El último show | Capítulo 21. Sangre.
*Dos días antes del festival*.
—Ya estoy listo —avisó sin obtener respuesta alguna—. ¿Helena? —Chasqueó los dedos frente a ella.
—Lo siento, ¿qué decías?
—¿A qué se debe esa distracción, señora representante?
—No me digas señora —reclamó dándole un pequeño golpe en el hombro—. Es solo que podría jurar... Álvaro, ¿Alex estuvo bien en el ensayo?
—Tan bien como siempre, ¿por qué?
—Acaba de irse con Mario y estoy segura de que ella estaba llorando.
—No la habrán regañado por Mario, ¿cierto?
—No lo creo, la expresión de él era más de preocupación que de molestia —dijo para llevar una de sus manos a su barbilla y fruncir el entrecejo—. Tendré que obtener información desde mi fuente confiable.
—¿Hablas de tu novio?
—Sólo en tus sueños Javier es mi novio —respondió evitando el contacto visual con el actor—. Le llamaré más tarde, si alguien que sabe mejor de la vida de Alex en estos momentos, es él.
—¿Y por qué lo dices de forma tan irritada?
—¿De qué estás hablando?
—No sé, es como si te molestara el hecho de que Javier y Alex hayan estado juntos en estos últimos dos meses. Además, está el hecho de que él dejó de visitarte.
—¿Y qué si dejó de hacerlo? —Exclamó volteando a verlo con una expresión de sorpresa—. Nunca me importó en lo más mínimo que él fuera a verme, al contrario, me alegro que haya dejado de hacerlo porque por fin tengo un poco de paz en el departamento.
—¿Y por qué cada sábado te despiertas temprano para permanecer en el comedor a la espera de que el timbre suene?
—Tal vez... pedí algo por internet.
—Es la peor excusa que me has podido decir.
—Cállate y camina que se nos hace tarde —exclamó para dirigirse a la salida del teatro.
—¿Esa de ahí es Helena? —Preguntó Javier mientras se acercaba a Pascu.
—Estoy seguro de que podrás alcanzarla antes de que se vaya.
—No se irá sin ti —respondió con una sonrisa—. Hablaré con ella más tarde.
—¿Qué te impide hacerlo ahora? —Preguntó Pascu con curiosidad.
—Un compromiso.
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21. Sangre.
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Era sábado por la mañana, para ser más precisos, eran las siete en punto y en aquél departamento ya conocido se encontraba Helena en el comedor con una taza de café frente a ella que dejaba ver fácilmente el humo de lo caliente que estaba el contenido.
«¿Cuál es su definición de "más tarde"?» Pensó al tiempo que fruncía el entrecejo.
Pascu le había dicho que Javier hablaría con ella más tarde, pero ya habían pasado dos días desde ese aviso y ella no había tenido noticia alguna del productor.
Odiaba admitirlo, pero Pascu tenía razón: cada sábado se despertaba temprano con la esperanza de recibir la visita del peliazabache o de al menos recibir una llamada o mensaje de él, pero en vano pues ninguno de los supuestos ocurría y cada vez que ella intentaba llamarlo se arrepentía segundos antes de apretar el botón de marcar. No entendía bien los motivos por los cuales se sentía de esa manera, pero le quedaba claro que en verdad extrañaba la presencia del contrario y, aunque lo negaba con todas sus fuerzas, a ella en verdad le molestaba el hecho de que Alex haya acaparado la atención de Javier durante los últimos meses.
—Tal vez la pequeña salió más inteligente que tú y supo cómo enamorar a Javier.
—¡Emily! —Exclamó dejándose caer sobre la mesa al recordar las palabras que su amiga le había dicho días atrás—. ¿Por qué me irrita tanto esto? —Se preguntó en voz baja, fijando su vista en la taza—. ¿Y si en verdad ellos dos comenzaron a salir? —Sintió una presión en el pecho al haber dicho esas palabras.
Si bien es cierto que Alex no era una niña, Helena no creía que sería capaz de fijarse en alguien cinco años mayor como Javier. Sin embargo, ellos dos tenían una buena química desde antes que ella llegara junto con Pascu, por lo que su relación pudo haberse forjado desde antes y cinco años de diferencia no sería inconveniente para ambos; después de todo el mismo Rodri los emparejó desde que comenzaron los ensayos de la obra pues para él hacían una linda pareja y todo el elenco solía molestarlos con ello.
«En su última entrevista, Alex dijo que no tenía intención de iniciar una relación pero, Javier pudo haber cambiado las cosas de algún modo. Aún así... ¿no se supone que sentías algo por mí?»
