Hojas de otoño | Capítulo 26. Gardenia.
La notificaciones que les llegaban parecían una broma, ninguno podía creer las veces que sus teléfonos sonaban pese a que ya se esperaban esa reacción por parte de los fans. El último DLH se subió a la seis de la tarde y justo a los tres minutos y medio, que fue la duración total del vídeo con el mensaje que grabaron horas atrás, la bandeja de notificaciones de cada miembro del equipo empezó a reventar, siendo la cuenta oficial de DLH, la cuenta de Pascu y la cuenta de Rodri las que más notificaciones recibieron por las constantes menciones que el público les hacía en las redes.
—Ya se sobrecalentó —comentó Mingo al tomar su celular de la mesa.
—Y solo ha pasado una hora desde que el vídeo se subió —mencionó Miguel mientras observaba la pantalla de su celular prenderse y apagarse con cada notificación—. Este es el principio de un gran acoso.
—En realidad es el inicio de una guerra entre fans —Clara dejó su teléfono en la mesa con una publicación abierta para que sus compañeros la vean—. La mayoría nos está apoyando con este descanso, pero la parte de nuestros seguidores que está inconforme ha comenzado a insultarnos.
—Vaya novedad —dijeron Pascu y Miguel al mismo tiempo.
—Ese es el asunto, ha empezado un debate entre la parte que nos apoya y la parte que nos odia, la mayoría de las notificaciones son por las menciones que nos hacen en ese debate.
—Y son varias cuentas las que han iniciado una discusión —mencionó Rodri al observar las publicaciones desde el celular de su hermana—. Es más el apoyo que el reclamo, pero esto pinta mal.
—Suficiente —Pascu tomó el celular de Clara y bloqueó—, dijimos que nos tomaríamos un descanso de DLH y eso incluye las redes sociales —suspiró—. Sabíamos bien que esta bomba estallaría, pero la decisión que tomamos no va a cambiar por ello, así que vamos a relajarnos y a llevar la fiesta en paz.
—¿Y no intervendremos en esta guerra? —Preguntó Mingo, haciendo alusión al debate entre fans.
—Solo si es necesario, tarde o temprano tendrán que parar.
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Tres semanas habían pasado ya desde que dieron la noticia del descanso, no fue fácil sobrellevar el asunto pero, tal y como Pascu había dicho, los reclamos y discusiones de los fanáticos tenían qué parar y para ese momento la tormenta había calmado, no por completo ya que uno que otro fan les seguía reprochando la decisión que tomaron, pero al menos ya podían entrar a redes sociales y no ser acosados como los primeros días.
Aprovechando al máximo este retiro, Pascu aceptó audicionar para una obra en la que Ramsés formaba parte y dónde necesitaban a un actor más, así que Rodri y el cantante lo acompañaron al teatro donde se llevaría a cabo el casting, de manera que ambos le darían apoyo moral al actor.
—Tú puedes, mi actor —le dijo Rodri, manteniendo sus manos entrelazadas.
—Mucha mierda —le deseó Ramsés con una sonrisa.
Pascu asintió para levantarse de su asiento y acercarse al escenario en espera de que el postulante que estaba antes de él terminara su presentación; al subir a escena, Rodri quedó fascinado con la audición de su pareja y no precisamente por lo enamorado que estaba de él, sino por el hecho de que Pascu había crecido como actor en todos esos años y en ese momento Pascu estaba demostrando lo que era capaz de hacer. Terminando su monólogo, volvió a las butacas dónde Rodri y Ramsés lo esperaban para continuar viendo las audiciones de los demás postulantes, observando y analizando todo de manera objetiva para tener una idea de cómo le iría al actor al final con la competencia que tenía.
—Ya vuelvo —anunció Pascu para levantarse de la butaca y salir del teatro con el fin de atender su celular ya que Miguel Carbajo le estaba llamando.
Después de unos minutos, el actor terminó la llamada y guardó su celular en el bolsillo trasero de su pantalón para darse la media vuelta con la intención de volver a entrar al teatro para terminar de ver las audiciones; solamente caminó un par de pasos hacia la entrada cuando un aroma a flor de gardenia se hizo presente, deteniendo su andar ya que aquella fragancia le resultó bastante agradable y adictivo a la vez.
—¿Álvaro Pascual? —Preguntó la voz de una mujer que el actor no pudo reconocer—. Eres tú, ¿cierto?
Pascu se dio la media vuelta nuevamente para encontrarse con una mujer de cabello oscuro y ojos castaños que, al mirarlos fijamente, se le erizó la piel por lo intimidantes que eran.
—¿Te conozco?
—Aún no —se acercó al actor—. Soy una gran fan y de casualidad te vi por aquí —de su bolso sacó una hoja de papel doblada por la mitad y un bolígrafo—, ¿te puedo molestar con un autógrafo?
—Por supuesto —respondió tomando el bolígrafo y la hoja que la mujer le extendió pero, al desdoblar el papel, frunció el entrecejo al tiempo que leía lo que se encontraba escrito ahí—. ¿Un autógrafo en un contrato que curiosamente requiere mi firma? —Preguntó alzando una ceja.
