Capítulo 11

—¡Por los capitanes Levi y Hange!
—¡Salud!
Toda la legión se encontraba celebrando pues el escuadrón de Levi y el escuadrón de Hange habían logrado llevar a cabo de manera exitosa la primera captura de titanes. Erwin había dado la autorización para ello y tanto Hange como su escuadrón estaban más que entusiasmados por comenzar sus experimentos.
Y no solo se encontraban celebrando aquella captura, sino que también celebraban el hecho de que Moblit había sido nombrado el segundo líder al mando del cuarto escuadrón, gracias a su gran desempeño y estrategia usada durante la captura.
—Por el pequeño Moblit —mencionó Keiji abrazándolo de medio lado—, nuestro próximo líder de escuadrón.
—¿De qué estás hablando? ¿Estás destituyendo a Hange? —Preguntó Nifa.
—Por supuesto que no, pero hay que ser sinceros, nuestra líder se va a convertir en comandante y cuando eso pase será Moblit quien ocupe su lugar.
—En mil años —mencionó Moblit al tiempo que Keiji deshacía su abrazo—. Nada asegura que el comandante Erwin nombre a Hange como su sucesora.
—¿Acaso tienes a otro postulante?
—El capitán Levi.
—Por favor —dijo Abel—, el capitán es bueno pero no encaja con el perfil de comandante. Hasta ahora lo más cercano a ello es Hange, ni siquiera a los capitanes Mike y Nanaba se les podría considerar postulantes.
—Nos estamos adelantando mucho —mencionó Nifa—. Enfoquémonos en el presente y no me refiero precisamente al hecho de que comenzaremos a experimentar con los titanes, me refiero ahora, a esta pequeña celebración. Vamos a divertirnos, aprovechando también que convencieron a Hange de venir.
Nifa señaló hacia el frente, justo en el rincón donde se encontraban las autoridades.
—Me alegra que hayas venido —dijo Nanaba extendiéndole una bebida—. Cualquiera hubiera imaginado que estarías en tu habitación leyendo o planeando tus experimentos.
—De ser por mí eso estaría haciendo, pero estos tres —dijo señalando a Erwin, Mike y Levi— me obligaron a venir o de lo contrario liberarían a mis titanes.
—Era necesario, Hange, necesitas celebrar este gran logro, sobre todo porque te costó mucho trabajo convencer a Erwin de autorizar la captura.
—Solo esta noche, además mira a tu escuadrón —dijo Erwin señalando a los jóvenes—, están felices y relajados. Momentos así son los que se deben recordar.
—Supongo que una noche no me hará daño.
—Vaya, hasta que dices algo razonable, cuatro ojos.
—Por cierto, Hange, ¿me dejarías darle un poco a Berner? —Preguntó sacudiendo la botella que tenía en su mano.
—Olvídalo, Mike.
—Por favor, solo será un pequeño trago, para celebrar que lo promoviste de puesto.
Hange observó a Moblit y recordó la última vez que se fue con Mike a beber. Al parecer Moblit era muy sensible al alcohol y esa vez terminó durmiendo en el techo de la cabaña de su escuadrón sin acordarse de cómo había llegado ahí pues no cargaba con su equipo tridimensional.
—Te prometo que lo cuidaré.
—Pero... —suspiró—. Solo un trago y que sea pequeño, ¿me entendiste?
—De acuerdo. ¡Oye, Berner!
—Esto tengo que verlo —mencionó Levi para ir tras de Mike.
—Creo que iré por mis cuchillas.
—¿Por qué? —Preguntaron Erwin y Nanaba.
—Algo me dice que terminaré asesinando a Mike.

—La cabeza me da vueltas.
—Es lo menos que deberías sentir.
—¿Estás enojada?
—¿Por qué lo preguntas?
—Sí estás enojada.
Hange estaba ayudando a Moblit a caminar hacia la cabaña. Como se había imaginado, Mike le dio más de un trago al joven y los dos se terminaron emborrachando tras la quinta botella que se habían gastado; Mike estaba ebrio pero aún podía mantenerse en pie, en cuanto a Moblit, tuvo que ser arrastrado de los brazos por Hange.
