprimieron sus recuerdos?
—Tú sabes mejor que yo cómo es la mente humana.
Alzó la vista para apreciar mejor los árboles de gran altura que los rodeaban.
—Prefiero seguir pensando que todo es un cuento de hadas a creer que algo tan grotesco en verdad pudo pasar.
—Igual eso explicaría muchas cosas, como la cicatriz que llevas ahí —señaló a la frente de su acompañante—, de nacimiento no es.
—¿Crees que una historia sangrienta es real pero que esta marca no puede ser de nacimiento? Adam, hay veces que no te entiendo.
—Te he dicho miles de veces que entres en mi mente.
—Y yo prefiero mantener la poca cordura que me queda. Vamos —señaló hacia adelante—, aún queda un buen tramo por recorrer.
Aquella mujer respondía al nombre de Thaily, una psicóloga de cabello acaramelado y ojos color verde olivo quien recién había cumplido veintiocho años de edad, portando en la frente una pequeña cicatriz con la forma de una media luna y tres ¹⁰piercings hélix en su oreja izquierda. Su amigo que la había obligado a levantarse temprano para acompañarlo a correr en esa mañana, respondía al nombre de Adam, un médico cirujano de cabello castaño y ojos color miel que era un año más grande que Thaily; ambos trabajaban en el mismo hospital y de vez en cuando Adam aprovechaba para pedirle a su amiga que lo acompañara a correr con la intención de explorar el Bosque Alto, mismo que hasta la fecha nadie había podido recorrer en su totalidad debido a lo profundo que era el interior. Esa mañana avanzaron un tramo más que la última vez que fueron, pero no pudieron continuar con su exploración ya que se les haría tarde para entrar al hospital, así que dejaron nuevamente una marca en uno de los árboles para que en la siguiente ocasión pudieran ver hasta dónde ya habían llegado.
Al medio día los dos se reunieron en el comedor del hospital para almorzar junto a sus demás compañeros de trabajo que, al igual que ellos, eran de diferentes áreas de especialidad, pero al final todos tenían el mismo objetivo: ayudar a las personas y salvar más de una vida.
—¿Qué viste que te dejó con esa expresión de “trágame tierra”? —Preguntó Adam a su amiga quien sostenía su celular en la mano y mantenía la vista fija en la pantalla del mismo—. ¿Tan malo es?
—Cómo no tienes idea —recargó la espalda sobre el respaldo de su asiento—. Dime que no tienes planes para esta noche.
—Depende el motivo por el que lo preguntes.
—Es Fynn, quiere que vaya con él al festival de esta noche.
—¿Y cuál es el problema?
—No quiero ser parte de una celebración a la leyenda más patética que he escuchado. Sé que en Caelum como en otros lugares, hay tradiciones, pero el que se hace aquí en honor al aullido de sangre que “acabó con la masacre humana” —dijo haciendo con sus manos las comillas al tiempo que pronunciaba la frase— me parece la más estúpida de todas.
—De verdad odias esa leyenda, ¿cierto?
—Me incomoda y es ahí donde tú intervienes, ve al festival con Fynn.
—Te invitó a ti Thaily, yo no tengo vela en este entierro.
—Entonces ven con nosotros, conozco a mi hermano y sé que esta invitación no tiene ninguna buena intención. Por favor Adam, no quiero ir sola a ese festival.
—¿Igual irás? —Preguntó una de sus compañeras de trabajo que había escuchado la conversación gracias a que Thaily aumentó un poco el volumen de su voz—. ¿Por qué no te nos unes? Igual tú Adam, así vamos todos juntos.
—En realidad…
—Me parece una excelente idea —interrumpió Adam—, solo espero que no haya problema si el hermano de Thaily va igual con nosotros.
—Por supuesto que no, Fynn nos agrada.
—Perfecto, nos veremos en la noche —se giró hacia su amiga— y tú ya no irás sola al festival —le dijo en forma burlesca.
—Te odio Adam.

