¿Sabes quién soy?
Gen cerró los ojos para no ver la aguja que se encajaría en su brazo para la muestra de sangre que tomarían de él. Ante los constantes fracasos en los experimentos de regresión de memoria que Senku le había aplicado, el científico no tuvo más opción que pedirle a Xeno que lo ayudara a sabiendas de que este no estaba tan seguro de lograrlo.
Al llegar al Reino Científico, lo primero que el doctor hizo fue mandar a Stanley a platicar con Gen, pidiéndole al militar que le relatara, con lujo de detalle, cómo fue que le disparó a todos hasta el borde de la muerte con tal de rescatar a Xeno de su “secuestro”; la intención del doctor era comprobar si sometiendo a Gen a recordar un evento traumático como lo fue aquél día en el que presenció cómo sus compañeros fueron heridos de gravedad incluyéndolo a él, podría desencadenar todos los recuerdos que su memoria bloqueó, pero lo único que consiguió fue provocarle un ataque de ansiedad. Por tal motivo Xeno pidió que se le hicieran estudios generales al mentalista para asegurarse de que no hubieran anomalías en su organismo que provocaran la pérdida de memoria, antes de meterse en temas más complejos como los efectos secundarios de la petrificación.
Gen, quien ya se había empezado a encariñar con la gente de Ishigami, se negaba a creer en la historia de Stanley, no por el hecho de que fueron salvados por la petrificación, sino porque le costaba imaginar que en algún punto de su vida vio prácticamente morir a las personas que decían ser amigos suyos, cómo Ryusui o Taiju. Si algo había aprendido era que con la petrificación casi cualquier historia fantástica tendría sentido, pero algo tan serio como la muerte y resurección era algo que aún no podía asimilar.
—No le dijiste la razón por la que fue petrificado, ¿cierto? —preguntó Xeno sin apartar la vista de la computadora que tenía frente a él.
—No necesitaba saberlo.
—Oh, doctor Senku, si quieres que tu preciado mentalista recupere sus recuerdos, no deberías omitirle información.
—Tampoco quería que empezara a recordar con algo tan fuerte.
—Eso explica su reacción cuando habló con Stanley. —Hizo una pequeña pausa, dejando que el “click” del mouse anunciara una nueva selección en el computador—. Deberías decirle.
—¿Crees que eso desencadenaría todo?
—Para serte sincero, lo dudó. —Se acomodó las gafas en el puente de su nariz—. Gen tiene derecho a saber toda la verdad y eso incluye el motivo por el que lo dejaste petrificado por siete años.
—Lo sabrá en su momento.
—¿Y cuándo será eso?
—Cuando él…
—¿Muestre indicios de recordar? —interrumpió volteando a verlo—. Para el tiempo que queda, dudo mucho que pase.
—Por eso te pedí que me ayudaras.
—Y yo te dije claramente que las posibilidades de recobrar su memoria son casi nulas.
—Hay una mínima probabilidad…
—Tienes que ser realista, Senku. Esta vez no tienes todo el tiempo del mundo para el ensayo y error.
—Viste cómo se puso con Stanley, ¿cómo crees que se pondrá cuando sepa que esa fue la forma de evitar que muriera por segunda vez?
—Qué tal si empiezas por contarle lo demás.
—¿De qué hablas? Eso es lo único que no le he dicho.
—A mí me parece que no, de hecho todos en Ishigami sabemos que aún no le haz devuelto su recuerdo más valioso.
—Fue lo primero que se le dijo, él sabe que encontró una familia en Ishigami.
Xeno se retiró las gafas para mantener la vista fija en Senku.
—¿Acaso planeas omitir esa información? —preguntó al tiempo que frunció el entrecejo, obteniendo solo silencio como respuesta—. ¿Por qué?
—Es irrelevante.
—Es la memoria más valiosa de Gen.
—No lo es, de hecho es la que menos importa. No afecta en nada si no lo recuerda.
—¿Te estás escuchando? La razón por la que estabas desesperado por despertarlo y por la que ahora buscar devolverle la memoria es porque…
—Él no necesita saberlo —interrumpió—. Olvidó todo y es lo mejor.
