Luz de día

Sus pequeñas manos tomaron el cuchillo que le extendieron, era la primera vez que veía un arma de ese estilo por lo que no pudo evitar que sus ojos emitieran un ligero brillo ante la curiosidad de observar detenidamente cada parte del mismo.

—El mínimo roce del filo puede provocar un gran daño —mencionó el hombre que se encontraba de pie frente a él—. Debes aprender a sujetarlo de la forma correcta para no lastimarte y al mismo tiempo aprender cómo utilizarlo para conseguir lo que quieres.

—¿Lo qué yo quiero?

El hombre sonrió ante la pregunta del niño.

—Un mocoso sin emociones al borde de la muerte como tú no sería capaz de sobrevivir en un lugar como este, de ti depende si quieres salir de este basurero o si quieres acabar como ella —dijo señalando a la cama de la habitación donde yacía el cuerpo sin vida de la mamá del niño—. Puedo enseñarte a defenderte con ese cuchillo para que puedas valerte por ti mismo, pero eso solo dependerá de ti y la fuerza que seas capaz de adquirir.

El niño fijó la vista en el cadáver de su madre por última vez antes de salir de la habitación junto al mayor, aferrándose con más fuerza al mango del cuchillo.

—¿Cuál es su nombre, señor?

—No es necesario que lo sepas, así como tampoco necesito saber el tuyo.

—¿Cómo debo llamarlo entonces?

El hombre sacó del bolsillo de su pantalón una cajetilla de cigarros y un encendedor, tomándose el tiempo para encender uno e inhalar la nicotina de su interior antes de responderle al menor.

—“Destripador”.

Un disparo al aire fue lo que todos habían escuchado, una nueva persona había llegado para interrumpir la pelea entre Caven y Hange, revelando su identidad al instante, ocasionando que la misma Hange dudara entre jalar el gatillo de su arma o no. El objetivo que tanto buscaban por fin había salido de su escondite, pero también había traído consigo a más aliados armados, deteniendo las intenciones de Reiner, Bertholdt y Pieck de disparar ya que podrían poner en peligro la vida de Hange; lo que nadie se esperaba era que la ex sicaria terminaría usando su última bala con ella misma, disparándose en el estómago.

—Kenny se rió, fue la risa más tenebrosa que jamás haya escuchado —comentó Pieck quien aún se encontraba pálida por la escena que presenció—. Caven arrastró a Hange hasta la camioneta que Kenny había llevado, todos se fueron en un abrir y cerrar de ojos con esos aparatos que tenían en la cintura.

—Es nuestra culpa —intervino Reiner—, teníamos línea de fuego, debíamos protegerla.

—Sabíamos que Kenny estaría ahí, pero cuando realmente lo vimos, nos paralizamos. —Bertholdt alzó la vista hacia Erwin—. Se llevaron a Hange por nuestra incompetencia.

—Ustedes no hicieron nada —mencionó Levi quien permanecía de espaldas a los demás observando el rastro de sangre del piso—, en realidad hicieron bien en no actuar, Hange estaría muerta si alguno de ustedes hubiese disparado.

—Pero ella…

—Se disparó a sí misma con un propósito, Finger —interrumpió a la joven—. ¿De verdad creen que esa rata de laboratorio se suicidaría de una forma tan patética? —Se dio la media vuelta para encararlos—. El disparo fue su boleto de entrada al escondite.

—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó Mike sin poder ocultar su sorpresa ante aquella suposición.

—Kenny no iba a dejar que ella muriera, no de esa forma. —Fijó la vista en los tres jóvenes—. Llévense a los mocosos de aquí —le dijo a Erwin—, tuvieron suficiente por hoy.

Con un asentimiento de cabeza el comandante le indicó a un par de agentes que escoltaran a Reiner, Bertholdt y Pieck para llevarlos a un lugar seguro junto a sus otros tres compañeros que los esperaban. Una vez que los jóvenes se subieron a la camioneta federal, Erwin respiró profundamente para mirar con seriedad a Levi.

—¿Qué es lo que Hange y tú no nos dijeron?

—La forma real de cómo nos íbamos a infiltrar.

—¿Forma real?

—La única manera de llegar a Kenny era que uno de nosotros se ofreciera como carnada para que él lo matara.

—¿Por qué lo haría? —preguntó Mike manteniendo el ceño fruncido.

—Porque Hange y yo intentamos asesinarlo una vez.

• • •

El humo de un cigarro encendido inundó sus fosas nasales obligándola a despertar, lentamente abrió los ojos haciendo el mayor esfuerzo por comprender los recuerdos borrosos que su cerebro le mandaba, observando detenidamente el lugar donde se encontraba. Quizo tocar su cabeza, pero al intentar mover si brazo se percató de que se encontraba atada a los bordes de la camilla donde yacía recostada, cayendo en cuenta del sonido de los monitores que registraban los latidos de su corazón y del catéter en su brazo izquierdo que le suministraba un poco de suero.

—Hasta que te dignas a despertar.

La voz de Caven devolvió a Hange a la realidad, recobrando la consciencia de lo que había ocurrido.

