Hojas de otoño | Capítulo 29. Brindis.
Una fuerte tensión se podía sentir en la sala de aquella casa donde cierto matrimonio acababa de tener una discusión. Iniciando el mes de junio, mientras Ramsés se enfocaba en los últimos ensayos de la obra en dónde él y Pascu actuarían, Miguel Ángel recibió una propuesta de trabajo tan grande, que antes de aceptar necesitaba hablar con su esposo de ello debido a que aquella propuesta implicaba que el actor tuviera que mudarse a Francia para formar parte de una compañía teatral de prestigio que lo había seleccionado por su nivel actoral pero sobre todo vocal.
Al contarle a su esposo, un silencio se formó que terminó prolongándose por varios minutos hasta que Ramsés por fin dejó salir su voz para preguntarle a Miguel qué es lo que quería hacer, iniciando una larga discusión entre ambos debido a que la oferta de trabajo implicaba que los dos tenían que separarse por un lapso de tiempo indefinido ya que Miguel estaría renovando sus contratos cada temporada teatral; la situación se complicó más al darse cuenta de que Ramsés no podría viajar a Francia para vivir con él debido a su agenda tan apretada por las obras de teatro que ya tenían confirmadas su participación así como todas las clases de canto tenía programadas de manera particular y en la academia donde trabajaba.
Sin poder llegar a una solución, los dos dejaron el tema por la paz para evitar más conflictos entre ambos, acordando analizar detenidamente la situación de manera que su matrimonio no se viera afectado, pero fue un hecho que en los siguientes días el ambiente cambió entre ellos sin que lo pudieran evitar.
—Voy a declinar la oferta —anunció Miguel repentinamente mientras desayunaban.
—¿Por qué?
—No quiero que nuestra relación se vaya al carajo —respondió manteniendo la mirada baja.
—Tampoco puedes perder una oportunidad como esa.
—Tú eres más importante que cualquier propuesta.
Ramsés se levantó de su asiento para acercarse a Miguel y agacharse a su lado para quedar a la misma altura.
—No hagas esto.
—¿Qué cosa?
—Renunciar a un sueño por mí —tomó una de las manos del contrario—, jamás me perdonaría que lo hicieras.
—¿Y si no podemos sobrellevar la distancia? —Preguntó con la voz entrecortada—, por más que trato de no pensar en ello, no puedo. Tengo miedo de que al separarnos todo se arruine.
—Miguel, juré amarte todos los días de mi vida, así que, sin importar dónde estés, mi corazón y mi alma te seguirán perteneciendo —acarició la mejilla de su esposo—. Yo igual lo he pensado mucho y, no importa lo que me cueste, iré a visitarte muy seguido a Francia y, como mínimo, asistiré a dos funciones de cada temporada para verte en escena y decirte lo mucho que te amo mientras pueda tenerte cerca —se puso de pie y abrazó a Miguel de medio lado mientras este lloraba sobre su pecho—. No declines la oferta.
—No lo haré —respondió aferrándose con fuerza a su esposo.
🍁
Rodri y Clara se quedaron boquiabiertos ante la noticia que Ramsés les dio, por un lado estaban felices por la oportunidad que se le presentó a Miguel, pero igual les sorprendía la naturalidad con la que Ramsés estaba abordando el tema ya que imaginaron con algo de ansiedad por el hecho de alejarse de su esposo, cuestión que el cantante logró sobrellevar tras haber hablado tranquilamente con Miguel.
—¿Cuándo se irá? Porque tenemos que hacerle una despedida para desearle suerte —comentó Clara.
—En dos semanas, pero me dijo que se quiere despedir de todos dos días antes.
—El último día la pasará contigo —intuyó Rodri a lo que Ramsés asintió—. En ese caso, podemos ir a cenar a algún restaurante.
—Exacto —opinó su hermana, será algo pequeño pero especial para él.
