Hojas de otoño | Capítulo 14. Fractura.

Dices que le vendaste el brazo en lugar de llevarlo corriendo al doctor, como lo hubieses hecho en cualquier otra circunstancia, porque te pusiste nervioso al haber estado en contacto con él cuando estaba desnudo a pesar de que no lo viste porque cerraste los ojos, pero tu cerebro no te permitió pensar en nada más en ese momento y hasta que comenzaste a quedarte dormido fue que caíste en cuenta de que era mejor llevarlo al médico de una vez ¿Lo entendí bien? —Preguntó Ramsés, incrédulo ante el relato que Rodri le había dicho por teléfono.

—Dime que no fue algo estúpido vendarle el brazo.

No, en realidad fue una buena idea, pero para alguien como tú que se preocupa hasta por lo más mínimo, me sorprende que hayas guardado la calma hasta ahora —respondió, dejando que la risa de su esposo se escuchara en el fondo de la llamada—. Mantennos informados sobre la situación crítica de Pascu.

—No digas que fue crítica, tengo la esperanza de que no haya sido más que un golpe.

Pero igual tienes que hacerte a la idea de que si en verdad se fracturó el brazo, tendrás que cuidar de él. Ya de por sí es complicado sobrevivir al día a día, imagínate a él si solo tiene un brazo disponible de forma temporal.

—Entonces, ¿debo ir a visitarlo diario?

O podrías quedarte en su departamento hasta que se reponga —sugirió Miguel en voz alta para que se pudiera escuchar desde la otra línea.

—¿Q-quedarme con él?

La idea es buena —comentó Ramsés—, de esa manera estarías más al pendiente de Pascu y te evitarías estar dando vueltas de tu casa al departamento.

—Pero, anoche se me complicó quedarme a dormir ahí, ¿creen que voy a sobrevivir, por no sé cuánto tiempo, durmiendo en su departamento?

No veo el problema, Pascu se ha quedado a dormir en tu casa desde hace años y tú en varias ocasiones igual lo haz hecho cuando las juntas de DLH las hacen ahí y se te hace tarde.

—Pero en ese entonces no éramos novios —respondió, sonrojándose al decir esta última palabra.

Qué ternura, ¿te preocupa que pueda pasar algo más entre ustedes si te quedas con él? —comentó Miguel—. Porque si es así, debo decirte que no tienes por qué preocuparte, menos ahora que acaban de iniciar su relación, aunque, ahora que lo pienso, sí hay quienes se apresuran a poner en práctica estos temas.

—Si quieres, para que estés tranquilo, te puedo dar una cátedra sobre sex...

—No es necesario, Ramsés, gracias —interrumpió Rodri con cierta incomodidad—. Lo que quiero decir es, que aún no me acostumbro a esta cercanía; apenas me acoplé a la idea de que nos vamos a estar besando, pero aún me pongo muy nervioso cuando me abraza y si voy a estar con él día y noche, voy a colapsar.

—Rodri, apenas llevan quince días juntos, no te apresures a acostumbrarte a todo rápidamente.

—Disfruta del procesos y los dos vayan creciendo con la relación.

—Lo haré —fijó su vista en el consultorio dónde Pascu había entrado, para verlo salir—. Le pusieron un yeso —mencionó asustado.

¿Ya salió? —Preguntaron al mismo tiempo.

—Sí, les marco luego —dijo para terminar con la llamada y guardar su celular en el bolsillo de su pantalón—. ¿Qué pasó?

—Una fractura no tan severa, pero mi muñeca tiene riesgo de fisura —miró su brazo enyesado—, estaré así por quince días, así que pasaré navidad y año nuevo con el señor yeso.

—Y todo por dar un concierto imaginario —comentó haciendo que el contrario dejara salir una pequeña risa—. ¿Las indicaciones de cuidado?

—Las tengo aquí —le extendió con su mano sana las hojas que le había dado el doctor—, igual me recetaron un desinflamatorio y una crema para ayudar con la movilidad.

—Vayamos a la farmacia por esto —señaló la receta médica— y de ahí te acompaño a tu departamento.

