La luna y el hada
La risa de Irina resonó en las paredes de la pequeña sala de profesores con la que el campus de la clase 3-E contaba, le fue inevitable carcajearse ante el relato de Aguri y su aventura en Tinder, creyendo primero que se trataba de alguna broma hasta que notó el semblante serio de la mayor, ocasionando que se riera con más entusiasmo que antes.
—No es gracioso.
—Claro que lo es —respondió Irina, secando las lágrimas que habían brotado de sus ojos azules—, esta historia debes contarla en todas las fiestas a las que vayamos de ahora en adelante. Eres una profesora muy traviesa.
—¡Fue Kaede! —exclamó al tiempo que un leve sonrojo maquilló sus mejillas—. Al menos no me registró con mi nombre.
—Agradécele a Akabane por ello.
—Lo haré después de reprenderlo junto a Nakamura y Nagisa. Aún me cuesta creer que hayan intervenido en mi vida sentimental.
—Tienen un punto a favor, después de tu historia con Yanagisawa cualquiera creería que has cerrado las puertas a una relación futura. Los niños solo querían ayudar.
—No era la forma de hacerlo, y dejando de lado a Kaede, con ellos solamente tengo una relación profesor-alumno que no debe…
—Sobrepasarse, lo sé y estás en lo cierto, pero estos chicos están en su último año de secundaria y lo único que quieren es graduarse sabiendo que su profesora se encuentra emocionalmente estable. —Se cruzó de brazos mientras recargaba la espalda en el respaldo de su asiento—. Aunque, por otro lado, son unos mocosos entrometidos, así que lo más probable es que solo quieran crear un poco de salseo antes de irse.
—Es mucho más creíble esa razón —afirmó Aguri con una sonrisa al tiempo que la campana de la escuela sonó, indicando el inicio de la primera clase—. El deber llama.
—Suerte.
Aguri se levantó de su asiento para tomar su bolso, siendo sorprendida por el sonido de la puerta de aquella sala al abrirse.
—¿Director Asano? —dijo Irina sin poder ocultar su sorpresa.
—Profesora Jelavić, profesora Yukimura.
—Buenos días —saludaron ambas con la misma expresión confundida.
—Usualmente viene a este campus cuando hay problemas —comentó Irina para fijar rápidamente su vista en Aguri—. ¿Acaso…?
—¿A qué se debe su visita, director? —preguntó la pelinegra, indicándole con la mirada a Irina que no hablara sobre su “aventura pasional”.
—Tranquilas, no vine por un reporte o algo por el estilo, en realidad vine por un asunto protocolar. Profesora Yukimura, ahora mismo debería estar dando clases, ¿me equivoco?
—No, en realidad ya iba de salida.
—No será necesario, a partir de hoy sus horarios de clase serán modificados. El profesor al que estuvo supliendo estas dos semanas por fin se ha integrado al campus.
—Creí que se tomaría una semana más —mencionó la rubia—, ¿los alumnos no corren ningún peligro?
—No, el profesor se realizó una prueba ayer y el resultado indica que ya no tiene el virus, está más que listo para iniciar con sus clases. Ahora mismo el profesor Karasuma lo está presentando con los alumnos, ustedes podrán conocerlo a la hora del descanso.
—¿Significa que puedo enfocarme totalmente en mis clases de ciencia y matemáticas? —preguntó Aguri sin poder ocultar su entusiasmo.
—Así es, su compañero se encargará de las clases de ciencias sociales y literatura —respondió para mirar su reloj de mano—. Debo irme, el campus principal sí tiene un reporte que atender. Espero que puedan trabajar bien con este nuevo integrante, confío en que la clase E estará en buenas manos y profesora Yukimura —llamó fijando la vista en la mencionada— muchas gracias por su apoyo.
Aguri asintió esbozando una pequeña sonrisa para ver al director Asano retirarse de la sala.
—Es una persona agradable cuando está de buenas, ¿no crees?
—Me atrevo a decir que también es atractivo —contestó Irina haciendo reír a su compañera—. Vayamos a conocer a la nueva víctima de los mocosos.
—El director dijo que lo conoceríamos en el descanso.
—Formalmente, pero podemos tener un adelanto si echamos un vistazo desde la ventana del aula. —Le guiñó el ojo derecho esbozando una sonrisa con picardía—. ¿No tienes curiosidad de saber cómo es la persona que estará con nosotras en esta sala?
—Claro que sí, pero no creo que sea correcto espiarlo.
—A veces olvido que eres tan… aburrida —bromeó rodando los ojos—. Un vistazo y ya.
