Capítulo 05
—¿Toda esta gente verá nuestra demostración?
—Así es, Hange. Confío en que lo harán muy bien.
—Confías ciegamente, Erwin.
—¿A dónde se fue tu positivismo, Hange? —Preguntó Nanaba abrazándola de medio lado—. Todos vimos lo duro que practicaron, les irá bien.
—Sigo diciendo que era mejor una demostración de combate cuerpo a cuerpo.
—Lo hubiéramos hecho si tú no te hubieses negado a ayudarme, Mike.
—¿Y que me dieras una paliza igual a la que le diste a Erwin hace dos años? ¡Ni hablar!
—¿Cuándo piensas olvidarlo? —Preguntó Erwin haciendo una pequeña mueca.
—Nunca.
—Bueno, basta de parloteo y demos una vuelta por el festival.
—Qué rápido volvió tu entusiasmo —mencionó Nanaba con una sonrisa.
—Es que pensándolo bien, estos podrían ser mis últimos momentos con vida, así que quiero disfrutarlos.
—No es tan malo, Hange.
—¡Tú viste que estuvo a punto de aniquilarme en las prácticas, Mike! No voy a salir viva de esto.
—¿Acaso le tienes miedo a un contrincante? —Preguntó Erwin alzando una de sus cejas.
—Por supuesto que no, solo le tengo respeto. —Fueron cuestión de unos segundos para que Hange soltara una gran carcajada ante lo que ella misma había dicho—. ¿Cómo es posible que respete a ese enano? —Preguntó una vez que dejó de reír.
—¿A quién le dices "enano", cuatro ojos? —Preguntó en un tono amenazante, sujetando a la joven de su cabello para que esta se inclinara un poco hacia él—. Tal vez seas más alta que yo, pero recuerda que yo veo mucho mejor.
—¡Devuélveme mis gafas! —Exclamó para ir corriendo tras él, siendo detenida por Nanaba—. Suéltame.
—No voy a permitir que cometas una locura —respondió la joven sujetando con fuerza los brazos de Hange al tiempo que esta trataba de liberarse.
—Suéltala, Nanaba, quiero ver si es capaz de darme un solo golpe sin usar esto —dijo moviendo las gafas con su mano.
—¡Voy a matarte!
—Levi, regrésale sus gafas.
—Vamos, Erwin, ¿acaso no soportan una simple broma?
—Si de bromas hablamos, supongo que no te importará que restriegue tu cara en un charco de lodo, ¿cierto? —Mencionó Mike haciendo enojar al contrario.
—Dije que mataría a todos empezando por Erwin, pero creo que he cambiado de opinión, primero te mataré a ti, Mike. —Sujetó con fuerza las gafas de Hange y se dirigió hacia ella—. Suéltala.
Nanaba miró a Erwin quién asintió y, tras dudarlo un poco, liberó a Hange de su agarre.
—Levi, eres un...
—Cállate.
—¿Qué?
De su chaqueta Levi sacó un pañuelo blanco y comenzó a limpiar las gafas de Hange.
—Eres una de las personas más asquerosas que he conocido.
—Eres un...
—Te dije que te callaras —Hange soltó un pequeño gruñido al tiempo que rodaba los ojos—. No soporto la suciedad, la detesto y si tú y yo vamos a estar trabajando juntos por el tiempo que a ese idiota —señaló a Erwin— le parezca pertinente, entonces deberás mantenerte limpia o de lo contrario, una noche, mientras duermes, iré a tu habitación y te rebanaré el cuello con una de mis cuchillas, ¿entendiste? —Tomó las gafas y con cuidado se las colocó de nuevo a Hange—. No creas que siempre las voy a limpiar, pero al menos así te ves algo decente.
—Levi, ¿acaso me acabas de dar un cumplido? —Preguntó al tiempo que un leve rubor aparecía en sus mejillas.
—Ni en mil años te daría un cumplido.
—Oh, Levi, sabía que en el fondo me apreciabas.
—Ya quisieras que lo haga. —Guardó su pañuelo dentro de su chaqueta y comenzó a caminar.
—Vamos, Levi, no es necesario que sigas fingiendo —dijo yendo atrás de él—. Sabía que me querías.
—¡Suéltame, gafas de mierda! —Exclamó pues la joven lo había abrazado de medio lado—. Ni siquiera estoy seguro de que hoy te hayas bañado —mencionó tratando de liberarse.
—¿Acaso debía hacerlo?
—¡Eres asquerosa!
