Ya no estoy.

-Cuando llegues a casa, podrás leerlo-

Fue lo que escribió en el sobre de la carta antes de guardarla dentro de la maleta del pequeño.

Al final, uno de los dos se irá...

.

Ya no estoy.

.

Esto es algo inusual, lo sé. Creo que es la primera vez que te escribo una carta, pero, considero que la ocasión lo amerita.

Por fin he recuperado mis memorias, por fin se quién soy en verdad y todo ha sido gracias a tu ayuda. De no ser por ti, creo que jamás hubiera podido salvar a mi pueblo y, sobre todo, liberarme del rompecabezas.

Es curioso, todavía recuerdo cuando comenzaste a armarlo. Estabas tan animado, no dejabas de intentarlo pues en verdad deseabas saber lo que formaban todas las piezas (además de que ansiabas pedir tu deseo, claro). Te tomó ocho años completarlo, pero, ¿sabes algo? Yo siempre estuve contigo desde el principio, desde el momento en que tocaste con tus pequeñas manos aquel cofre, yo pude ver una pequeña luz entre tanta oscuridad que me rodeaba y gracias a esa luz pude visualizarte. Estabas tan pequeño e indefenso, pero tenías un gran brillo en los ojos que me llenó de una gran calidez y me hizo darme cuenta de que eras tú la persona elegida para completar el rompecabezas, que eras tú la persona por la que estuve esperando tanto tiempo, eras tú quien se convertiría en mi más preciado amigo.

¿Sabes? Estoy muy orgulloso de ti y de todo lo que has logrado. Te he visto crecer en todos estos años y me llena de una inmensa alegraría saber que te volviste una persona de bien, con un gran corazón y con una gran fortaleza en tu interior. Eres una persona increíble, Yugi, y siempre voy a admirarte por eso.

Cuando me dijiste que estarías dispuesto a venir a Egipto para ayudarme a recobrar mis memorias, me sentí la persona más afortunada del universo por tenerte a mi lado. Estabas dispuesto a ayudarme sin importar el costo, no tienes idea de lo agradecido que estoy contigo por haberme brindado tu ayuda y apoyo incondicional.

Pero, a pesar de que sabíamos en el interior que esto pasaría, creo que nunca nos preparamos para afrontarlo. Ahora, ambos preparamos nuestros decks para enfrentarnos en el duelo ceremonial que me permitirá regresar a mi hogar; lo difícil de esta situación es, que aquí probaremos si en verdad estamos listos para decir adiós.

Y, siendo sincero contigo...

...Yo no lo estoy.

No estoy listo, Yugi.

No quiero alejarme de ti.

Tengo miedo. Suena tonto, lo se, pues después de habernos enfrentado a tantos enemigos y de haber luchado en el Reino de las Sombras, esto no debería asustarme. Pero no es así.

Tengo miedo.

Miedo de no volver a verte, de no volver a escuchar tu voz, de no tenerte a mi lado. Te convertiste en mi mejor amigo, en mi familia y me duele saber que estoy a punto de dejarte.

En mi duelo con Raphael, cuando perdí al usar el Sello de Orichalchos, no me importaba en absoluto perder mi alma, pues me lo merecía; pero ahí estuviste y decidiste sacrificar tu alma por la mía. No entendí la razón de tus acciones, me sentí un completo idiota por haberte perdido, todo había sido mi culpa.

Te hice daño. No merecías tener a tu lado a un ser miserable como yo. Te lloré, me odié por haberte perdido, ya no tenía razones para seguir adelante, pero, afortunadamente conté con la ayuda de los chicos y de esa manera por fin pude traerte de vuelta.

Y, a pesar de todo lo ocurrido, me perdonaste, no me odiaste por lo que había hecho, al contrario, me sonreíste y me dijiste que estabas dispuesto a seguir luchando a mi lado.

Nunca fui digno de un alma tan pura como la tuya.

¿Recuerdas todas las cosas que queríamos?
Ganar los torneos, pasar tiempo con el abuelo, estar con los chicos, tener una vida juntos... pero al final, todo indica que tú y yo estábamos destinados a decir adiós, pues esta prueba que tenemos que enfrentar, nos terminará por separar.

Uno de los dos tiene que irse, Yugi, y esa persona seré yo. Así está escrito.

No quiero hacerlo, pues me gustaría pasar toda la eternidad a tu lado, viéndote crecer y cumplir tus sueños, pero no puedo. No pertenezco a tu mundo y mi alma exige su eterno descanso.