Con ese plan en mente, se organizaron para dar aviso a las personas más cercanas al actor y así poder hacer la reservación en el restaurante que entre Miguel y Ramsés eligieron para la ocasión.
—No pongas esa cara que me vas a hacer llorar —le pidió a Pascu mientras trataba de controlar los sentimientos encontrados que tenía.
—Lo siento pero... ¡Miguel! —Exclamó para abrazar a su amigo con fuerza, siendo correspondido por él—. Te odio por abandonarnos pero me siento tan feliz de que lo hagas para perseguir tu sueño, que ya no sé cómo debo seguir tratándote.
—Tal y como lo haz hecho siempre —respondió al separarse del abrazo para secar las dos lágrimas que había derramado—, aunque estemos lejos tú y yo seguiremos siendo amigos, así que quiero que me sigas llamando cada vez que tengas una crisis.
—Ten por seguro que lo haré.
Dos días después, la noche de aquella cena de despedida llegó, reuniéndose los más allegados al actor en el restaurante para celebrar con él este nuevo paso por dar y desearle la mejor de las suertes con el proyecto.
—¿Qué pasa? —Le preguntó Ramsés al verlo con los ojos tristes.
—Voy a extrañarlos a todos, a ti mucho más.
—Estaremos contigo aquí —tocó el pecho de su esposo, justo donde se encuentra su corazón—. Además, todos los días te llamaré por la mañana para despertarte y por las noches lo volveré a hacer para antes de que te vayas a dormir.
—En verdad quiero que lo hagas porque no voy a soportar estar en otro lugar sin escuchar tu voz.
—Hagamos un brindis —anunció Pascu al ponerse pie con su copa a medio llenar de Champagne en la mano—: por uno de los más grandes amigos que he podido tener y con el que tuve la dicha crecer a nivel actoral compartiendo varios escenarios; que este sea el primero de muchos logros que tengas a lo largo de tu carrera y que, con mucho gusto, celebraremos contigo. Por Miguel.
—¡Por Miguel! —Respondieron todos con sus copas de Champagne en la mano para brindar por el actor.
—Yo igual brindo por ti —le dijo Ramsés en voz baja—, por ser el amor de vida y la persona más talentosa que he podido conocer y del cual me siento tan orgulloso por lo que ha logrado alcanzar, siendo esta oportunidad la prueba de ello.
—Me llegó más rápido una propuesta de trabajo impresionante que nuestra segunda boda.
—No lo menciones que me haces sentir culpable —pidió haciendo sonreír a su esposo—. De verdad quiero nuestra segunda boda, pero desde la propuesta los dos hemos estado cargados de trabajo que no se nos ha dado la oportunidad de planearla.
—Y ahora se tendrá que posponer nuevamente por esto —entrelazó su mano con la de Ramsés—, pero algún día tú y yo en verdad tendremos que hacer esa boda.
—Te prometo que tú y yo nos casaremos de nuevo —besó la mano entrelazada de su esposo—, y te prometo que también nuestra familia se expandirá.
—¿Qué? —Lo miró a los ojos—, ¿acaso quieres...?
—Lo llevo pensando y no estaría mal tener ya un hijo.
—Ramsi —lo abrazó al tiempo que esbozaba una enorme sonrisa—. Yo igual quiero adoptar, pero no ahora —el contrario se separó del abrazo para verlo con una expresión de confusión—; algo en mi interior me dice que aún no es tiempo.
—¿Acaso haz desarrollado un instinto paternal?
—Quiero creer que sí —observó su copa con Champagne—. Tal vez nuestro futuro hijo o hija aún no esté aquí, no sé cómo explicarlo, pero estoy seguro de que sabremos que será él o ella cuando crucemos miradas por primera vez.
—Confiaré en ti —sonrió para colocar su copa frente a él—, entonces brindemos por tu carrera artística, por nuestra segunda boda y por nuestro futuro hijo o hija. Por nuestra familia.
—Por nuestra familia —correspondió para juntar su copa de Champagne con la de Ramsés.