El festival de la luna carmesí era una celebración que todos los habitantes de Caelum solían hacer a las afueras del poblado, específicamente cerca de la colina que marcaba el inicio del Bosque Alto; dicha celebración era llevada a cabo para conmemorar el trágico exterminio de los habitantes de Caelum a manos de unas bestias que fueron derrotadas cuando un cántico de lobos le aulló a la luna, salvando a las pocas personas que aún permanecían con vida. Esta era la leyenda más emblemática del lugar y la más incrédula de todas debido al tiempo que los llamados “sobrevivientes” han dicho que ha transcurrido desde entonces, ya que en los últimos veinte años en ningún lugar se escuchó sobre aquella masacre además de que el poblado se mantenía en perfectas condiciones, pero la historia contada por estas personas fue tan impresionante para aquellos que llegaban de visita así como para los que recién se mudaban al poblado, que decidieron conservarla como una leyenda emblemática a la que rendirían tributo.
El festival iniciaba con la puesta del sol y entre música y bailes folclóricos recibían gustosos a la luna llena que poco a poco iba saliendo hasta permanecer en el cielo irradiando su blanca luz y, justo cuando alcanzaba ese punto, el festival continuaba con la ya tradicional representación teatral del dramático evento con el que le darían cierre a su festividad. Ahí se encontraban todos los habitantes de Caelum así como varios turistas que habían ido de visita específicamente para presenciar ese evento y en aquél teatro improvisado, Adam, Thaily y sus demás acompañantes se encontraban sentados en primera fila para ver el espectáculo, mismo al que Adam y Fynn, el mellizo de Thaily, la obligaron a presenciar tomándola cada uno de un brazo para entrelazarlo con los suyos y así evitar que se retirara. Las luces se apagaron y los músicos presentes comenzaron a tocar, dando el preámbulo para que uno de los actores saliera al escenario, siendo iluminado por una sola luz.
—Cuando la luna se tiñe de rojo, sangre inocente es derramada provocando su enojo —exclamó el actor dando inicio a su pequeño monólogo introductorio—. Aunque pasen los años, ninguno de nosotros se encuentra a salvo, la maldad nos acecha como un acosador y aquellas bestias están a la espera del momento en el que al fin puedan cazar a sus presas, volviendo a repetir el ciclo. “Ellos podrán salvarnos de nuevo”, dirán algunos, “nos protegen todo el tiempo sin que los notemos”, comentarán otros, pero es aquí donde yo les pregunto: ¿cómo están seguros de que nuestros salvadores, aquellos lobos guiados por su gran líder, volverán a rescatar a unos patéticos trozos de carne?
—Los hombres lobo no existen —dijo Thaily en voz baja, siendo callada por Fynn y Adam que miraban con atención la presentación.
—Exacto, nadie puede responder esta pregunta porque no hay humano en la tierra que tenga la certeza de que estos lobos justicieros volverán otra vez —el actor comenzó a caminar lentamente hacia adelante—, pero de cierta manera hay algo de lo que todos estamos seguros, sin razón alguna, pero lo sabemos: el día que la luna vuelva a teñirse de carmín y nosotros los humanos seamos atacados por las bestias de hambre insaciable —dejó de caminar cuando llegó al ¹¹proscenio—, el aullido de sangre volverá a escucharse.
Por un momento Adam sintió como un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, bajó la mirada hacia sus manos percatándose de que sus dedos habían comenzado a temblarle sin entender el motivo de ello, incluso su respiración poco a poco empezó a agitarse y eso ya no le gustaba en absoluto. Desentrelazó su brazo con el de Thaily e hizo todo lo posible por calmarse, creyendo que se trataba de una pequeña crisis de ansiedad, aunque esto fuese ilógico para él ya que jamás había sufrido de ello, pero no tardó en convencerse a sí mismo de que por primera vez estaba sufriendo una crisis debido a que no conseguía tranquilizarse y conforme la obra de teatro avanzaba, peor se sentía.
—¿Estás bien? —Preguntó Fynn en voz baja, percatándose de lo pálido que el médico estaba.