¿Acaso los Dioses querían hacernos esto?

Encontré a mi reencarnación y se convirtió en mi mejor amigo, ¿por qué no puedo conservarlo a mi lado?

En unas horas será nuestro duelo y tengo una corazonada. Se que tú ganarás el duelo, pues eres el legítimo rey de los juegos. Eres mucho mejor que yo y nada me haría más feliz que perder ante ti.

Recuerdo que antes de empezar este viaje, compramos nuestras últimas cartas juntos. Estabas tan emocionado pues habías obtenido al Mago Silencioso y a Gandora, espero y los utilices en el duelo, significaría mucho para mi que utilizaras las últimas cartas que compramos juntos.

"Últimas", esa palabra no deja de sonar en mi cabeza. Esta es la última vez que tú y yo estamos juntos, ¿y sabes qué? Quiero recordar nuestras últimas veces:

- Nuestro último viaje juntos, justo aquí, a Egipto, mi hogar.

- Nuestras últimas cartas compradas.

- Nuestra última charla.

- Esta es la última vez que tomo posesión de tu cuerpo. (¿Qué se siente recobrar el control total de tu propio ser?).

- Esta noche fue la última vez que vimos la luna juntos.

- Esta noche, será la última vez que te vea dormir y vele por tus sueños. ¡Ra! Esto será muy difícil, pues ya me había acostumbrado a verte dormir tan plácidamente, de cierta forma me gustaba hacerlo, pues me llenaba de paz el poder ver a un bello ángel descansar.

En definitiva odio las despedidas.

No puedo hacerlo, no puedo decirte adiós. Hemos pasado tantas cosas juntos, hemos crecido juntos. He aprendido mucho a tu lado y me es muy difícil aceptar el hecho de que esta será la última vez que pueda verte a los ojos, a esos hermosos ojos amatistas que vi llorar tantas veces pero que también tuve la dicha de poder verlos cuando estaban llenos de un inmenso resplandor de felicidad.

Yugi, mi pequeño Yugi. Quiero escuchar tu llamado una vez más, quiero que me llames por última vez como siempre solías hacerlo. Quiero oír de tus labios que me llames "Mou hitori no boku" antes de terminar el duelo, pues una vez que ganes, yo dejaré de ser tu "otro yo" y tú dejarás de ser mi "aibou". Tal vez te hiera con esto, pero es la verdad y lo siento, una vez que el duelo acabe, tú y yo dejaremos de ser uno mismo, así que por favor, permíteme escuchar tu llamado una vez más antes de partir.

Quiero que sigas adelante. No permitas que algo te detenga, no permitas que apaguen la hermosa luz que siempre irradias. Persigue tus sueños, cumple todos tus objetivos, quiero que sigas creciendo y sigas siendo la gran persona que eres, con ese enorme corazón y esa alma tan pura que nadie puede ser capaz de corromper.

Quizá lo que estoy a punto de pedirte sea muy difícil, pero, quiero que sigas adelante...y me olvides.

Olvídame, Yugi. Olvida quién soy, olvida todo de mí, pues un solo recuerdo te hará daño y lo que menos quiero es que sufras por mí. No estoy diciendo que será fácil, pero confío en que vas a lograrlo.

¿Acaso es muy egoísta pedirte que olvides todo lo que pasamos juntos?

No quiero que llores por mí, no merezco ninguna de tus lágrimas. Aunque ahora que lo pienso, yo he sido el mayor causante de que tus hermosos ojos se llenen de agua, desde que llegué me dediqué a lastimarte... perdón si he escrito esto tantas veces, pero jamás me voy a perdonar por todo el daño que te he ocasionado.

No sé si en algún momento podamos volver a vernos. No sé si los Dioses nos permitan reencontrarnos en la otra vida, ni siquiera estoy seguro de que puedas leer esta carta, pero de lo que sí estoy seguro es, que nunca voy a poder sacarte de mi corazón. Eres mi mejor amigo, Yugi y poder conocerte fue lo mejor que me pudo pasar; llegaste en el momento indicado y me enseñaste tantas cosas de tu mundo que con orgullo les enseñaré también a mi pueblo tras mi regreso.

No son suficientes las palabras para agradecerte por todo lo que has hecho. No solo estoy agradecido contigo, sino que también con todos los chicos, no sé qué hubiera hecho sin la ayuda de todos ustedes; posiblemente aún seguiría sumido en la oscuridad, sin esperanzas de liberarme de este encierro, sin tan siquiera acordarme de algo tan simple como mi nombre.

