Capítulo 08

—¡Esto no era parte del trato!

—Necesito que te calmes...

—¡No voy a hacerlo, Erwin! —Exclamó golpeando el escritorio con sus manos—. Lo único que te pedí casi rogando fue que todos formaran parte de mi escuadrón, ¿y permites que Levi se quede con él?

—Tú sabes perfectamente que el escuadrón de Levi tendrá a los mejores soldados de la legión, si él lo eligió fue por algo.

—¿Y en dónde quedó tu palabra?

—Oye Erwin, las evaluaciones terminaron —mencionó Levi entrando a la oficina—. ¿Qué pasa, cuatro ojos? ¿Acaso sigues molesta porque te quité a tu preciado cadete?

—¡Voy a matarte! —Hange estaba a punto de abalanzarce contra él, pero fue tomada de los brazos por Erwin—. ¡Suéltame!

—No lo haré hasta que te calmes y tú —dijo observando a Levi—, ya fue suficiente.

—Cómo sea —rodó los ojos y dejó varias carpetas sobre el escritorio—. Esos son los soldados que quiero en mi escuadrón.

Erwin soltó a Hange para tomar asiento frente al escritorio y revisar los expedientes de los soldados.

—¿Petra Ral? —Hange levantó la vista hacia Erwin al escuchar el nombre—. ¿Por qué elegiste a esa chica?

—Es ágil. Tiene un buen manejo del equipo y tiene coraje, al igual que su novio —dijo señalando el expediente de Aurou—. ¿Vas a autorizar?

Erwin permaneció en silencio analizando la situación. Sí, la había regado al separar a Moblit de Hange y no estaba seguro de que sea una buena idea separar a Petra también.

—Hazlo —mencionó Hange—, y así como no cumpliste tu palabra, yo tampoco tengo por qué cumplir con mi parte del trato. Cuando Marlene regrese de su misión le entregaré el cargo.

—No puedes hacerlo, te lo prohibo.

—No estás en disposición de prohibirme nada.

—¿Te vas a revelar contra tu comandante?

—Prefiero renunciar a la legión a seguir bajo las órdenes de un comandante que no es capaz de cumplir con su palabra. Tras el regreso de Marlene yo voy a renunciar y en cuanto a ti —desenvainó una de sus cuchillas para apuntar al cuello de Levi—, si te atreves a tocar un solo cabello de Petra o de Moblit, te haré regresar al subterráneo para tu entierro. —Guardó nuevamente su cuchilla y salió del lugar.

—¿Acaso Hange me acaba de amenazar?

—Te va a matar.

—¿Quieres dejar de caminar de un lado a otro? Me estás desesperando.

—No puedo hacerlo, Nifa, no encuentro a Hange y tengo un mal presentimiento.

—Estamos en el cuartel, ¿qué más puede pasar?

—¡¿Acaso no viste su expresión?! —Sacudió a la joven tomándola de los hombros—. Estaba molesta, ¡muy molesta! Algo me dice que esto acabará en una tragedia.

—Moblit tiene razón —mencionó Petra—, jamás la habíamos visto así y hasta cierto punto me dio miedo.

—Por favor, traten de tranquilizarse —se soltó del agarre de Moblit—. Estamos hablando de Hange, ¿qué es lo que podría pasar?

Los tres permanecieron en silencio y el recuerdo de aquél enfrentamiento entre Erwin y Hange se les cruzó por la mente.

—Definitivamente Hange puede matar al capitán.

—Necesito encontrarla.

—Ella no está aquí —mencionó Abel llegando con Keiji a su lado—. Acabamos de verla montar su caballo e irse.

—¡¿Qué?! ¡¿Y por qué no la detuvieron?!

—Porque el único que puede hacerlo eres tú —respondió Keiji señalando la dirección hacia los corrales—. Si te apresuras podrás alcanzarla, tomó la dirección hacia el bosque.

Moblit no lo pensó dos veces y fue corriendo hacia los corrales para montar uno de los caballos y seguirle el rastro a su amada.

