El último show

—¡Cállate! —Exclamó para lanzarle una bofetada al mayor.

Ambos permanecieron el silencio, solo quedaba el eco de aquél golpe escuchándose en la sala. Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de la joven y poco a poco sus sollozos comenzaron a escucharse.

—Nadjia... —dijo tratando de agarrar su mano.

—Déjame sola, por favor...

—Oscuro —mencionó Rodri para dar por terminada dicha escena—. ¿Estás bien?

—Esto dejará marca —respondió llevando su mano a su mejilla.

—¡Perdón! Me dejé llevar, lo siento.

—Está bien, Alex, no pasa nada.

—¿Cómo puedes decirlo tan tranquilo? Acabo de darte un golpe y de los buenos —revisó la mejilla de Pascu percatándose de la coloración roja que había obtenido—. De verdad lo siento.

—Nada que esto no arregle —Rodri le extendió a Pascu un trozo de hielo envuelto en un paño—. La escena es buena, no quiero que me bajen su energía.

—¿Dices que debo seguir abofeteándolo?

—Digo que Álvaro puede hacerse a un lado al momento en que marques el golpe, solo no me bajes la energía —le extendió a la joven una servilleta para que limpiara sus lágrimas—. Ese llanto es perfecto.

—Sí, todavía no entiendo cómo logras hacerlo —mencionó Pascu pasando el paño helado sobre su mejilla.

—Tuve que practicar muchísimo para poder quebrarme así.

—Rodrigo —llamó Javier—, ¿continuamos? ¿O que se tomen un descanso?

—Diez minutos —respondió para luego mirar a sus dos actores—. Vayan a respirar.

—Rodri, gracias por el hielo.

El mencionado asintió con una pequeña sonrisa para darse la media vuelta y salir de la sala.

—Me alegra saber que ya hayan arreglado sus problemas.

—¿De qué estás hablando?

—Pascu es más que obvio que los dos no podían ni verse, pero me alegro de que ya todo haya vuelto a la normalidad entre los dos.

—Como buena fan, te gusta ver a tus ídolos juntos, ¿cierto?

—Es más que obvio —caminó unos cuantos pasos para después detenerse y voltearlo a ver con una sonrisa—. «Y como buena fan, ya puedo volverlos a shippear».



Ya habían pasado tres semanas desde que Pascu y Rodri habían hecho las pases. El cambio de actitud en ambos fue muy notorio en la compañía teatral y eso facilitó el trabajo de todos en la obra. Estaban a tres meses de estrenar la puesta en escena y cada uno se esforzaba al máximo en sus labores, pero como en todo, el estrés comenzó a hacer acto de presencia en ellos.

—Te ves terrible.

—Gracias por el cumplido —Ramsés le extendió un vaso con café—. Gracias.

—¿Por qué estás así?

—Me gusta trabajar bajo presión.

—Creí que todo estaba bien en la compañía —dijo tomando asiento a su lado.

—Lo está pero aún tenemos mucho por hacer.

—¿No crees que deberían tomar un descanso? —Le dio un sorbo a su bebida—. Deberías considerarlo.

—¿Qué clase de descanso?

—Dales una semana aunque sea, todos lo necesitan. Además aprovecharías esto para distraerte y así dejar de parecer un zombie viviente.

Rodri sonrió de medio lado antes de darle un sorbo a su café. Eran las siete treinta de la mañana, ambos se encontraban sentados en una de las bancas que había en el parque, completamente abrigados pues la neblina invadía el lugar.

—¿Qué planes tienes?

—Olvídalo, no pasarás conmigo esa semana de distracción.

—¿Por qué?

—Tú sabes perfectamente que hay alguien más con el que tú deberías estar.

Un leve sonrojo apareció en el rostro de Rodri. Ramsés se levantó e hizo un ademán de despedida con su mano para retirarse.



—¿Nos estás dando vacaciones?

—Si quieres verlo de esa forma, sí.

Todos estaban sorpredidos con la noticia que Rodri les había dado. Es cierto que amaban estar en la compañía pero definitivamente necesitaban tomarse un respiro tras cuatro meses de arduo trabajo, por lo que estaban agradecidos por ese pequeño descanso.

—¿Qué harás en esta semana? —Preguntó Javier.

—Quedarme en casa, alejado del mundo y viendo las series que desde hace unos meses quería ver.

—Qué aburrido —mencionó Alex recargando uno de sus brazos sobre el hombro de Javier—. Tengo una idea.

—¡Olvídalo! —Respondieron al mismo tiempo.

—Ni siquiera les dije de qué se trataba.

—Alex, de ti se espera cualquier cosa.

—La última vez que nos involucraste en tus planes, Rodri y yo terminamos perdidos en medio del bosque.

—No estaban perdidos, simplemente se desesperaron al ver muchos árboles a su alrededor —dijo rodando los ojos—. Como sea, qué les parece si hacemos una pijamada.

—Eso no suena tan peligroso —mencionó Rodri con una sonrisa.

—Escuchen, la novia de Mario, Emily, tiene un amigo que tiene una cabaña no tan lejos de aquí.

—Nos quieres perder de nuevo.

