Hojas de otoño | Capítulo 30. Entrelazados.

Terminando la pequeña fiesta de despedida de Miguel, cada uno volvió a su hogar con la intención de descansar, teniendo en mente que faltaban treinta minutos para la media noche, motivo por el que todos se retiraron del restaurante ya que se habían pasado un poco de la hora límite de reservación.

Entrando a la casa, Pascu y Rodri fueron recibidos por los abrazos y lengüetazos de sus perros así como con un maullido y una mirada de desprecio por parte del rey gato, cuestión que los hizo soltar una pequeña risa antes de continuar con su camino.

—Le daré comida a los tres —mencionó Pascu mientras jugaba con Melo—, aprovecha para cambiarte y usar el baño en lo que ellos me entretienen.

—No tienes qué pedirlo —respondió para hacerle caso al actor ya que uno de los problemas comunes que tenían era el uso del baño casi al mismo tiempo.

Exactamente en el lapso de tiempo que tardó Pascu en atender a sus mascotas, Rodri terminó de cambiarse y cepillarse los dientes, dejándole el baño libre al contrario quien de inmediato entró para hacer lo propio, alistándose ambos para acurrucarse en la cama y dejarse llevar en un sueño profundo.

—Voy a reclamarle a Clara pero primero te ejecuto a ti —comentó el compositor una vez que los dos estaban en la cama—: ¿por qué demonios me hicieron beber tantas copas de Champagne?

—Solo fueron cinco.

—Eso mucho más de mi límite.

—Era una ocasión especial, además haz desarrollado una tolerancia al alcohol increíble, llevas cinco copas y no estás del todo ebrio.

—¿Por qué celebraría eso?

—Bueno, Clara y yo no creímos que en algún momento llegarías a tolerar más de dos copas de alcohol.

—Los voy a matar.

Pascu abrazó al contrario para darle un beso en la frente.

—Lo siento pero a la vez no lo siento.

Se separaron del abrazo para verse a los ojos y unir sus labios en un cálido beso. Como todas las noches, Pascu acariciaba la mejilla de Rodri tras besarse para luego desearle las buenas noches, seguido de un “descansa” por parte del compositor mientras se acomodaba en el colchón dándole la espalda.

Rodri hizo lo propio de su lado pero en esa ocasión no pudo consiliar el sueño como de costumbre, ya que un solo pensamiento rondaba en su mente desde hace varios días y no fue hasta esa noche que se hizo presente con mayor intensidad. Atormentado por ello, empezó a dar vueltas en su mitad de la cama tratando de acomodarse en una postura que le permitiera dormir, pero le fue imposible; no sabía si era por el alcohol que había ingerido en la cena, pero lo que tenía muy presente era que solo había una solución a su pequeño ataque de ansiedad.

—¿Pascu? —Llamó en voz baja—, ¿ya te dormiste?

—Es difícil hacerlo si estás tan inquieto —respondió el actor para girarse de manera que pudiera encarar a Rodri—. ¿Qué pasa?

—No puedo dormir.

—¿Quieres hablar?

—No sé cómo empezar.

—¿Tan grave es?

—No, pero tampoco es un tema de conversación que solemos tener.

—De acuerdo —se reincorporó en el colchón recargando la espalda en el respaldo de la cama para poder sentarse, invitando a Rodri a hacer lo mismo—, respira profundamente y dime qué es lo que está atormentando tu mente.

—Un recuerdo —dijo al sentarse a lado del contrario—. Nunca lo olvidé pero traté de sobrellevarlo a mi manera y me funcionó, pero ahora la espinita de “ya no lo estés evadiendo” me persigue.

—¿Y qué es exactamente de lo que estás escapando?

Rodri lo miró a los ojos antes de contestar con seriedad.

—De ti.

—¿Qué?

—No me refiero a ti cómo persona, sino a ti cómo... a-amante...

Pascu lo miró confundido hasta que pudo entender a lo que se refería.

—Dios, ¿llevas atormentándote por eso todo este tiempo?

—Bueno, llevamos casi dos y medio juntos y aún no lo hemos hecho.

—Rodri, te dije que no debías preocuparte, incluso si pasan cien años yo te esperaré.

—Pero, eso lo dijiste porque no estaba listo.

—Y es la verdad, no pretendo obligarte a nada. Solo te tocaré hasta que tú así lo quieras.

—Es que sí quiero —respondió empuñando las manos—, yo siento que ya estoy listo para ello.

—Entonces, ¿qué te tiene así?

—Una pregunta en particular —se ruborizó poniéndose nervioso por lo que estaba a punto de decir—: si tú y yo lo hacemos...

