El último show


Y tú voz fue lo único que escuché entre tanto silencio, en medio de la oscuridad.
Dame la mano y descubramos el mundo juntos.
Dejame verte como en verdad eres, quiero estar contigo hasta el día de mi muerte...

Pascu abrió lentamente los ojos teniendo a la vista el techo blanco que yacía arriba suyo. Giró la cabeza hacia la derecha para ver el reloj que tenía en su mesita de noche y darse cuenta de que apenas eran las seis de la mañana.

—¿Por qué? —Susurró.

Se sentó recargando la espalda sobre la pared, con las sábanas cubriéndolo hasta la cintura. Estaba nostálgico, aquél sueño lo había dejado así y sabía muy bien lo que significaba.

—Seis años —suspiró—. Seis años de aquella canción.



—Buenos días.

—Buenos días —respondió bostezando—. ¿A qué se debe que hayas madrugado?

—Los nervios, tal vez.

—Es verdad, hoy ensayan en el teatro —Pascu asintió extendiéndole una taza de café a la mujer con el cabello revuelto—. ¿A qué hora te vas?

—El ensayo es a las once. —Tras su respuesta, Helena observó el reloj de pared para después asentir y darle un sorbo a su café—. ¿De verdad eres publicista?

—No todo el tiempo voy a estar arreglada, Álvaro —estiró los brazos hacia arriba—, y menos cuando son las siete treinta de la mañana.

—¿Qué harás hoy?

—Elegir tus próximos proyectos. Hay tres propuestas increíbles, me reuniré con los productores y escucharé sus ofertas.

—Asegúrate de elegir un buen proyecto.

—Y que esté bien pagado —respondió para darle un sorbo a su bebida—. ¿Qué hay de ti? ¿Harás algo después del ensayo?

—No estoy seguro.

—¿Pasa algo?

—No, es solo... —permaneció en silencio recordando lo que había soñado.

—¿Álvaro?

—Todo está bien.



—Todos esos asientos estarán ocupados por personas que nos verán actuar —dijo sin poder ocultar la sorpresa en su voz—. Creo que voy a vomitar.

—Oh no, no lo harás —le extendió una barra de chocolate—. Si estás así antes de empezar el ensayo, no quiero ni imaginar cómo estarás el día de la obra.

—Lo siento, Javi, es solo que es la primera vez que me voy a presentar en Madrid y me está dando un poco de pánico.

—Yo sé cómo solucionarlo. ¿Te parece si apostamos?

—Te escucho.

—La obra se estrena dentro de un mes así que ese es el tiempo que tienes para controlar tu pánico. Si logras hacer una presentación extraordinaria el día del estreno a tal grado que el público te aplauda de pie, haré lo que siempre habías querido: seré tu esclavo por todo un mes.

Alex dejó caer la barra de chocolate que sostenía en sus manos, completamente sorprendida por la propuesta que el contrario le había hecho.

—¿Y si no lo consigo?

—Entonces mi esclava vas a ser tú.

Alex sonrío y le extendió la mano a Javier aceptando aquella apuesta.

—Esta escena me da escalofríos, ¿qué se traen entre manos?

—Nada de lo que te tengas qué preocupar —respondió con una sonrisa—. Iré a explorar los camerinos en lo que llegan los demás.

—De acuerdo. Javier, ¿podemos empezar con el sonido?

—¿Les molesta si les ayudo? —Preguntó Pascu acercándose a ambos.

—Por mí no hay problema, ¿tú qué dices, Rodri?

Y tú voz fue lo único que escuché...

—¿Álvaro? —El mencionado reaccionó ante el llamado de Rodri—. ¿Estás bien?

—Sí, todo está bien.

—¿De acuerdo? Entonces vamos a hacer la prueba de sonido.

Estaban a un mes de estrenar la obra y por fin ensayarían en el teatro. Se podía sentir la tensión y los nervios que cada miembro de la compañía sentía, pero la emoción por por fin estrenar la puesta en escena era aún más grande entre todos.

Vete, por favor.

No, no lo haré, no pienso dejarte sola otra vez.

—Empieza a bajar lentamente las luces —le dijo a Javier.

—¿En qué momento los enfoco a ambos?

¿Por qué insistes? Ernesto, vive tu vida y déjame en paz.

¿Realmente crees que voy a dejarte sabiendo que en cualquier momento te puedes matar? ¡No puedo perder al amor de mi vida otra vez!

