Hojas de otoño | Capítulo 04. Él.

Octubre, el mes en dónde las hojas de los árboles comienzan a perder poco a poco su brillo para secarse por completo y dejarse caer a la tierra.

El final de una etapa y el inicio de otra.

—Espero que tengas una buena razón para venir a interrumpir mis ensayos, Álvaro —comentó Miguel mientras desenroscaba su botella de agua.

—Reclamarte por no haberme avisado sobre las audiciones de esta obra me parece que es un buen motivo.

—No te hagas la víctima que sí te avisé y tú respuesta fue “gracias por decirme, pero estoy terminando una temporada y necesito un pequeño descanso”.

—No debiste tomar mis palabras enserio —dijo con una sonrisa—, no voy a quitarte mucho tiempo, tampoco pienso interrumpirte por completo.

—Descuida, no salgo en la escena que están montando ahora —bebió un poco de su agua—. Entonces, ¿qué necesitas?

—Tengo un problema, bueno, dos problemas... en realidad tengo muchos problemas —suspiró—, necesito respuestas —tomó asiento en una de las butacas del teatro, siendo seguido por Miguel quien se sentó a su lado—. Te haré unas preguntas, ¿de acuerdo?

—Esto es tan inusual, pero bueno, déjalas salir.

—¿Cómo sé que una persona... es la persona indicada? Me refiero a si hay alguna clase de señal o algo que me haga decir “es él”.

—¿Por qué de repente me sales con esta pregunta? —Interrogó confundido para luego cambiar su expresión a una de sorpresa—. No puede ser, ¿acaso la encontraste?

—No dije eso, solamente me dio curiosidad saber cómo puedo identificar a esa persona.

—Y a mí se me hace muy extraño que vengas a preguntar dos semanas después de haber hablado sobre el tema —mencionó mientras alzaba una de sus cejas—. Escucha, la respuesta es muy subjetiva, no hay una regla que diga que tu persona especial tenga que ser o hacer algo en específico. Sabrás que es la persona indicada cuando la mires a los ojos y te pierdas por completo en su mirada, cuando estés con ella y disfrutes de su compañía sin importar que estén en silencio, y cuando estés a su lado te sientas feliz y quieras, con todas tus fuerzas, hacerla feliz también.

—Por qué siento que me estás hablando de Ramsés.

—Porque lo estoy haciendo, esa es la forma en la que me di cuenta que quería pasar el resto de mis días junto a él y creo que son las características más genéricas que te puedo dar para poder identificar a esa persona, todo depende de cada uno y, sin que te des cuenta, habrá algo que te hará decir “la encontré”.

Pascu permaneció en silencio mientras analizaba la respuesta que Miguel le había dado.

—¿Y cómo sé si me estoy enamorando de una persona o si solamente es una atracción pasajera hacia ella?

—No es la primera vez que te enamoras y tampoco la primera vez que sientes una atracción pasajera por alguien, la respuesta la debes saber bien ya.

—Sí, pero requiero de una respuesta basada en tus sabios conocimientos como una persona felizmente casada.

—No puede ser —dijo entre risas—, es difícil darle respuesta a tus preguntas —resopló—. Sabes que es una atracción pasajera cuando no te ves más allá de un abrazo, un beso o algunas noches follando; no hay planes futuros en dónde te veas con esa persona porque no tienes intención de ir más allá de una relación momentánea. En cambio, sabes que te estás enamorando cuando sientes una punzada ahí —señaló hacia el corazón de Pascu—, cuando te empiezas a sentir nervioso con su presencia y no hay día en el que no quieras estar junto a ella; cuando el más mínimo detalle suyo te vuelve loco, no dejas de pensarla y poco a poco vas ideando un futuro juntos que va más allá del sexo —cruzó las piernas—. Y si me preguntas cómo saber si te estás enamorando o si estás sintiendo una simple atracción hacia la persona indicada, me temo que la repuesta la tendrás que encontrar por tu cuenta.

—De hecho esa era la tercera pregunta —sonrió—, gracias por tus respuestas, de verdad me estás ayudando muchísimo.

—No hay nada qué agradecer, sin embargo, ahora yo tengo una pregunta para ti —comentó al tiempo que dejaba su botella de agua en el suelo para cruzarse de brazos—: ¿quién es esa persona que te está haciendo dudar?

🍁

—¡Estuvo a punto de besarme! —Exclamó aterrado una vez le abrieron la puerta de aquella casa, tomando a Ramsés del cuello de su camisa para sacudirlo mientras hablaba.

—Igual me da gusto verte.

—¿Acaso no escuchaste lo que dije?

—Lo hice.  ¿Estás seguro de que no lo malinterpretaste?

—¡Por supuesto que no!

—De acuerdo, vamos a calmarnos y mejor vayamos al sofá dónde no podrás seguir despegando mi cuello del cuerpo —mencionó para liberarse del agarre de Rodri y dirigirse al mueble con él—. Ahora vamos por partes, ¿qué pasó y por qué dices que te iba a besar?

—Anoche, mientras llovía, Pascu y yo jugamos a las carreras en la calle y en un momento los dos quedamos muy juntos porque él se iba a caer y yo lo jalé hacia mí y... empezó a acercarse más y su cabeza se estaba inclinando hacia la mía y por un momento pude sentir que su respiración me rozaba.

—¿Y qué hiciste?

—¡Me alejé! —Tomó una de las almohadas del sofá para ocultar su rostro en ella.

—Rodri, ¿de verdad estás seguro de que Pascu iba a hacerlo? Me refiero a que, estaba lloviendo, quizá solo estaba inclinando la cabeza para evitar que las gotas que caían de su cabello le entraran a los ojos —cruzó los brazos y alzó una de sus cejas al tiempo que esbozaba una sonrisa con picardía—; y suponiendo que Pascu en verdad haya intentado besarte, ¿qué te preocupa? Deberías estar feliz.