—Al parecer ellos dos se van a llevar muy bien —mencionó Nanaba.
—Demasiado, diría yo —mencionó Mike cruzándose de brazos.
—¿Piensas lo mismo que yo?
—Por supuesto.
—Terminarán juntos —dijeron al mismo tiempo.
—No creo que eso sea posible —mencionó Erwin retomando su andar.
—¿Por qué? —Preguntó Nanaba caminando tras él junto a Mike.
—En primer lugar, los dos son muy diferentes, no soportarían estar un día entero junto al otro sin discutir o intentar matarse.
—¿Y cuál es la segunda razón? —Preguntó Mike haciendo que su compañero se detuviera.
—¿Erwin? —Preguntó Nanaba viéndolo fijamente.
—La segunda razón y la más importante de todas —suspiró—, es que en la vida de Hange ya hay alguien más.
—¿Cómo les fue? —Preguntó Nifa.
—Bien —respondió Petra—. Conocimos a una chica llamada Riko y nos dio toda la información necesaria sobre la guarnición. Solo que es un poco seria, pero muy buena gente.
—¿Y a ti qué tal? —Preguntó Moblit.
—Pues conocí al comandante Nile Dok y me brindó toda la información que necesitaba.
—Sin embargo no se te escucha tan animada —mencionó Petra.
—Es que todos están muy serios, especialmente el comandante y, no sé, me sentí rara hablando con ellos.
—Pero si tú eres igual de seria que la policía militar, entonces no le veo el problema.
—Cállate —exclamó Nifa dándole un golpe con el codo a Keiji—. Abel y tú deberían estar recolectando información.
—Con lo que la señorita Hange y el capitán Erwin nos dijeron es más que suficiente —respondió Abel.
—Aunque si pudiéramos hablar con el comandante Shadis, estaría perfecto.
—¿Y por qué no lo hacen? —Preguntó Petra señalando hacia el frente.
—El comandante Shadis... Abel, Nifa, vamos.
—¿Yo por qué? Si ni siquiera me voy a unir a la legión.
—Keiji y yo te acompañamos a hablar con el comandante Nile, ahora tú nos vas a acompañar.
—Sin duda esos tres se llevan super bien, ¿no crees? —Petra volteó a ver a su amigo quien se encontraba observando por todos lados—. ¡Moblit!
—Mande.
—¿Qué pasa? Haz estado muy distraído, ni siquiera le prestaste atención a la señorita Riko.
—Lo siento, es solo que...
—Estás buscando a Hange, ¿cierto? —Moblit permaneció en silencio y asintió—. Estás así porque la vimos con aquel legionario, entonces es cierto, tú estás...
—Sigamos caminando, Petra —mencionó para pasar de largo a su amiga.
—Moblit —el mencionado volteó a verla—, yo sé dónde está.
—¡Hange!
—¿Q-Qué pasa?
—¿Se puede saber a quién buscas? No has dejado de pasar tu mirada por todos lados, de hecho le prestas atención a cada miembro de adiestramiento.
—No es nada, solo... olvídalo —suspiró—. Oye, ese pastelillo que comimos de verdad que estaba delicioso, ¿no crees?
—Sí, pero límpiate la boca, cuatro ojos, tienes migajas de pan en ella —dijo extendiéndole una servilleta.
—No seas tan serio conmigo, Levi —tomó la servilleta que le extendían—, después de todo somos compañeros.
—Preferiría mil veces que el idiota de Mike fuese mi compañero.
—¿Para que te restriegue en el fango? —Preguntó con cierta ironía.
—No me obligues a romperte las gafas.
—Y a mi no me obligues a ensuciarte, enano.
—Iré por algo de tomar —dijo con molestia haciendo sonreír a Hange.
—Se ven bien, pero te ves mucho mejor en solitario —la joven volteó a verlo con un brillo en los ojos—. Hola, Hange.
—Moblit. —Hange corrió hacia él para darle un abrazo—. Sabía que estarías aquí, vi a toda la tropa de adiestramiento pero por más que buscaba no daba contigo... y con los chicos, claro —dijo con un leve sonrojo separándose del abrazo.
—Yo igual te estaba buscando pero, el distrito es grande.
—Sí, aunque no lo parezca —dijo con una sonrisa—. ¿Y en dónde fuiste asignado? Entiendo que a cada recluta lo mandaron a un lugar en específico.
—Sí, nos asignaron en pequeñas escuadras y yo estoy con los chicos. Estaremos cuidando en las exhibiciones.
—¿En las exhibiciones? ¿De verdad?
