El último show
—¿Seguros que no prefieren que yo los lleve?
—Más que seguros, Mario —respondió Helena—, además hace mucho que Álvaro y yo no tomamos un taxi juntos.
—Recordaremos viejos tiempos —mencionó Pascu abrazando a la joven de medio lado.
—Y hablando de taxis —dijo Alex señalando el automóvil que se acercaba—. Avísenos cuando lleguen a su departamento.
Terminando la fiesta, cuando todos se habían marchado, Helena y Pascu llamaron a un taxi para que vaya por ellos debido a que el automóvil de Helena se encontraba en el taller.
—¿Lista para conducir de nuevo?
—Tengo mucho miedo de hacerlo, pero la psicóloga dice que debo intentarlo para cerrar bien el ciclo. —Pascu tomó su mano en señal de apoyo a lo que ella correspondió con un pequeño apretón—. Cambiemos de tema. Creo que ya es hora de que nos pongamos al día, ¿no lo crees?
—¿A qué te refieres?
—¿Cómo que a qué? Antes de ir a México te di una nota diciéndote que no lo arruinaras, así que dime, ¿cómo te fue con Rodri? —Preguntó pícaramente dándole leves toques en el estómago con sus dedos.
—Pues aún sigo en la obra.
—Sí pero a lo que me refiero... espera, sí hablaste con él, ¿cierto? —El contrario permaneció en silencio—. ¿Álvaro?
—Mande.
—Hablaste con él, ¿verdad? —Pascu negó con la cabeza—. ¿Por qué?
—No es tan fácil.
—¿A qué te refieres? Solamente tenías un sólo trabajo, o mejor dicho, en todo este tiempo solamente te quedaba hacer una sola cosa y no lo hiciste, Álvaro.
—Lo intenté, pero no estabas aquí para apoyarme.
—¿Estás diciendo que no puedes hacer nada sin mi presencia?
—¿Qué esperabas? Eres la única que ha estado conmigo en todo este proceso.
Helena permaneció en silencio por un par de minutos, miró por la ventana tratando de reconocer la calle donde en esos momentos se encontraban y frunciendo el entrecejo se acercó un poco hacia el conductor del taxi en donde viajaban.
—Disculpe, ¿podría hacer una parada en la siguiente esquina, por favor?
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó sin obtener respuesta alguna de su acompañante y cuando el taxi se detuvo no tardó en reconocer el lugar—. ¿Por qué estamos aquí?
—Dijiste que necesitabas mi apoyo, considera esto como tal —respondió para abrir la puerta del lado de Pascu.
—Helena es tarde, no son horas para...
—No me interesa —interrumpió al contrario mirándolo fijamente a los ojos—, debiste hacerlo desde hace meses, pero si necesitas mi apoyo para ello, entonces aquí está.
Pascu dudó por algunos minutos pero al final asintió con la cabeza y se bajó del taxi dejando a su amiga dentro del automóvil y antes de que ella cerrara la puerta del mismo para continuar el trayecto hacia su departamento, le dijo sus tres últimas palabras de aliento.
—No lo arruines.
—Aléjate —exclamó empujando al contrario liberándose así de su acorralamiento—. Si ya no necesitas del baño, te voy a invitar por favor a que te retires.
—¿Por qué evades la pregunta?
—Mañana es la cena con el elenco y aún tengo que hacer varias cosas antes de la obra.
—Rodri...
—Me encantaría descansar en estos momentos así que te acompaño a la puerta para que...
—Rodri —lo detuvo sujetando su brazo—, solo quiero que me respondas.
—No tengo nada qué responder —dijo soltándose de su agarre para dirigirse hacia la puerta.
—¿Acaso pretendes hacer cómo si nunca hubiera pasado? ¡Tú fuiste quién me besó cuando dejaste de tocar el piano! —Rodri detuvo su andar tras escucharlo—. Ese día, después de varios años, tú y yo volvimos a cantar juntos y cuando dejaste de tocar dijiste mi nombre... y me besaste. Me besaste, Rodri, yo traté de hacerlo en todo este tiempo pero fuiste tú quién lo hizo y ahora no quieres hablar al respecto, ¿por qué? Solamente necesito una respuesta y te niegas a dármela. —Se acercó al contrario que yacía de espaldas a él—. Rodri, por favor.
—¿Por qué insistes tanto en saber? —Preguntó con la voz entrecortada—. ¿Por qué no simplemente lo olvidas?
—No puedo omitir algo tan importante como esto, ¿o acaso crees que pude olvidar la historia que tú y yo empezamos a destripar? —Rodeó a Rodri para colocarse de frente a él—. No, yo no he podido olvidar y sé que tú estás igual.
—Te equivocas. Esa historia quedó en el pasado y lo olvidé hace cinco años.
