Jueves
—¿Y no te da miedo al momento de operar a una persona? —Le pregunto a Javi.
—Por supuesto, pero trato de concentrarme en salvar a esa persona y no en dar malas noticias.
—Si llego a estar a punto de morir, ¿me salvarías?
—Claro que sí, Hell, no me imagino la vida sin ti —me dice tomándome de la mano.
Javi y yo estamos caminando en la arena a la orilla del mar, ayer fue mi cumpleaños y como habíamos planeado hace dos meses decidimos venir a la playa para unas mini vacaciones. Hasta ahora todo está yendo bien: Emi y yo nos mudamos a nuestra nueva casa hace un mes y hemos logrado salir con los gastos además de que afortunadamente tanto Emily como yo hemos tenido trabajo durante todo este tiempo.
—¿Qué te parece el viaje? —Me pregunta Javi.
—¡Increíble! Hace mucho que no salíamos de vacaciones y créeme que de verdad lo estoy disfrutando —le respondo animada.
—Hell, me gustaría decirte algo.
—¿Qué pasa, Javi?
—¿Me prometes contestar con la verdad?
—¿Qué ocurre? —Le pregunto deteniéndome frente a él.
—Nada de qué preocuparte. Ven, siéntate —me dice mientras se sienta en la arena.
—¿Todo bien? —Le pregunto sentándome a su lado.
—Sí, tan sólo quiero decirte algo. Helena, ¿hace cuánto tiempo que nos conocemos?
—Como once años, creo.
—Y en estos once años te he ido conociendo mucho mejor y me he dado cuenta de la maravillosa persona que eres.
—Tú igual eres una gran persona Javi, eres mi mejor amigo.
—Lo sé, y por esa razón quiero salir de la friendzone.
—¿De qué estás hablando?
—Helena —me dice tomándome de la mano—, hace mucho tiempo que quería decirte esto pero no tenía el valor para hacerlo. Sin embargo, creo que ya es hora de decirte. Helena tú, tú me gustas y estoy perdidamente enamorado de ti.
—¡¿Qué?! —Le pregunto sorprendida.
—Helena yo, quisiera saber si, ¿te gustaría...ser...mi novia? —Me pregunta con la voz un poco baja.
—Javi yo, no sé. No sé qué decirte —le respondo nerviosa.
—No tienes que responder ahora pero, me gustaría que me aceptaras.
—Javi, no lo sé.
—No te gusto, ¿cierto? —Me pregunta bajando la mirada.
—No es eso, me refiero a que...escucha, sí me gustas Javi, pero me da miedo iniciar una relación.
—¿Por qué?
—¡Chicos! —Volteo a ver y es Mario quien nos grita mientras corre hacia nosotros.
—¿Qué ocurre Mario? —Le pregunta Javi.
—Lamento interrumpirles, esta vez lo digo de verdad. Sé que soy una mala persona pero créanme que no les interrumpiría si no fuera una emergencia.
—Tranquilo Mario, ¿qué ocurre? —Le pregunto.
—Tenemos un problemita con Emily —nos dice rascándose la cabeza.
—¿Un problema? ¿A qué te refieres? —Pregunta Javi.
—Vengan, los llevaré con ella.
—¿Por qué? ¿Tan grave es? —Le pregunto.
—Más o menos, pero nos involucra a todos.
—¿Qué pasó? —Le pregunto asustada.

—No puedo creer que hayas hecho esto —dice Javi con seriedad.
—Tranquilos, será muy fácil —contesta Emily.
—Dudo mucho que sea muy fácil debido a que eres la única que sabe jugar futbol americano —le responde Javi molesto.
—Además, ¿por qué futbol americano? En la playa se acostumbra jugar voleibol —le digo a Emi.
—Lo sé, pero no sé jugar voleibol así que los convencí de cambiar el juego —me responde mientras se amarra el cabello.
—Mi amor, ellos saben jugar futbol americano, nos tienen ventaja —dice Mario señalando al otro equipo—, creo que era más fácil jugar voleibol.
—¿Quieren calmarse? Yo les diré lo que tienen que hacer, les aseguro que ganaremos el partido —nos dice Emi emocionada.
—Repíteme de nuevo, ¿por qué los retaste? —le pregunto.
—Estaba tranquila tomando el sol y cuando Mario estaba regresando con los refrescos, éstos chicos le aventaron el balón y no me iba a quedar de brazos cruzados. —Exclamó aumentando el tono de su voz al decir la última frase.
—¡Y fue un accidente! Emily te dije que no pasó nada, pero te levantaste y les empezaste a decir un montón de cosas a estos chicos, era más que obvio que creaste un conflicto —dice Mario poniéndose una gorra.
—Es de las cosas más estúpidas que has podido hacer, Emily —le dice Javi.