—Era eso o un acta de matrimonio —respondió, consiguiendo que el actor esbozara una sonrisa por su comentario—, ¿leíste todo?
—Sí y estoy confundido, ¿quién eres?
—Una admiradora que busca acercarse a ti —le entregó una tarjeta que contenía su información de contacto—. Mi nombre es Helena Martín y mi intención es convencerte de contratarme como tu representante artístico.
—¿Por qué razón haría eso?
—Porque yo te ayudaré a despegar tu carrera de actor, ya tienes una base con un historial formidable, así que te pido que me dejes trabajar contigo y te prometo que tu nombre resonará en todo el mundo.
—“Todo el mundo” suena un poco ambicioso, ¿no crees?
—¿Quieres reducir el territorio?
—Depende, ¿puedes conseguirme Broadway?
—Ponme a prueba y verás —respondió alzando una de sus cejas.
—La propuesta es muy tentadora —le devolvió el contrato—, pero por el momento no estoy interesado.
—Creí que tu sueño era ser un actor reconocido.
—Y aún lo es, pero hay algui... algo que requiere de toda mi atención y no puedo darme el lujo de irme a navegar por otros mares para perseguir un sueño.
—¿Seguro que se trata de eso o ya contrataste a alguien más y no buscas la manera de rechazarme?
Pascu soltó una pequeña risa.
—Te aseguro con mi vida que no hay representante alguno.
—En ese caso, ¿podrías al menos considerarlo? Conserva mi tarjeta y cuando estés decidido a despegar tu carrera, llámame; si tienes otras opciones de representante, mándalos a la mierda y escógeme a mí.
—¿Por qué serías la mejor elección? —Preguntó con curiosidad.
—Porque puedo ser tu representante, tu amiga y tu amante a la vez —respondió alzando una ceja pícaramente al tiempo que mordía su labio inferior, haciendo sonrojar al actor—, además, puedo conseguir drogas fácilmente.
—Eso sí me interesa —sonrió—. Tendré presente tu propuesta, pero no te aseguro despegar mi carrera pronto, así que puedes buscar a alguien más en lugar de esperanzarte en mí.
—Eso jamás, tú eres mi objetivo y no descansaré hasta conseguirlo.
—Te llamaré en unos años entonces.
—Estaré esperando —de su bolso sacó una pequeña libreta—. ¿Ahora sí puedes darme tu autógrafo? Te aseguro que no es ninguna estrategia, tan solo quiero la firma de mi actor favorito.
Pascu asintió y tomó la libreta para dejar su autógrafo en una de las hojas y, al entregárselo a la mujer, accedió a tomarse una foto con ella y a darle un abrazo después, siendo impregnado por el aroma a gardenia de Helena que por un momento lo hipnotizó al grado de permanecer mirando los ojos de la contraria al separarse del abrazo, perdiéndose en la intensidad de ellos y en la fragancia tan adictiva que la mujer tenía.
—¿Acaso eres una flor humana?
—Si lo fuera, posiblemente sea de las que están cubiertas de espinas —le extendió la mano—. Un gusto en conocerte, Álvaro.
—Lo mismo digo, señorita Martín —mencionó correspondiendo el apretón de manos.
—No me llames así que suena muy formal —sonrió—, solo Helena está bien.
—Un gusto, Helena.
La mujer se despidió con un ademán para darse la media vuelta y alejarse del actor mientras este guardaba en su billetera aquella tarjeta que le había dado minutos atrás.
—Sabía que estabas afuera —mencionó Rodri, llamando la atención de su pareja quien de inmediato volteó a verlo.
—¿Las audiciones terminaron?
—Sí, salí a buscarte en lo que Ramsés se quedó a hablar con el director de la obra —se acercó a Pascu con la intención de tomar su mano, pero se detuvo al sentir un aroma diferente en él—. ¿Con quién estabas?
—¿Qué?
—Tu perfume no se siente, en su lugar hueles a... ¿gardenia?
Pascu tomó el cuello de su camisa para olfatearlo, dándose cuenta de que la fragancia de Helena se le había quedado impregnada.
—Una chica me vio, me pidió un autógrafo y me abrazó —el contrario permaneció en silencio—, ¿no me crees?
—Claro que sí pero, el hecho de que te haya dejado marcado con su perfume, no me agrada.
—Rodri, ¿estás celoso? —Preguntó sorprendido.
—¿Y qué si lo estoy?
Pascu miró por todos lados para asegurarse de que no hubiera nadie, de esa manera se acercó a Rodri para besarlo rápidamente al tiempo que entrelazaba su mano con la de él.
—El aroma que ella me dejó no tardará en desaparecer, pero la marca que tú haz dejado en mi corazón, seguirá ahí para siempre.
—Eso no quita el hecho de que ahora le tengo un cierto odio a las gardenias.
—Jamás en la vida te regalaré esa flor.
—Por favor —sonrió—, por más que su aroma sea muy agradable, tu perfume es la única fragancia que me encanta sentir.

