Sonny


Los ojos de ambos brillaron de emoción al ver las dos copas de helado que les asentaron en la mesa donde habían decidido instalarse. Los martes tanto Nifa como Moblit terminaban sus clases más temprano que los demás, así que aprovechaban para salir a comer alguna golosina que no podían darse el lujo de comer dentro de la escuela; en esa ocasión decidieron ir a la cafetería “Sina”, el mismo lugar a donde solían ir cuando eran estudiantes universitarios.

—¿Hace cuánto que no vienes aquí? —preguntó la pelirroja mientras le tomaba una foto a su helado.

—Desde el inicio de mi embarazo —respondió colocando una mano sobre su pancita—. Hange se volvió paranoica tratando de cuidar lo que comía y mis antojos son en la madrugada, así que ya no volvimos a este lugar —fijó la vista en su helado—, menos ahora con sus náuseas.

—¿Le preguntaste a Grisha sobre su asco a los dulces?

—Dijo que el síndrome hizo que Hange adoptara los síntomas de mi embarazo a la contraria, yo me volví fan del azúcar mientras que ella se enamoró de la salsa picante. No podría comer helado frente a ella.

—Pero aún puedes hacerlo con tu amiga —mencionó alzando su copa de helado para brindar con él.

Nifa y Moblit se conocieron en primer año de preparatoria y desde entonces se volvieron mejores amigos al grado de casi considerarse familia, Nifa incluso fue la primera en saber el estado doncel de Moblit y gracias al apoyo de ella fue que el ojimiel pudo aceptar su condición de concepción, así que de cierta forma el hecho de que Moblit haya tomado la decisión de cargar con su bebé fue gracias a ella.

—¿Keiji y tú ya piensan formalizar?

—Oh no, estamos bien en un relación abierta.

—Me parece curioso, nunca fuiste alguien que se tomara tan a la ligera una relación.

—Las personas pueden cambiar su pensar con el tiempo. —Tomó su celular de la mesa para ver la foto de ella y Keiji que tenía puesto en la pantalla de bloqueo—. Es cierto que los dos sentimos algo por el otro, en su momento lo intentamos, pero no funcionó; cuando quisimos hacerlo de nuevo, tomamos la decisión de tener algo abierto y curiosamente nos pudimos acoplar bien así.

—Su relación fallida fue hace varios años, ¿por qué no intentan formalizar ahora?

—Quizá tenemos miedo de que nuevamente no funcione y lo que hemos tenido hasta ahora se vaya a la basura. Además, Keiji está muy enfocado en conseguir una plaza en la base, si iniciamos una relación seria ahora, podría implicar una distracción.

—No puedes hablar en serio —comentó con tal incredulidad que Nifa no pudo evitar reír.

—No estoy segura de si realmente sea una distracción o no, pero tampoco quiero correr el riesgo. Quiero que Keiji consiga esa plaza y persiga su sueño de trabajar ahí, así como en su momento él también me apoyó de esa manera cuando yo trabajaba en el laboratorio. Estamos bien así, créeme, tal vez más adelante pase o tal vez no, pero de lo que sí estoy segura es de que no quiero tener responsabilidades de novia aún —dijo con una sonrisa para fijar la vista en la pancita de Moblit—, suficiente tengo con asumir la responsabilidad de tía de ese bebé.

—Sonny agradece que hayas decidido asumir ese papel —respondió sintiendo a su bebé patear dentro de él.


Extendió los brazos hacia arriba dejando salir un sonido de satisfacción al sentir su músculos estirarse después de estar varias horas sentada frente al escritorio. Hange se había quedado en la escuela a calificar los exámenes de sus alumnos y algunos proyectos que le había dejado a algunos jóvenes con calificaciones bajas para que pudieran aprobar su materia; quería terminar con todos sus pendientes ya que al día siguiente no asistiría a la escuela por acompañar a Moblit a su cita médica con Grisha.