—Sí, ¿por qué?
—Es que, un compañero y yo haremos una demostración de combate en el aire usando el equipo de maniobras así como del uso correcto de las cuchillas.
—Eso es asombroso, Hange. Estaré ahí en primera fila viéndote, sé que lo harás asombroso —mencionó sonrojando a la mayor.
—¡Moblit! —Ambos dieron un sobresalto al escucharla—. Maldita sea, creí que ya te había dado por perdido —dijo dándole un golpe en el brazo.
—¿Petra?
—¡Hange! Qué gusto verte otra vez.
—Lo mismo digo. ¿Así que Moblit se te perdió?
—Se me escapó para venir a buscarte.
—¡Petra! —Exclamó el joven ligeramente ruborizado a lo que Hange solo se limitó a sonreír.
—Oye, cuatro ojos —Levi se acercó a ella y se quedó viendo fijamente a los reclutas—. ¿Quiénes son?
—Moblit Berner —respondió con seriedad haciendo el saludo militar.
—P-Petra Ral —dijo con nerviosismo saludando también.
—¿Estos son a los que andabas buscando? —Suspiró—. Como sea, nos vamos —dijo comenzando a caminar siendo seguido por la mirada de Moblit.
—Tu novio es atractivo, Hange.
—¿Qué? —La chica soltó una carcajada que llamó la atención de los dos reclutas—. No, Petra, jamás en la vida andaría con ese enano —dijo quitándose sus gafas para limpiar las pequeñas lágrimas que le habían salido por la risa—. Levi es mi compañero asignado por Erwin, solo eso.
—¿No están saliendo? —Preguntó Moblit sorprendido.
—Por supuesto que no, ni siquiera podemos estar un minuto a solas sin intentar matarnos.
—¡Hange!
—¡Ya voy! —Suspiró—. Salúdenme a los chicos, ¿de acuerdo? —Dijo para despedirse e ir junto a Levi.
—Petra...
—¿Qué pasa?
—No son nada... ¡No son nada!
Las exhibiciones realizadas por cada facción dieron comienzo. Nifa prestó total atención a la demostración del uso de escopetas de la policía militar; Petra y Moblit se centraron en observar la demostración de cañones hecha por la guarnición; pero, donde todos permanecieron en completo silencio fue en la demostración de la legión.
El comandante Shadis presentó a su equipo de élite liderado por Erwin y este último presentó a Levi y Hange los cuales hicieron una asombrosa y peligrosa demostración de combate usando sus equipos 3D que, si bien ya lo habían practicado con anticipación, ambos se dejaron llevar por la adrenalina del momento y estuvieron a punto de matarse el uno al otro por todas las ofensas que entre ambos se decían (cuestión que nadie se dio cuenta a excepción de Erwin, Mike y Nanaba).
Después de las demostraciones, los chicos se acercaron a Hange para saludarla, al igual que a Erwin ya que tenían mucho tiempo sin verlo. En un momento en el que todos estaban distraídos, Hange y Moblit se escaparon para subir a uno de los techos más altos de los edificios del distrito.
—Tenías razón, esos pastelillos estuvieron exquisitos.
—Tuvimos suerte de conseguir los últimos dos —mencionó limpiando con su pulgar las migajas de pan que quedaron en las comisuras de los labios de Moblit.
—Así que esa es la historia de Levi Ackerman.
—Sí y es muy trágica. Nadie se esperaba que las cosas terminaran así para sus amigos.
—Isabel y Farlan —suspiró—, ¿y ahora está en la legión para vengarse de los titanes?
—Todos los que estamos en la legión tenemos una sed de venganza hacia ellos —miró hacia el frente, justo donde se encontraba el muro—. Los titanes nos arrebataron nuestra libertad y deben pagar por ello.
—¡Moblit!
—¡Hange!
Ambos soltaron una pequeña risa al escuchar que sus compañeros los llamaban.
—Debemos irnos, Hange.
—Lo sé —respondió dándole un abrazo y besando su mejilla.
—Te veré el mes entrante.
—Ahí estaré sin falta.
Lo que ambos no sabían, es que esa visita jamás llegaría.
—Estoy muerta —mencionó Nifa dejándose caer sobre la cama—. Estos últimos entrenamientos han estado más fuertes que antes.
—Es normal, estamos a tres meses de graduarnos, debemos estar en la mejor condición posible —mencionó Abel.
—¿Se puede? —Preguntó Auruo desde la puerta de la habitación.