Siguiendo el consejo que Miguel y Ramsés le habían dado, Rodri decidió quedarse a dormir en el departamento de Pascu por esos quince días en los que el actor estaría con el brazo indispuesto, llevando a su gato con Clara para que le hiciera el favor de cuidar de él ya que temía que hubiese una masacre si lo llevaba con los perros de Pascu y, al menos con las mascotas de su hermana, su gato no había tenido tanto problema como con los hijos de su pareja.

Justo como Pascu había dicho, las festividades de diciembre las tenía que pasar cargando con el yeso en el brazo, cuestión que pudo sobrellevar con la ayuda de Rodri que en todo momento estuvo apoyándolo para que pudiera seguir con sus actividades pese a ese inconveniente temporal.

Para navidad, los dos celebraron en el departamento de Pascu, encendiendo las luces del árbol de navidad que el actor tenía en su sala, justo cuando el reloj marcó la media noche. Sin embargo, para año nuevo, todo el equipo de DLH quiso reunirse en casa de Rodri para celebrar, así que los dos accedieron a la idea ya que les parecía algo muy simbólico que iniciaran el año todos juntos.

La tarde del día treinta, Rodri y Clara se dedicaron a limpiar la casa del primero para tenerla lista de una vez; a la mañana del día treinta y uno, todos se pusieron a cocinar en sus respectivas casas ya que la fiesta sería de traje y, para evitar conflictos y repeticiones de comida, se pusieron de acuerdo por WhatsApp. Dando las seis de la tarde, Pascu y Rodri comenzaron a arreglarse para ir a la casa del compositor y quedar a la espera de que sus amigos llegaran.

—Creí que la camisa no se me vería bien con el brazo así, pero veo que no está tan mal, sigo siendo un galán.

—Igual te hace falta ponerte el abrigo, no tienes idea del frío que hay afuera —comentó Rodri desde el baño tras terminar de lavarse los dientes.

—Antes de ponérmelo, ven aquí y tomémonos una foto.

—Ya se me hacía raro que no lo dijeras —mencionó entrando a la habitación de Pascu.

—Rodri, ¿así irás a la fiesta?

—Sí, ¿por qué?, ¿me veo mal?

—No, te ves muy atractivo, a excepción de tu cabello que está hecho un caos.

Rodri llevó una mano a su cabeza ante el comentario.

—Mierda, olvidé peinarme.

—Eso sí que es nuevo —dijo con una sonrisa—, venga, vamos a sentarnos en la cama, te voy a cepillar el cabello.

—No es necesario, lo haré yo solo.

—El hecho de que esté fracturado de un brazo, no quiere decir que no pueda cepillarte con mi mano sana.

—Si te digo que no, seguirás insistiendo, ¿cierto?

—Ya sabes la respuesta.

Rodri suspiró.

—De acuerdo, pero ten cuidado.

Pascu asintió y tomó de la cómoda de su habitación el cepillo que tenía ahí para ir con Rodri a la cama a sentarse, quedándose atrás de él. Con cuidado empezó a cepillar el cabello de su pareja, teniendo un poco de dificultad por solo usar una mano, pero logrando deshacer los nudos que se le habían formado al contrario; una vez terminó de peinarlo, dejó el cepillo sobre la cama y se acercó un poco más a Rodri para colocar su cabeza entre el cuello y el hombro del compositor.

—¿Te dije que te ves muy guapo?

—No recuerdo que lo hayas mencionado —respondió mientras esquivaba la mirada pues se había sonrojado demasiado con esa acción.

—Mírame —pidió a lo que el contrario se dio la media vuelta para quedar de frente a él—, te ves muy guapo hoy.

—No más que tú —contestó Rodri, perdiéndose momentáneamente en los ojos de su amado.

Pascu llevó su mano sana al mentón de Rodri e inclinó la cabeza para darle un beso en los labios. —¿Nos vamos?

—S-sí —dijo con algo de dificultad tras aquella muestra de afecto que, aunque no lo dijera, le gustaba que su pareja hiciera.

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