Aún no podía creer que su esposo tuviera seis meses de gestación, no supo en qué momento el tiempo se fue volando y lo que parecía una larga espera ahora estaba a tres meses de llegar. Sin perder más tiempo alistó sus cosas dejando en su cubículo los exámenes y proyectos que calificó para que Nanaba le hiciera el favor de entregarle sus resultados a los alumnos, tomó su bolso junto con su mochila y salió de la sala para dirigirse al estacionamiento para tomar su automóvil; quería llegar rápido a casa, sabía que Moblit la estaba esperando para ver el capítulo de alguna serie, aunque eso era lo de menos porque en realidad lo que ambos hacían era estar acurrucados en el sofá sintiendo a su bebé moverse cada vez que decían su nombre.

Mientras conducía pensó en darle un regalo a su esposo para decirle lo mucho que lo amaba sin necesidad de decirle esas palabras, así que condujo hasta una pastelería para comprarle una tarta de zarzamora que pidió envolvieran bien para que el olor dulce no saliera y sus náuseas no aparecieran, además en el camino se encontró con una florería en dónde compró un pequeño ramo de tres girasoles que le entregaría al profesor al momento de darle la tarta.

—Amor, ya estoy en casa —anunció al abrir la puerta de su casa, siendo recibida por Sawney y Beane quienes se frotaron en sus tobillos en un intento de decirle “hola”.

Fue al comedor para dejar la tarta con la flores sobre la mesa y su mochila y su bolso en una de las sillas.

—¿Moblit? —llamó nuevamente sin recibir respuesta, en su lugar escuchó la vibración de su celular, así que abrió su bolso para buscarlo entre sus pertenencias—. Hola Nifa —dijo atendiendo a la llamada.

—¡¿Por qué no contestabas?! Debes tener como diez llamadas perdidas.

—Lo siento, tenía el celular en la bolsa mientras conducía.

—Supuse que era eso. ¿Ya estás en tu casa?

—Sí, recién llegué.

—¿Ya viste a Moblit?

—No, de hecho lo estaba llamando desde el comedor, pero no contestó. Voy de camino a la habitación.

—Espera, no entres aún.

—¿Por qué? —preguntó confundida ante la petición de su amiga—. ¿No está en casa?

—Sí está, solo… sabes que fuimos a la cafetería al medio día, ¿verdad?

—Sí, me avisó por mensaje. ¿Pasó algo? —interrogó sin poder ocultar la preocupación en su voz.

—No, escucha: cuando nos levantamos de la mesa para irnos me di cuenta de… Hange, ¿has visto bien la pancita de Moblit?

—¿Disculpa?

—¿Le has prestado atención últimamente?

—Nifa, deja los rodeos y dime qué pasa.

—Está bien, lo haré. —Tomó una gran bocanada de aire antes de continuar—. Hange, la pancita de Moblit está llena de estrías —dijo al fin, recibiendo solo silencio como respuesta—. ¿Hange? ¿Sigues ahí?

—¿De verdad hiciste todo este drama para decirme eso? Nifa, es normal que tenga estrías, la piel de Moblit tiene que estirarse para proteger al bebé, no es nada del otro mundo.

—Ya lo sé, el problema no es ese, sino tu esposo. Su camisa se alzó un poco cuando se levantó de la silla y entró en un estado depresivo cuando se dio cuenta de que tenía estrías, ¿sabes lo difícil que es lidiar con un embarazado cuando entra en crisis? —reclamó alzando un poco la voz, ocasionando que Hange tuviera que alejar su celular de la oreja—. No le sentó bien la imagen y me costó mucho tranquilizarlo, cuando lo lleve a tu casa se fue directo a su habitación a llorar, estoy segura de que sigue ahí.

—Eso explica el silencio. Lamento mucho que hayas tenido que pasar ese mal momento.

—Después cobraré la deuda. Escucha, compré una crema mientras Moblit lloraba, la dejé en el baño, solo tiene que aplicarla en toda su pancita y las estrías se irán desvaneciendo poco a poco; no pude decirle nada porque no me escuchaba, así que te lo digo a ti.

