Capítulo 04

—¡Hange te dio una paliza! —Exclamó para soltar una gran carcajada.

—No es gracioso, Mike —mencionó Nanaba dándole un golpe en el brazo—. Dime que solo tienes el ojo morado, Erwin.

—Descuida, no tengo nada más.

—Hange, esta vez te excediste.

—¿Ahora fue mi culpa? Él fue quien me golpeó en primer lugar, Nanaba —dijo señalando su labio inferior.

—Olvídalo, Hange. Ella siempre va a defender a su amado —mencionó Mike haciendo que un ligero sonrojo apareciera en las mejillas de Nanaba.

—Chicos, ¿hasta cuándo van a entender que Nanaba y yo solo somos amigos?

—¿Escuchaste eso, Erwin? Es el corazón de Nanaba rompiéndose en pedacitos.

—Voy a matarte, Mike.

—¡Silencio! —Exclamó Shadis llamando la atención de los cuatro—. Me dijeron que ya habían regresado, espero el reporte de inmediato pero antes me gustaría saber la razón por la que ambos están heridos y no creo que haya sido por enfrentar a un titán.

—Por supuesto que no, comandante Shadis. Mi compañera y yo...

—Espera, Erwin. Quiero que sea Hange quien me lo explique.

—C-Claro, señor.

—Muy bien, Hange —dijo acercándose hacia la joven—, quiero que me expliques por qué Erwin trae el ojo morado y tú partido el labio.

—B-Bueno, Erwin y yo...

—Mírame a los ojos —dijo tomando las mejillas de Hange con una mano para voltear su rostro hacia él—. No esquives la mirada cuando me hables a mí o cualquier persona, ¿entendido?

—S-Sí señor —respondió al tiempo que se ruborizaba.

—¿Qué clase de gafas son las que traes puestas?

—S-Son un prototipo, señor.

—Bien —soltó el agarre de Hange—, quiero el reporte de ambos mañana en la mañana, ¿entendido?

—Sí, señor —respondió Erwin haciendo el saludo militar al igual que Hange, quien tenía la mirada baja.

—¿Hueles eso, Erwin? —Preguntó Mike olfateando en el aire una vez que Shadis se había ido—. Es el olor de una mujer que ha sido intimidada por el amor de su vida.

—¡Voy a matarte, Mike! —Exclamó para abalanzarse sobre este, siendo detenida por Nanaba para evitar que lo golpeara.

—Ya cálmate y dinos, ¿de dónde sacaste esas gafas?

—¿Heh? —Hange paró su forcejeo ante la pregunta—. Es un prototipo improvisado. —Se reincorporó para quitárselas y enseñárselas a Nanaba—. En realidad fue un regalo.

—¿De quién? —Preguntó la chica al tiempo que Mike se acercaba para observar las gafas.

—Diles, Hange, ¿quién te regaló esas gafas? —Mencionó Erwin alzando una de sus cejas.

—Fue... un amigo...

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- 4 meses después -
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—¿Estás consciente de lo que estás pidiendo?

—Sí, señor, pero también estoy consciente de que será benéfico para nosotros.

—Los miembros de la tropa de adiestramiento no se van a unir en su totalidad a la legión.

—Lo sé, pero los reclutas que sí piensan unirse deben estar llenos de dudas y sería bueno que los ayudáramos con ello.

—Hange, ¿cuál es la verdadera razón por la que quieres regresar?

—¿Señor?

—En sus reportes me dijeron que les había ido bien con las invitaciones, pero Erwin me comentó que tú habías creado un vínculo con cierto recluta.

<<Pagarás por esto, Erwin>>, pensó para sí misma.

—¿Y bien? ¿Es esa la verdadera razón por la que quieres volver?

—Señor... —suspiró—. Sí, señor, ese es el motivo. Pero no solamente quiero ir por Moblit, es decir, por ese recluta; yo creé un vínculo con un grupo de chicos y me gustaría ir a visitarlos.

—Moblit Berner, ¿cierto? —Hange se le quedó viendo con sorpresa—. Erwin me pasó el nombre, al parecer el joven se piensa enlistar a la guarnición. ¿Acaso quieres hacerlo cambiar de opinión?

—Por supuesto que no. Él está completamente seguro de su decisión, no puedo intervenir.

Shadis permaneció en silencio estando de pie frente a la ventana.

—Comandante Shadis, ¿me daría autorización para salir?

—¡Petra! —Exclamó Nifa al ver a su amiga a punto de caer.

Antes de que los chicos pudieran hacer algo, cierto recluta sostuvo a Petra en sus brazos para ponerla a salvo.

—¿Estás bien?

—S-Sí.

—¡Petra! —Moblit y los demás fueron corriendo hacia ella—. ¿Estás bien?

—Sí, Moblit, lo estoy.

—¿Qué te pasó? —Preguntó Keiji.

—Creo que mi equipo se averió —respondió observando su equipo tridimensional—. Por cierto, muchas gracias por salvarme.

—No tienes qué agradecer.