—Ve tú si quieres, yo aún tengo algunos trabajos por calificar.
—Te lo pierdes, Aguri —dijo alejándose del escritorio para abrir la puerta de la sala—. ¿Karasuma? —exclamó sorprendida al verlo de pie frente a ella—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
—El suficiente para saber que no te debo dejar salir.
—Pero si solo iré…
—El acoso al personal es algo serio y ya deberías saberlo. Si no quieres que pase tu reporte y te despidan, regresa a tu asiento y quédate ahí a la espera de que tus clases inicien.
—Te detesto —mencionó para darse la media vuelta y volver a su lugar cuál niña regañada.
๑ ๑ ๑
El sonido de la campana anunciando el final del segundo módulo fue como el canto de los ángeles para los alumnos de la clase E que lo único que querían en ese momento era comer, su nuevo profesor había conseguido que mostraran interés en los temas del día que al final se les abrió el apetito incluso a los estudiantes que no solían comer entre clases.
Saliendo satisfecho con el resultado, el profesor se dirigió a la sala de maestros que el director Asano le indicó en la mañana y donde conoció al profesor Karasuma. Al abrir la puerta corrediza se encontró con los tres profesores del campus sentados frente al largo escritorio que compartían, cada uno dirigiéndole la mirada al escucharlo entrar.
—Bienvenido —habló Karasuma poniéndose de pie, invitando al profesor a acercarse al escritorio al tiempo que las dos maestras igual se levantaban de sus asientos—. Él es el profesor Koro —dijo observando a sus compañeras—, estaremos trabajando juntos durante este curso escolar.
—Un gusto en conocerlo, mi nombre es Irina Jelavić y la mujer de blusas extrañas es Aguri Yukimura —dijo haciendo alusión al estampado del pepinillo con cara que la playera de Aguri tenía—. Bienvenido al campus de la montaña, Koro. —Le extendió la mano.
—Sensei —mencionó correspondiendo al gesto de la rubia—, los alumnos me pusieron Korosensei y quisiera que ustedes igual se dirigieran a mí de esa manera.
—Será muy extraño llamarlo así, por no decir que ridículo.
—Con una vez que me llamen Korosensei me basta —respondió para fijar sus ojos rasgados en Aguri—. ¿Se encuentra bien? —preguntó al verla con el semblante pálido.
La mujer no dijo nada, tan solo se cubrió la boca con una de sus manos antes de salir corriendo de la sala de maestros. Irina tomó el bolso de Aguri y disculpándose con los dos profesores se marchó del aula, dirigiéndose al baño donde estaba segura que su compañera había ido; al entrar encontró a la pelinegra aferrándose con fuerza de uno de los lavabos, manteniendo la mirada fija en el chorro de agua que caía del grifo.
—¿Te encuentras bien? —preguntó, obteniendo cómo respuesta una mirada de pánico por parte de la mayor—. Ya veo que no. —Se acercó a ella, buscando en el bolso de Aguri la botella de agua con la que siempre cargaba. La pelinegra tomó un poco mientras Irina cerraba la llave del lavabo, ocasionando que el silencio se apoderara del baño—. ¿Más tranquila?
—No mucho.
—Pero al menos ya puedes hablar. —Se recargó sobre el lavabo contiguo—. ¿Qué te pasó? ¿Acaso no pudiste con la belleza del nuevo profesor? —bromeó alzando una de sus cejas con picardía.
—Su voz…
—Lo sé, es seductora.
—Shinigami.
—¿Quién?
—Shinigami —repitió mirando a Irina con terror.
La rubia frunció el entrecejo tratando de entender lo que su amiga le decía mientras esta trataba de recobrar la compostura.
—¿El sujeto de Tinder? —Aguri asintió a su pregunta, respirando profundamente—. Eso es imposible.
—Es su voz, la reconocería en cualquier parte.
—Quizá solo es parecida, piénsalo, ¿cuál es la probabilidad de que la persona con la que tu hermana planeó una cita a ciegas, sea tu nuevo compañero de trabajo? No digo que sea imposible, pero…
—Irina, es Shinigami, estoy segura. —Volvió a palidecer—. No puedo hablar frente a él, si lo hago podría reconocerme.
—¿Y qué si lo hace? Los dos fueron víctimas de unos adolescentes y estoy segura de que no hablará de ello, recién entró a Kunugigaoka, no querrá manchar su reputación con una anécdota de ese nivel.