—Es la última vez que pruebas una sola gota de alcohol, ¿me entendiste? Mike igual estará sentenciado.
—Tampoco es para tanto. Al menos esta vez no voy a amanecer en el techo.
—¡No es gracioso, Moblit! Sabes muy bien que el alcohol te afecta más que a cualquiera.
—Lo sé, lo sé. De hecho me imaginaba en otra situación —dijo frunciendo el entrecejo—. Creí que sería yo quien te estaría ayudando a caminar.
—¿Por qué creíste eso?
—No sé. Jamás te había imaginado de esa manera, pero no dudo en que te verías linda de esa manera.
—¿Me vería linda estando ebria? —Preguntó sorprendida.
—Me gusta verte con las mejillas sonrojadas, así que supongo que sería igual. —Llevó una de sus manos a su frente—. Espera, ¿de qué estábamos hablando?
—Sigue caminando.
Al llegar a la cabaña Hange llevó a Moblit a su habitación y lo ayudó a recostarse en la cama.
—Trata de dormir, ¿de acuerdo?
—Espera, Hange, no te vayas —dijo sentándose en la cama.
—Moblit estoy cansada, quiero ir a mi habitación.
—Solo quédate unos minutos, ¿sí?
Hange soltó un suspiro y tomó la silla que estaba frente al pequeño escritorio para colocarla frente a la cama y sentarse en ella.
—Lo siento.
—¿Qué cosa?
—Estar así, como un idiota.
—No digas eso.
—Es la verdad, se supone que debo comportarme y estar a tu altura, pero mírame, parezco un vagabundo en un saco de basura. —Hange soltó una pequeña risa ante el comentario—. Me encanta cuando ríes.
—Trata de dormir —dijo esquivando la mirada.
—Líder de escuadrón —frunció el entrecejo—. Te hablo de usted pero cuando estamos solos te hablo de tú, ¿no te parece eso curioso?
—¿Te vas a poner a reflexionar sobre lo que haces?
—Tal vez, pero eso no importa ahora —negó con la cabeza—. Quiero decirte algo.
—¿Qué cosa?
—Te quiero mucho, Hange.
—Yo también te quiero, Moblit.
—No, no, me refiero a que de verdad te quiero. Quiero pasar el resto de mis días a tu lado.
—Bueno, hicimos la promesa de que estaríamos juntos así que procuremos cumplirla.
—Creo que no me estoy explicando, ¿verdad? —Ella lo miró confundida—. Hange...
Moblit la tomó de las manos y la jaló hacia él para que ambos se recostaran en la cama. Tomó a Hange de los hombros y de un impulso se giró para quedar encima de ella.
—¿Qué demonios estás haciendo?
—Te quiero, Hange —dijo colocando un mechón del cabello de Hange detrás de su oreja—. No, decir que te quiero no es suficiente para explicar lo que siento.
—¿M-Moblit?
—Te amo, líder de escuadrón.
Hange abrió tanto los ojos como la boca en una expresión de extrema sorpresa. Jamás se imaginó escuchar esas palabras y mucho menos de su fiel acompañante.
Estaba atónita, no tenía la menor idea de qué decir o hacer, pero al sentir el contacto de la mano de Moblit sobre su mejilla, una gran calidez comenzó a invadirla al mismo tiempo que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
—Tienes unos hermosos ojos, Hange —dijo quitándole lentamente las gafas—. Me encanta mirarlos y cuando lo hago quedo perdido en ellos —sonrió—, en realidad me perdí en tu mirada desde el primer momento en que nos conocimos.
El corazón de Hange latía tan fuerte que podía jurar que en cualquier momento se le saldría. Moblit impidió con su pulgar que una lágrima resbalara por la mejilla de la chica y tras esto acercó su rostro lentamente al de ella en dirección a sus labios. Hange cerró los ojos y los abrió nuevamente al sentir la respiración de Moblit en su cuello; el joven se había quedado dormido y al percatarse de esto Hange lo empujó para levantarse de la cama, tomar sus gafas y salir corriendo para dirigirse a su habitación. Cuando cerró la puerta se dejó caer en el suelo recargándose sobre ésta.
