El último show | Capítulo 25. Casting.

—Se quedó dormido —mencionó Pascu al percatarse de la presencia de Helena detrás suyo—. ¿Escuchaste todo? 

—¿Qué importa si así fue? —Interrogó para rodear el largo sofá dónde Pascu yacía sentado, cuidando de un Rodri recostado a lado suyo inmerso en un sueño profundo—. Si no quieres despertarlo, entonces cárgalo con cuidado y llévalo a mi habitación para que duerma bien. 

—¿Qué hay de ti? —Preguntó para luego fijarse en la pequeña maleta que Helena cargaba—. ¿Qué tienes ahí? 

—Mario está cuidando de Alex, así que pasaré la noche con Emily. 

—¿No dormirás aquí? 

—No lo preguntes cómo si te importara, después de todo, lo último que quieres en estos momentos es saber de mí. 

—Helena...

—Buenas noches, Álvaro —interrumpió para salir de aquél departamento. 
Pascu no fue capaz de levantarse del sofá para impedir que Helena se fuera, simplemente permaneció en silencio tratando de comprender cómo ella se sentía después de la discusión que, minutos antes de que Rodri llegará, habían tenido. 

—Lo siento —susurró para levantarse y así poder cargar a Rodri para llevarlo a la habitación de su representante. 


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25. Casting. 

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—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —Preguntó Ramsés desde la otra línea de aquella llamada. 

—Tú fuiste quién quería intervenir en ese triángulo amoroso, para empezar. 

—Lo sé pero, después de analizarlo bien, es un hecho que no podemos hacer nada. Además, aún hablemos con cada uno de las tres, la decisión final será de Rodri y no podemos manipular sus sentimientos. 

—No pretendo manipular a nadie, mucho menos a Rodri. Solamente quiero asegurarme de que nadie resultará herido, aunque es algo difícil de hacer. —Alzó la mirada, distinguiendo la silueta de la persona que se acercaba a su dirección—. Ya llegó. 

—Suerte —dijo Ramsés antes de terminar con la llamada. 

—De todas las personas de las que esperaba una llamada, tú eras el último en la lista. 

—Me ofende un poco que no me hayas tomado en consideración. 

—No es eso, tan solo creí que querías pasar todo este tiempo con tu esposo. 

—Así es, pero igual quiero tener un poco de tiempo para platicar con viejos amigos —respondió señalando a la silla que estaba frente a él para que Pascu tomara asiento—. Gracias por venir. 

—Gracias a ti por invitarme, Miguel. 

En una pequeña cafetería de la ciudad, Miguel Ángel había estado esperando a Pascu pues lo había llamado temprano para desayunar. 

—Tienes una mala cara, ¿no dormiste bien? 

—No dormí, en realidad. 

—Espero que haya sido por un buen motivo y no solo para aprovechar el hecho de que hoy no tenías ensayo en el teatro. 

—Miguel, ¿por qué me llamaste? 

—Ya te dije, quiero pasar tiempo con viejas amistades, sobre todo contigo, ¿o acaso olvidas que éramos muy unidos?

—Recuerdo que eras muy unido a Rodri y a Ramsés. 

—Con Rodri porque me involucró en los musicales, con Ramsés, bueno, no es sorpresa que mi intención siempre fue cortejarlo. 

—Al final te salió bien el juego —mencionó observando el anillo matrimonial que Miguel portaba. 

—Pascu... lo siento, ¿aún te llaman así? 

—La mayoría me llama Álvaro, pero no tengo problema con que me digas Pascu. 

—De acuerdo —dijo con una sonrisa—, Pascu, tengo algo qué decirte. 

—¿Qué ocurre? 

—¡No soportó la maldita formalidad que estamos teniendo! —Exclamó recostando la cabeza sobre la mesa—. ¿Qué ocurre? Tú y yo éramos como hermanos y ahora me tratas como un señor al que debes hablar con respeto. 

—Eres un señor y te debo tratar con respeto. 

—Cállate —dijo aventándole una servilleta. 

—Lo siento, es que... ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, que ahora no sé de qué manera debería tratarte. 

—De la misma manera que antes. Es cierto, quedamos incomunicados por años pero, aún te sigo considerando como uno de mis mejores amigos. 

—Miguel... no te merezco. 

—Por supuesto que no, tú vas a pagar la cuenta.

—Sabía que esto iba a terminar mal.

Teniendo una plática tranquila, poniéndose al día con todo lo que habían pasado cada uno por su parte durante tantos años, Miguel Ángel y Pascu desayunaron en un ambiente fraternal como si el tiempo alejados nunca hubiera pasado, dándose cuenta del fuerte lazo amistoso que los dos habían forjado.

