Susurros.

Los ángeles existen en la tierra, viven con nosotros en este mundo lleno de oscuridad y tragedia. Tú, mi pequeño, eres un ángel que llegó a mi vida y que juré proteger de todo peligro que existiera.

Tú, mi pequeño, que duermes tan plácido sobre la cama, lleno de paz y sin preocupación alguna. Cómo me encanta verte de esta forma, tan lleno de luz e inocencia, transmitiéndome tu tranquilidad mientras te observo dormir todas las noches bajo mi regazo.

Quiero verte crecer, convertirte en una persona de bien, compartir tus alegrías y tristezas, tus victorias y derrotas. Quiero estar contigo cada instante de tu vida para secar tus lágrimas y escuchar tu hermosa risa.
   

¿Por qué el destino fue tan cruel contigo?

  
Al enterarme de tu llegada, mi vida dio un gran giro y me sentí la persona más afortunada del mundo. Tú fuiste la razón por la cuál mi vida empezó a tener sentido y, no me importó lo que los demás dijeran, yo iba a tenerte y criarte por mi propia cuenta.

Aún recuerdo la primera vez que te sostuve entre mis brazos. Eras tan pequeño y con un cuerpo tan frágil que me enamoraste de inmediato. Oír los latidos de tu corazón, sostener tus pequeñas manos y verte soltar tus primeros suspiros fue lo más hermoso que mis ojos pudieron haber visto.

Tus primeros pasos, tus primeras palabras... ¿en qué momento creciste tanto? El tiempo pasó tan rápido que no me di cuenta de cómo mi bebé empezaba a alejarse del nido.
   

¿Habré hecho lo suficiente? 

  
¿Cuántas veces llegué tarde a casa por estar trabajando? ¿Cuántas veces me pedías llorando que me quedara a tu lado? ¿Cuántas veces me rogabas que dejara mi trabajo? Nunca supiste en verdad lo que hacía, sólo sabías que me iba con otras personas y a ti no te gustaba que lo hiciera pues yo no sonreía. Eres tan pequeño para comprenderlo y siempre te voy a pedir perdón por ello.
   
   

¿Qué clase de madre soy para ti?

  
No merezco ser llamada como tal pues en estos momentos estoy a punto de dejarte, de abandonarte a tu suerte sin yo poder hacer algo para evitarlo.
   

¿Qué clase de madre abandona a su hijo?

  
No estoy segura de que lo entiendas, y si es así, dudo mucho que me perdones. Te prometí quedarme contigo pero el destino tuvo otros planes y en estos momentos siento que estoy a punto de partir.

No, no me voy porque no te quiera pues te amo más que a cualquier cosa en el mundo. Me voy porque el destino así lo quiso pero, eso no quiere decir que voy a romper mi promesa; siempre estaré contigo aunque no será de la forma en la que te había dicho.

Cuando te sientas perdido, mira hacia el cielo y en las nubes del día y en las estrellas de la noche, yo estaré ahí cuidándote siempre. Cuando el aire sople haciendo bailar tu cabello o cuando sientas una brisa rozar tus mejillas, seré yo abrazándote y dándote un beso como lo he hecho desde el día de tu nacimiento.

Levi, mi pequeño ángel, cómo quisiera tener el valor de decirte todo esto mientras estás despierto pero, no puedo, no soy capaz de verte a la cara y observar tu reacción mientras te digo estas palabras. Me partiría el corazón hacerlo y las lágrimas que ahora estoy derramando estoy segura de que se convertirían en un mar eterno.

Lo siento pero, sólo soy capaz de decirte todo esto mientras duermes, dejando que mi voz se escuche como un simple susurro cuál canción de cuna que te adormece.

No quiero irme, tengo miedo de dejarte. No quiero cerrar los ojos para nunca más volver a abrirlos. Quiero quedarme contigo y decirte todos los días lo mucho que te quiero, es por eso que te pido que me perdones por ser una madre tan cruel contigo al dejarte.

Te amo, Levi y quiero que nunca lo olvides. Tú y yo volveremos a encontrarnos cuando el tiempo así lo decida y te prometo que te estaré esperando con los brazos abiertos para darte el abrazo que en tanto tiempo no te pude dar. No importa lo que pase a partir de ahora, yo siempre estaré orgullosa de ti y nunca te voy a dejar de querer.

Mi pequeño ángel, mi tiempo ha llegado. Sólo espero que cuando despiertes tus ojos no derramen tantas lágrimas hasta quedar secos. Sé que no fui la mejor madre del mundo, pero sí fui la persona que más te amó y te seguirá amando hasta la eternidad.

Besando tu frente y acariciando tu mejilla te entrego el último susurro de mi alma: cuídate mucho, mi amor.

Disponible también en:

Entradas populares