Tenía la respiración entrecortada y las mejillas completamente rojas. Llevó una de sus manos (que estaban temblando) hacia su corazón que no dejaba de latir a mil por hora tras lo que había pasado; su otra mano la llevó a su boca cubriéndola por completo para después morder la uña de su pulgar mientras un solo pensamiento invadía su mente.
<<¿Qué demonios es esto?>>

—¿Qué te parece? —Levi alzó la mirada percatándose de que había sido ignorado—. ¡Hange!
—¿Q-Qué?
—¿Se puede saber qué pasa contigo? Estás muy distraída.
—Es normal cuando pasas mala noche.
—Por favor —rodó los ojos—, sueles quedarte despierta hasta tarde por andar leyendo o planeando un tonto experimento, no me vengas con esa excusa.
—No es lo mismo desvelarte leyendo a desvelarte por una fiesta.
—Pero ni siquiera tomaste.
—Tú tampoco lo hiciste.
—Quería permanecer sobrio al igual que tú. A parte mira a los demás, es casi medio día y siguen durmiendo, tratando de permanecer con vida —Hange soltó una pequeña risa ante el comentario—. ¿Qué te tiene así?
—¿De verdad quieres entablar una conversación?
—Es mucho mejor a tener que hacer papeleo mientras los demás duermen. Además somos los únicos que están conscientes así que no tienes otra alternativa.
—Supongo que no —sonrió de medio lado—. Estoy confundida.
—¿Puedes ser más específica?
—Supongamos que hipotéticamente hay dos personas. ¿Qué significa cuando una de ellas le dice a la otra que la quiere?
—Supongo que significa que la aprecia —dijo frunciendo el entrecejo.
—¿Y si le dice que la quiere de verdad?
—Debe ser lo mismo. Bueno, Isabel solía decírmelo, era muy hiperactiva y a veces venía corriendo para abrazarme y decirme "te quiero, hermano" y Farlan la alejaba de mí porque sabía que no me gustaban las muestras de afecto —tomó su taza de té para darle un sorbo—. Debe significar que eres muy importante para esa persona al grado tal vez de considerarte parte de su familia o algo así.
—¿Y si esa persona te dice que te ama?
Levi estuvo a punto de darle otro trago a su bebida, pero paró en seco al escuchar la pregunta de Hange.
—¿Qué? —Colocó su taza sobre la mesa—. ¿Te lo dijeron o tú lo dijiste?
—¿Por qué intuyes que me pasó a mí?
—¿Te lo dijeron?
—Estamos hablando de dos personas imaginarias.
—Oh claro, e hipotéticamente hablando ¿una de ellas tiene el caballo castaño, usa gafas y está completamente obsesionada con la experimentación en titanes? —Hange permaneció en silencio—. ¿Te lo dijeron? —Ella asintió con la cabeza—. Vaya, esto sí que es interesante.
—Creí que dirías algo como "vaya, ¿cómo es posible que alguien te lo haya dicho?"
—Por favor, Hange, dejando de lado tu estúpida locura hacia los titanes eres una persona un poco agradable.
—¿Te parezco alguien agradable?
—Me voy a arrepentir por haberlo dicho —Hange sonrió al escucharlo—. Cómo sea, ¿quién fue?
—M-Moblit...
Levi escupió el té que tenía en su boca y, después de toser varias veces, miró sorprendido a Hange.
—¿B-Berner? ¿Cuándo?
—Anoche.
—Pero, ¿cómo pasó?
—Bueno, me lo llevé a rastras de regreso a la cabaña —dijo para soltar un gran suspiro y ponerse de pie para comenzar a caminar por toda la sala—. Estábamos regresando a la cabaña y él me empezó a preguntar si estaba enojada y le dije que no pero claro que estaba enojada, ¿cómo es posible que se pusiera a tomar sabiendo la poca la tolerancia que tiene al alcohol?