—Sí —respondió con dificultad—, ya regreso.
Se levantó de su asiento y se alejó del teatro dejando a los dos hermanos ahí. Adam se puso a caminar obligándose a respirar profundamente para ayudar a su cuerpo a encontrar la calma que requería y el tiempo le pareció eterno mientras esperaba conseguir algún progreso, hasta que poco a poco esa tranquilidad fue llegando a él, desapareciendo esa sensación de preocupación y temor que minutos atrás había experimentado; sintiéndose mejor se dio la media vuelta dispuesto a regresar con sus amigos, pero al ver a su alrededor se percató de que inconscientemente entró al Bosque Alto, permaneciendo incrédulo al notar que había llegado a la marca de exploración que en la mañana Thaily y él habían colocado. Se frotó el rostro con ambas manos y volvió a fijar su vista en aquella marca, dándose cuenta de que había una mancha rojiza en él. Por instinto miró a la tierra encontrándola húmeda, se agachó para tocarla y al mirar sus dedos confirmó que se trataba de sangre.
«Pobre animalito» pensó, pero al levantarse, del interior del bosque se escuchó el grito de una persona que lo alarmó.
Aquella sangre cobró otro sentido y al escuchar un segundo grito no dudó en correr adentrándose más al bosque, siguiendo el rastro de sangre que tanto en la tierra como en los troncos de los árboles había, además de que el grito se había escuchado fuerte por lo que aquella persona debía estar cerca y en eso no estaba equivocado, el olor a sangre se intensificó ayudándolo a encontrar el cuerpo de una mujer a quien de inmediato socorrió, sintiendo un gran alivio al revisar sus signos vitales y darse cuenta de que aún permanecía con vida.
Tenía la ropa sucia y rasgada, pero lo más preocupante eran las heridas de los costados de su abdomen y sus brazos, los cuales Adam podía jurar que se trataban de rasguños tan profundos que algún animal le habría hecho tratando de arrancarle la carne con las uñas, pero solo consiguió herirla dejándola inconsciente; se quitó su chaqueta y con mucho cuidado envolvió a la mujer con la prenda para cargarla en sus brazos, cuidando de no agravar sus heridas para así comenzar a correr a la salida del bosque.
—Por favor resiste —pidió al ver que lentamente abría los ojos—, te llevaré de inmediato al hospital.
—No… —respondió la mujer casi en un susurro— no me…
La mujer empezó a temblar y Adam se percató de que sus pulsos estaban bajando, corrió lo más rápido que pudo hasta que al fin logró salir del bosque y agradeció a todos los dioses que esa noche habían adaptado la colina como el estacionamiento del evento. Se dirigió a su auto y recostó a la mujer en los asientos traseros, quería ir en busca de Thaily y Fynn pero no podía perder más tiempo y tampoco estaba en posición de explicar el motivo por el que había entrado al bosque, así que decidió ingresar a su vehículo y conducir a toda prisa; aquella chica comenzó a toser y por un momento la respiración le empezó a faltar, Adam no tuvo más opción que detenerse en su casa para brindarle primeros auxilios y darle algún medicamento que le permitiera resistir el trayecto al hospital que se encontraba hasta el otro lado de la ciudad.
Recostó a la mujer sobre el sofá y sin titubear fue por un cubo con agua fría, paños y su botiquín con todo lo necesario para aplicar una curación, pero con la seriedad de una cirugía debido a la gravedad de las heridas; le aplicó una inyección y le colocó un paño húmedo en la frente para bajarle la temperatura que presentaba, el olor intenso de la sangre fue disminuyendo conforme Adam limpiaba los desgarres de la piel, vendándole ambos brazos y el abdomen para que el medicamento que le había aplicado en la curación hiciera efecto, sin duda era de esas veces en las que agradecía con el alma haber estudiado medicina y contar con las herramientas necesarias en su casa para ese tipo de situaciones. Le colocó el termómetro después de unos minutos, la fiebre había cedido, ya no temblaba ni tosía, tan solo dormía.
