Érase una vez
★ Fandom: Dr Stone.
★ Ship: StanXeno (Stanley Snyder & Xeno Houston).
★ Tipo de escrito: One-shot.
★ Extensión: 1075 palabras.
—Practicar con dardos no te servirá de nada.
—Tengo que apuntar al centro, así que es lo mismo.
—Hablo en serio, Stanley —reprendió el científico alzando un poco la voz con la intención de que el militar se diera la media vuelta para verlo, pero Stanley prefirió seguir de espaldas a él—. Aún sigues molesto, ¿cierto?
—¿Por qué lo estaría? —preguntó al tiempo que lanzaba otro dardo al tablero, atinando en el centro.
—Yo fui quien te metió en este lío.
—Cómo si no estuviese acostumbrado a que lo hagas. —Lanzó el último dardo que le quedaba en la mano y al ver que nuevamente había dado en el centro, se dio la media vuelta para encarar a Xeno—. Estoy molesto, pero no es contigo, sino con Asagiri.
—¿El mentalista?
—Consiguió manipularte para que aceptaras formar parte de esta competencia y por más que insistimos, se negó completamente a decirnos cómo fue que lo consiguió.
—¿Estás enojado porque caí en su trampa?
—No. —Se acercó lentamente a Xeno para colocar una de sus manos sobre la mejilla ajena, consiguiendo estremecer al mayor—. Estoy así porque, a comparación de Asagiri, yo no he podido manipularte a mi antojo.
—Eso es una tontería, Stanley.
—Por supuesto que no. Tú me has tenido a tu servicio todo este tiempo, te he cumplido cada capricho que me has pedido y entrenar para esa estúpida competencia de arquería es la prueba de ello; pero yo no he podido tenerte a mis pies como yo lo estoy contigo y es detestable que un mentalista lo haya logrado antes que yo.
—Hay una diferencia entre Asagiri y tú —dijo mientras retiraba la mano de Stanley de su mejilla para poder acercarse al rostro del militar—: no necesitas manipularme, soy capaz de hacer lo que sea que me pidas.
—¿Hasta matar?
—Lo hiciste por mí aquella vez que Senku me secuestró, es un hecho que igual puedo hacerlo por ti.
Stanley esbozó una sonrisa antes de tomar a Xeno del mentón.
—Tus manos no fueron hechas para que las manches de sangre como las mías —susurró cerca de los labios ajenos para alejarse de Xeno, caminando en dirección a la puerta de aquella sala—. Necesito un arco con flechas.
—¿Ahora sí piensas practicar en serio? —dijo permaneciendo de espaldas mientras trataba de regular su respiración por la sensación que Stanley provocó en él.
—Ya te dije que los dardos no son diferentes. Tengo la puntería, pero aún necesito revisar la colocación de mi brazo.
—Suika los tiene, está ayudando a Chrome —respondió dándose la vuelta para encararlo—, quizá también pueda ayudarte.
—Para eso te tengo a ti.
Dos días restaban para que la competencia de arquería organizada por Gen Asagiri se llevara a cabo de Ishigami. Gen se había aprovechado de la discusión entre Ryusui y Chrome que había surgido a raíz del comentario de quién de los dos moriría primero en la Edad Media, organizando una competencia que sería evaluada por Ukyo quien era el mejor arquero del nuevo mundo; entre el calor de ambos contendientes, Gen comenzó a provocar tanto a Senku como a Xeno para que igual compitieran ya que, en sus palabras, ver a los mejores científicos de la Era de Piedra utilizar un arma como el arco era algo digno de ver.
Senku se negó a participar, conocía bien las estrategias de Gen por lo que le era imposible caer en una de sus trampas, pero Xeno fue cegado de tal forma que Stanley tuvo que intervenir proponiendo competir él en su lugar ya que Xeno no sabía cómo sostener una flecha, además de que el mismo Ryusui había puesto una gran cantidad de dragons para el ganador y al militar le interesaba tener más ingresos en cuenta bancaria.
—¿Aún recuerdas cómo usarlo? —preguntó Xeno, lanzando y atrapando la manzana que Stanley le pidió sostener para inspeccionar cuidadosamente su arco.
—Solo han pasado miles de años —respondió con ironía para tomar una de las flechas y colocarse en el lugar indicado para tirar.
Respiró profundamente para llevar el arco frente a él, tensando la cuerda del mismo con la flecha que posicionaba rozándole su mejilla. Tenía la mirada fija en el centro amarillo de la diana, poniendo toda su concentración en la distancia que calculaba para su tiro, solía practicar arquería cuando era joven, antes de la primera petrificación, por lo que después de tantos años quería darse el lujo de tardar el tiempo necesario en preparar su tiro.
Como si fuese una cámara lenta, los ojos de Xeno capturaron paso a paso como Stanley soltaba la flecha del arco en un lanzamiento que consiguió llegar a la franja roja de la diana.
—Eres una vergüenza, Snyder.
—¿En serio? —preguntó al tiempo que lanzó una segunda flecha sin perseguirla con la mirada.
Fue un movimiento tan rápido que a Xeno no le dio tiempo de reaccionar, tan solo permaneció de pie observando atónito como esa segunda flecha sí había dado en el centro.
—Fallaste el primer tiro a propósito.
—Puede ser. —Le quitó a Xeno la manzana que tenía en sus manos y al darle una mordida, el científico dejó salir una pequeña risa—. ¿Qué ocurre?
—Nada, tan solo me recuerdas a un personaje.
—¿Hawkeye?
—Mérida.
Stanley detuvo en seco su intención de morder nuevamente su manzana, fijando la vista en Xeno cuya expresión le confirmó que no había escuchado mal.
—¿Qué te hace pensar que me parezco a ella, Houston? Ni siquiera tengo esa gran melena roja.
—Yo sé que no, pero en actitud son similares, además que ambos saben usar bien el arco.
—Tonterías, Xeno —exclamó para morder por fin su manzana—. Mérida no tiene un instinto asesino, Hawkeye sí.
—Ese es Ronin.
—Distinto nombre, misma persona. Ambos matamos gente y sabemos usar el arco.
—Para mí sigues siendo la princesa medieval, de hecho solo te falta un caballo para lucirte en la competencia.
—No lo digas en voz alta que Asagiri puede escucharte y modificar la competencia.
—Sería divertido de ver.
—Eso jamás pasará. —Le lanzó su manzana a medio comer para que guardara, dándose la media vuelta para tomar otra flecha.
—Es un nuevo capricho —dijo alzando una de sus cejas.
Stanley sonrió para posicionar su arco y la flecha, preparando un nuevo tiro.
—De acuerdo, Xeno, hasta que por fin consiga manipularte —lanzó su flecha, atinándole al centro de la diana—, tú y yo debemos empezar a poner a límites en esta relación.