Capítulo 16

—¡Aléjense de la muralla! —Exclamó Hange tras la explosión que ocasionaron Bertholdt y Reiner al transformarse en el titán acorazado y el titán colosal.
Gracias a los registros que Sasha le entregó antes de salir del Distrito, pudieron darse cuenta de la relación que existía entre esos dos chicos y Annie Leonhart, siendo Armin quien ayudó a concluir que posiblemente ellos dos también eran portadores de un titán tras los acontecimientos ocurridos en aquella expedición al bosque alto.
—¡Atraparon a Ymir! —Exclamó Historia con desesperación mientras Nifa la sujetaba con fuerza para protegerla del titán colosal.
Aquella bestia llevó a su boca a la joven soldado, portadora del titán mandíbula, que fue rescatada por Keiji y Nifa, dejando a todos los presentes pálidos del miedo al ver cómo devoraba a la joven y a un soldado más.
«Bastardo», pensó Hange, apretando los dientes por la ira que había empezado a manifestar por culpa de esos traidores. —¡Soldados! —Llamó con firmeza— ¡Prepárense para la batalla! —Desenvainó sus cuchillas como señal para los demás soldados que no dudaron en seguirla adoptando una posición de ataque—. El enemigo de la humanidad ¡es el titán colosal!

—Permanezcan cerca de mí.
Esa fue la instrucción que Hange le había dado a su escuadrón antes de partir hacia el muro, así que ante la orden de ataque al titán colosal, los cuatro jóvenes acataron la instrucción dada sin alejarse de su líder. Antes de salir del Distrito, Hange dividió en cuatro escuadrones a todos los miembros de la legión que le dejaron a cargo, nombrando a su equipo como el escuadrón uno en dónde los chicos la ayudaron con el liderazgo hacia sus compañeros.
Divididos de esa manera y siguiendo las instrucciones de Hange, los cuatro escuadrones rodearon al titán colosal, aferrando sus equipos de maniobras sobre su piel y sujetando con fuerza las cuchillas afiladas con las que pelearían contra él.
—¡Cortenle la nuca! —Ordenó la mujer para que todos atacaran al mismo tiempo en busca del punto débil de ese titán.
—¡Hange! —Llamó Nifa para advertir sobre el vapor que Bertholdt comenzó a emitir.
Aquél monstruó comenzó a evaporarse y el vapor que liberaba fue suficiente para alejar a sus atacantes que tuvieron que regresar al muro para evitar sufrir quemaduras graves.
—Mientras siga expulsando vapor para proteger su cuerpo, nuestro equipo de maniobras será inútil ante él —comentó Armin para girarse hacia su superior—. ¿Qué hacemos ahora?
—Nada —respondió Hange, empuñando las manos sin importarle que sus uñas se clavaran en su piel—, solo nos resta esperar a ver cuánto tiempo podrá seguir evaporándose a sí mismo —se dio la media vuelta para encarar a la legión—. Hasta que ese cobarde se digne a salir, nosotros pelearemos: escuadrones tres y cuatro, esperen detrás del objetivo.
—¡Entendido!
—Escuadrón dos, ustedes esperarán aquí en el muro.
—¡Sí, señor!
—Escuchen con atención: en estos momentos mantener a esos dos con vida no es una opción, así que tomen sus cuchillas y no duden en matarlos —fijó su vista en el joven recluta ojiazul—. Armin, tú y el escuadrón uno, vendrán conmigo —activó su equipo de maniobras—, ¡nuestra batalla será con el titán acorazado!
Hange se dejó caer del muro siendo seguida por el escuadrón nombrado, dando la señal a los tres escuadrones restantes para que igual pudieran tomar sus posiciones asignadas.
—Espera —llamó Historia evitando que Nifa bajara de la muralla—, estoy segura de que Ymir no está muerta.
—¿De qué hablas?
—No sé cómo explicarlo, pero algo dentro de mí me dice que ella sigue con vida, así que por favor, encuentren una forma de salvarla.
—Haremos todo lo posible por traerla de regreso.
—Reiner y Bertholdt no tienen sus equipos de maniobras —comentó Connie para mirar a la pelirroja que había palidecido al escucharlo—, corren peligro, por favor, salvalos.
«¿Acaso este chico no sabe...?»
—¡Nifa! —Llamó Keiji, sacándola de sus pensamientos.
La estratega se limitó a asentir para dirigirse a la orilla del muro y dejarse caer hasta el nivel en dónde sus demás compañeros la esperaban y observaban con detenimiento la pelea entre Eren y el titán.
—¿Qué sucede? —Le preguntó Abel tras verla con el semblante pálido.
—Nada, tan solo lamento que estos chicos hayan sido traicionados por las personas que consideraban sus amigos.
Mientras Mikasa y Armin trataban de alentar a Eren a que siguiera pelando contra Reiner sin dejarse llevar por la sed de sangre de su titán, Hange permaneció sujeta de un costado de la muralla observando con detenimiento la escena para armar una estrategia que le permitiera a Eren escapar y a su escuadrón atacar al acorazado.
—Quédate aquí —le ordenó a Moblit, que estaba a su lado, para dirigirse hacia el titán de Eren, colocándose en el hombro derecho del gigante—. Necesitamos tiempo, ¿crees poder bloquearlo y romper sus piernas? —Le preguntó al joven a lo que Eren asintió en su forma titán, sonrojando a Hange gracias a que no se esperaba una reacción de parte del contrario de esa manera. Por un momento quiso hacerle más preguntas para ver si era capaz de responderle, pero se obligó a volver a la realidad para alejarse nuevamente de él y dejarlo pelear.