—Claro que debo hacerlo, de verdad gracias, Auruo.

—No fue nada.

—Volvamos al cuartel —mencionó Abel—, fue suficiente entrenamiento por hoy.

—Pero, el equipo de Petra está roto —comentó Nifa.

—No hay problema, yo la puedo llevar —mencionó Auruo tomado a Petra de la cintura para acercarlo a él.

—Y-Yo creo que M-Moblit podría llevarme —dijo con las mejillas ruborizadas.

—¿Habría problema si la llevo?

—Por supuesto que no —respondió Moblit a lo que Petra palideció—. Vámonos.

Auruo sujetó con fuerza a Petra y así todos se dirigieron de vuelta al cuartel. Durante esos meses habían aprendido a usar el equipo de maniobras por lo que solían ir al bosque para practicar.

—Quién diría que Petra tendría un enamorado.

—¿De qué estás hablando, Nifa?

—No te hagas, es demasiado obvio que le gustas a Auruo.

—C-Claro que no.

—Claro que sí —mencionó Moblit—, el amor está llegando por aquí.

—Cállate —exclamó dándole un golpe en el brazo—. Además, ni siquiera trato con él, apenas y cruzamos un par de palabras.

—Dentro de poco cruzarán un par de besos —comentó Keiji haciendo que la joven quedara por completo sonrojada.

—Hablando de amor —dijo Abel—, Moblit, ¿qué sabes de la señorita Hange?

—¿P-Por qué intuyes que sé algo de ella?

—Porque de todos nosotros tú eres el que pasó más tiempo con ella. Supongo que aún deben seguir en contacto.

—Pues no, no sé nada de ella. Solo fue una superior que vino de visita, nada más.

—A ver si entendí, estás diciendo que si la señorita Hange regresa, ¿no irías corriendo a saludarla? —Preguntó Nifa con incredulidad.

—Sí la saludaría, pero no iría corriendo.

—Es una lástima —dijo Keiji—, porque estoy seguro de que ella esperaba que lo hicieras.

Moblit volteó hacia donde Keiji señalaba con la mano para toparse con la imagen de Hange bajándose de su caballo.

—¡Hange!

Moblit llamó la atención de la joven quien le dedicó una sonrisa. Corrió hacia ella lleno de entusiasmo y le dio un abrazo tan grande como si su propia vida dependiera de ello.

—Eres tú, de verdad eres tú.

—Claro que soy yo, Moblit —dijo separándose del abrazo—, y veo que me extrañaste tanto como yo a ti.

—¿T-Tú me extrañaste, Hange? —Preguntó sorprendido.

—S-Sí, te extrañé.

—Lo bueno que no irías corriendo —mencionó Nifa sonrojando al chico—. Hola, señorita Hange —dijo haciendo el saludo.

—Hola, Nifa, me da gusto verlos de nuevo.

—Justamente hablábamos de usted —mencionó Keiji.

—¿De verdad? —Preguntó sorprendida.

—Sí, es que Moblit la extrañó mucho —comentó Petra alzando una ceja.

—¿Esta es tu venganza?

—Puede ser.

—¿El capitán Erwin no vino?

—No, Abel, se tuvo que quedar para atender unos asuntos con el comandante Shadis. Todo indica que Erwin será el segundo al mando.

—Eso es increíble —exclamaron al mismo tiempo.

—Oigan, iré a avisarle al instructor Richards que estoy aquí. Los veré después —dijo haciendo un ademán de despedida.

—¿Y esa sonrisa, Moblit? —Preguntó Keiji de forma burlesca.

—C-Cállate.

—¿Cuándo les enseñaron a usar el equipo de maniobras?

—Hace un mes, aunque me costó un poco pero los chicos me ayudaron.

—Eso es bueno, o tendría que haberte cargado para subir hasta aquí.

—¿Cuánto tiempo estarás aquí?

—Tres días, fue lo máximo que me autorizaron.

—Creí que no volverías. Es decir, pasaron cuatro meses y no supe más de ti.

—Lo sé, pero al volver tuvimos demasiado trabajo y no fue hasta ahora que pude salir. Sin embargo, tendremos que acostumbrarnos a esos cuatro meses sin vernos.

—¿Qué? —Preguntó volteándola a ver.

—El comandante Shadis me permitió venir cada cuatro meses debido a mi insistencia, así que me verás por aquí.

—¡Eso es increible, Hange! —Exclamó con un brillo en los ojos—. Estaré contando los días para volver a verte.

—Tranquilo, primero pasemos estos tres días juntos, ¿te parece?

—Claro —dijo con una sonrisa observándola detenidamente—. Pensé que había visto mal, pero no es así, tus gafas...

—¿Te gustan? Conseguí los materiales y con base en el prototipo que hiciste y en el diseño que me diste en aquella hoja pude hacer este y... —suspiró—, es el mejor invento de todos. De verdad te lo agradezco, no tienes idea de cómo me ha servido en los entrenamientos.