Se reincorporó rápidamente en su asiento, sintiendo cómo los latidos de su corazón se habían acelerado además de que sus mejillas se habían tornado de un color carmesí como nunca antes lo habían hecho. Fueron cuestión de minutos para que ella saliera de sus pensamientos al escuchar el tono de su teléfono, pero aquella sensación "extraña" que estaba teniendo aumento aún más al ver quién era el responsable de hacerle esa llamada matutina.
—¿Bueno? —Dijo con la respiración entrecortada al haber contestado al fin el celular.
—Hola, Helena.
—Buenos días, Javier. —Soltó un suspiro para poder hablar con naturalidad—. ¿Por qué me marcas tan temprano en un sábado?
—Por alguna razón supuse que estarías despierta y me alegra saber que así fue.
—¿Y bien? ¿Qué se te ofrece?
—¿Tienes el día libre?
—¿Por qué?
—Es que me gustaría que pasáramos el día juntos. Hay un lugar al que me gustaría llevarte además de que hay muchas cosas de las que tenemos que hablar después de dos meses de no hacerlo. ¿Y bien? ¿Quieres pasar el día con esta pobre alma?
—¿De verdad crees que quiero pasar el sábado contigo?
—¿Y tú crees que voy a aceptar un "no" por respuesta?
—Eres un idiota. —Pudo escuchar cómo Javier soltaba una pequeña risa desde el otro lado de la llamada—. ¿En dónde te veo?
—En la cafetería de siempre a las nueve treinta, ¿de acuerdo?
—Ahí estaré —respondió para terminar con la llamada sin poder evitar esbozar una sonrisa—. La he liado —dijo para morder su labio inferior pues debía encontrar una forma de decirle a Pascu que ya no iría al festival de música al que habían planeado ir desde hace tiempo. Sin embargo, no tardó mucho en que una idea pasara por su mente y que podría solucionar todo—. Espero que Rodri esté libre hoy.

Justo como habían acordado, Javier y Helena se encontraron en una cafetería no tan alejada del teatro y, después de dos meses, por fin pudieron platicar cómo solían hacerlo, sin embargo, Helena no iba a quedarse con las ganas de averiguar la verdad.
—¿Por qué desapareciste del mapa?
—Ya te habías tardado en decirlo —respondió Javier con una pequeña sonrisa—. Es algo de lo cual quería hablar.
—Te escucho.
—No sé si recuerdas que Alex y yo habíamos hecho una apuesta antes de que se estrenara la obra.
—Era algo sobre ser esclavo del otro, ¿no? Según entendí Alex ganó pero creí que el trato era por tiempo limitado.
—Ese fue el problema. Alex iba a reclamar su premio hasta ahora pero ocurrieron ciertas circunstancias que hicieron que lo reclamara antes y he permanecido con ella hasta entonces debido a lo que me pidió.
—¿Lo que te pidió? —Preguntó con algo de confusión.
—Te dije que quería llevarte a un lugar, así que vayamos para que puedas entender mejor esto.
—¿Por qué? ¿A dónde iremos?

—¡Demonios! —Exclamó golpeando la pista con sus manos.
—Ponte de pie y empecemos de nuevo —mencionó el instructor—. Recuerda respirar profundo y no pienses tanto en los saltos. A posición.
Alex se levantó y se colocó en medio de la pista para empezar nuevamente su rutina mientras era observada desde las gradas por Mario, Javier y Helena.
—Una semana antes del estreno de la obra, me enteré de que harían una audición dentro de tres meses para una película cuya temática principal es el patinaje sobre hielo —explicó Mario—. Al contarle a Alex me dijo de inmediato que quería audicionar y si no quedaba en el protagónico al menos quería quedar como doble.
—Tenerme como esclavo fue una traducción de "tendrás que pagar mi entrenamiento" —comentó Javier.
—Sin embargo, al investigar, nos dimos cuenta de que ella tendría que empezar su entrenamiento desde ya o no podría estar lista para las audiciones, así que comenzó a prepararse a la segunda semana de haber empezado la temporada.
—Al ver lo determinada que estaba, decidí permanecer con ella todos los días acompañándola junto a Mario a sus clases y al gym todos los días.
—¿Por eso bajó de peso tan repentinamente? —Preguntó Helena a lo que ambos asintieron—. ¿Por qué no le dijeron a nadie?
—Ella no quiso —respondió Mario—. Dijo que si no llegaba a pasar la audición, no quería que estemos todos ahí consolándola.
—Hasta ahora ha logrado aprender todo lo básico y el instructor le hizo una rutina para que audicionara, pero los saltos han sido el martirio de Alex y la han dejado muy frustrada.
—Hace dos días ella vio el vídeo que subió una actriz que igual pretende audicionar y su rutina fue casi perfecta, lo que la dejó peor de lo que estaba pues no dejó de llorar en todo el día.