—Ustedes dos saben algo más, ¿cierto? —Preguntó Nifa alzando una de sus cejas.

—Escuchamos una conversación entre el comandante y Hange —respondió Abel—. Si alguien puede cambiar las cosas, definitivamente es Moblit.

—¿Por qué? —Preguntó Petra sorprendida.

—Hange renunció.

Moblit cabalgó durante varios minutos tratando de seguir el rastro de la chica. Al llegar al bosque no había señal de ella ni de su caballo, así que primero decidió rodear todo el espacio antes de adentrarse a las profundidades del sitio.

Había buscado hasta por debajo de las piedras y simplemente no la hallaba. Traía consigo su equipo de maniobras por lo que también pudo buscar en la altura de cada uno de aquellos árboles, pero no había señal alguna de Hange.

Montó de nuevo su caballo, dispuesto a salir de aquél bosque y buscar por todos los alrededores, pues no quería darse por vencido. Algo en su interior le decía que Hange lo necesitaba.

Miles de pensamientos se cruzaron en la mente del joven y varios de ellos vislumbraban a Hange en una situación de peligro, cuestión que alertó demasiado a Moblit. Él le había hecho una promesa justo en el momento en el que decidió unirse a la legión y estaba dispuesto a cumplirla sin importar nada: estaría a su lado y la protegería aun si esto le costaba la vida.

<<¿En dónde estás?>>, pensó para sí mismo.

Dio un gran suspiro y al levantar la vista pudo ver al caballo de Hange comiendo pasto. Tomó las riendas de su caballo y se dirigió hacia aquél corcel, su vista no había fallado y estaba orgulloso de ello, había reconocido al compañero de Hange.

—Hola Ji —dijo bajándose de su caballo para acariciar el cabello del corcel—. ¿En dónde está Hange?

Moblit vio algunas pisadas que estaban selladas en la tierra, así que decidió seguirlas en lo que ambos caballos descansaban.

No le tomó mucho tiempo encontrar a la chica de cabellera castaña. Estaba sentada con las piernas cruzadas apoyando sus brazos sobre estas y con las manos sobre sus mejillas mientras observaba detenidamente una pequeña flor que yacía frente a ella.

—Yo también podría pasar horas observando esa hermosa flor.

—Moblit. —Lo miró sorprendida mientras el contrario tomaba asiento a su lado—. ¿Qué haces aquí?

—Debería preguntarte lo mismo.

—Salí a tomar aire.

—¿Tan lejos?

—¿Cómo diste conmigo?

—¿Crees que me rendiría tan facilmente? —Fijó su vista en aquella flor de color azul—. No importa cómo, siempre hallaré la forma de poder encontrarte.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Te dije que estarías a mi lado y no pude hacer que Erwin revocara su decisión. ¿Qué clase de líder soy si ni siquiera puedo tener a mis soldados conmigo?

—No digas eso, si te eligieron como líder fue por algo. Estoy seguro de que serás la mejor líder de escuadrón que pueda existir.

—Renuncié a la legión.

—¿Por qué hiciste eso? —Preguntó con una enorme sorpresa en su voz.

—¿Sabes por qué acepté el cargo de líder? Lo hice por... —Permaneció en silencio pues no estaba segura de poder decirle que la única razón por la que había aceptado era él—. Escucha, Erwin y yo habíamos hecho un trato y no cumplió con sus términos así que decidí renunciar. Hay una chica llamada Marlene que en estos momentos está en una misión con la policía militar pero es un miembro élite de la legión; cuando vuelva, se convertirá en la nueva líder de escuadrón.

—No lo hagas. La legión te necesita, los chicos te necesitan y...yo te necesito —tomó una de sus manos con delicadeza—. Yo quería estar en tu escuadrón pero la elección del capitán Levi me tomó por sorpresa pues creí que yo podría elegir.

—Moblit...

—Pero, quiero que veamos el lado positivo de esto —soltó lentamente su mano para quitarle sus gafas y así poder limpiarlas—. Me haré más fuerte, seré más ágil y me convertiré en un gran soldado. No importa si estoy en otro escuadrón, yo siempre veré por ti Hange.