—Cállate —dijo dándole un pequeño golpe a Javier—. El amigo de Emily dijo que sin problema nos puede prestar la cabaña cuando nosotros quisiéramos. Iba a sugerirles hacer una pequeña escapada antes de estrenar la obra pero supongo que podemos aprovechar esta semana.

—¿Crees que nos la puedan prestar?

—Le hablaré a Mario —dijo alejándose un poco para hacer su llamada.

—¿Cómo es que una pijamada de convirtió en un campamento?

—Sabes cómo es Alex, Javier.

—Pero no quiero perderme en el bosque.

—¿Por qué te perderías? —Preguntó Pascu acercándose a ellos—. Si tienes un mapa no podrías perderte.

—Prefiero no ir a lugares abiertos.

—¿Ya sabes qué harás en esta semana?

—Posiblemente esté con Helena y a ella ya se le ocurrirá algo.

—¿Helena? —Preguntó Javier sorprendido—. No sabía que tuvieras novia.

—Por supuesto que no. Helena es mi representante y se convirtió en mi mejor amiga; de hecho hablaron por teléfono cuando me diste el papel de la obra.

—Oh claro, pero en todo este tiempo aún no tengo el honor de conocerla en persona.

—Es una chica muy linda —mencionó Rodri—. De hecho igual pensé que era su novia.

—¿Mi novia?

Pascu estaba sorprendido pues Rodri en ningún momento había mencionado aquella impresión que tuvo de Helena y él, más aún estaba sorprendido de que el contrario haya bajado rápidamente la cabeza tras su pregunta y, no estaba del todo seguro, pero le pareció ver un pequeño sonrojo en las mejillas de Rodri.

—Listo —mencionó Alex—, la cabaña es nuestra por esta semana.

—¿Cabaña?

—Es una pequeña y a la vez larga historia, el caso es que nos prestaron una, ¿quieres venir?

—Espera, ¿cuántos cabemos ahí?

—Descuida Javier, según Emily tiene una capacidad para diez personas.

—¿Emily y Mario irán?

—Sí, en total somos cinco y no sé si Pascu igual quiera ir.

—No quisiera involucrarme en sus planes así que...

—¡No! —Los tres voltearon a ver a Rodri—. Es decir, no hay ningún inconveniente en que vengas con nosotros, de hecho puedes decirle igual a Helena, ya ves que hay lugar para que vaya ¿verdad? —Preguntó nervioso a Alex quien asintió un poco extrañada.

—Si no hay ningún problema, entonces Helena y yo iremos.

—Perfecto. Quedan tres lugares así que si alguno de ustedes quiere decirle a alguien más, adelante.

—Si quedan tres lugares, ¿por qué no cada uno lleva a alguien?

—La idea de Álvaro no es tan mala. ¿Qué dices, Rodri? ¿Tienes a alguien para llevar?



—Olvídalo.

—Por favor, Ramsés.

—Te dije que no ibas a pasar esa semana conmigo.

—No estaré solo contigo, los chicos irán... y él también. —Ramsés lo miró sorprendido—. Alex lo invitó.

—Esa oración no me convence. ¿Qué me ocultas, Septién?

—De verdad, Alex lo invitó pero...

—¿Pero?

—Dijo que no quería intervenir en nuestros planes y yo casi le supliqué para que fuera.

—¿Entonces irá por ti? —Rodri asintió escudándose con su taza de café—. ¿Qué debo llevar?

—¿Qué? Creí que...

—Pascu y tú hicieron las pases hace tres semanas y yo quiero que se reconcilien por completo. Esto es algo que no puedo perder.

—No tiene sentido lo que estás diciendo. Tú habías dicho que debía pasar la semana con Álvaro ¿y ahora quieres venir?

—Es una salida grupal, eso cambia las cosas y además tengo que aprovechar esta oportunidad.

—No va a pasar lo que tú crees.

—La esperanza, amigo, es lo último que muere —dijo para darle un sorbo a su bebida. «Y será Alex la persona que me va a ayudar».



—Un escape de la realidad, ¿en una cabaña?

—Suena bien, ¿no?

—Álvaro ¿cuántas veces te dije que vayamos a acampar y tú te negaste? ¿Por qué esta vez es diferente?

—Creí que ya era momento de hacerlo.

—A otro perro con ese hueso —recargó los brazos sobre la mesa—. ¿Qué te traes?

—Rodri irá.

—¿Qué?

—En realidad él fue quién me convenció.

—Quiero oír todo y con lujo de detalles —dijo tomando asiento en la silla contigua.

—Creo que puedo aprovechar esta oportunidad.

—Oh por Dios, ¿acaso piensas ser un violador?

—¡No me refiero a eso! —Se lavantó de la silla mientras la joven se carcajeaba—. Helena hablo enserio.

—Lo sé, lo sé. A ver, ¿qué piensas hacer?

Pascu tomó asiento nuevamente para explicarle su plan a Helena. En dos días se irían de la ciudad y sabía muy bien lo que tenía qué hacer y para ello necesitaría la ayuda de su mejor amiga.

De lo que Pascu no estaba seguro era de qué sería más difícil de hacer: ejecutar el plan o convencer a Helena de ayudarlo, pues al dejar de hablar, en aquél departamento solamente una expresión se pudo escuchar.

—¡¿Qué?!

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