«Así que era eso», pensó al recordar que la había visto llorando en el teatro—. ¿Ningún salto ha podido sacar?
—Solo los sencillos —respondió Javier—, pero no son suficientes para la audición.
—Además, tenemos otro problema que es la verdadera razón por la que decidimos contarte. ¿Ves a ese chico de ahí? —Señaló a un joven de cabello castaño que se encontraba practicando al otro lado de la pista—. Su nombre es Alan y es un patinador profesional, se hizo amigo de Alex y la estuvo ayudando muchísimo con su entrenamiento.
—No entiendo cuál es el problema, ¿acaso les piensa cobrar por ayudar?
—Helena, son un patinador profesional y una actriz en ascenso, cada uno tomando caminos distintos.
Tras las palabras de Javier, Helena se puso a analizar la situación por instante hasta que se percató de lo que ambos chicos trataban de decirle.
—¿Están seguros de ello?
—Hay demasiadas señales. No había visto a Alex tan relajada con alguien y él parece corresponderle. Le dije a Javier que prestara atención a ambos y llegó a la misma conclusión pero...
—Alex carga con otro peso en los hombros —completó Helena a lo que Mario asintió—. ¿Y qué puedo hacer yo al respecto?
—Alex no va a hablar de esto con nosotros pero contigo estamos casi seguros de que podrá abrirse —respondió Javier mientras observaba a la joven actriz realizar su rutina—. Si logras hacer que se desahogue, ella podrá concentrarse en ejecutar bien sus saltos y en tratar de encontrar una solución a su dilema de amor.
Los tres permanecieron en las gradas observando cómo Alex trataba de realizar su rutina, lo hacía bien pero al momento de realizar los saltos complejos ella terminaba cayendo al suelo, dejando ver la enorme frustración que tenía por ello. Así estuvo por un par de horas hasta que el instructor le dijo que tomara un descanso para poder aclarar sus ideas.
—Si vienes a decirme que lo estoy haciendo bien y no debería preocuparme tanto sino seguir practicando hasta lograrlo, ahórratelo que no pienso escucharlo.
—Tampoco planeaba decirlo —respondió Helena tomando asiento a un lado de Alex.
—Javier dijo que te traería, ¿acaso piensa que serás un apoyo para mi frustración?
—Es probable —dijo para fijar su vista en las gotas de sangre que habían caído al suelo y darse cuenta de que la nariz de Alex era la que se encontraba sangrando.
—No pongas esa cara, es normal —tomó un poco de papel que colocó en los orificios de su nariz para absorbiera la sangre que salía—. He estado mucho tiempo en la pista así que el frío me ha afectado, ha sido así durante las últimas semanas.
—Entonces no debes sobre exponerte o el daño puede ser contraproducente.
—No puedo darme el lujo de descansar tanto cuando no soy capaz de hacer un triple salto —dobló el papel para colocar la parte que aún estaba limpia sobre su nariz—. Las audiciones son en tres semanas y, si no logro superar mis límites, no podré quedarme con el personaje.
—Pero no solo es esa presión con la que estás cargando, ¿verdad?
—¿Qué fue lo que esos idiotas te dijeron? —Helena soltó una pequeña risa con el comentario—. Soy una tonta.
—Alex, no hiciste nada malo.
—¿De verdad? —Retiró el papel de su nariz al percatarse de que la sangre había dejado de salir—. Me fijé en alguien cuando mi carrera está en punto culminante y además él tampoco puede darse el lujo de tener una relación por su condición. Tal vez algo a distancia sea la única opción pero...
—¿No es así como te lo imaginas?
—En realidad tengo miedo de arruinarlo. Helena, él me corresponde y me ha dicho que podríamos intentarlo de esa manera pero yo soy quien se ha negado a hacerlo por temor a que esta fantasía no pueda funcionar y una relación no puede funcionar así. Aunque dos personas compartan un mismo sentimiento, si uno de ellos se resiste a intentar algo que pueda ayudarlos, entonces todo será en vano y el problema es mucho mayor cuando está en juego una posible relación y la oportunidad de poder cumplir tu más grande sueño. En estas circunstancias, no es fácil tomar una decisión.
—Entonces aprovecha el tiempo que te queda para reflexionar —dijo para señalarle con la vista al joven que se acercaba hacia ellas.
—Hola, Alex.
—Hola. Te presento a Helena, una amiga. Hell, te presento a Alan, mi más grande apoyo en la pista.
—Un gusto en conocerte, Helena.
—Lo mismo digo —respondió con una pequeña sonrisa—. Yo me retiro. Ánimo, Alex —dijo para levantarse de la banca donde estaba para alejarse de ellos dos.