Xeno tomó el vaso que estaba sobre el escritorio para lanzar el agua que tenía sobre la cara de su aprendiz.
—¡¿Por qué hiciste eso?! —reclamó Senku entre una mezcla de sorpresa y enojo.
—Tengo que asegurarme de que en verdad estoy con Senku Ishigami y no con una falsa imitación de él.
—¿Qué?
—El verdadero Senku jamás pasaría por alto ese recuerdo.
—Ya te dije que es lo mejor para él.
—No tiene ningún sentido, Senku.
—Tal vez para ti no, tal vez para nadie en Ishigami lo tenga y no me importa, basta con que yo sepa que eso es lo mejor.
—¿Para Gen o para ti?
La alarma de una de las máquinas del laboratorio les indicó que los análisis de sangre estaban listos para revisar.
—Tenemos trabajo por hacer —respondió para darse la media vuelta, dando por finalizada su conversación con Xeno para prestarle atención a las muestras de sangre.
Decir que Gen tenía miedo de Stanley se quedaba corto, siempre buscaba la forma de evadirlo ya que su sola presencia lo ponía nervioso; aunque Kohaku le había explicado que hicieron las pases con ellos, Gen aún no podía tratar con Stanley, no sabiendo que él fue el responsable de dejar a sus amigos y a él mismo al borde de la muerte.
—Quiero que se vaya —le pidió a Senku mientras revisaban sus signos vitales.
—Mientras Xeno siga aquí, no podrá irse.
—¿Por qué? ¿Es su guardaespaldas?
—Algo así. —Le colocó el termómetro en la boca—. No es tan malo como parece.
—Pero él…
—No hables o modificarás la temperatura —reprendió al mentalista—. Dejando de lado lo que nos hizo esa vez, es una buena persona, más cuando está con Xeno. Te llevarás bien con él, solo date la oportunidad de volverlo a conocer.
—No sé si quiero ser amigo de alguien como él —respondió una vez que le retiraron el termómetro.
—Supongo que nadie puede obligarte a que lo seas.
—No, pero… ¿confías en él?
—Puse mi vida en sus manos cuando fuimos al espacio, puede decirse que sí.
—En ese caso, pídeme que sea su amigo.
—¿Por qué?
—Si me lo pide tú, puedo ir hasta el fin del mundo y si dices que es buena idea hacerme amigo de Stanley, entonces…
—No deberías dejar tus decisiones en mí, eres demasiado inteligente para analizar las situaciones y sobre todo a las personas, te dedicabas a ello.
—Sí, pero antes de perder la memoria, mis decisiones giraban entorno a ti, ¿no es así? Creo que puedo volver a hacerlo iniciando por Stanley, después de todo, confío en ti y tu sinceridad.
—¿Y si no fuese… tan sincero como parece?
Gen se sorprendió ante la pregunta.
—En este tiempo que llevo volviendo a conocerte, me has parecido la persona más sincera del mundo, aunque sueles manipular a los demás cuando quieres conseguir algo, o al menos eso es lo que varios me han dicho —comentó, haciendo que Senku esbozara una media sonrisa—. No creo que seas de las personas que mientan sin una buena razón.
Senku permaneció en silencio observando el bolígrafo que sostenía en su mano.
—Gen, yo…
—¿Listo para iniciar con el tratamiento? —preguntó Xeno al entrar a la habitación donde los dos jóvenes se encontraban.
—Estoy asustado —admitió Gen con sinceridad—, pero sí, haré lo que sea con tal de volver a recordar.
—Y nosotros haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarte. —Fijó la vista en Senku—. ¿Terminaste con la revisión de rutina?
—Sí, ya está todo listo.
—Entonces iniciemos.
Los dos científicos se dieron la media vuelta para dirigirse a la puerta de la habitación.
—Senku, espera —llamó Gen, colocando una mano sobre el hombro del científico para que lo volteara a ver—. ¿Qué es lo que me ibas a decir?
—Nada importante —respondió para salir de la habitación.
Senku se dirigió a su sitio junto a Xeno para llevar a cabo el primer experimento de regresión.
—No te prometo nada, Senku —dijo en voz baja para que solo el mencionado lo pudiera escuchar.