—Creo que ya sé para dónde vas —comentó el actor soltando una risa nerviosa—, ¿eso es lo que te preocupa?

—La duda no se me quita y en parte eso es lo que me ha retenido en decirte que ya estaba listo.

Pascu soltó un largo suspiro, levantando la mirada para ver hacia el techo de la habitación.

—Esa noche ni siquiera pensé en ello —se cruzó de brazos—, tan solo me estaba dejando llevar y estaría de acuerdo en lo que tuviera qué pasar.

—¿Y aún piensas de esa manera?

—Ahora que lo tengo presente, debo decir que no, como que desbloqueé una nueva inseguridad.

—Lo siento por ello.

—Tarde o temprano tenía qué pasar —sonrió de medio lado—. Me interesa más tu comodidad, así que dime, ¿en qué lado quieres estar?

—Realmente no lo sé, es que... —tomó una bocanada de aire para agarrar valor— ya, hablemos claro con esto o de lo contrario nunca podremos hacerlo. Hay tres opciones: tú me recibes, yo te recibo o entre los dos lo hacemos.

—Rodrigo Septién, qué guarro me saliste —exclamó obteniendo un almohadazo como respuesta—. Está bien, me pondré serio con esto —dijo entre risas—, a ver, considerando que los dos estamos muy indecisos sobre el lugar que ocuparemos, de las tres opciones la última es la más viable, ¿no te parece?

—¿Eso crees?

—Tan sólo piénsalo, si los dos intercambiamos en el proceso, seremos capaces de identificar en qué postura nos sentimos cómodos y, para la próxima ocasión, ya sabremos quién recibirá el amor de quién.

—No puedo creer que estemos usando eufemismos para ponernos de acuerdo en cómo tener sexo —comentó Rodri al cubrir su rostro con ambas manos, soltando un suspiro antes de continuar—: está bien, que nuestra primera vez sea de esa manera —se descubrió el rostro para ver a Pascu—, así quedamos.

—Sí, me parece bien.

—De acuerdo, entonces empecemos.

—¿Empe... qué? Rodri, ¿quieres que tengamos sexo ahora?

—¿Tú no?

—¿Enserio quieres hacerlo ya?

—Te dije que estaba listo, solo era esa duda que me mataba, pero ya que lo hablamos supongo que no hay más problema.

Pascu colocó una de sus manos sobre la frente de Rodri para verificar su temperatura.

—¿Eres tú el que está hablando o es tu líbido o el alcohol que te hice beber?

—Soy yo, Álvaro... aunque puede que igual sea mi líbido.

—Necesito que de verdad seas tú porque si terminamos follando solo porque tienes el líbido demasiado alto, esto no va a funcionar y me voy a sentir muy culpable después.

—No tienes que sentirte de esa manera —tomó la mano de Pascu—, estoy listo para hacerlo y tengo la mente tan clara para asegurarte que en verdad quiero que hoy sea nuestra primera vez. Después de todo, si hay alguien a quien me quiero entregar por completo, ese eres tú.

Pascu acercó su rostro al de Rodri para besar sus labios mientras entrelazaba su mano con la de él.

—Te amo —susurró cerca de sus labios al separarse momentáneamente del beso.

—Yo te amo a ti.

Los dos se fundieron en un abrazo para unir sus labios de nuevo en un profundo beso que poco a poco los hizo recostarse en el colchón, siendo Pascu el que permaneció sobre el compositor y, al soltar su mano, Rodri llevó ambos brazos detrás de la nuca del contrario para aferrarse a él mientras se besaban.

Yendo de poco en poco, entre besos y algunas tímidas caricias, fueron conociendo el cuerpo del otro en su total desnudes, pidiendo permiso para marcarse mutuamente con algunos besos sobre ciertas partes de su piel; dejándose llevar por aquella sensación, descubrieron los puntos más sensibles del otro, decidiendo prestarles atención para que pudieran sentirse bien con aquella primera unión.

Pascu descubrió que le encantaba el contacto de las manos de Rodri sobre su espalda, especialmente cuando él recorría el diseño de su tatuaje con las yemas de los dedos; Rodri, por su parte, se dio cuenta que los besos que Pascu le daba en el cuello lo volvían loco, más aún si lo hacía lentamente dejando sentir su respiración.

Fue su primera vez juntos descubriéndose a sí mismos, mostrándose al otro de una manera en la que no habían pensado hacer, entregándose en cuerpo y alma al amor de su vida. Aquella noche se terminaría volviendo tan especial para los dos sin que lo supieran, pero en aquél momento no pensaban en ello ya que solo les importaba permanecer a lado del otro intercambiando varios suspiros, entrelazando sus manos y sus corazones con un mismo latido.

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