¿Sabes quién soy?
El caer del agua con fuerza de la gran cascada que rodeaba la cueva-refugio era el único sonido que podía escucharse adentro del húmedo lugar. Ninguno de los dos hombres pronunció palabra alguna por un par de minutos que parecieron una eternidad; ante la expresión confundida de Gen, Senku no hizo más que llevar una mano hacia su nuca pensando en lo que había escuchado por parte del mayor, cerrando los ojos para rendirse ante la risa sarcástica que no pudo seguir reteniendo dentro de sí.
—¿Qué es tan gracioso?
—Todo esto —respondió Senku para fijar la vista en Gen—. Debí suponerlo, eres un mentalista que va más allá de mis expectativas. Por un momento me dejé engañar.
—No entiendo, ¿qué es lo que hice o dije para engañarte?
—¿De verdad lo preguntas? —Alzó una de sus cejas al tiempo que se cruzaba de brazos—. Esto me recuerda a la vez que quisimos engañar a Tsukasa utilizando disfraces de ancianos, fingiendo que lo despertamos muchos años después.
—¿Tsukasa? —preguntó sorprendido—. ¿Tsukasa Shishio?
—¿Acaso conoces a otro Tsukasa que hayamos congelado en el reino científico?
—¿Qué es el reino científico?
—Vamos Gen, ya termina con esto, tu truco no funcionó.
—No sé de qué hablas, ni siquiera sé quién eres, no me dijiste tu nombre, además —se puso de pie—, ¿por qué llevo puesto una ropa tan rústica como esta? —dijo observando su vestimenta—. Mis diseñadores jamás hicieron algo como esto para la televisión.
—Obviamente no, la primera pieza interior y la túnica que usaste te la dio Tsukasa, esta que llevas puesta fue confeccionada por Yuzuriha con todos los detalles que le pediste antes de dormir, incluso ahí —señaló al costado de Gen— ella te dejó la nueva túnica para que te la puedes.
—¿Quién demonios es Yuzuriha?
—¿Puedes dejar de fingir que no conoces a nadie? Esto dejó de ser divertido hace mucho.
—Claro que no es divertido, no tengo la menor idea de dónde estoy ni de qué está pasando. Necesito que venga mi agente de inmediato.
—¿Agente? ¿Te vas a comportar nuevamente como una patética celebridad egocéntrica?
—No voy a permitir que me ofendas de esa manera —dijo con seriedad—. Voy a preguntarlo por última vez y espero que ahora sí me respondas: ¿quién eres?
Senku frunció el entrecejo y permaneció mirando a Gen fijamente, tratando de encontrar en él una abertura que le explicara el motivo de su comportamiento. El mentalista solía jugar con él en varias ocasiones para comprobar si podía engañar al más grande científico de la nueva era de piedra, siendo todos sus intentos un total fracaso ya que Senku no caía en ninguno de sus trucos por muy elaborados que estuvieran; sin embargo, en esa ocasión el científico realmente estaba dudando, conocía muy bien a Gen para saber que algo no estaba bien y aunque podría estar usando uno de sus trucos mentales de siempre, algo le decía que no era así.
—¿Tú quién eres?
—Yo pregunte primero.
—Lo sé, pero necesito asegurarme de que he estado hablando con la persona correcta.
Ante la respuesta de Senku, Gen rodó los ojos para adoptar una postura digna de una escultura, buscando resaltar su icónico rostro.
—Gen Asagiri, el mejor mentalista de Japón y reconocido internacionalmente. Conduzco mi propio programa en dónde invito a varias celebridades para hacerles un par de trucos mentales y recientemente publiqué un libro que está siendo un éxito en ventas.
Senku retrocedió un par de pasos, atónito por la manera en la qu Gen se había descrito.
—Dime que estás bromeando.
—Ya es algo cansado escuchar tus constantes negaciones hacia mi persona. ¿Qué es lo que te cuesta creer?, ¿que soy una super extrella o que una celebridad de mi nivel esté frente a ti?
—Gen...
—Maestro Asagiri —corrigió—, después de todo soy un maestro en las artes místicas.
—Sí, eres experto en manipular a la gente.
—Te pido que me trates con más respeto. —Se cruzó de brazos—. ¿Ya me dirás quién eres?
—Senku Ishigami —respondió después de algunos segundos en los que permaneció observando a Gen.
—¿Y qué se supone que eres o haces, joven Ishigami? Más importante aún —pasó la vista por todo el lugar—, ¿me trajiste a una cueva?
Tomándolo por sorpresa Senku se abalanzó sobre Gen, tomándolo de los hombros para sacudirlo un poco.
—¿Es qué año estamos?
