Hojas de otoño | Capítulo 11. Ocre.

—¿Quién eres? —Preguntó en voz baja, mantenimiento los ojos entrecerrados.

—Anoche estabas viendo doble al grado de buscarme una gemela, ¿y ahora resulta que no me reconoces?

—No me regañes, por favor —pidió mientras se cubría la cara con una almohada.

Al volver al bar, tanto Pascu como Rodri permanecieron en silencio estando en aquella mesa que habían elegido horas atrás, siendo Clara la que terminó con ese silencio al decir que llevaría a su hermano a casa, cuestión que Pascu agradeció. Clara prefirió no preguntar qué había pasado ya que en el fondo sabía que la reacción de ambos se debía a la declaración de Rodri y que muy posiblemente, mientras estaban afuera, él se declaró al actor con un poco más de seriedad.

—Bebe esto —le extendió un vaso—, te bajará la resaca.

—En mi vida vuelvo a tomar.

—Solo espero que en unos años no cambies de parecer —comentó mientras veía a su hermano tomar el brebaje que le preparó—. De casualidad, ¿recuerdas qué pasó anoche?

—No todo —llevó una mano a su frente al sentir que la habitación daba vueltas—, recuerdo que pedí rondas extras y... ¿me puse a cantar? Vagamente recuerdo un micrófono.

—Sí, subiste al escenario para el karaoke.

—Ya veo —frunció el entrecejo—, igual recuerdo que estaba ¿molesto? No, como ansioso, no lo sé y mi memoria no da para más, ni siquiera sé cómo llegué a mi habitación.

—Te arrastré de los pies.

—Eso explica porqué me duele todo —estiró los brazos hacia arriba—. ¿Pasó algo importante que no recuerde?

—No —respondió acatando la petición que Pascu le hizo por mensaje en dónde le suplicaba que por ningún motivo hablara con Rodri del tema—, todo estuvo normal.

🍁

Miguel se cubrió la mitad de la cara con ambas manos ante la sorpresa que tenía por lo que Pascu le había contado, le costaba creer que Rodri se había emborrachado y más aún que se haya atrevido a declararse en este estado.

—¿Qué debo hacer?

—¿Qué es lo que te dice tu corazón que hagas?

—No me quiero precipitar, sobre todo porque Rodri estaba influenciado por el alcohol así que, no creo que lo que me haya dicho sea cierto.

—Ya sabes lo que dicen: los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, además, Rodri no es el tipo de persona que jugaría con algo así, aún estado ebrio él no sería capaz de hacer una broma de mal gusto cómo esa.

—¿Entonces lo que dijo fue genuino?

—Tendrás que averiguarlo.

—No puedo preguntarle directamente, lo va a negar.

—Entonces tendrás una respuesta que te corresponderá interpretar. Lo que decidas hacer estará bien, pero tan solo ten en cuenta que esta podría ser la oportunidad de descubrir si tus sentimientos son correspondidos por él.

Pascu se la pasó el resto del día pensando en ello, se debatía constantemente entre si debía enfrentar a Rodri o dejar las cosas pasar, incluso pensó en llamar a Clara en busca de otro consejo pero, algo en el interior le decía que solo terminaría escuchando las mismas palabras que Miguel le dijo.

Estaba completamente perdido, por primera vez estaba dudando de sus acciones y eso lo estaba haciendo enloquecer, hasta los mensajes y llamadas que Rodri le hizo decidió ignorarlos, no quería tener contacto alguno con él durante el día para que de esa manera pudiera aclarar sus ideas.

Esta podría ser la oportunidad de descubrir si tus sentimientos son correspondidos por él.

—¿Y si me equivoco? —Dijo en voz baja mientras yacía recostado en la cama. Con tal solo abrir los ojos a la mañana del siguiente día, las dudas comenzaron a atormentarlo—. Voy a morir —suspiró para estirar el brazo en busca de su celular que estaba en la mesita de noche que tenía a lado de su cama. Desbloqueó la pantalla y entró a sus contactos para buscar el número de Rodri, nuevamente dudó, pero cerró los ojos y apretó el botón de marcar para luego llevar su celular a la oreja—. Buenos días, Ro...

¡¿Es dónde diablos te habías metido, Álvaro Pascual?! —Reclamó molesto desde la otra línea.

—¿Q-qué?

No te hagas el desentendido, ayer desapareciste, no supe nada de ti, incluso ignoraste mis mensajes y mis llamadas, ¿me quieres explicar el por qué?

—No es la primera vez que desaparezco.

¡Pero siempre me avisas!

—Perdona a este desastre andante.

Me preocupaste, por un momento creí que pasó algo en el bar que no recordaba y te hizo molestar.

—¿No recuerdas nada?

—No mucho, pero Clara me dijo que todo estuvo tranquilo.

—Sí, eso es cierto —agradeció en el fondo que Clara no le haya dicho nada a su hermano—. Rodri, ¿te parece que nos veamos hoy?

¿Pasa algo? Te noto un poco extraño.

—No, solo es para compensar la preocupación que te ocasioné —apretó los labios antes de continuar—. Pensaba sacar a pasear a mis hijos al parque que está por mi departamento, ya está lleno de hojas secas así que podríamos platicar en una de las bancas en lo que ellos juegan con las hojas.

