Hojas de otoño | Capítulo 07. Gotas.
—Me siento culpable de haber leído esto sin el consentimiento de Pascu —comentó Ramsés al tiempo que doblaba la carta del actor para volver a guardarla dentro del sobre.
—No tiene que saberlo.
—¿Me dirás por qué te alteraste al leer la carta?
—Sonará estúpido pero, por un momento sentí que me la escribió a mí.
Ramsés alzó una de sus cejas en señal de sorpresa por lo que había escuchado.
—Entonces, ¿todo lo que Pascu haga o diga vas a tomarlo como algo hacia tu persona? —Se cruzó de brazos—, porque si es así, déjame decirte que estás pasando por una fase de pre-enamoramiento.
—Me quiero morir —se dejó caer de espaldas sobre su cama.
—¿Por qué no te das la oportunidad de explorar tus sentimientos?
—Ya te dije mis motivos, no pienso hacer algo que permita desarrollar un sentimiento distinto hacia Pascu. Lo repetiré las veces que sean necesarias: con todos menos él.
—Rodri...
—¡No estoy dispuesta a esperar más tiempo afuera! —Exclamó Clara mientras entraba de un portazo a la habitación de Rodri, dándole un susto enorme a Ramsés quien se encontraba de pie cerca de la entrada—. Entiendo perfectamente que Ramsés sea uno de tus mejores amigos y le tengas muchísima confianza, pero por favor, soy tu hermana y me preocupas, así que exijo en estos momentos que me digas lo que te pasa.
—Ni si quiera yo lo sé —dijo tomando una de las almohadas para cubrirse la cara con él.
—En realidad sí lo sabe —corrigió Ramsés—, solo no puede expresarlo correctamente.
—Pero tú sí, dime qué es lo que le pasa.
—No es nada de lo que te tengas qué preocupar, tu hermano tan solo... está sufriendo un mal de amor.
Clara se quedó en shock ante lo que escuchó.
—¿Eso es verdad? —Preguntó a su hermano obteniendo un quejido como respuesta, ocasionando que Clara se cubriera la boca con sus manos por la sorpresa—. Rodri, ¡eso es fantástico!
—¿Por qué te alegras? —Cuestionó sorprendido al tiempo que dejaba a un lado la almohada para sentarse en la cama.
—Porque llevas años sin darte la oportunidad de intentarlo otra vez y, el hecho de que alguien te esté haciendo sentir algo después de todo este tiempo, es algo que no puedes ignorar.
—Ojalá fuese tan sencillo, ninguno de los dos lo entiende, esta sensación extraña que tengo no puede ser amor.
Clara miró a Ramsés en busca de respuestas y este le hizo una expresión que le dio a entender que no era la primera vez que Rodri se negaba a aceptar sus sentimientos. Suspiró al ver la situación un poco complicada que tenía enfrente, pero estaba dispuesta a ayudar a su hermano, así que se acercó a la cama y tomó asiento a lado de Rodri para abrazarlo de medio lado.
—¿Quién es la persona que te está haciendo reprimir lo que sientes?
—No es alguien malo.
—¿Lo conozco? —Rodri permaneció en silencio, así que fijó su vista en Ramsés quien asintió—. ¿Quién es?
—Su nombre está escrito ahí —respondió el cantante mientras le entregaba el sobre que tenía en las manos.
—¿Pascu? —Miró a su hermano—, ¿Él te tiene así? —Nuevamente no obtuvo respuesta—. No lo entiendo.
—Al parecer soy bisexual.
—No me refiero a eso, eres libre de fijarte en quién tú quieras y sabe de antemano que siempre, siempre te voy a apoyar —sujetó la mano de su hermano—, lo que no entiendo es porqué te estás negando a aceptar que sientes algo por él.
—Su excusa es que son mejores amigos, casi hermanos —comentó Ramsés.
—Pero los dos se complementan perfectamente, esa amistad puede convertirse en una hermosa relación. Rodri, ¿a qué le temes?, ¿a no ser correspondido?
—A arruinarlo todo.
🍁
Finales de octubre, a un par de días para celebrar Halloween y el día de muertos que era bien conocido en la ciudad.