Hablando de eso, no puedo quejarme. El que me hayas llamado Yami fue un lindo gesto de tu parte, pues el nombre me gustó mucho y creo que en verdad reflejó lo que yo significaba para ti: tu oscuridad. Así es, yo soy la oscuridad que vivía en ti hasta hoy, la oscuridad que arruinaba tal belleza de un ángel y, para completar esta analogía, tú te convertiste en mi Hikari. Siempre lo fuiste, siempre ahí iluminándome con tu luz, ayudándome a liberarme de todas las cadenas que me retenían, ayudándome a ser libre y a purificar mi alma, pues antes de poder entablar una amistad contigo, sólo tenía sed de venganza y fuiste tú quien me hizo cambiar de pensar.

Quiero que sepas que, sin importar el camino que tomemos, siempre existirá un vínculo entre los dos. Desde el mundo de los espíritus te estaré cuidando, seguiré velando por tus sueños y disfrutaré contigo de todos los logros que vayas alcanzando, no importa si no puedes verme, pero siempre estaré ahí contigo, después de todo, ¿cuándo he dejado de protegerte?

No pudiste haber sido mejor. Me aceptaste sin importar qué había hecho o quién había sido. Eres la mejor persona que he conocido.

Si algún día me necesitas, sólo tendrás que llamarme y yo estaré ahí. Si algún día, los Dioses me permiten volver, te diré todas estas palabras que escribí en esta carta y no pude decirte de frente, pues aunque no lo creas, no tengo el valor para verte a los ojos y decirte adiós.

Qué faraón más cobarde terminé siendo, ¿cierto?

Cuídate mucho, Yugi, pues no soportaría que en mi ausencia te pasara algo. Cuídate y se fuerte, sigue adelante y supera cualquier adversidad que se te presente. Mantén la frente en alto y sigue sonriéndole a la vida como lo has hecho hasta ahora.

Les deseo suerte a todos.

Mi pequeño Yugi, recuerda que ya no estoy en tu mundo, pero siempre estaré en tu corazón.

Gracias por ser mi mejor amigo y por todos los hermosos momentos que pasamos juntos, pero, sobre todo, gracias por haber sido tú mi rival en este duelo ceremonial.


Yugi soltó la carta que tenía en sus manos y quedó inmerso en un llanto amargo. Jamás pensó que el faraón le pudiera escribir todas esas palabras, pero lo que más le dolía era que él mismo no tuvo el valor para hacer lo mismo: decirle a su amigo lo mucho que lo quería y lo mucho que lo extrañaría.

Ya había pasado una semana desde aquel duelo ceremonial. Yugi y los demás habían permanecido unos cuantos días más en Egipto hasta que por fin regresaron a Ciudad Dominó.

Tras comenzar a desempacar sus pertenencias, se encontró con un sobre blanco en el fondo de su maleta el cual llevaba escrito la leyenda -Cuando llegues a casa, podrás leerla-, cuestión que despertó de inmediato la curiosidad del menor.

Al comenzar a leer el contenido de dicho escrito, las lágrimas comenzaron a hacer acto de presencia en el rostro del tricolor, pues las palabras que el faraón había plasmado le habían llegado en lo más profundo de su corazón.

¿Cómo era posible que no se hubiera percatado antes de la existencia de dicha carta?

Sumido en un mar de lágrimas, tomó del buró que se encontraba a un costado de su cama, el cofre donde alguna vez se encontraban las piezas del Rompecabezas del Milenio que terminó marcando una parte importante de su vida. Lo abrió y sacó del mismo tres cartas: El Mago Silencioso, Gandora y El Mago Oscuro, cartas que tenían un gran significado para él.

Recogió la carta del faraón que se le había caído al piso, se recostó en su cama sujetando con fuerza las cartas de monstruo y la que escribió su amigo. Las lágrimas seguían saliendo, el llanto era demasiado amargo pues ansiaba regresar a su lado.

A-Atem... Dijo con la voz entrecortada.

Trató de regular su respiración y leyó lo último que el faraón le escribió. Esbozó una pequeña sonrisa al mismo tiempo que dos pequeñas gotas de agua resbalaban por sus mejillas.

Hasta siempre... Aibou.

H-Hasta siempre... Mou hitori... no boku...


—Fin.


Disponible también en:
Wattpad 
Ao3

Entradas populares