—Deja de engañarte a ti mismo, sabes perfectamente que ninguno de los dos ha podido olvidar.
—¡Yo sí traté de olvidarlo! Lo intenté una infinidad de veces, no quería aferrarme al pasado, ¡no quería aferrarme a la historia que habíamos comenzado! —Exclamó al tiempo que su voz se empezó a quebrar—. Quise olvidar... aún quiero olvidar.
—¿Por qué?
—No quiero cometer el mismo error una vez más. Yo fui el que lo arruinó.
—La culpa fue de ambos.
—¡Yo fui el único culpable, Álvaro! ¿Acaso ya lo olvidaste? Yo fui el que se negó en ese momento y causé todo este conflicto... yo terminé nuestra relación.
—Rodri...
—Yo fui el que te dijo que ya estaba cansado y que era mejor terminar, yo fui el que te rechazó en ese momento, yo fui el cobarde que no pudo detenerte para que no abordaras ese avión hace cinco años. —Soltó un gran suspiro mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas—. Yo fui el que dijo que no te amaba y que era mejor que me olvidaras.
Ambos permanecieron en silencio, desbordando lágrimas llenas de varios sentimientos. Rodri se sentó en el sofá cubriendo su rostro con ambas manos mientras Pascu permanecía de pie a lado de él con los ojos cerrados y una mano sobre su frente.
—Creí que por fin te había olvidado —dijo limpiando las lágrimas con sus manos—. Creí que por fin lo había conseguido, pero ese día en el estudio, cuando nos vimos a los ojos después de cinco años, me di cuenta de que no fue así. ¡No fue así, Álvaro! —Exclamó poniéndose de pie—. Traté de evitar todo tipo de comunicación contigo, era cortante y no mostraba interés en ti, pero al final del día me encontraba llorando en mi habitación porque por más que tratara de odiarte simplemente no podía. ¡No podía, Álvaro! Yo...
Un silencio se hizo presente en aquella sala. Rodri fue interrumpido por Pascu pues este lo había tomado del cuello de su camisa para unir sus labios a los de él en un beso, dejando a Rodri con los ojos abiertos por la sorpresa de la acción tomada por el contrario.
—Siempre te has preocupado de más por todo —dijo al separarse del beso— y eso es algo que odio y amo de ti. —Secó las últimas lágrimas que el contrario derramaba—. Yo igual fui culpable, Rodri, por haberme rendido hace cinco años y no haber tenido el valor de buscarte de nuevo y decirte a la cara lo que yo siento. Pero, ahora te tengo frente a mí y...
—No merezco tus palabras.
—Claro que sí, las mereces al igual que mis sentimientos, ¿qué acaso no me escuchaste? No he podido olvidar... no te he podido olvidar.
Pascu tomó a Rodri de las mejillas y acercó nuevamente su rostro al de él para unir sus labios en un cálido beso que Rodri no tardó en corresponder, siendo este el beso que ambos debieron y quisieron darse desde hace mucho tiempo.
Ya no podían seguir ocultándolo.
Pascu tomó a Rodri de la cintura y este a su vez entrelazó sus manos detrás del cuello del contrario, aquél beso poco a poco se fue profundizando y comenzó a hacerse más demandante, pasando de un beso a otro, sin decirse nada, expresando todo con sus acciones.
Tanto tiempo esperaron por esto.
La ropa de ambos fue impregnada por el perfume del otro e iban cayendo de poco en poco tras cada caricia que iba surgiendo.
Sus manos se entrelazaban sobre la cama, disfrutando el momento y demostrándose lo mucho que se amaban, pasando la noche entre besos y caricias, siendo uno solo... entregándose al otro.
Siempre se correspondieron.
Sólo la luna fue testigo de aquella entrega de amor entre ambos. Los dos llamaban al contrario compartiendo el mismo suspiro, el mismo deseo... el mismo sentimiento; cada uno marcando el cuerpo del otro, llenándose de los besos y abrazos que en mucho tiempo no pudieron darse y ansiaban hacerlo pero simplemente no encotraban la manera para ello. Esa noche sintieron la piel del otro nuevamente y deseaban con todas sus fuerzas que no se tratara de un sueño pues de verdad extrañaban tenerse el uno al otro.
Necesitaban amarse.
Entrelazando sus manos consumaron su amor en la misma cama que habían compartido durante mucho tiempo, aquella cama que había sido testigo de lo mucho que se amaban y que esa noche nuevamente volvieron a entregarse para ser uno solo en un vaivén que los hizo tocar el cielo después de mucho tiempo. Se miraron a los ojos, observando el sonrojo en las mejillas del contrario y tras una pequeña sonrisa sellaron sus labios en último beso antes de caer rendidos en un sueño profundo, después de que aquella noche de luna llena estos dos amantes se demostraron y se dijeron el uno al otro "cómo yo nadie te ha amado."