—¿Por qué quieres aferrarte a una tonta como yo?

—No eres ninguna tonta, Hange. Eres la persona más importante para mí —con su pulgar limpió la pequeña lágrima que se encontraba resbalando por la mejilla de la chica—. Aún si estoy con el capitán Levi o si me mueven a otro equipo, para mí tú siempre serás mi líder de escuadrón.

Le colocó de nuevo sus gafas y Hange lo abrazó con todas sus fuerzas como si su propia vida dependiera de ello. No se merecía a alguien como Moblit a su lado, o eso es lo que ella pensaba; por primera vez en mucho tiempo se sintió vulnerable, pero haber escuchado aquellas palabras le habían dado un motivo más para continuar.

—Gracias, Moblit —susurró en su oído antes de besar lentamente su mejilla.

Moblit por su parte besó la frente de la chica y limpió las lágrimas que había derramado. La miró a los ojos y acarició una de sus mejillas mientras dejaba salir un pequeño susurro desde lo más profundo de su ser.

—¡Qué de inicio la expedición! —Exclamó Erwin al tiempo que las puertas se abrían.

Ya habían pasado siete meses desde que los nuevos soldados se unieron a la legión y esta era su segunda expedición.

—¡Berner!

—Sí, capitán.

—Quiero que mantengas vigilada a la cuatro ojos para que no haga la misma tontería que en la expedición anterior. Si alguien puede controlarla, eres tú —Moblit asintió y Levi tomó las riendas de su caballo para comenzar el camino a la expedición.

—No creí decir esto, pero Hange definitivamente está loca.

—Cállate Auruo —mencionó Moblit para seguir a los demás soldados que poco a poco iban saliendo del muro.

—No hay nada como el aire fresco de afuera de los muros.

—Eso fue demasiado profundo Nifa —comentó Keiji con una sonrisa.

—Recuerden seguir la formación y no perder de vista a nuestra líder —ambos chicos asintieron a las palabras de Abel.

Los tres eran los miembros del cuarto escuadrón a cargo de Hange y la idea de enfocarse en la investigación sobre los titanes les había encantado por completo. Pero en esta ocasión tenían una misión un tanto especial la cual era mantener vigilada a su líder pues en la expedición anterior el escuadrón estuvo a punto de perder la vida por un descuido de Hange al acercarse tanto a un titán.

—Líder de escuadrón —Hange volteó la vista para ver a Moblit acercarse a ella—, ¿me permite ser su compañero en esta expedición?

—¿Levi te mandó?

—Después del casi infarto que tuve en la expedición anterior por verla casi morir, ¿cree que la iba a dejar sola? No, yo vine por mi propia cuenta.

—¿Moblit? —La castaña alzó una de sus cejas.

—Bien, el capitán me mandó a vigilarla, pero igual quería hacerlo.

—Lo sé —le dijo con una sonrisa.

Toda la legión siguió avanzando, ya se habían alejado bastante del muro, siguiendo al pie de la letra la formación que Erwin les había planteado.

—Técnicamente con esta expedición Moblit ya es parte de nuestro escuadrón.

—Tú lo haz dicho Nifa.

—No se hagan ilusiones —mencionó Abel—, los tres sabemos que Moblit sólo está aquí por nuestra líder.

A pesar de que no hablaban tan alto, Moblit podía escucharlos y se encontraba completamente ruborizado por todos los comentarios que sus amigos decían al aire.

—¿Estás bien? —Moblit alzó la vista—, estás rojo, ¿acaso tienes fiebre?

—N-No, ha de ser por el sol —respondió con cierto nerviosismo—. Líder de escuadrón, tengo una pregunta.

—Dime.

—¿Qué es lo que pretendía en la expedición anterior?

—Qué es lo que pretendo, sería la pregunta correcta.

—¿Qué? —Tomó las riendas de su caballo para avanzar hasta quedar a su lado—. ¿Hange?

—Quiero capturar a un titán.

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