Era algo muy curioso pues, en el pasado, Ramsés y Miguel fueron como una especie de ángeles guardianes para Pascu y Rodri, cada uno formando un lazo con el otro por lo que Ramsés podía comprender muy bien a Rodri mientras que Miguel hacía lo propio con Pascu.

—Debo agradecerte. Cuando ocurrió el problema de Alex, caí enfermo y por más que lo intenté simplemente no pude venir aquí, sin embargo, Ramsés me dijo que tanto tú cómo tu representante estuvieron pendientes de ella en todo momento.

—No tienes nada de qué agradecer. Alex es una buena chica con un talento increíble, el que Ramsés y tú sean sus padres sustitutos pasa muy desapercibido, cualquiera pensaría que su talento lo heredó de ustedes.

—Gracias por halago —dijo con una pequeña sonrisa—, ahora que estoy aquí, pretendo cumplir a la perfección la promesa que en su momento le hice a sus padres: cuidarla como si en verdad fuese mi propia hija.

—Lo harás bien, aunque Alex tampoco es una niña.

—Para mí sigue siendo una bebé... de veinticuatro años, pero una bebé.

—Sí lo es —respondió Pascu con una sonrisa—. Miguel, ¿te importaría darme un consejo?

—En absoluto —se acomodó en su asiento—, dime.

—Supongo que Ramsés te habrá contado sobre el lío amoroso que tengo —dijo observando detenidamente el movimientos de los cubos de hielo que tenía su vaso con refresco—. ¿Qué tanto sabes?

—Lo suficiente.

—Eso es bueno, así podré ir directo al grano —suspiró—; no sé qué hacer con Rodri.

—¿Dudas de lo que siente?

—Hace unos días te hubiese respondido que no pues él mismo reconoció que aún sentía algo por mí, pero ahora...

—¿Estás así por Oli? —Pascu permaneció en silencio unos segundos para al final asentir con la cabeza—. Entonces, la culpas de que ahora estés dudando de Rodri.

—No estoy en condición de culparla. Ella volvió con la intención de recuperar al que fue el más grande amor de su vida, justo como lo hice yo.

—Si no la culpas, ¿entonces qué es lo que ocurre?

—Ya no puedo entender a Rodri. Sé que sus sentimientos en estos momentos están hechos un caos al tener a las dos personas que más amó frente a él pero, me cuesta entenderlo.

—El problema no es Oli ni Rodri —dijo Miguel con cierta sorpresa en su voz—, estás dudando de lo que tú sientes, ¿verdad? —Pascu permaneció en silencio—. ¿Hace cuánto que empezaste a dudar?

—Anoche me quedó claro —tomó un poco de su refresco antes de continuar—. Vi a Rodri y a Oli apunto de besarse y... —suspiró—, Rodri fue a buscarme al departamento. "No quiero pedirte que me esperes, pero tampoco quiero perderte", con eso comprendí que me estaba aferrando a una ilusión —del bolsillo izquierdo de su pantalón sacó el anillo de compromiso que Rodri le había devuelto y lo colocó sobre la mesa.

«Helena», pensó Miguel sin poder ocultar la sorpresa en su rostro al ver el anillo.

—Fue un adiós.

—¡¿Qué?!

—Nos estamos haciendo daño, justo como al principio —empuñó las manos—, pero lo amo... lo amo y quiero confiar en los sentimientos que él tiene hacia mí. —respiró profundamente, cerrando los ojos para reprimir las lágrimas de frustración que querían salir—. Lo estoy perdiendo, no solo a él sino igual a los que me rodean, Helena incluida.

—¿Qué pasó con ella?

—La culpé por esto —señaló el anillo—, no escuché sus motivos sino que la herí y ella optó por no dormir en el departamento. Ni siquiera me ha llamado y yo tampoco tengo el valor para hacerlo. —Sacó su teléfono y, tras buscar algo en él, se lo extendió a Miguel—. ¿Qué opinas de todo esto?

—Que eres un idiota —respondió observando el teléfono de Pascu—. Escucha, quiero ayudarte y voy a hacerlo, encontraremos una solución a todo esto pero, antes de hacerlo, necesito que en estos momentos me digas tu mayor prioridad.

—¿Sobre qué?

—Entre Helena y Rodri, ¿con quién quieres primero hablar?


Una heladez estaba presente en aquella pista que fue reservada para esa ocasión especial donde únicamente estarían presentes los responsables del proyecto, los representantes y uno que otro allegado de aquellas personas que en ese día audicionarían para obtener un papel.