«¿Qué debo hacer?»
La respuesta era obvia, debía llamar a las autoridades para informar sobre el accidente para que investiguen qué clase de animal es el que habita dentro del bosque, así como localizar a los familiares de la mujer, pero algo lo retenía, no podía explicarlo, pero sentía la necesidad de tenerla bajo su custodia al menos hasta que despertara por la mañana.
—Hola Thaily —respondió a la llamada entrante de su celular.
—¿En dónde estás? Fynn y yo no te encontramos por ningún lado.
—Me sentí mal y decidí volver a casa, perdón por no avisar.
—¿Qué es lo que tienes?
—Náuseas —respondió con sinceridad al ver los algodones, con los que curó a la chica, llenos de sangre.
—¿Necesitas que te llevemos algo?
—No, descuida, solo necesito dormir.
—¿Seguro que estás bien?
—Sí —fijó su vista en la mujer que yacía durmiendo en su sofá—, todo está bien.

Las almas que son enviadas a la tierra por un corto lapso de tiempo tarde o temprano terminan regresando al santuario donde surgieron, permaneciendo en la espera de que el ciclo vital se repita con una nueva reencarnación; esa era la creencia que se tenía sobre la vida y la muerte de manera que ninguno se preocupaba por la idea de morir, cuando el momento llegaba se iban en paz porque al fin habían cumplido su objetivo en esta vida y una nueva les esperaba con los brazos abiertos para iniciar, pero también era cierto que dolía irse dejando todo lo que habían construido y los que más sufrían eran las personas que dejaban atrás.
Una a una las gotas de lluvia iban cayendo haciendo que el sonido de su impacto contra el suelo resonase por todo el lugar al compás de su intensidad que poco a poco iba en aumento y que de vez en cuando era acompañado del grito desgarrador del cielo. Se acercó al féretro abierto que exponía el cuerpo sin vida de su padre, a sus ojos parecía como si tan solo estuviese durmiendo y ese pensamiento le hacía tener una falsa esperanza de que abriría los ojos y saldría de aquella caja para abrazarla, pero eso no sería posible ni con el hechizo más fuerte del mundo y lo sabía a la perfección, tan solo le quedaba permanecer ahí llorando en silencio acompañada del llanto del cielo, sin hacer algún gesto, sin emitir sonido alguno.
Abrió los ojos completamente aterrada, tenía la respiración agitada y los latidos cardíacos acelerados, no era la primera vez que soñaba con ese recuerdo que siempre traía consigo un sentimiento de enojo y frustración a la vez. Sus ojos marrones se posaron en el techo de color blanco que tenía arriba suyo, reaccionó al instante y se reincorporó bruscamente sentándose en el sofá dónde estaba acostada, llevando una mano a su costado al sentir un inmenso dolor, fue entonces que se percató de los vendajes que su abdomen y sus brazos tenían; observó a su alrededor comprobando que lo que más temía ocurrió, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el aroma a café recién hecho mezclado con una esencia que no pudo reconocer, inundó por completo a su nariz.
—Buenos días —saludó Adam permaneciendo de pie frente a ella—, ¿cómo te sientes? —Preguntó sin obtener respuesta alguna, pero sintiendo la mirada penetrante de la contraria que lo analizaba de pies a cabeza—. Te llevaré al hospital para hacerte una revisión más detallada, igual hablaré a las autoridades para que puedas rendir tu declaración sobre lo que pasó anoche.
—No voy a ir a ningún lado —habló de una forma tan autoritaria que le dio un escalofrío a Adam—. Volveré a casa.
—Estás herida, incluso debo cambiar ya tus vendajes.
—No vas a tocarme, anoche lo hiciste y lo dejaré pasar por tu buena intención de curarme, lo cual agradezco, pero ya no es necesario que hagas algo más —se levantó del sofá y miró al contrario a los ojos—. Gracias por las atenciones brindadas.