Ese año no iba a poder irse de fiesta para festejar.
—Conjuntivitis en ambos ojos pero con una infección más fuerte en el lado izquierdo. Con lo rojo que están ya no necesito disfraz para salir a pedir dulces.
—Porque no vas a ir, te dijeron que permanecieras en casa por una semana sin exponerte al sol o a una luz directa.
—Miguel —llamó Rodri—, no vale la pena que le repitas las indicaciones, él es tan necio que no se cuidará adecuadamente aunque se lo pidamos.
Tras haber regresado de correr con sus perros, como de costumbre, Pascu comenzó a sentir algo extraño en su ojo izquierdo, como si de una basurita se tratara y, al día siguiente, empezó a tener comezón en ambos ojos por lo que decidió ir al doctor para que lo revisaran. Al volver a su departamento, le llamó a Rodri y a Miguel para contarles lo sucedido ya que no podría salir a verlos (a Rodri por trabajo y a Miguel para desahogarse) por una semana; un par de horas más tarde los dos llegaron con el actor para asegurarse de que la infección no fuese tan severa y de que empezara a seguir las indicaciones del doctor.
—¿Me prestas tu baño?
—Todo tuyo —le respondió a Miguel con una sonrisa para luego mirar a Rodri—, ¿qué tan mal me veo?
—Terrible, tienes que recuperarte y procurar no enfermarte otra vez —bajó la voz—, recuerda que en dos semanas estaremos apoyando a Ramsés.
—Lo sé, ten por seguro que me voy a cuidar —tomó su teléfono para ver la hora—. ¿Me puedo aprovechar de tu visita por un momento?
—Depende para qué motivo.
—Ayúdame a ponerme mis gotas. En la mañana no tuve problema pero ahora me están ardiendo los ojos y no creo poder atinar.
—Está bien, yo te ayudo.
Pascu le extendió el frasquito de color blanco que tenía en la mesita de la sala, indicándole que debía ponerle dos gotas en cada ojo; Rodri tomó el frasco y se puso de pie para acercarse al actor quien levantó la cabeza para recibir el medicamento. Al ponerle las dos gotas en su ojo izquierdo, Pascu se quejó de dolor por lo que tuvieron que esperar unos segundos para que se calmara y Rodri pudiera ponerle las gotas en el otro ojo.
—Me voy a quedar ciego.
—No seas tan dramático —mencionó mientras permanecía cerca del rostro de Pascu.
—¿Tus ojos siempre han sido tan hermosos?
—¡¿Qué?! —Exclamó alejándose del actor—. ¿Por qué de repente haces esa pregunta?
—No sé, creo que no les había prestando tanta atención, pero son de un color muy lindo y eso que no los puedo ver con claridad.
—Los tuyos igual son lindos. Cuando los rayos del sol los ilumina, parecen unas joyas preciosas.
—¿De verdad?
—No vayas a hacer la estupidez de exponerte a la luz solo para tomarte una foto y comprobarlo, lo único que conseguirás es que la infección empeore.
—Descuida —sonrió—, me conformo con saber que percibes mis ojos de esa manera —comentó antes de frotarse el ojo izquierdo por la comezón que tenía.
—Te prepararé un té de manzanilla para que te vayas colocando paños, eso hará que la comezón pare.
Rodri se dirigió a la cocina dejando a Pascu sentado en el sofá, sin saber que la conversación previa había sido escuchada por Miguel quien había permanecido oculto para ver cómo se desenvolvían los dos artistas al estar solos teniendo un gran dilema presente en sus mentes casi las veinticuatro horas del día.
—¿Tus ojos siempre han sido tan hermosos?
«Idiota», pensó Rodri mientras colocaba un sobre de té dentro de un recipiente pequeño y al mismo tiempo trataba de no esbozar una ridícula sonrisa por el cumplido que le habían dado. «Incluso estando enfermos, tus ojos siguen siendo igual de hermosos como aquella vez». Detuvo lo que estaba haciendo para darse cuenta de lo que en su mente había dicho. —Me gustan sus ojos... —susurró aceptando aterrado esa situación.

