¿Qué fue lo que pasó?
—¡Fíjate por dónde caminas!
—Lo siento mucho —contesté, aunque la verdad ni siquiera vi venir a esa mujer, y supongo que ella tampoco se fijó en la condición en la que yo me encontraba.
Tengo mi mente nublada, mis sentimientos encontrados y mis manos temblorosas. ¿Es posible sentir tanto y a la vez nada? Todos a mi alrededor me miran de una forma que nunca lo habían hecho; se ven asustados, sorprendidos. Sinceramente no me sorprende mucho, pues siempre he sido tachada de ser una chica rara sólo por el simple hecho de estar en mi mundo, pero al final soy un ser humano, una persona como cualquier otra... o al menos lo era hasta ahora.
Observo mis manos y aún me cuesta creer lo que ocurrió, ¿será esto sólo un sueño? Me pellizco el brazo para intentar despertar, pero no pasa nada, aún sigo aquí.
—Tiene que acompañarnos —me dice un señor uniformado.
—¿Por qué debo hacerlo? —Pregunté en voz baja.
—Es necesario, venga con nosotros.
—No puedo —le contesto con una voz temblorosa. Me siento tan mal que tengo unas ganas inmensas de llorar.
—Señorita, por favor.
—¡No me toque! —Le digo al oficial mientras me arrebato del brazo.
—Tiene que venir con nosotros.
—¡No! ¡No lo haré!
No puedo con esta presión. Pongo mis manos sobre mi cabeza y rompo en llanto, ya no puedo seguir con esto.
—Lili —alcanzo a escuchar.
—¿Mamá? —Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar.
—Hija, ven. Todo estará bien.
—No puedo, mamá. Tengo una cita, tengo una cita ¡y lo sabes! No puedo faltar, jamás me perdonaría si no llego.
—Lo sé. Ven conmigo, te llevaré a tu cita —me dice mientras una lágrima resbala de su mejilla. Tomo la mano de mi mamá y ella me abraza rompiendo en llanto—. ¿Tú fuiste? ¿Tú lo hiciste? —Me pregunta entre lágrimas.
—Yo... no lo sé.