—Bueno ya, me dejé llevar por mis impulsos, pero no nos vamos a rebajar a cancelar el juego ¿cierto? Escuchen, esto es lo que vamos a hacer: yo seré el mariscal, Mario y Javi se encargarán de taclear al otro equipo y Helena, tendrás que correr hasta el otro lado lo más rápido que puedas para poder anotar ¿entendieron?
—Emily, no apostaron nada ¿cierto? —Le pregunto.
—Claro que no, sólo es un partido amistoso.
—Emily —le digo tomándola del brazo.
—De acuerdo —suspiró—. Aposté con ellos $200 pesos y un paseo en lancha —nos dice con una pequeña sonrisa.
—¡Emily! —Le decimos todos molestos.
—¿Por qué lo hiciste? —Le pregunta Javi.
—Porque me dejé llevar, ¿de acuerdo? Oigan, sé que nos metí en un gran problema.
—¿Tú crees? —Le pregunto frunciendo el entrecejo.
—De acuerdo, la regué. Pero tengo confianza en que lo lograremos, de lo contrario créanme que no me hubiera dejado llevar por mis impulsos, o al menos eso creo.
—Oigan, ustedes, ¿ya están listos? —Nos pregunta un muchacho del equipo contrario.
—Sí, ya vamos —le contesto.
—Me costará mucho perdonarte esta vez —dice Javi.
—Bueno, ahora lo importante es concentrarnos en el partido. Sigamos el plan de Emi —dice Mario.
—Muy bien —menciona Emi—, andando.
Fue el partido más difícil de todos, el equipo contrario nos llevaba mucha ventaja ya que todos sabían jugar, en cambio nosotros solamente hacíamos los que Emily nos decía porque no teníamos idea alguna de cómo jugar.
Cuando era una niña los padres de Emily la llevaron a clases de gimnasia y en preparatoria se metió al equipo de futbol americano, desde entonces no ha dejado de jugar. En cambio nosotros, bueno, Mario está en un equipo de futbol soccer, Javi por su parte le gusta más jugar basquetbol y yo decidí irme por natación; de alguna forma los cuatro practicamos algún deporte pero a diferencia de todos, yo no sé cómo actuar con un balón, así que se me hace más difícil jugar que a los demás.
Al final los dos equipos terminamos empatados, pero fue muy divertido para todos así que llegamos al acuerdo de cancelar la apuesta e incluso terminamos por llevarnos bien con los del otro equipo. Al llegar la noche, entre todos decidimos hacer una pequeña fogata y asar malvaviscos a la luz de la luna, contando anécdotas y cantando.
—¿Todo bien? —Me pregunta Javi.
—Sí, es mi mamá. Quería saber cómo nos está yendo —le digo mientras guardo mi teléfono.
—¿Tienes 27 años y tus padres aún te monitorean?
—Es que a mí sí me quieren —le contesto de forma sarcástica.
—Muy graciosa. Pero en serio estoy muy sorprendido, tú y tus padres son muy unidos y de tu hermanito ni hablar.
—Lo sé, ellos son muy importantes para mí. No sé qué haría sin ellos.
—Muy bien, su atención por favor —dice Emily sosteniendo una caja—. Para nuestros nuevos amigos esto es una noticia, mi amiga Helena que está ahí sentada, cumplió años ayer y decidimos venir a la playa para celebrar que esta muchachita ya está entrando a la vejez.
—Tú igual vas por ese camino, Emi —le digo sonriendo.
—Lo sé, pero me consuela saber que soy tres meses más joven. Helena, eres mi mejor amiga y he decidido regalarte algo que sé que no tienes y que de verdad espero que uses. Es con todo mi amor.
Emily me entrega la enorme caja que sostenía y me da un fuerte abrazo. Todos estaban gritando que abra el regalo por lo que decidí hacerlo. Adentro se encontraba un par de tacones muy hermosos color negro, no soy de usar ese tipo de zapatos, pero por el color y el hecho de que mi mejor amiga me lo regaló, estoy dispuesta a usarlos.
—Bueno, yo también te compré algo para que uses Hell, sólo espero que en verdad te guste —me dice Mario entregándome una bolsa de regalo.
La bolsa contenía un vestido negro con detalles de encaje y un moño pequeño en la cintura. Fue un regalo muy lindo y de verdad aprecio mucho que tanto los tacones como el vestido hayan sido de color negro, mi color favorito.
—Y bien Javi, ¿qué le vas a regalar a Hell? —Le pregunta Emi.
—A diferencia de ustedes, yo le voy a regalar algo que yo mismo hice —dice agarrando su guitarra—. Este es mi regalo Hell, espero que te guste.
Javier me escribió una canción y me la cantó frente a todos, fue una canción muy hermosa y de verdad me encantó. Cuando terminó de cantar fui corriendo hasta él y lo abracé fuertemente dándole un beso en la mejilla. Después de eso, Emily trajo un pastel de chocolate (mi favorito) y entre todos me cantaron; nos pasamos la noche entera comiendo, contando historias y cantando diversas canciones con Javi y Mario tocando la guitarra, fue de las mejores veladas que pude tener.