El día por el que Alex había entrenado tanto por fin había llegado. El casting que haría de dividiría en dos fases: la primera sería la presentación del programa corto que había practicado para demostrar sus habilidades sobre el patinaje artístico, la segunda sería una audición actoral para nosotras sus habilidades escénicas con un pequeño monólogo Mario le ayudó a elegir.

Junto a ella se encontraban el mismo Mario, Javier, Helena y Emily quiénes eran los únicos que sabían de esa audición. Si bien Helena había pasado una mala noche por el problema que tuvo con Pascu, estar con Emily y Alex la había ayudado a distraerse y en ese momento estaba enfocada en apoyar lo más que pudiese a su amiga con su audición.

—Soy la número treinta —dijo con voz quedita—. Creo que voy a vomitar.

—No lo harás —dijo Javier extendiéndose una botella de agua—. No es la primera vez que haces un casting.

—Pero sí es la primera vez que lo hago para una película.

—Practicaste mucho, tu rutina saldrá bien.

—¿Lo suficiente como para derrotar a cuarenta chicas que buscan el mismo papel?

—Lo harás bien —la tomó de los hombros, acercando su rostro al de ella—, confío en ti.

—Javier... —colocó una de sus manos sobre la mejilla del contrario—, no te atrevas a besarme.

—Solo en tus sueños pasaría.

Ambos se dedicaron una sonrisa para después abrazarse. Ambos eran mejores amigos y, lo que empezó como el cumplimiento de una apuesta, terminó volviéndose una de las metas más importantes que los dos querían alcanzar.

—Alex —llamó Helena—, vamos a arreglarte.

—Está bien —respondió para alejarse de Javier e ir hacia ella—. Por cierto, creí que no vendrías a mi audición, habías dicho que tenías algo importante que hacer.

—Hubo un cambio de planes —respondió con la mirada baja para luego mirar a Alex—, vamos, Emily nos espera.

Tras un par de horas, anunciaron a los postulantes que las audiciones de patinaje comenzarían, siendo primero el de las chicas y después el de los chicos para, finalmente, dar paso a las audiciones actorales en el mismo orden. Una a una las chicas que competían con Alex fueron pasando, aumentando el estrés de la joven pues habían presentaciones no salieron del todo bien y presentaciones tan limpias que la hacían perder la fe en lograr obtener un lugar.

—Participante número veintiocho, favor de pasar a la pista —se escuchó por el altavoz.

—Vete preparando —comentó Mario volteando a ver a la joven—, ¿Alex?

—¿Soy yo o la tierra está temblando? —Preguntó mientras observaba sus manos temblando por los nervios—. Me voy a desmayar.

—No lo harás si te calmas —se sentó a un lado de ella—. Sé que la competencia es muy fuerte, pero no debes dejarte vencer por ello.

—¿Qué pasa si me caigo? ¿Y si no logro sacar ninguno de mis saltos?

—Entonces te queda derrotarlas con el monólogo. —La música del programa corto de aquella participante comenzó a sonar—. ¿Quieres ir a ver?

—No, me quedaré aquí tratando de respirar.

Mario le sonrío antes de darle un beso en la frente para así dirigirse a la pista a ver la presentación de esa chica mientras Alex permanecía sentada en una de las sillas del backstage.

—Si estuvieras en una competencia real, tu entrenador te diría que calentaras en lugar de permanecer sentada dejándote consumir por la ansiedad.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Alex al ver al joven patinador Alan frente a ella.

—Miguel me dijo que tenía fiebre y por eso no podía asistir a tu audición.

—No sabía que mantenías contacto con mi entrenador.

—Ayudarlo a hacer tu rutina implicaba tener un contacto más directo con él. Prácticamente soy tu segundo entrenador, así que me corresponde estar aquí.

—¿Y tu práctica para la competencia?

—Esto es más importante —respondió para tomar asiento a su lado—. Entiendo cómo te sientes, he pasado por ello muchísimas veces y sé lo horrible que es —tomó las manos de Alex para transmitirle calor con las suyas—; en estos momentos debes confiar en lo que sabes, olvídate de las demás competidoras y solo piensa en ti y en tu rutina.

—Participante número veintinueve, favor de pasar a la pista —se escuchó desde el altavoz.

—Voy después de ella.

—Entonces ponte a calentar en estos dos minutos que te quedan —sonrió—, lo harás bien.

Alex se puso de pie y empezó a calentar justo como Alan le dijo, tratando de controlar su respiración y sus nervios. Esos dos minutos pasaron en un abrir y cerrar de ojos y aquél momento tan esperado por fin había llegado.

—Retocaré tu labial —le dijo Emily para teñir los labios de Alex de un color carmesí.