—Ahora. —Javier asintió dejando una sola luz en el escenario, justo donde Pascu y Alex se encontraban—. Perfecto.

—Ahora pon la ambientación —dijo al tiempo que Rodri subía el volumen del sonido.

¿Qué... dijiste?

Nadjia —tomó su mano—, no puedo perderte, no a ti.

Pero...

Tan sólo escúchame, por favor. Tú eres el motivo por el cual he decidido seguir adelante; desde el accidente de Amelia había perdido toda razón para continuar, pero tenía una promesa qué cumplir y fui por ti sin ser capaz de imaginarme que me terminaría enamorando de ti.

Ernesto... —dijo con la voz entrecortada.

Nadjia, no puedo perderte. Quiero estar contigo... —se quedó callado al darse cuenta de la frase que estaba pronunciando.

—¿Qué pasó? ¿Por qué no terminó su línea? —Preguntó Javier frunciendo el entrecejo.

—Se dio cuenta —susurró.

Nadjia —tomó con fuerza su mano para retomar su diálogo—, quiero estar contigo hasta el día de mi muerte.

Pascu tomó a Alex del mentón acercando su rostro al de ella lentamente y antes de que pudiera besar sus labios, Javier apagó lentamente las luces hasta que el escenario quedó por completo oscuro.

—¡Eso estuvo hermoso! —Exclamó Javier desde la cabina mientras encendía de nuevo las luces—. La escena es perfecta, ¿tú qué dices, Rodri?

—Ya quiero que llegue el día de estreno.



—¿Qué te pareció la escena, querido esclavo?

—El que hayas vencido tu pánico hoy, no te asegura que ganarás la apuesta —se colgó su mochila en un solo brazo—, pero debo decir que me encantó.

—Hola chicos.

—Helena, ¿qué estás haciendo aquí? —Preguntó al tiempo que la joven los saludaba con un beso en la mejilla—. ¿Veniste por Pascu?

—Soy su representante, Alex, no su niñera —respondió con una sonrisa—. En realidad vine por Javier, él y yo tenemos asuntos pendientes por discutir.

—Ya me imagino cuáles serán esos asuntos.

—No es lo que crees, Alex. Helena y yo vamos a hablar de negocios.

—Lo que tú digas, Romeo, solo asegurate de que Julieta no te intimide. No olvides lo que pasó en la cabaña.

—¡Alex! —Exclamó Helena completamente avergonzada.

—Espera, Alex —la mencionada detuvo su andar—. Quería preguntarte sobre la escena, ¿sabes por qué Álvaro se detuvo en su línea?

—Oh, pues al principio creí que lo hizo para darle más dramatizmo, luego llegué a la conclusión de que se le había olvidado lo que seguía.

—Es imposible, Álvaro memoriza muy bien sus líneas y si algo se le olvida improvisa al instante, no es de mantenerse callado.

—Por esa misma razón me llamó la atención ya que sé que él es muy profesional, pero no le pregunté y Rodri tampoco dijo algo al respecto.

—Si les soy sincera, cuando Pascu empezó a decir su diálogo por un momento se vio sorprendido, como si por un instante lo que estaba diciendo tuviera algún significado tan grande del que no se había percatado.

—¿Qué decía esa línea?

—Ya te digo —respondió Alex para sacar su guión de su bolso—. "Nadjia, no puedo perderte. Quiero estar contigo hasta el día de mi muerte."

—¿Helena? ¿Qué pasa? —Preguntó Javier al ver que la expresión de la chica había cambiado a uno de sorpresa.

—Es la misma expresión que Pascu puso, ¿qué tiene de especial esta línea?

—Nada —respondió—, tan solo... es una interesante línea.



—Se dio cuenta, Ramsés.

—Solo a ti se te ocurre usar esa frase en la obra.

—No tenía idea de que él terminaría actuando en la obra.

—Y qué casualidad que haya vuelto a decir la misma frase que usó en...

—Ya lo sé —interrumpió—. De hecho cuando lo dijo en escena me dio un escalofrío.

—¿Recordaste el pasado?

—Algo así. —Tomó su pastelillo y le dio un mordisco—. ¿Y sabes qué es lo más cliché de esto? Hace seis años que surgió esa canción y precisamente hoy Álvaro tuvo que citarlo.

—Hubiese sido más trágico si en la obra cantara la canción. Después de todo, la historia que se está contando es la de ustedes dos o al menos gran parte de ello.

—Nadie tiene qué saberlo.

—Él se dará cuenta, si ya pudo identificar la canción no tardará en que comprenda el contexto.