—Hange —llamó Moblit en voz baja una vez la mujer volvió a su lado—, ¿podremos acabar con los dos?
—Por el bien de la humanidad, espero que sí.
Tras intercambiar miradas volvieron a prestarle atención a la pelea que tenían enfrente. No tardó en que Hange descubriera cómo era el mecanismo de la carcasa del titán de Reiner, explicando que era como la armadura que los antiguos soldados solían usar para cubrir partes muy específicas de su cuerpo; al escuchar esto, Mikasa no dudó en ir hacia Reiner para cortarlo en sus pantorrillas que no estaban cubiertas por la carcasa, consiguiendo ayudar a Eren para que tomara el control de la pelea.
—¡Sí! —Exclamaron Keiji y Abel al mismo tiempo.
—¡Un poco más, Eren! —Avisó Nifa viendo al más joven sometiendo a Reiner.
Hange vio a su alrededor tratando de encontrar de dónde provenía aquél crujido que había escuchado, pero...
—¡Cuidado!
Ante el llamado de Connie desde arriba del muro, todos alzaron la mirada para ver aterrados cómo el titán colosal iba en pica hacia donde Eren tenía sometido a Reiner.
—¡No permitan que se lo lleven! —Ordenó Hange a toda la legión para soltar una gran cantidad de gas de su equipo y bajar más rápido hacia donde Eren se encontraba.
Con el impacto de Bertholdt sobre la tierra, dejó salir una gran cantidad de vapor caliente que su gigantesco cuerpo había retenido, siendo un peligro para los soldados que bajaron para enfrentarlo, obteniendo como resultado varias quemaduras que los dejó inconscientes. Cinco horas más tarde, Moblit abrió los ojos y se reincorporó de inmediato para buscar a su líder, girando la vista hacia su izquierda para encontrarla recostada en la misma fila dónde él estaba, permaneciendo aún inconsciente por las quemaduras del colosal.
—¿Hange? —Llamó colocando una mano sobre la mejilla de la mujer—. Lo siento, debí evitar que salgas herida.
Moblit recorrió el rostro de Hange con su mano, acariciando delicadamente las partes rojizas, por el vapor, que tenía. Permaneciendo sentado a lado de su líder, pudo enterarse por parte de los otros soldados que al final Eren fue secuestrado por Reiner y Bertholdt y que, además, llevaban consigo a la inconsciente Ymir que en un principio pensaron que se habían comido.
«Debemos ir por ellos», pensó para luego fijar su vista en sus tres compañeros de escuadra que aún no despertaban del incidente.
—¡Vienen refuerzos! —Anunció un soldado, señalando hacia el frente donde el resto de la legión y parte de la guarnición iban llegando sobre el muro.
—Comandante Erwin —llamó Moblit tras ponerse de pie para acercarse a su superior—. Me alegra que hayan venido hasta aquí.
—Nos informaron de lo ocurrido, así que trajimos todos los refuerzos posibles —fijó su vista en las quemaduras del joven—, ¿te encuentras bien?
—Estoy vivo.
—Eso significa que cuento contigo para traer de vuelta a nuestros compañeros, ¿cierto?
Moblit llevó su mano derecha hacia su corazón para saludar. —Estoy a sus órdenes, señor —Erwin asintió y se dio la media vuelta, pero no pudo seguirlo debido a que lo tomaron de su tobillo—. ¿Hange? —Preguntó asustado al ver a la mujer arrastrándose para llegar a él—, ¿qué demonios estás...?
—Yo también iré —dijo con dificultad—, los ayudaré con el rescate.
—Olvídalo, tus heridas son algo graves, te quedarás aquí.
—No me des órdenes, tu superior soy yo —reclamó poniéndose de pie, aferrándose a los brazos de Moblit cuando sintió que estaba por caer al piso gracias a la debilidad de sus piernas—. No puedo quedarme aquí sin ayudar.
—Pero lo importante es que te recuperes —sujetó a la mujer de la cintura al darse cuenta de lo débil que estaba—, ni el comandante ni yo dejaremos que vayas.
—Pero... —resopló dejando ver su impotencia ante lo ocurrido mientras el contrario la ayudaba a recostarse otra vez—. Tráeme un mapa, sé dónde pueden estar.
Moblit llamó a Erwin y a todos los soldados que irían a la misión para que escucharan la explicación de Hange mientras señalaba, en el mapa que le había dado, el lugar donde intuía que los traidores estarían juntos a los rehenes.
—Si llegan a ese bosque antes del anochecer, serán capaces de alcanzarlos.
—Ya escucharon —mencionó Erwin—, partiremos de inmediato —ordenó a la legión para luego mirar a Hange—. Buen trabajo —le dijo para dirigirse hacia los caballos.
—Salvaremos a Eren y a Ymir, lo prometo —comentó su asistente para darse la media vuelta.
—Moblit —lo tomó del brazo, evitando que se alejara—, regresa con vida.
—Tengo qué hacerlo —se agachó para quedar a la altura de la chica que yacía sentada—, si no lo hago, ¿quién cuidará de ti y curará tus heridas?
—Lo haces sonar como si solo me aprovechara de ti —bajó la mirada—, realmente me preocupa que pueda pasarte algo, así que cuídate mucho.
—Lo haré, pero igual prométeme que mientras vamos a la misión, tú descansarás aquí.
—Como si tuviese otra opción —respondió para abrazar a Moblit, gesto que fue correspondido por él—. Esperaré tu regreso —le susurró al oído antes de depositarle un beso en la mejilla.