Helena tomó la chaqueta que Alex llevaba puesta para poder salir a la pista con el traje de color negro con aplicaciones de color plateado que entre ellas dos y Emily habían hecho.

—¡Destrúyelos! —Exclamaron Javier y Mario al mismo tiempo.

—Tú puedes —le dijo Helena con una sonrisa.

—Alex —llamó Alan al tiempo que en el altavoz pedían la presencia de la chica.

—¿Qué pasa?

Alan la tomó de la cintura para acercarla a él y así depositar un cálido beso en una de sus mejillas, dejando a la chica con la cara completamente roja por esa acción. Tras intercambiar una sonrisa nerviosa, Alex ingresó a la pista de hielo para posicionarse enmedio de esta y así dar inicio con su rutina.


Al iniciar la canción de su programa corto, Alex comenzó con una pequeña secuencia de pasos, siguiendo todos los consejos que Alan y su entrenador Miguel le habían dicho respecto a su rutina pues esta involucraba movimientos sensuales y energéticos, de forma que Alex debía mostrar una faceta jamás vista en ella.

Tras dar un recorrido por la pista bailando, se preparó para dar el primer salto: un *triple lutz y un triple salchow que logró clavar limpiamente, pero aún se mostraba algo tensa.

—*Triple loop —anunció el comentarista del evento al ver el siguiente salto que Alex logró clavar.

—Cambia esa cara, por favor —pidió Alan en voz baja al ver a la joven con una expresión muy tensa.

—*Triple loop, salchow sencillo —anunció el comentarista.

«¿Qué pasa? Tú elegiste está canción, ¡disfrútala!», pensó Alex para sí misma mientras hacía una secuencia de pasos acompañados de unas piruetas bajas.

Al dar su siguiente salto, un triple lutz, su expresión cambió adentrándose de lleno a su coreografía y dejando de transmitir un aura tensa y preocupada para cambiarla por una enérgica y llena de entusiasmo.

—Sigue así —exclamaron Helena y Javier.

—Combinación de saltos: *triple flip, salchow sencillo, doble lutz.

—¡Los clavó! —Gritaron con alegría los cinco acompañantes de Alex.

«Solo te queda un salto», pensó Alan sin perder de vista los movimientos de la joven «agarra impulso y tendrás una buena rotación».

El último salto era un lutz cuádruple, el salto que más problemas le dio pues no podía sacar la cuarta rotación. Ese salto era el que más frustración le había sacado y en ese momento estaba dispuesta a sacarlo. Respiró profundamente y, siguiendo la trayectoria de su rutina, tomó impulso preparándose para ejecutarlo.

—El siguiente salto es un lutz cuádruple —anunció el comentarista—. Está tomando impulso y...

Alex hizo el lutz pero no logró aterrizar bien, teniendo que apoyar su mano sobre la pista para poder enderezarse.

—Estuvo tan cerca —mencionó Emily.

—No la van a penalizar tanto —comentó Alan—, consiguió las cuatro rotaciones, con eso es suficiente.

Alex había terminado todos sus saltos, solo le quedaba la última secuencia de pasos, los cuales acompañó con algunas piruetas y salchows sencillos, finalizando con una pirueta baja que con cada giro se iba levantando hasta que su rutina llegó a su fin.

Al terminar, se escucharon los aplausos de todos los presentes en la pista y los gritos de alegría que los cinco chicos estaban dando tras la presentación de su amiga quien, al hacer una reverencia para despedirse, se acercó a ellos con la respiración agitada y la adrenalina al tope por la presentación que había hecho.

—¡Estuviste increíble!

—¡Gracias! —Respondió con una sonrisa mientras trataba de regularizar su respiración.

—¿Qué opinas de su presentación, patinador estrella? —Preguntó Javier a Alan.

—Creo que podría competir sin problema.

—Lo pensaré —dijo Alex con una sonrisa.

—Ve a cambiarte, en un rato más puedes empezar a practicar tu monólogo —comentó Mario.

—De acuerdo pero, ¿dónde está Helena?

—Entró rápido a contestar una llamada —respondió Emily—. Vamos, te ayudaré con el traje.

Ambas chicas se alejaron de la pista para dirigirse a los vestidores, encontrándose a Helena de pie frente al marco de la puerta del baño cercano a estos.

—A ti estaba buscando —anunció Alex colocando una de sus manos sobre el hombro de la mayor—. ¿Helena?

—¿Pasó algo? —Preguntó Emily al ver a la pelinegra con el semblante algo pálido.

—No es nada, solo... —observó la pantalla de su celular, fijándose en la hora que marcaba— necesito pedirles un favor.

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*Definiciones disponibles en el glosario

🐇 Cap. 26.

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