Cuatro alumnas entraron al baño, saludando a sus dos profesoras antes de ingresar a los cubículos, por lo que ambas mujeres decidieron salir del baño para evitar que alguna de ellas escuchara su conversación.
—¿Qué se supone que deba hacer?
—Dejar de sobrepensar, tal vez —respondió Irina devolviéndole su bolso—. Empieza por darle la bienvenida, si él en verdad es quien crees que es, el tema saldrá a la luz entre ustedes, hasta entonces no hables de ello.
—Pero…
—Aquí están —llamó Korosensei captando la atención de las dos mujeres—. Las estuve buscando por todo el campus, me quedé preocupado por cómo salieron de la sala. Profesora Yukimura, ¿se encuentra bien?
La pelinegra asintió evitando el contacto visual con el profesor, a lo que Irina rodó los ojos para soltar un suspiro.
—Debo hablar con Karasuma. Los veo luego —se despidió ignorando la expresión de pánico de Aguri.
Extendiendo una mano hacia adelante Koro invitó a Aguri a salir del edificio para tomar un poco de aire fresco, permaneciendo ambos en silencio, dejando que las voces de sus alumnos jugando en el campo inundaran sus oídos.
—Supe que usted me suplió en estas dos semanas que estuve ausente —dijo Koro después de varios minutos—. Los alumnos me hablaron muy bien de usted y pude ver que hizo un gran trabajo con el plan de estudios.
—Usted lo diseñó —respondió observando el partido de futbol que sus alumnos jugaban—, yo solo seguí su planeación y añadí algunas cosas que creí era importante que los chicos supieran.
—Lo sé y estoy de acuerdo con sus adiciones. Muchas gracias, estoy en deuda con usted.
—Para nada, somos compañeros y estamos para apoyarnos en la enseñanza de estos chicos.
—Aún así, considero prudente devolverle el favor cuando usted lo requiera.
—Lo tendré en cuenta —dijo con una pequeña sonrisa—. ¿Se encuentra bien? Me refiero a si el virus le dejó alguna secuela.
—Aún no puedo percibir bien los sabores y algunos olores, además de que estoy teniendo una pérdida de cabello considerable —dijo tomando el mechón que colgaba cerca de su ojo izquierdo—. El doctor me dijo que es normal, con el paso de los días las secuelas irán desapareciendo.
—Sabores… ¡Profesor! —exclamó en voz alta, ocasionando que el pelinegro se sobresaltara—. Estoy interfiriendo con su hora del almuerzo. Debe ir a comer algo antes de que la campana suene y tenga que iniciar su siguiente clase.
—Descuide, soy profesor exclusivo de la clase E y mi siguiente módulo es el último del día, así que tengo suficiente tiempo para almorzar. Sin embargo, si no recuerdo mal el horario de clase, usted es la siguiente en ir con los alumnos, ¿no debería ser usted quien deba ir por comida?
—La profesora Irina y yo comimos antes de que iniciara el descanso, no se preocupe por ello, profesor.
—Por favor, llámeme Korosensei.
—¿De verdad le gusta ese pseudónimo? —preguntó Aguri con curiosidad.
—Mis alumnos me lo pusieron, así que la respuesta es sí, para mí es especial.
๑ ๑ ๑
Los primeros meses del ciclo escolar transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos para sorpresa de la clase aislada, con la llegada de Korosensei la dinámica de las clases fue mucho más sencilla para los alumnos debido a sus tácticas de enseñanza que ninguno de sus tres colegas pudo decifrar en ese tiempo gracias a que se mantuvo en secreto entre el profesor y los adolescentes.
Para sorpresa de todos, Aguri y Korosensei se volvieron compañeros cercanos de trabajo, constantemente se les podía ver juntos en la sala de maestros o caminando entre los pasillos del campus entablando una plática extensa; ambos se justificaban diciendo que únicamente compartían aspectos escolares debido a que Aguri cubrió a Koro mientras este permaneció enfermo a principios del primer trimestre, pero para Irina, Karasuma y todos los alumnos de la clase era más que obvio que los dos profesores tenían una gran química juntos, apostando por un vínculo futuro más allá de una simple amistad.
—¿Aún crees que es Shinigami? —preguntó Irina mientras calificaba un examen.
—Una parte de mí todavía duda.
—Aguri, han pasado tres meses y ese tema no ha salido a la luz por ninguno de ustedes —dijo para cambiar la página del examen que calificaba—. Quizá realmente solo fue una coincidencia de voz.
—¿Me creerías si te digo que todos los días manifiesto al universo que solo haya sido una confusión?