—Hange.
—Sí, lo siento. Bueno, lo llevé a su habitación y lo ayudé a acostarse en la cama pero me pidió que me quedara unos minutos así que tomé la silla del escritorio y me senté enfrente de la cama.
—¿Y luego?
—Pues, empezó a decirme que me quería y le dije que yo también porque en verdad lo aprecio pero me dijo que no se estaba explicando y... —sus mejillas comenzaron a tornarse de rojo—. M-Me tomó de las manos y me jaló para que cayera en la cama y luego se puso encima de mí y me dijo que me amaba. —Esquivó la mirada—. No supe qué responder y él se empezó a acercar a mí y... se quedó dormido así que lo empujé y salí corriendo de ahí.
—No puedo creerlo —dijo completamente sorprendido.
—Lo sé, yo tampoco entiendo por qué...
—¿De verdad Berner desperdició su oportunidad?
—¿Q-Qué?
—¿De verdad fue tan idiota para declararte sus sentimientos en ese estado? Aunque, pensándolo bien no lo culpo, esa era la única manera en la que podía tener el valor para decírtelo.
—Espera, ¿tú lo sabías?
—¿De qué te sirven esas estúpidas gafas? —Exclamó aventándole una servilleta—. De verdad creo que eres la única persona que no se ha dado cuenta de que Berner está que se muere por ti.
—Pero esto es ridículo, Moblit y yo solo somos buenos amigos.
—No, Erwin y tú son buenos amigos, tu relación con Berner va más allá de eso.
—Pero ni siquiera sé cómo funcionan este tipo de cosas.
—Y yo soy la persona menos indicada para responderte.
—Eso me queda más que claro —dijo para soltar un suspiro—. Suponiendo que lo de Moblit sea cierto, ¿qué debería hacer?
—Bueno, no creo que seas tan estúpida como para dejar ir a alguien como él. —Se acomodó en su asiento—. No traté mucho con él pese a que estaba en mi escuadrón, pero vi cómo interactuaba con los demás y no tenía comparación alguna a cómo interactuaba contigo. Berner realmente se preocupa por ti, está dispuesto a dar su propia vida para salvarte y desde lejos puedes notar lo mucho que él te quiere y curiosamente la química que tiene contigo es muy buena. —Observó detenidamente a Hange—. Dime algo, ¿qué sientes cuando estás con él?
—Vaya, nunca me había puesto a pensar en eso —dijo rascándose la cabeza con una mano—. Me gusta su compañía, supongo.
—Piensa un poco, gafas de mierda —dijo dándole un pequeño golpe en la cabeza con una hoja enrollada.
—Está bien, está bien —respondió con una sonrisa—. A ver, cuando estoy con Moblit me siento... segura. En él he encontrado a un gran confidente y es muy importante para mí, me siento protegida cuando estoy a su lado y esa seguridad nunca la había sentido con alguien —los recuerdos de sus visitas al cuartel de adiestramiento y de las expediciones fuera de los muros se hicieron presentes en su mente—. Me gusta su fortaleza, pese a que dice que no es una persona valiente él realmente lo es y, nunca se lo he dicho, pero me gustan mucho sus ojos y... —sonrió—, no me había puesto a pensar en el hecho de que cuando me llama "líder de escuadrón" una gran calidez me invade, pero cuando me llama por mi nombre mi corazón empieza a latir tan fuerte como si quisiera salir... yo realmente me siento bien con su compañía.
—Eso fue... muy específico. Jamás creí que te escucharía hablar de esa forma.
—¿Cómo?
—Enamorada. —Hange lo miró con sorpresa—. No trates de negarlo, si no lo estás por completo al menos ya empezaste a sentir algo por él y Berner te corresponde.
—Pero...
—No debo ser yo quien te diga esto, pues al igual que tú desconozco por completo el tema, pero si usamos la lógica, Berner y tú estarían bien juntos; creo que es la única persona que ha sido capaz de soportarte y serte fiel hasta el último momento pese a que lo haz dejado paranoico con tus intentos fallidos de muerte, no estaría mal que lo aceptes.