—No sabes cuánto te agradezco por esto, le diré a Erwin que te de días libres, yo cubriré tu jornada.

—Más vale que sí lo hagas —respondió haciendo sonreír a la morena—. Suerte con Moblit —dijo para finalizar la llamada.

Hange dejó su celular sobre la mesa y dejó salir un largo suspiro al tiempo que rascaba un poco su cabeza. Se dirigió al baño para buscar la crema que Nifa dejó y al tenerla en sus manos respiró profundamente para entrar a su habitación.

Justo como la pelirroja dijo, Moblit se encontraba ahí recostado sobre la cama en un intento de posición fetal ya que su pancita le impedía tomar bien la postura. Hange se acercó rodeando la cama para llegar a donde la cabeza de su esposo reposaba, poniéndose en cuclillas para estar a su altura.

—Hola.

—Hola —respondió el ojimiel, teniendo la voz congestionada por el tiempo que había llorado.

—¿Por qué tienes los ojos tristes? Sabes que no me gusta verte así.

—No es nada, solo déjame —pidió acomodándose boca arriba para dejar de ver a Hange.

La mujer se sentó en la orilla de la cama y dejó a un lado la crema para tomar del suelo un calcetín que hizo bolita.

—Vamos, Berner, ¿por qué estás así?

—Déjame. —Hange le lanzó el calcetín a la cara como respuesta—. No me tires cosas.

—Entonces dime por qué pareces un niño chiquito que regañaron.

Moblit soltó un largo suspiro antes de levantar su camisa y dejar al descubierto su pancita rodeada de varias estrías.

—Soy un monstruo.

—No lo eres.

—¡Claro que sí! —reclamó sentándose con cuidado—. Mírame —dijo tocando su pancita—, parezco Freddy Krueger.

—Freddy es feo, tú eres lindo.

—Hablo en serio, Hange.

—Yo también. —Colocó una de sus manos sobre la pancita de su esposo—. Es natural que tengas estas estrías y no te debes sentir mal por ello, son una muestra de que eres un padre excepcional que está cargando dentro de sí a nuestro bebé, deberías portarlas con orgullo.

—Pero se ven horribles, me veo horrible —dijo al tiempo que sus ojos volvían a llenarse lágrimas.

—¿Quién te dijo eso?

—Nadie, solo lo sé.

—Tienes que dejar de hacerte ideas equivocadas sobre ti —mencionó mientras secaba las lágrimas que su esposo derramaba—. Te sigues viendo igual de lindo que siempre, incluso mucho más.

—Pero estas marcas se me van a quedar, ¿me vas a seguir amando con ellas?

—¿De verdad lo dudas? Moblit, te amo y eso nada ni nadie lo va a cambiar, que tengas esas marcas hace que te ame mucho más porque sé que tendrás a nuestro hermoso bebé. —Acercó su rostro al de su esposo buscando sus labios para dejar en ellos un beso—. Con o sin estrías siempre te amaré.

Moblit abrazó a Hange sin poder evitar llorar al escuchar sus palabras, sus estrías no le gustaban, pero que su esposa lo siguiera queriendo a pesar de ellas lo hizo sentir mucho mejor.

—Por cierto —la morena se separó del abrazo para tomar la crema que tenía a su lado—, Nifa te compró esto, ayudará a hidratarte y a que las marquitas desaparezcan un poco para que no las veas. Te la pondré y después saldremos a acurrucarnos en el sofá mientras comemos la tarta que traje para ti.

—Pero últimamente el azúcar te causa náuseas.

—Haré una excepción por ti.

Hange besó la frente de su esposo y se acomodó en la cama para cubrir la pancita con la crema. Sonny empezó a moverse conforme la mujer lo acariciaba y el llanto de Moblit cesó al fijar su atención en la interacción de su esposa y su bebé.

—Te amo, Hange.

La mujer alzó la vista hacia él, dedicándole una sonrisa que a los ojos de Moblit se veía hermosa ya que tenía las mejillas sonrojadas.

—Yo te amo más.

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