—De ti se espera cualquier cosa —respondió sacándole una sonrisa a la pelinegra—. ¿Cómo vas? —Se inclinó hacia adelante para ver a la profesora quien yacía sentada en el piso.
—Creo que está listo.
Aguri se levantó, sujetando en sus manos una toga con algunas franjas en color amarillo, azul y rojo, un birrete de graduación, así como una corbata con el diseño de una media luna en el centro, todas del tamaño de un muñeco. Colocó con orgullo las tres prendas sobre el escritorio de manera que Irina pudiera ver su creación.
—Es tan… pintoresco —comentó la rubia frunciendo el entrecejo—. ¿Por qué le pusiste esos colores? ¿No era más fácil dejar todo en negro?
—Sí, pero estaría muy sombrío, con esos colores el traje tiene vida. Además, los retazos que utilicé también son reciclados, así que cumple con los requisitos. —Observó detenidamente las prendas—. Si tuviera un conjunto así en tamaño real, lo usaría todos los días para dar clases.
—Con tus playeras extrañas es más que suficiente —mencionó Irina al tiempo que la campana del campus sonó—. Mostremos al mundo tu obra de arte.
Cómo parte de la asignatura de ciencias sociales, Korosensei organizó una dinámica de reciclaje para los alumnos de manera que pudieran comprender el impacto social que tendría para las personas el darle un nuevo uso a los materiales que cotidianamente son desechados, pidiéndole a Aguri su apoyo para indicarle a los alumnos cuáles son los materiales de fácil acceso que podrían reciclar. El objetivo era que por equipos hicieran una manualidad que además de ser atractiva a la vista tuviera un uso de ayuda para quien lo utilice, siendo Irina y Karasuma los responsables de elegir el proyecto más innovador que se llevaría puntos extras en las asignaturas de Koro y Aguri.
La clase E tomó el proyecto escolar como una competencia de vida o muerte y al notar ese espíritu competitivo de los alumnos, Koro le sugirió a Aguri entregarles un trofeo hecho por ellos mismos al equipo ganador para darle más motivación a los chicos. Korosensei se encargó de fabricar un peluche de pulpo con los estambres en color amarillo que tenía en su casa mientras que Aguri le haría una ropita al muñeco con retazos de tela que igual tuviera en resguardo, por lo que el trofeo sería un pulpo con traje de graduación.
Uno a uno los equipos fueron presentando sus proyectos a los profesores y a sus compañeros de clase, demostrando haber investigado correctamente para realizar sus manualidades de apoyo. Al final de las exposiciones, Irina y Karasuma salieron del aula para discutir qué propuesta fue la más innovadora y no fue tarea fácil ya que los veintiocho alumnos habían hecho un excelente trabajo; tomándoles varios minutos los dos profesores regresaron al aula para anunciar su difícil decisión, nombrando como ganadores al equipo confirmado por Okuda, Kanzaki, Sugino e Isogai.
—Muy bien, equipo ganador, ustedes se llevaron los puntos extras en ciencias sociales y naturales. ¡Felicidades!
—Gracias, Korosensei —dijeron los cuatro chicos al unísono.
—Sin embargo, igual nos debe un trofeo, ¿cierto? —indicó Isogai siendo respaldado por sus compañeros.
—No se les escapa nada —comentó Irina antes de cruzarse de brazos—. Aguri, ¿por qué no les das su trofeo?
La pelinegra se acercó a los alumnos para extenderles el peluche de pulpo que ella y Koro habían hecho.
—Qué trofeo más curioso —exclamaron todos en la clase, observando el premio con una expresión de rareza.
—¿No les gustó?
—No es eso profesora Aguri, es solo que es la primera vez que vemos un pulpo amarillo usando una toga —respondió Kanzaki al esbozar una sonrisa.
—¿Ustedes dos lo hicieron? —preguntó Nagisa a sus profesores, recibiendo un asentimiento de cabeza como respuesta.
Los veintiocho alumnos intercambiaron miradas, confirmando que se les había ocurrido la misma idea.
—En ese caso, este trofeo será de toda la clase E, no solo de nosotros cuatro —comentó Isogai para colocar el peluche sobre el escritorio del aula—. Será la mascota de nuestra clase.
—El pulpo de clase E —mencionaron todos al unísono, dejando sorprendidos a sus dos profesores de ciencias.
—Ahora tenemos una mascota del campus —dijo Irina para voltear a ver a Karasuma—, eso significa…
—Sí —respondió el profesor—, ahora podrán enfrentarse al campus principal.