—A mí me alegra saber que te haya gustado, Hange —dijo pasando un mechón de cabello de la joven atrás de su oreja—. Te quedan muy bien.

—Gracias.

Ambos pasaron la noche en vela admirando a las estrellas, cumpliendo así la promesa que se hicieron aquel día. Se pusieron al corriente con todo lo que habían pasado ambos en estos meses y en los días restantes de su visita Hange se la pasó ayudando a los chicos con el equipo de maniobras.

Como había dicho, volvió a visitarlos a los cuatro meses, siendo Moblit el más feliz al verla. Así pasaron dos años de adiestramiento, en donde Hange visitaba a aquel grupo de reclutas que ya formaban parte de su vida así como ella ya formaba parte de las suyas.

—Para tu próxima visita yo ya estaré en mi último año de entrenamiento.

—El tiempo pasó rápido, ¿no lo crees? Dentro de poco estarás usando una chaqueta con el emblema de dos rosas rojas —sonrió—, de verdad ya ansío verte llevándola puesta.

Esa era la última noche de aquella visita que Hange pasaba ahí y, como ya era costumbre, ambos se encontraban en el techo para pasar la velada. Ella se encontraba acostada sobre el regazo de Moblit mientras este le acariciaba el cabello con delicadeza.

—¿Crees que Petra algún día le haga caso a Auruo?

—No lo sé, el chico está que se muere por ella. Pero tú la conoces mejor que yo, ¿qué crees que haga?

—Sinceramente no lo sé, Petra nunca me habló sobre sus intereses amorosos.

—¿Y qué hay de ti? —Preguntó alzando la mirada para verlo a los ojos—. ¿Hay alguien que te llame la atención?

—No —respondió con una sonrisa—. Las chicas de aquí son lindas pero no me veo estando con ninguna.

—No creí que fueras tan exigente —Moblit soltó una pequeña risa ante el comentario.

—¿Y qué hay de ti, Hange? ¿Tienes algún pretendiente?

—No y sinceramente no tengo interés alguno en tener una relación. Además, seamos sinceros, ¿quién sería capaz de estar con una aficionada como yo?

—Yo sigo a tu lado. —Hange miró a Moblit al tiempo que el joven se ruborizaba al darse cuenta de lo que había dicho.

—Y yo seguiré contigo —dijo acercando su rostro al de Moblit para depositar un pequeño beso en la mejilla del joven.

El resto de la noche la pasaron en silencio, disfrutando de la compañía del otro.


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- 3 meses después -
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En el Distrito Stohess, ubicado al borde de la Muralla Sina, se llevaba a cabo un festival para conmemorar el aniversario de fundación. La tropa de adiestramiento fue invitada para ayudar a mantener el orden y porque además las tres facciones harían una demostración de sus habilidades, por lo que tendrían la oportunidad de obtener toda la información necesaria sobre cada una para así confirmar su decisión de enlistamiento.

—Mira, Nifa, ahí está la policía militar —señaló Petra.

—Sinceramente no te veo usando una chaqueta con un unicornio.

—Pero si eres igual de agresiva que ellos, entonces no veo el problema.

—Abel, Keiji, ¡cierren la boca! —Exclamó Nifa dándoles un golpe en la cabeza.

Los chicos se encontraban observando desde el balcón de un edificio. Tuvieron la fortuna de que les tocara estar juntos, pero su labor era mantener el orden de los ciudadanos durante las exhibiciones que dentro de poco iban a comenzar.

—Mira, Moblit, ahí va la guarnición —dijo con entusiasmo—. Los trajes les quedan muy bien, ¿no te parece?

—Por supuesto que sí —respondió, pero no a lo que Petra mencionó.

Justo cuando Petra señaló a dicha facción, los ojos de Moblit se posaron en Hange quien iba pasando junto a Erwin y dos soldados más.

—¿O tú qué dices, Moblit? ¿Moblit? —Petra miró extrañada al chico y luego fijó su vista hacia donde él observaba.

—Miren, es la señorita Hange —señaló Nifa.

—Y el capitán Erwin también —mencionó Abel.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Moblit que fue borrada casi de inmediato. Un legionario de baja estatura tomó del cabello a Hange para quitarle sus gafas; la soldado de cabello claro sujetó a la joven mientras esta forcejeaba para liberarse, mientras que Erwin y el otro soldado hablaban con aquel legionario para que le devolviera sus gafas. Al final, Hange fue liberada del agarre de su compañera y ese soldado se acercó a ella sacando un pañuelo de su chaqueta para limpiar sus gafas y después colocárselas de vuelta, haciendo que la joven se sonrojara al decirle un par de palabras.

—No sabía que la señorita Hange tenía novio —mencionó Keiji.

—No creo que sea su novio, ¿o sí? —Preguntó Abel.

—Pues, para mí hacen bonita pareja —comentó Nifa.

—No lo sé, ¿de verdad creen que ese de ahí sea su...?

—¡No! —Interrumpió Moblit a Petra, llamando la atención de los otros tres—. No puede ser verdad, ella... Hange no puede tener novio.

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