—A veces me pregunto si el hecho de que Álvaro haya regresado en este momento fue bueno.

—Las cosas pasan por algo, Rodri.

—Cuántas veces he escuchado esa frase.

—Tal vez no las suficientes —Rodri se le quedó viendo fijamente—. Quizás volvió porque ambos deben terminar esa canción.



—¿Qué es esto?

—Está de más preguntarlo.

—Tal vez deba cambiarlo, ¿qué hace esto aquí?

Ya habían pasado dos semanas desde que había comenzado a ensayar en el teatro y hasta el momento todo marchaba bien. Ese día, al llegar a la locación se toparon con un pequeño detalle: había un piano en medio del escenario.

—No tenía idea de que utilizaríamos un piano en la obra.

—No lo haremos, Javier. No es de nosotros.

—¿Y de quién es?

—Judith Rivers —respondió Alex acercándose al escenario—. Ayer hubo un concierto de piano aquí, según escuché ella es una excelente pianista.

—¿Y dejó su instrumento?

—Hoy también dará un concierto, por eso te dijeron que si íbamos a ensayar tendríamos que venir más temprano.

—Está pesado para moverlo —mencionó Javier—. ¿Qué hacemos?

—Ensayar alrededor.

No fue el mejor ensayo que pudieron tener, pues cada vez que requerían moverse de lugar el gran piano les estorbaba, pero hicieron todo lo posible por pasar aunque sea una vez la obra.

Eran las dos treinta de la tarde, el ensayo había terminado y todos los miembros de la compañía ya se habían retirado.

—Es hermoso, ¿no lo crees?

—Sí —respondió al tiempo que Pascu se colocaba a su lado—. Creí que ya te habías ido.

—Quise verlo una última vez. ¿Qué hay de ti?

—Es un piano hermoso, tenía que admirarlo.

—Creí que te animarías a tocarlo.

—No es mío, no puedo hacerlo.

—Pero no hay nadie aquí.

Rodri se le quedó viendo fijamente. Pascu se limitó a sonreírle para después subir al escenario.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—Si tú no vas a tocarlo, yo sí —dijo para tomar asiento frente al piano.

Pascu comenzó a tocar Para Elisa de Beethoven, haciendo que Rodri soltara un suspiro antes de subir al escenario.

—¿Te quedarás con las ganas? —Preguntó dejando de tocar aquella melodía.

—No —respondió para tomar asiento a su lado—. Hay tantas canciones, ¿cuál debería tocar en esta preciosura?

—Debe haber una que sea especial.

Rodri permaneció en silencio pensando en cuál canción podría tocar en aquél piano.

—Hay una pero voy a necesitar de tu ayuda.

—De acuerdo, ¿cuál es?

—La reconocerás con esta nota. —Rodri tocó el piano haciendo que Pascu lo mirara completamente sorprendido—. Esa expresión lo dice todo. ¿Estás listo?

[Soundtrack 03]

Rodri comenzó a tocar la canción de Pizza con Piña. Al igual que Pascu, tenía años sin tocarla y cantarla, por lo que ese pequeño momento los llenó de nostalgia.

Pascu estaba más que sorprendido por la elección del contrario, se esperaba cualquier canción excepto esa, una canción tan significativa para ambos, no solo porque marcó una parte importante en Destripando la Historia, sino que personalmente esa canción era de sus favoritas y le traía cientos de recuerdos a ambos.

¿Acaso todo estaba empezando de nuevo?

—Quiero sentirte.

—Tu grasa en mi piel.

—También quiero hornearme...

—Contigo encima.

Poco a poco sus voces empezaron a elevarse, combinándose en una perfecta armonía que se podía escuchar en todo el escenario.

Somos pizza con piña, qué unión tan colosal.

Los dos estaban disfrutando de ese pequeño momento, lleno de nostalgia y alegría para ambos y eso se podía ver reflejado en sus expresiones y en el sonido de sus voces que se volvían uno solo con cada frase.

Pizza con piña...

—Piña con pizza...

Al terminar la canción ambos soltaron una pequeña risa y se vieron fijamente para sonreírse con sinceridad.

—Extrañaba esto.

—Yo también.

Hubo un momento de silencio en el que solamente permanecieron viéndose a los ojos.

Dejame verte como en verdad eres.

—Álvaro.

Fue lo que único que se escuchó en aquél silencio antes de que ocurriera lo que uno de ellos esperaba con tanto anhelo.

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