—Claro, Auruo —respondió Petra con una sonrisa—. ¿Qué se te ofrece?
—El instructor Richards me pidió que le entregara esto a Moblit —dijo mostrando un par de sobres blancos—, al parecer te llegó correspondencia.
—Gracias, Auruo —dijo tomando las cartas que le extendían.
—Con permiso. Adiós, Petra.
—Adiós, Auruo —respondió con una sonrisa observando cómo el joven salía de aquella habitación.
—Ya dile que sí.
—Cállate, Abel —exclamó con un leve sonrojo—. Bueno, Moblit, ¿quién te escribió?
—Pues, esta carta es de mis padres.
—¿Y la otra? —Preguntó Keiji colocándose detrás de el joven para leer el sobre—. Son las alas de la libertad.
—¡Hange! —Exclamaron todos al mismo tiempo.
—Ábrelo, ¿qué dice? —Mencionó Nifa a lo que el joven obedeció.
—Hola, Moblit y hola, chicos, porque estoy segura de que les leerás esta carta cuando la tengas en tus manos. —Todos soltaron una pequeña risa, pues ella le había atinado.
Sé que no he ido a visitarlos en todo este tiempo y en verdad lo lamento, pero han pasado muchísimas cosas en la legión.
Dos semanas después del festival, realizamos una expedición fuera de los muros y, no nos fue nada bien. Tuvimos demasiadas pérdidas y, el comandante Shadis renunció a su puesto entregándole el cargo a Erwin como el nuevo líder de la legión.
En estos seis meses hemos estado ayudando a Erwin a reestructurar el cuerpo de exploración y créanme que no ha sido nada fácil, no les miento si les digo que solo duermo tres horas al día, así que ya se imaginarán lo mal que me he de ver.
De verdad ansío verlos, pero el trabajo no me lo permite. Sé que en tres meses por fin se van a graduar de la tropa de adiestramiento y creánme que me llena de orgullo saber que van a dar ese gran paso.
Espero que sigan seguros de la decisión que ya han tomado y de verdad espero verlos muy pronto portando la chaqueta de la facción que han elegido.
Les mando un muy fuerte abrazo a cada uno de ustedes.
—Hange Zoë.
Todos permanecieron en silencio por un par de minutos después de haber escuchado a Moblit leer el contenido de aquella carta.
—"Espero que aún sigan seguros de la decisión que ya han tomado" —mencionó Nifa rompiendo con aquel silencio mientras se dirigía hacia la ventana—. Hange aún cree que me uniré a la policía militar.
—¿Nifa? —Preguntó Petra algo confundida.
—Me uniré a la legión.
—¡¿Qué?! —Exclamaron todos con sorpresa.
—¿Por qué? —Preguntó Moblit.
—Porque me di cuenta de que estar en la legión es lo que yo quiero —dijo volteando a verlos—. En el festival, después de recolectar información y ver la exhibición, tuve una plática con Hange y, me di cuenta de que estar en la milicia no es para mi. Ellos no salen de los muros ni arriesgan su vida enfrentando a los titanes, yo quiero proteger y ayudar a la humanidad a recuperar su libertad. Yo...quiero ser como Hange.
—Yo también quiero ser como Hange —mencionó Petra—. Salir de los muros no suena tan malo.
—¿Tú también? —Preguntó Keiji con sorpresa.
—¿Acaso creen que Moblit es el único que cambió de opinión a mitad de camino?
—¿De qué estás hablando, Petra? —Preguntó el mencionado.
—No te hagas, Moblit, que todos aquí sabemos que te quisiste unir a la legión desde el momento en que conociste a Hange —mencionó Abel.
—Es tan obvio. —Nifa abrazó a Moblit de medio lado—. Te unirás a la legión, ¿cierto?
—S-Sí.
—¿Y lo harás por Hange? —Moblit se ruborizó ante la pregunta de Nifa.
—Creo que ya es hora de que admitas que Hange te gusta —mencionó Petra alzando una de sus cejas.
—Quiero a Hange, pero no de esa forma.
—Moblit, a nosotros no nos puedes engañar —mencionó Keiji.
—Entonces si ya lo saben, para qué me siguen preguntando —suspiró—. Sí, Hange m-me gusta.
—¡Lo admitió! —Exclamó Nifa con felicidad yendo a abrazar a Petra.
—Entonces, ¿te unirás a la legión para estar con ella? —Preguntó Abel recargándose sobre el hombro de Keiji.
—No —respondió con una sonrisa—. Me uniré a la legión para protegerla.