—¿Disculpa?
—Solo responde, por favor.
—Dos mil diecinueve —respondió frunciendo el entrecejo ante la actitud confusa del otro.
Cerrando los ojos brevemente para respirar con profundidad, Senku ejerció un poco de presión sobre los hombros de Gen para obligarlo a tomar asiento nuevamente entre las mantas que lo protegieron de la frialdad durante varios años. Sin decir palabra alguna, el científico sacó, del pequeño bolso que colgaba de su cinturón, una cápsula que albergaba a su amiga medusa que lo ayudó a restaurar la humanidad.
—Quiero que lo petrifiques —pidió a la medusa en voz baja.
—Da la orden y lo haré.
—¿De dónde salió esa voz? —preguntó Gen, buscando por todos lados al responsable de haber dicho esas palabras robotizadas.
—Mira a la cápsula —dijo al mentalista para tomar aire—. One meter, five seconds.
De aquella cápsula emergió una luz verde esmeralda que apuntó hacia Gen, convirtiéndolo poco a poco en una estatua de piedra. Tras un último vistazo Senku salió de la cueva para ir a la aldea en busca de Ryusui quien había comentado tener una última reserva de agua milagrosa.
Ver a Senku bajar de aquella colina sin la compañía de Gen desconcertó a todos ya que sabían que el científico había ido a despertarlo de su larga siesta; bastó con decir que la misión había fallado para que los generales y Kohaku fueran junto al científico al refugio para ver con sus propios ojos el estado en el que se encontraba el mentalista, negándose a creer que había surgido un nuevo Gen.
—¿Despertarlo de nuevo funcionará? —preguntó Ukyo al tiempo que Senku retiraba el corcho de la botella con la solución.
—Durante la restauración tuvimos un caso similar —respondió Kohaku—, pero las cosas se complicaron. Es posible que esté ocurriendo aquí.
—No, Gen está ahí, lo sé.
—¿Y si te equivocas? —intervino Tsukasa, sujetando la muñeca de Senku para evitar que dejara caer el agua milagrosa sobre Gen—. Dijiste que su memoria estaba justo antes de la petrificación, ¿qué te asegura que sus recuerdos volverán al despertarlo de nuevo?
—Kohaku —llamó Chrome—, ¿cómo resolvieron el caso que tuvieron en el extranjero?
La mujer bajó la mirada, permaneciendo en silencio ante los recuerdos que llegaron a su mente de aquel caso.
—Entonces no pudieron hacer nada —comentó Ryusui para cruzar los brazos—. Si ese es el caso, tampoco podrán hacer algo con Gen.
—Te equivocas —replicó Senku al liberarse del agarre de Tsukasa—. Le prometí al mentalista que lo traería de vuelta cuando la humanidad fuera restaurada y eso es justo lo que haré. —Fijó la vista en la botella de solución que tenía en sus manos—. Gen está ahí y si con esto no vuelve, haré todo lo posible para hacer que regrese.
El silencio en la cueva fue un indicador para Senku de que sus amigos estaban de acuerdo con su decisión y se encontraban dispuestos a ayudar a traer de regreso a Gen. Sabiendo esto, el científico respiró profundamente para vertir el agua milagrosa sobre la estatua de Gen, escuchando su crujir al partirse cual cascarón dejando salir a su polluelo.
Los seis jóvenes observaron atentos al mentalista quien nuevamente había sido liberado de su prisión de piedra, esperando que esta vez sí los reconociera, pero fue Senku el primero en darse cuenta de que el Gen egocéntrico había vuelto a surgir.
—¿Me quieres explicar qué demonios fue eso? —preguntó el hombre escandalizado al ponerse de pie sin apartar la vista de Senku—. Ese extraño artefacto que tenías comenzó a brillar y de repente me encontraba en un lugar frío y oscuro, y ahora que despierto estás aquí con... ¿Tsukasa Shishio? —exclamó sin poder ocultar su sorpresa al ver al joven.
—¿Me conoces?
—Por supuesto, eres el primate más fuerte de la humanidad, incluso te invité a mi programa. —Frunció el entrecejo—. Te invité a mi programa... estábamos a mitad de una dinámica cuando una luz... —fijó su vista en Senku— una luz verde...
—Cubrió toda la tierra, convirtiendo a la humanidad en piedra.
El semblante de Gen palideció al escuchar las palabras del científico, buscó desesperado en la mirada de Tsukasa, y en el de las personas desconocidas que estaban en la cueva, alguna señal que le indicara que todo era mentira, que se trataba de una broma de mal gusto por parte de los productores de su programa de televisión, pero fue en vano ya que todo indicaba que las palabras de Senku eran ciertas.