—¿Debería hacerlo?
—Nadie sabe lo que pasará, pero creo que si lo haces podría ser el mayor experimento que jamás habías pensado hacer.
—Vaya, no creí que pudieras dar tan buenos consejos.
—No te acostumbres, aún pretendo matarlos a todos.
—Gracias, Levi. Estoy en deuda contigo por haberme escuchado y aconsejado.
—Saldarás tu deuda hoy mismo —dijo extendiéndole una carta cuyo destinatario era Moblit—. Será interesante ver la expresión de ambos al verse después de lo que pasó anoche.
Hange lo miró con una expresión de sorpresa, no había pensado en ello en absoluto. ¿Cómo podría mirar a Moblit después de lo que había pasado? Más aún, ¿Moblit sería capaz de verla a los ojos? Todas esas interrogantes la invadieron por completo y sin darse cuenta sus manos (que aún sostenían la carta) comenzaron a temblar.
—Oye, Hange, esta carta es de Marlene.
—¿Q-Qué? —Dijo saliendo de sus pensamientos para ver al contrario abrir uno de los sobres que había en la mesa—. ¿Qué es lo que dice?
—Nada nuevo, empezó su carta como siempre saludando a medio mundo —respondió rodando los ojos pero conforme iba leyendo la carta su expresión fue cambiando a una más seria—. Tiene que ser una broma.
—¿Qué ocurre?
—La carta la mandó ayer y según esto, Marlene está aquí.
—¿Qué?
—¡Esto es hermoso! —Exclamó haciendo que los dos dieran un sobresalto—. Jamás creí que viviría lo suficiente para verlos convivir sin querer matarse —se colocó en medio de ambos para abrazarlos de medio lado—. Hacen una bonita pareja, ¿lo sabían?
—¡Cállate! —Exclamaron al mismo tiempo haciendo que la joven soltara una pequeña risa.
—¿Cuándo llegaste?
—Anoche mientras ustedes estaban de fiesta, pero igual llegué muy cansada y me fui a dormir.
—¿Qué estás haciendo aquí, Marlene?
—Volviendo a casa, Hange —tomó asiento en la silla contigua a la mencionada—. Mi tiempo en la policía militar terminó y por fin pude regresar a la legión y vaya que lo necesitaba, estar ahí fue un completo desastre.
—¿Por qué lo dices? —Preguntó Levi poniéndose de pie para servirle una taza de té a la chica—. La policía militar tiene cientos de comodidades a comparación de la legión.
—¿Y por qué crees que lo tienen? —Preguntó alzando una de sus cejas—. El nivel de corrupción que hay en la policía es terrible. Son muy pocos los soldados que pueden rescatarse, entre ellos el comandante Nile, pero si hablan o toman alguna acción...
—La policía e inclusive la monarquía se les vendrían encima —mencionó Hange a lo que Marlene asintió.
—La sociedad es una mierda —dijo Levi dejando la taza de té frente a Marlene—. Cómo sea, ¿ahora volviste de forma definitiva?
—Así es y antes de venir hice un último trabajo para la policía militar. Pasé al cuartel de adiestramiento para dejar unos papeles y de paso quise ver a los posibles soldados a ingresar y déjenme decirles que este año los diez mejores tienen mucho potencial. —Le dio un trago a su bebida antes de continuar—. En el cuartel vi al comandante, o mejor dicho, instructor Shadis, ¿quieres saber qué me dijo, Hange?
—¿Por qué intuyes que quiero saber?
—No lo sé, tal vez porque haz estado enamorada de Shadis durante todos estos años.
—Creí que era un estúpido rumor propagado por Erwin y Mike. Hange, ¿de verdad te enamoraste de Shadis?
—¡Por supuesto que no!
—Por supuesto que sí, estabas que te morías por él. Cuando nos unimos a la legión Hange quedó fascinada con él, no podía darle un no por respuesta y siempre hablaba bien del comandante y eso sí, todos odiábamos su terrible técnica de intimidación pero ella lo amaba porque era la única manera en la que el comandante podía estar tan cerca de ella.