—¿Por qué?

—Si no mal recuerdo, la única persona que ha logrado hacerte sentir ese cosquilleo de posible enamoramiento, es Pascu, así que...

—¡No estás ayudando! —Interrumpió lanzándole la almohada a la cara—. Esto es horrible, lo detesto y de verdad espero que ese cosquilleo no sea de enamoramiento.

—¿No te agrada la idea de que un hombre te haga sentir eso?

—Es posible que sí esté en etapa de negación, como tú mencionas, así que si se trata de un hombre, ya me da igual —suspiró—, a lo que me refiero es a que no quiero que sea Pascu.

—¿Por qué no? De todas las personas en el mundo, Pascu es el único que te podría complementar perfectamente.

—Pero —se puso de pie frente a él— es mi mejor amigo, casi mi hermano, no me cabe en la cabeza que esa relación que tenemos se vuelva algo más. Además —comenzó a caminar por la sala—, trabajamos juntos y, en el supuesto de que sí esté enamorado de él y que por alguna razón me corresponda e iniciemos una relación que a la larga no termine bien, ya no podríamos seguir con nuestros proyectos porque sé que no terminaríamos en buenos términos y eso implicaría ya no poder sacar a flote DLH —bajó la mirada—; lo último que quiero es que todo termine en tragedia y que esta amistad que tenemos desde hace años, se arruine al grado de llegar a fingir que somos desconocidos.

—Siento que te estás precipitando demasiado y estás dejando que pensamientos negativos te consuman cuando ni siquiera sabes qué es lo que sientes hacia Pascu y mucho menos sabes qué es lo que él siente. Necesitas analizar con mucha más calma la situación y prestarle atención a tus sentimientos.

—No necesito hacerlo, es una decisión que ya tomé. Si me voy a enamorar, será de cualquier persona, menos de él.

🍁

El aire comenzaba a soplar moviendo a su ritmo las hojas de los árboles, dejando salir un sonido natural que ambientaba las calles de la ciudad. Pascu salió a correr junto a sus compañeros perrunos, dejándose envolver por aquella ventisca mientras los rayos del sol anunciaban el inicio del atardecer.

Después de su plática de medio día con Miguel, volvió a su departamento con la intención de analizar detenidamente las respuestas que había obtenido con la situación inexplicable que tuvo bajo la lluvia. Lo pensó de varias maneras por horas, prestando atención a cada detalle y la conclusión a la que llegaba era que esa sensación que había sentido al ver a Rodri, no la había sentido con nadie, pero en ese punto no podía asegurar en qué lado de atracción se encontraba esa sensación, razón por la que decidió salir a correr para despejar sus ideas ya que ni el mismo sabía si estaba bien darle ese grado de importancia a la situación.

—¿Rodri? —Preguntó sorprendido al llegar a su departamento y ver al compositor de pie frente a su puerta.

—Hola, Álvaro y Álvaritos —dijo acariciando a los caninos.

—Si me dices Álvaro, entonces es algo serio.

—Te llamo por tu nombre frecuentemente.

—Y ahora me doy cuenta de que se escucha muy serio cuando lo haces. Solo dime Pascu —comentó para abrir la puerta de su departamento, dejando pasar primero a sus perros para que Rodri pudiera entrar después sin dificultad—. Entonces, ¿a qué debo tu visita?

—Dejaste esto en mi casa —le entregó una bolsa negra con ropa—, anoche la dejaste tendida para que se seque pero no te la llevaste cuando te fuiste, y más ropa tuya en mi casa no quiero.

—Muchas gracias, oh gran Rodrigo y perdona a este desastre andante por olvidar su ropa en tus condominios —dijo haciendo una reverencia, dejando caer sus llaves al piso.

Tanto él como Rodri se agacharon para recoger las llaves, chocando sus cabezas accidentalmente, lo que ocasionó que ambos se quejaran para segundos después comenzar a reírse. Cuando bajaron la vista, se dieron cuenta de que las llaves las había tomado una de las mascotas de Pascu.

—Eres muy inteligente —mencionó Rodri para acariciar la cabeza del canino quien aún tenía las llaves en su hocico—. Cuida de tu dueño, es un niño.

Al escuchar esto, Pascu se acercó a ambos para tomar las llaves del hocico de su mascota. Mientras estaba agachado junto a él, Rodri tomó una de las patas del perro y besó sus almohadillas para luego llevarlas a la mejilla de Pascu.

—Te veo el miércoles en la junta —dijo al tiempo que se ponía de pie y salía del departamento.

—¿Qué fue eso? —Le preguntó Pascu a su perro quien solo ladeó la cabeza como respuesta.

Confundido, se puso de pie y cerró la puerta poniéndole seguro para luego darse cuenta de lo que Rodri había hecho.

«Fue un beso indirecto».

Se colocó de espaldas a la puerta y se dejó caer sentado al piso, llevando una de sus manos a la boca mientras su interior explotaba con varias sensaciones que tenía mucho tiempo sin sentir y que creyó que jamás volvería a experimentar. Una punzada en su corazón se hizo presente y un cosquilleo en el estómago se le empezó a manifestar; su respiración se fue volviendo agitada y podía sentir un calor en sus mejillas, principalmente en aquella dónde Rodri colocó la patita de su mascota.

—Cuando te empiezas a sentir nervioso y el más mínimo detalle suyo te vuelve loco...

Descubrió su boca y llevó la mano hacia su mejilla. «Cualquier persona... pero él no...»

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