Sin esperar respuesta alguna, se dio la media vuelta ubicando al instante la salida. Adam dudó un momento, pero al final salió corriendo de su casa para ir en busca de la mujer de cabello cobrizo que aún estaba herida de gravedad; eran las seis de la mañana, no había nadie en las calles más que ellos dos acompañados de la fría neblina de la ciudad.
—¿Podrías dejar de seguirme? —Reclamó sin detener su andar.
—Estás herida, como médico no puedo dejar que te vayas así.
—No soy tu paciente, vuelve a tu casa y olvídate de mí.
—Lo haré una vez que ingreses al hospital.
—Si no quieres que tu preciosa cara sea arruinada —paró en seco sin voltearlo a ver— y en lugar de médico te conviertas en paciente por ingresar al hospital con heridas casi mortales, vuelve a tu casa y déjame en paz —amenazó profundizando un poco la voz.
Adam permaneció de pie con el ceño fruncido mientras observaba a aquella mujer marcharse como si sus heridas no le importaran y, aunque su deber como médico era curar y salvar todas las vidas posibles, también era cierto que no podía obligar a alguien a recibir un tratamiento y en ese momento ella lo había dejado en una encrucijada porque quería ayudarla, pero tenía razón al decir que no era paciente suyo. Dejando salir un largo suspiro se dio la media vuelta para volver a su casa después de haber permanecido ahí por varios minutos, no estaba convencido de que fuese lo correcto, pero tampoco podía hacer algo al respecto; ya había caminado una cuadra cuando se le presentó una corazonada que lo hizo detenerse y aquella ansiedad que había sufrido la noche anterior comenzó nuevamente a manifestarse.
Empuñando las manos cambió de dirección y emprendió la carrera para alcanzar a su no paciente desconocida, presintiendo que ella iría al Bosque Alto y no estaba dispuesto a dejarla volver al lugar donde fue atacada por un animal. Cuando llegó a las afueras, vislumbró a lo lejos el cabello cobrizo de la chica quien estaba por llegar a la colina entrante al bosque.
—¡Espera! —Gritó mientras corría lo más rápido que podía hacia ella.
«Mierda». Se dio la media vuelta para encarar al médico que por fin la había alcanzado. —¿Qué haces aquí?
—No pienso dejar que te marches así sin más.
—No puedes obligarme a entrar a un hospital.
—Pero si puedo evitar que regreses ahí —señaló al bosque—. Fuiste herida por un animal, ¿no te das cuenta? ¿Por qué regresar?, ¿pretendes enfrentarlo?
—Tú no sabes absolutamente nada de mí y de lo que pasa en este lugar —respondió al tiempo que una fragancia en particular se hizo presente para ella—. Es tu última oportunidad y hablo en serio: vuelve a tu casa.
—No voy a hacerlo.
—¿Vas a pasar por alto mi amenaza?
—Sí y no hay nada que puedas hacer para evitarlo.
La mujer comenzó reírse en ese momento, desconcertando a Adam por esa reacción inesperada.
—Ya veo —lo miró a los ojos—, es una lástima por ti.
Tras sus palabras Adam fue emboscado por dos grandes lobos de pelaje grisáceo quienes lo mantuvieron boca abajo sobre la tierra, siendo amenazado por los grandes y filosos colmillos que le enseñaban con sus gruñidos. A la mujer se le acercaron otros dos lobos de pelaje castaño que no hicieron más que observar los vendajes que llevaba puesto debajo sus ropas rasgadas.
—¿Quién te hizo esto? —Preguntó el lobo de ojos color verde esmeralda.
—Un carroñero.
—Espera, ¿ese perro habló? —Preguntó Adam asustado al escuchar a ese animal y a la mujer comunicarse como dos personas normales.
—¿A quién llamas perro? —Cuestionó con enojo uno de los lobos que lo tenía aprisionado para luego fijar su vista en la mujer—. ¿Lo matamos?
—No, solo háganlo dormir.
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¹⁰Se les llama “piercings hélix” porque las perforaciones se encuentran en el hélice de la oreja, justo en el cartílago superior externo.