—No me lo tienes que recordar.
Xeno esbozó una sonrisa para acercarse al micrófono que tenía enfrente.
—Expediente L.O.S.S. 2.0: Caso Asagiri —mencionó el doctor con voz clara para que se escuchara bien en la bitácora audiovisual—. Daremos comienzo al primer tratamiento de observación.
Cómo si fuese un león enjaulado Gen caminaba de lado a lado en espera de los resultados del último tratamiento al que lo sometieron. En el fondo sabía la respuesta, pero ese día no quería quedarse en la obviedad, quería aferrarse a una última esperanza para no dejarse caer en manos de la locura durante aquella espera que para él se hacía eterna. Sentado en el sofá se encontraba Stanley quien decidió hacerle compañía al impaciente mentalista para vigilar que no hiciera alguna estupidez, aunque estaba igual de nervioso que él.
En el tiempo que los dos científicos estuvieron trabajando juntos, Gen intentó convivir con Stanley cómo Senku le había dicho y aunque al principio le costó hacerlo, terminó por darle una oportunidad al militar para conocerlo, entablando una extraña pero confiable amistad con él; aunque Gen aún no lo perdonaba por sus acciones homicidas, decidió pasar por alto que en algún momento Stanley trató de matarlo para continuar con esa amistad.
—¿Por qué tardan tanto?
—Lleva tiempo, Gen, ya deberías saberlo.
—Están tardando más de lo normal. No sé si es bueno o si es una mala señal. —Tomó asiento a lado de Stanley—. ¿Tú qué crees?
—Que deberías calmarte —respondió, dándole un golpe en la cabeza con uno de los cojines del sillón.
Unos minutos más tarde —que para Gen fueron siglos—, Senku y Xeno entraron a la habitación, este último sosteniendo una carpeta con varios papeles en sus manos. Gen se levantó del sofá con una enorme sonrisa que poco a poco se fue desvaneciendo al ver la expresión seria de Xeno, cuestión que también alertó a Stanley y lo orilló a sentar a Gen nuevamente en el sofá.
—Aquí están los resultados y al final hay una comparación de todos los tratamientos a los que te has sometido, incluyendo los que solo hizo Senku —comentó el mayor de los científicos al entregarle la carpeta a Gen.
El mentalista revisó con cuidado cada una de las hojas que se encontraban en el expediente para luego mirar a Xeno nuevamente en busca de una señal que le diga que lo que había leído en la carpeta era mentira, pero el doctor no hizo más que negar con la cabeza. Esa esperanza a la que Gen se estaba aferrando fue tan efímera que su mente le reprendió por hacerse falsas ilusiones cuando él sabía mejor que nadie el resultado de las pruebas ya que en ningún momento presentó indicios de recordar; se sintió frustrado, enojado y decepcionado de sí mismo por no haber conseguido nada en esos siete meses que trabajaron hasta el cansancio.
—Senku… —llamó en un intento desesperado de despertar de esa pesadilla, pero fue en vano ya que el científico permaneció en silencio incapaz de dirigirle la mirada.
Con los ojos al borde de las lágrimas Gen se levantó del sofá aventando el expediente al piso para salir corriendo de la habitación, siendo seguido por Stanley antes de que el mismo Xeno se lo pidiera.
—Te dije que las probabilidades eran casi nulas desde el inicio y también se lo hice ver a él.
—Tiene que haber una forma.
—Ya agotamos todos los recursos, Senku, incluso hicimos más. —Se dio la media vuelta y caminó hacia la puerta, pasando de largo a su aprendiz—. ¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó al tomar la perilla.
—No hay mucho que pueda hacer en dos meses.
—Sinceramente yo me rendiría, pero por desgracia, o tal vez por fortuna, tú no eres yo.
Xeno salió de la habitación dejando a Senku a solas con sus pensamientos. Habían transcurrido diez de los doce meses que tenía para devolverle a Gen la memoria y no había tenido éxito alguno, había fallado y fue muy sincero al decir que no podía lograrlo en el poco tiempo que le quedaba.
—Lo siento, Gen —susurró al ver por última vez el expediente que yacía en el piso antes de salir de la habitación.