—Muchas gracias por cuidarlo, no sabes lo agradecida que estoy contigo.
—No tiene que agradecerme, señora Quintal, sabe que me gusta cuidar de Ángel.
—Lo sé y él es muy afortunado de tener a una niñera como tú que además de cuidarlo le enseña inglés.
—Bueno, espero y algún día Ángel sea todo un niño bilingüe —le digo sonriendo.
Emily y yo estamos haciendo todo por conseguir recursos, así que en nuestros ratos libres buscamos pequeños trabajos para conseguirlos.
Hace dos meses fue el cumpleaños de Emily y decidió hacer una fiesta a lo grande, por lo que casi no tenemos dinero; la señora Quintal vive a cinco cuadras del centro y estaba buscando una niñera temporal para su hijo Ángel por lo que decidí aprovechar la oportunidad de cuidar al pequeño y de esa forma recibir un poco de dinero.
Normalmente cuido a Ángel los sábados pero la señora Quintal tuvo un compromiso hoy jueves así que accedí a cuidarlo.
—Es muy tarde Helena, ¿hoy no trajiste tu motocicleta?
—Sí la traje pero a mi amiga Emily la llamaron de último momento por un trabajo así que ella y su novio vinieron a buscar la motocicleta para que se vayan.
—Ya veo. ¿No quieres que te llame un taxi?
—No se preocupe, estaré bien.
Me despido de la señora Quintal y me voy caminando hasta mi casa. Como estoy cerca del centro podría pasar al hospital donde trabaja Javi y pedirle que me lleve a casa, no creo que se niegue a hacerlo.
Conforme voy caminando las calles se van tornando cada vez más oscuras, así que procuro caminar más rápido para llegar con Javi.
—¿Bueno? —Digo contestando mi celular.
—Helena ¿sigues en casa de la señora Quintal? —Me pregunta Emily.
—No, ya me quité, ¿por qué?
—Lo que pasa es que Mario me dijo que podía ir a buscarte, para que no vayas sola a casa, es algo tarde.
—Sí pero no te preocupes, ya empecé a caminar y además pensaba ir al hospital a ver Javi.
—No es mala idea, ¿crees que te lleve a casa?
—Eso espero. Dile a Mario que muchas gracias y que por favor, cuide mi motocicleta.
—No te preocupes, yo le digo.
Cuelgo el teléfono y mientras sigo caminando siento como si alguien me estuviera siguiendo. Veo de reojo y noto una sombra atrás de mí así que decido caminar más rápido, pero la sombra no deja de seguirme. Trato de estar tranquila y seguir caminando hasta el hospital, pero esa persona no deja de seguirme y me empieza a preocupar; de repente llego a un callejón y bruscamente me empujan de forma que quedo acorralada entre las paredes.
—P-Por favor, no me hagas daño —le digo al sujeto que me empujó.
—Tranquila, no sería capaz de lastimar a una chica tan bella como tú.
—¿Q-Qué es lo que quieres? No tengo dinero.
—No dije que quería dinero, ¿o sí?
—Por favor, déjame ir —le digo con la voz temblorosa.
—¿No te dijeron que nunca debes caminar sola en la noche?
—Déjame ir, por favor.
—Por supuesto, después de que termine contigo.
Cierro los ojos y siento como su mano empieza a tocarme por debajo de la cintura, con todas mis fuerzas lo empujo y salgo corriendo gritando para que alguien me ayude, pero nadie salía a ayudarme. El sujeto logró atraparme y por más que intentaba zafarme no tenía buenos resultados.
—¡Ayuda! ¡Ayuda!
—Cállate —me dice para después darme una bofetada—. Nadie te ayudará.
—Déjame, por favor, te lo suplico —le digo entre lágrimas.
—No, hermosa, no te dejaré ir. Ahora cooperas por las buenas o por las malas.
—¡Déjame! —Le digo tratando de huir.
—Tú no irás a ninguna parte —me dice abofeteándome otra vez con más fuerza y tirándome al piso.
—¡No! ¡No! ¡NO!

—Ya terminamos, doctor.
—Muy bien enfermera, puede arreglar sus cosas, es todo por hoy.
—Doctor Javier, mañana su primera cita es a las 07:00 a.m.
—De acuerdo, entonces tendré que prepararme un café bien cargado.
—¡Ayuda! ¡Ayuda!
—¿Qué fue eso, doctor?
—No lo sé, pero viene de afuera.
—Doctor, venga rápido.
—Ayúdenme, por favor, ¡Ayúdenme!
—¿Qué está...? ¡Helena! Helena, ¿qué pasó?
—Javi, ayúdame, por favor, ayúdame.
—¿Q-Qué... qué te pasó?
—M-Me llevó hasta otro callejón y no pude, no pude...
—Helena... ¡Enfermera! Una camilla, ¡rápido!
—¡Sí, doctor!
—Helena, todo estará bien.
—No Javi, no. Él lo hizo... me violó...