—¿Quieres callarte? —Exclamó completamente ruborizada.
—Ahora que lo pienso, cuando me uní a la legión y conocí a la cuatro ojos, ella miraba con un brillo en los ojos a Shadis. En realidad Isabel fue quien lo notó pero yo nunca le presté atención.
—Levi, ¿tú también?
—Es inveitable, Hange, tu oscuro pasado te perseguirá por toda la eternidad debido a que Shadis marcó completo tu vida.
—Hasta ahora —dijo Levi antes de tomar su bebida.
—¿Qué? —Volteó a ver a Hange—. No puede ser, ¿superaste a Keith?
—Tenemos muchísimo papeleo y correspondencia por revisar, ¿por qué no lo hacemos en lo que los demás despiertan?
—Hange acabo de llegar y necesito ponerme al día con todo y si tú no me lo dirás, Levi lo hará —volteó a ver al mencionado—. ¿Qué fue lo pasó?
El sonido de la puerta fue lo que alertó a los tres que de inmediato voltearon a ver.
—L-Lo siento, no sabía que estaban aquí y no fue mi intención interrumpir.
—Berner —dijo alzando una de sus cejas—. No interrumpes nada en absoluto.
—Levi, ¿dijiste Berner? ¿Moblit Berner? —El mencionado asintió—. He oído mucho sobre ti, mejor dicho leído en todas las cartas que Erwin y los chicos me mandaron. Es un gusto poder conocerte.
—Gracias, supongo, pero lo lamento no sé quién es usted.
—Oh no te preocupes, me conocerás en el transcurso de estos días.
—Berner, Hange tiene correspondencia para ti.
La mencionada se tensó al escuchar las palabras de Levi. Con algo de nerviosismo se puso de pie, sosteniendo con fuerza la carta, para dirigirse hacia Moblit.
—¿C-Cómo... —carraspeó—, cómo te encuentras?
—Pues, la cabeza me da vueltas pero creo que estoy bien. Aunque no recuerdo cómo llegué a mi habitación.
—¿Qué? —Exclamaron Levi y Hange al mismo tiempo.
—Berner, ¿no recuerdas nada de lo que pasó anoche?
—Bueno, recuerdo que el comandante Mike me invitó a unos tragos y también que la líder de escuadrón me dijo que debíamos regresar pero fuera de ello tengo todo borroso así que no recuerdo nada —dijo rascándose la cabeza con una de sus manos—. ¿Por qué? ¿Pasó algo?
—N-No, nada —respondió Hange entregándole la carta para volver a tomar asiento en medio de sus dos compañeros.
—¿No vas a decirle?
—No recuerda nada, así que no tiene caso.
—Estoy algo confundida, ¿me quieren decir qué pasa?
—Marlene, querías saber cómo es que Hange olvidó a Shadis, ¿verdad?
Marlene miró un poco confundida a Levi y después de unos segundos volteó a ver a Moblit, quien se encontraba de pie leyendo su correspondencia, completamente sorprendida.
—No me digas que...
—¿Quieren cambiar de tema? —Interrumpió Hange con las mejillas coloradas.
—Ahora estoy muy interesada en saber qué pasó anoche.
—Yo te cuento.
—¡Levi!
—L-Líder de escuadrón —llamó Moblit con dificultad—, ¿podría darme autorización para salir?
—¿Moblit? —Hange se puso de pie al ver el rostro pálido del joven—. Hey, ¿qué ocurre?
—P-Por favor, ¿puedo salir?
Hange le arrebató la carta y al leer el contenido de la misma su expresión cambió a una de sorpresa. Miró a Moblit asintiendo con la cabeza para soltar la carta y brazarlo mientras éste rompía en llanto.
Levi recogió la carta del piso y la leyó junto con Marlene entendiendo la reacción que habían tenido, pues la carta decía que los padres de Moblit habían fallecido.