—Debí morir.

—Por primera vez estoy de acuerdo contigo, así serías recordada como la asesina con la muerte más estúpida de la historia.

—¿Y por qué no dejaste que eso suceda? Creí que me querías muerta.

—Quiero ser yo quien te asesine, además, Kenny te quiere con vida por ahora.

—Y tú te controlas como la asquerosa mascota que eres.

Caven se acercó a la castaña y apagó su cigarrillo en la mano de la mujer provocándole una quemadura.

—Puedes ofenderme todo lo que quieras, pero al final de día te estaré torturando día y noche hasta que Kenny me pida matarte. Esa herida en tu estómago puede abrirse de nuevo y me dará mucho gusto afligirte ese dolor.

—Una sed de sangre como la tuya siendo reprimida por un hombre que no lo vale, te creí más lista, Caven.

—No lo entiendes, Kenny encabeza la pirámide, cualquier sacrificio por él lo vale.

—¿Y si no te recompensa como esperas?

—Ya lo hace. —Se alejó de la camilla para tomar asiento sobre el sofá cercano a la puerta de la habitación—. ¿En dónde está tu compañero?

—Sabes bien que trabajo sola.

—No lo hiciste aquella vez. —Cruzó las piernas al tiempo que encendía un nuevo cigarro—. Aún no se nos olvida que el idiota de Killer y tú planearon una emboscada.

—¿De eso se trata? ¿Kenny quiere vengarse de nosotros?

—Quiere darle una lección a los niveles inferiores —respondió al tiempo que dejaba salir de su boca el humo que había inhalado—. Por culpa de ustedes dos varios engendros creyeron que podrían acabar con el más grande asesino de la historia, más de uno intentó acercarse a Kenny y fracasó en el intento.

—Todos querían acabar con él desde el principio, si no éramos nosotros, alguien más hubiese iniciado con la cacería.

—Puede ser, pero que dos asquerosas ratas de alcantarilla como ustedes hayan logrado hacerle un solo rasguño al Destripador, es algo que no podemos pasar por alto.

—Ustedes nos causaron más daño a nosotros.

—Era preferible matarlos a que nosotros muriéramos, pero su emboscada captó la atención de los federales, nos pusieron en riesgo a todos y creímos que lo mejor era dejarlos desangrarse para que los capturaran.

—Les salió mal su plan, el enano y yo logramos escapar.

—¿En serio? —Llevó su cigarro a la boca para inhalar un poco más de nicotina—. Kenny no está convencido de ello, la policía dejó de hablar de ustedes de forma misteriosa, jamás se supo su paradero y sus nombres desaparecieron de toda clase de investigación. —Apagó la colilla de su cigarro en el cenicero que se encontraba en el mueble a un lado del sofá—. Se aliaron con ellos, ¿cierto?

—Estás sacando conjeturas estúpidas.

—No nos hagamos tontas, Moonlight. ¿Qué es lo que los federales les ofrecieron para no ir a prisión? ¿Protección absoluta a cambio de información?

—Killer y yo nos escondimos en un basurero hasta que nuestras heridas cerraron, después cada uno siguió su propio camino. No hubo una alianza con los federales, si Killer llegó a hacerlo, fue su problema, yo en cambio intenté alejarme del radar porque no soy tan tonta como para dejarme atrapar por esos idiotas.

—Esa excusa no me convence, maldita escoria.

—Me importa un carajo si me crees o no, perra.

—Increíble, ustedes dos no pueden verse sin insultarse —comentó Kenny al entrar a la habitación, esbozando una sonrisa de oreja a oreja que Hange podía describir como espeluznante—. Preciosa, no deberías tratar así a nuestra invitada —le dijo a Caven tomándola del mentón para alzar su mirada hacia él.

—No la soporto.

—Lo sé, pero tendrás que ser paciente. —Se alejó de la mujer para acercarse a la camilla—. Mi querida Moonlight, cuánto tiempo sin verte.

—Mejor ya mátame de una vez.

Kenny dejó salir una carcajada que resonó en toda la habitación.

—Eso no pasará, al menos no ahora. Te necesito con vida para que el idiota de Killer venga por ti.

—¿Qué te hace pensar que lo hará? No soy nadie en su vida para que intente salvarme.

—Yo no estaría tan seguro, los dos estuvieron juntos en estos ocho años, ya debe considerarte una compañera.

—No tienen prueba de ello.

—Tal vez no —intervino Caven levantándose del sofá—, pero es un hecho que intentará rescatarte.

—Es solo una teoría.

—Puede que tengas razón —comentó Kenny para acariciar la mejilla izquierda de Hange—, pero el final siempre será el mismo. —La tomó del cabello, tirándolo hacia adelante para obligarla a acercar su rostro hacia él—. Enterraré mi cuchillo en las entrañas de ambos, pequeña rata, y la sangre que derramen servirá de lección a todos para que entiendan que jamás deben meterse con el Destripador.

—Te irás al infierno, Kenny.

—Oh, Moonlight, tú y yo ya estamos ahí.

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