—De nuevo te sangró la nariz.
—Ya ni me duele cuando eso pasa.
—Pero tampoco deberías lastimarte de esa forma —tomó asiento a su lado—. Déjame revisarte y si todo está en orden comenzaremos a practicar.
—¿De qué estás hablando?
—Te ayudaré con tus saltos. Encontré una forma sencilla de explicarte y estoy seguro de que puede funcionar, así que hoy me encargaré de que puedas sacar un triple sin problema.
—Alan...
—Alex, te ayudaré a pasar tu audición.

—¿Así que Alex te dejó reflexionando a ti cuando debió haber sido al revés?
—Escogieron a la peor persona para hacer esto —dijo con una mano sobre su frente—. De verdad espero que Álvaro y Alex logren encontrar una solución.
—Estoy seguro de que lo harán, pero igual todo depende de Rodri y Alan.
—Todo esto es una basura.
Después de haber estado con Alex, Javier y Helena fueron a comer algo para más tarde regresar al departamento de Álvaro.
—Gracias por haberme acompañado —mencionó Helena cuando llegaron a la puerta del departamento.
—Gracias a ti por haber pasado el día conmigo.
—Y ahora, ¿desaparecerás de nuevo?
—No tengo motivos para hacerlo, además ya sabes toda la verdad así que puedes dejar de actuar tan extraño.
—¿De qué hablas?
—En el teatro te veía irritada y las pocas veces que cruzamos palabras y Alex estaba conmigo te notaba ligeramente molesta. Tal vez hayan sido alucinaciones mías.
—Es lo más seguro porque yo nunca actué de esa forma, además, ¿qué motivos tendría para hacerlo?
—Esa pregunta tú me la debes responder —dijo acercándose un poco hacia Helena—. Estoy casi seguro de que te pusiste celosa.
—¿Disculpa? —Preguntó con una expresión de sorpresa—. ¿Por qué demonios estaría celosa?
—Tal vez porque Alex se llevó toda mi atención.
—¿Y eso qué? Solamente se llevó a un idiota que se cree la octava maravilla del mundo, que luce ridículo con esas gafas y no es nada interesante ni atractivo.
—Trata de encontrar una excusa que no te deje las mejillas rojas. —Tras decirlo, Helena se llevó ambas manos a su rostro para cubrir sus mejillas—. Te ves muy linda sonrojada.
—Cierra la boca —exclamó esquivando la mirada del contrario mientras bajaba sus manos.
—Helena, sé muy bien que eres una persona que no expresa libremente sus sentimientos y que tampoco sabe cómo actuar en este tipo de circunstancias —la tomó del mentón para que ella volteara a verlo—, y eso es algo que me encanta de ti, así que quiero interpretar tus sentimientos a través de tus acciones y con solo mirar fijamente a tus ojos.
—Eres un idiota.
—Pero quiero ser tu idiota —respondió acercando lentamente su rostro al de Helena.
—Aún no estoy lista para escuchar esa pregunta —dijo casi en un susurro.
—Te lo diré hasta que tú me lo pidas.
Ambos se miraron fijamente a los ojos y poco a poco fueron acabando con el espacio que había entre ellos hasta quedar a unos cuantos milímetros de distancia entre sus labios, pero ese pequeño momento fue interrumpido por el celular de Helena que comenzó a sonar con el tono que le había puesto para los mensajes.
«Así que de esta manera se ha sentido Álvaro las veces que lo he interrumpido», pensó mientras ella y Javier se alejaban nuevamente.
—¿Todo en orden?
—Sí, solo es Álvaro —dijo para soltar una pequeña risa por la ironía tras haber leído el mensaje—. Avisó que se quedará con Rodri.
—Supongo que yo igual ya debería irme.
—O tal vez... podrías quedarte... —dijo con un leve rubor en las mejillas—. No pienses otra cosa, solamente quiero evitarte la fatiga de irte hasta tu casa a esta hora.
—Lo sé y te tomaré la palabra —respondió con una sonrisa mientras Helena abría la puerta del departamento.
—Dormirás en la habitación de Álvaro, ¿de acuerdo?
—Será todo un privilegio —dijo entrando al departamento—, pero no tan grande como este.
Javier tomó a Helena de la cintura acercándolo a él e inesperadamente besó a la chica en los labios. Helena, por su parte, empezó a forcejear tratando de liberarse pero fue en vano pues no tardó en caer rendida ante los labios del contrario que en todo este tiempo había deseado besar. Por primera vez, Helena estaba experimentando aquél sentimiento del que tanto había escuchado y muchas náuseas le había provocado y, por más que se resistiera, en ese momento se dio cuenta de que ya no podía seguirlo negando: se estaba enamorando.
🐇 Cap. 22