—La idea me gusta, te veo ahí.

Acordaron verse a las seis de la tarde en aquél parque. Era el último día de noviembre y, justo como Pascu había dicho, las hojas secas adornaban por completo el lugar siendo la atracción de juegos más grande para las mascotas del actor que no dudaron en ir corriendo y brincar sobre las pequeñas montañas de hojas que habían ahí.

—Son idénticos a ti —mencionó Rodri mientras veía a los perros correr libremente por el parque—, de verdad son tus hijos.

—Pero a veces me sacan de quicio cuando se alteran —comentó para tomar asiento en una de las bancas públicas—, aún así, son la razón de mi existir.

—Eso sonó tan lindo —tomó asiento a lado de Pascu.

—¿De verdad no recuerdas nada del bar?

—No, vagamente recuerdo un micrófono y ya Clara me dijo que me puse a cantar pero, no sé más. Ni siquiera recuerdo qué canción canté.

He empezado a hablar de ti —cantó Pascu—, a decirle a la gente: creo que me enamoré de un amor que es poco prudente. —Una ventisca de aire los envolvió a ambos al tiempo que Rodri miraba sorprendido al actor—. Es una hermosa canción.

—¿De verdad la canté?

—La viviste —fijó la vista en sus mascotas—. “Toda la canción fue una indirecta”, esas fueron tus palabras.

—¿I-indirecta?

—El mensaje fue muy claro.

—Álvaro, ¿de qué estás...?

—Yo te gusto, ¿cierto?

—¿Qué? —Preguntó sorprendido, sintiendo que un hueco se le iba formando en el estómago.

—Tú... me declaraste tus sentimientos en el bar... y me besaste aquí —señaló su mejilla.

—¡¿Que yo qué?! —Palideció.

—¿En verdad sientes algo por mí?

Rodri permaneció en silencio con el corazón a punto de salirle del pecho, no podía creer lo que Pascu le estaba diciendo y se negaba a aceptar que lo que hizo fuera cierto.

—N-no sé de qué estás hablando, me encontraba ebrio, lo que sea que haya dicho no...

—Rodri, no eres capaz de decir algo así a broma, ni siquiera estando borracho.

—Pero alimento el Roscu contigo.

—Eso no fue alimentar el shipp —tomó una mano del contrario—, Rodri, ¿lo que sientes es de verdad?

—Debo irme a casa —se levantó de la banca con la intención de retirarse de ahí.

—Necesito saber la respuesta.

—¿Por qué insistes en ello?

—Quiero saber si mis sentimientos son correspondidos —Rodri detuvo su andar al escucharlo, manteniéndose de espaldas a él—. Si lo que dijiste fue de verdad, entonces yo también hablaré.

—¿A qué te refieres?

—Rodri —se acercó al contrario para colocar las manos sobre sus hombros—, me preguntaste cómo fue que alguien que siempre actúa sin pensar, te pudo enamorar —respiró profundamente antes de continuar—, ahora yo te pregunto: ¿cómo fue que te metiste a mi corazón para quedarte a vivir en él?

Rodri se dio la media vuelta al escucharlo.

—¿Qué estás...?

—Creo que no eres el único que se terminó fijando en su mejor amigo —el rostro de Rodri quedó tan colorado que Pascu no pudo evitar sonreír al verlo de esa manera—. Por eso insisto en saber, porque yo estoy...

—No sigas —interrumpió bajando la mirada—, no te atrevas a decirlo, no quiero que lo hagas.

—¿Por qué?

—¿No te das cuenta? Nos meteremos en un gran problema, será complicado y todos nuestros proyectos...

Pascu lo abrazó haciendo que el contrario dejara de hablar por la impresión.

—Sé que estás asustado, yo también lo estoy, esto es algo que ninguno de los dos había planeado, pero lo pensé mucho y ahora, más que nunca, estoy dispuesto a seguir a mi corazón —se separó del abrazo para mirar al compositor a los ojos—: Rodri, me gustas, estoy enamorado de ti y quiero pasar el resto de mis días junto a ti.

—Pascu... —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas que de inmediato empezaron a resbalar por sus mejillas— eres un idiota —dijo para cubrir su rostro como ambas manos buscando calmar su llanto—. Me gustas, me gustas mucho.

Nuevamente el actor lo envolvió en un abrazo buscando tranquilizarlo, permaneciendo así hasta que Rodri pudo reponerse.

—¿Qué te costaba haberme dicho antes?

—No eres el único desastre andante.

Ambos se vieron a los ojos para dedicarse una sonrisa. Pascu limpió las últimas lágrimas que Rodri tenía y colocó su mano en el mentón del contrario para levantar un poco su rostro, acercando lentamente el suyo hacia él dejándose llevar por lo que su corazón le decía al mismo tiempo que Rodri igual cedía.

Fue en otoño cuando sus sentimientos comenzaron a florecer y el último día de noviembre, mientras las hojas de color ocre iban cayendo al compás del viento sobre la tierra, Pascu y Rodri sellaron aquella declaración con su primer beso de amor.

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