—¿Qué es lo que está pasando? —Cubrió su boca con una mano, cerrando los ojos ante la sensación nauseabunda que lo había invadido y obligado a tomar asiento entre las mantas.
—Gen —llamó Senku al ponerse sobre sus cuclillas para estar a la misma altura del mencionado—, ¿me conoces?
—Eres Senku Ishigami.
El científico fijó los ojos en los de Gen en un intento desesperado por saber si el mentalista al que le hizo una promesa antes de dejar la aldea aún seguía ahí.
—¿Sabes quién soy?
—No —respondió bajando la mirada al entender la pregunta del contrario.
Senku se reincorporó irguiéndose nuevamente para darse la media vuelta y caminar en dirección a la salida.
—Quédense con él —pidió sin dirigirle la mirada a ninguno de sus amigos.
Salió de la cueva y al llegar a la colina que conectaba a la cascada con el refugio, sacó del bolsillo inferior de su ropa un teléfono celular pequeño que había construido con ayuda de varios ingenieros que se unieron a la restauración.
—No esperaba recibir tan pronto tu llamada, doctor Senku —comentó Xeno desde la otra línea—. ¿Tienes una nueva duda científica? ¿O acaso la aldea por fin se va a doblegar ante mi grandeza?
—Ishigami jamás tendrá una dictadura, mucho menos la tuya —respondió sacándole una carcajada a su mentor—. ¿Estás ocupado? Tengo una consulta.
—Lo que necesites, dime.
—Es sobre el expediente L.O.S.S.
Un breve silencio se hizo presente en la llamada.
—¿Asagiri?
—Me temo que sí.
—¿Hasta dónde llegan sus recuerdos?
—Antes de la primera petrificación. Volví a dormirlo, pero no funcionó.
—En nuestro caso especial tampoco tuvimos resultados con una nueva petrificación.
—Tenía que intentarlo, nunca se debe pasar por alto una posibilidad.
—¿Entonces pretendes llevar a cabo todos los métodos fallidos? Por algo no funcionaron.
—El mentalista puede ser la excepción.
—Lo dudo, el primer método no funcionó.
—Aún quedan opciones.
—¿Y si tu ensayo y error no sale como esperabas? Debes considerar la posibilidad de que Asagiri termine igual que el caso especial.
—Lo sé, pero tengo una corazonada.
—¿Desde cuándo el doctor Senku se deja llevar por presentimientos sin fundamento?
—Después me reprochas todo lo que quieras, por ahora necesito que me ayudes a calcular el tiempo que tengo para ayudar a este idiota a recobrar la memoria.
—El caso de Asagiri es diferente, él despertó de varias petrificaciones mientras que nuestro sujeto de prueba solo lo hizo una vez.
—Pero se puede obtener un cálculo aproximado entre la infinidad de posibilidades que pueden darse a raíz del caso especial.
—Eso es un hecho y tratándose de Asagiri, el tiempo estimado para ayudarlo es de...
—¿Xeno? —llamó ante el repentino silencio del mayor.
—Un año.
—¿Estás seguro?
—Sí, considerando lo que ocurrió en el expediente, Asagiri solo tiene un año para recordar todo, de lo contrario su memoria se perderá.
Senku se frotó la cara con su mano libre para después colocarla sobre su nuca.
—Necesito una copia del expediente.
—Ya mismo te lo envío. ¿Necesitas algo más?
—Por ahora no, trabajaré con los que tenemos del primer caso.
—De acuerdo, mantenme informado de tus avances y fallos.
—Lo haré.
—Buena suerte trayendo de vuelta a Asagiri —dijo antes de finalizar con la llamada.
Senku alejó su teléfono de la oreja y permaneció observando la pantalla por unos segundos hasta que la misma se tornó oscura. El caso L.O.S.S. fue complicado de llevar, aunque todo indicaba la manera en la que terminarían las cosas, tanto Senku cómo Xeno estaban convencidos de que podrían ayudar a que el resultado fuese diferente, pero al final del día esto no fue así.
El caso de Gen era similar y eso atormentaba a Senku, sabía que de ser el mismo caso tendría que recuperar las memorias del mentalista antes del tiempo límite calculado o de lo contrario el Gen Asagiri que todos en el reino científico conocieron jamás volvería a estar.
—¿Por qué me haces esto, Gen? —preguntó en voz baja mientras llevaba su teléfono de regreso a su bolsillo. Con ambas manos se frotó nuevamente la cara para dejar salir un largo suspiro que lo orilló a darse la media vuelta para volver al refugio—. Estúpido mentalista, te traeré de vuelta, quieras o no.

