¿Por qué me elegiste a mí?

—Te nombro como el decimoquinto comandante de la Legión de Reconocimiento. No hay nadie mejor para este deber que tú.

Creí que solo estabas jugando, que era una de tus típicas ocurrencias que solías decir en cada misión para tratar de animarnos. Esperaba que te echaras a reír y me dijeras que era una broma, que lo que habías dicho no era cierto, pero no fue así.


¿Por qué tomaste una decisión así?


No pude articular palabra alguna, estaba demasiado sorprendido, confundido y aterrado. Un escalofrío me recorrió el cuerpo al darme cuenta del significado de lo que habías dicho previo al nombramiento.

—Yo los conduje a todos hasta este punto. Seguí avanzando, aún si debía matar a mis compañeros.

No fuimos los únicos que tuvieron que enfrentarse a los nuestros para llegar hasta aquí y escucharte decir eso fue tan difícil de la misma manera que estoy seguro lo fue para ti decirlo, pero aún así, no esperaba que te estuvieras despidiendo.

—Adiós a todos, ¡ah! Levi es tu subordinado, no dudes en darle todas las órdenes que quieras.

No solo era yo, todos los demás estaban igual de sorprendidos, no podíamos... no queríamos creer lo que estaba pasando. ¿Por qué... por qué de repente quisiste separarte del grupo? Es cierto, los colosales se acercaban y necesitábamos retenerlos hasta que terminaran de arreglar el tanque para poder irnos pero, estoy seguro de que hubiésemos podido encontrar una solución; Reiner y yo estábamos dispuestos a pelear pero nos detuviste antes de que pudiéramos hacer algo, hubiésemos podido armar un plan, estoy seguro y sé que tú igual estabas consciente de ello, ¿entonces por qué decidiste hacerlo sin nosotros?

—¡Hange! —Gritamos todos al ver que te alejabas usando tu equipo de maniobras.

Me sentí tan impotente en ese momento, no fui capaz de moverme o decirte algo, no fui capaz de detenerte, solamente me quedé ahí observando cómo intentabas ganar algo de tiempo.


Deseaba con todas mis fuerzas que no te hicieras daño.


—¡Armin! ¡Tenemos que darnos prisa!

Jean y Reiner me hicieron reaccionar, necesitábamos hacer despegar el hidroavión así que fui con ellos para ayudarlos a mover el medio de transporte en lo que tú seguías luchando.

—Debemos irnos —anunció Onyakapon.

—Pero ella aún... —no pude terminar mi oración pues él solamente me miró y negó con la cabeza.

Fui hacia una de la ventanas del hidroavión y pude ver cómo tu capa y tu ropa se incendiaban con el calor que desprendían los colosales. Mikasa, Connie... todos se acercaron a las ventanas para ver, a pesar de lo que estábamos presenciando, teníamos un mínimo de esperanza de que vinieras rápido hacia nosotros pero eso nunca ocurrió, seguiste ahí peleando con los titanes mientras el hidroavión poco a poco estaba respondiendo y cuando por fin pudo avanzar...

—¡¡¡Hange!!! —Grité con todas mis fuerzas al verte caer.

Te habías calcinado por completo y no pude hacer nada para detenerlo. ¡Te vi morir! Me negué rotundamente a creerlo, empuñé las manos a los costados de aquella ventana donde había visto todo y me dejé caer poco a poco mientras me hundía en un llanto amargo. ¿Por qué tuvo que pasar esto? Tú fuiste la primera que dijo que quería salvar a todos, ¿por qué no hiciste lo posible por salvarte a ti también? No... yo tenía que haberte salvado, yo debía haberte detenido, ¡yo debí estar ahí contigo!

—¿A dónde vas? —Me preguntó Connie pero no le contesté y dirigí mi camino a la puerta del hidroavión.

—¡Armin! —Exclamó Mikasa mientras me sujetaba de los brazos—. Ya es tarde, no podemos hacer nada.

—¿Cómo puedes decir eso? Ella sigue ahí.

—El avión despegó —respondió Jean—, no podemos volver y enfrentarnos a los colosales.

—¡Ella sigue ahí! No podemos abandonarla, no podemos... dejar que muera... —dije quebrándome de nuevo en lágrimas. Caí de rodillas al piso y Mikasa me soltó los brazos para colocarse a mi lado—. Reiner y yo estábamos dispuestos a pelear, nosotros dos debimos estar en su lugar, ¿por qué... por qué se tuvo que sacrificar ella igual?

Apoyé mis dos manos en el suelo tratando de encontrar una respuesta para esto. Todos permanecían en silencio y de no ser por el ruido del hidroavión mis sollozos serían lo único que se escucharían.

—Armin...

—¿Por qué fui elegido? —Sujeté uno de los brazos de Mikasa con fuerza—. ¿Por qué ella igual tomó esa decisión?

Los recuerdos de lo que años atrás ocurrió volvieron a mi mente atormentándome más de lo que ya estaba. Por un momento sentí náuseas y aquél sentimiento de miseria volvió a mí justo como aquella vez.


¿Por qué se tuvo que repetir otra vez?


—¿Por qué el capitán me inyectó? —Esa pregunta nunca dejó de perseguirme y la respuesta que en ese momento me diste fue lo único que me ha ayudado a seguir adelante.

—Sin importar lo que los demás digan, ya tienes este poder y estoy segura de que contribuirás bien a la causa de la humanidad.

Supiste muy bien qué decirme, tus palabras me quedaron marcadas hasta ahora y en ese momento que trataba de asimilar la responsabilidad que me habían dado, tú volviste a hablar.

—Debo asumir el cargo de comandante ahora, mi situación es muy similar a la tuya.

También estabas cargando con una responsabilidad que el comandante Erwin te dejó. Ninguno de los dos pidió cargar con esto y a pesar de ello hiciste todo lo posible por sacar adelante a la Legión y me estuviste ayudando en secreto para que no volviera a caer en la oscuridad.

Entre los dos nos estuvimos ayudando, cuántas veces no querías abandonar todo por la presión tan grande que tenías sobre tus hombros; cuántas veces no me dijiste que querías reprocharle al comandante Erwin por haberte nombrado su sucesora; cuántas veces no te vi llorar aunque no te dieras cuenta.


¿Por qué no cumpliste nuestra promesa?


—Levántate —me dijo el capitán Levi a lo que yo negué con la cabeza manteniéndola abajo—. Eres el nuevo comandante de la Legión de Reconocimiento, ponte de pie con la frente en alto.

—Yo no...

—¿Crees que ella querría verte así? —Levanté la mirada hacia el capitán tras escuchar sus palabras—. Quien tenía el poder de decidir era ella y te eligió, ninguno de nosotros lo puede discutir.

—¡¿Es que por qué eligió como comandante a alguien como...?!

Permanecí en silencio antes de poder terminar mi frase. Llevé una de mis manos a la boca mientras las lágrimas resbalaban por mi mejilla.

—¿Por qué nombraste como comandante a alguien como yo? —Dijiste recargando la cabeza sobre la puerta.

Te escuché decir esas palabras por primera vez cuando fuiste a visitar a Eren tras regresar de Liberio y muchas veces escuché que las volvieras a repetir; no confiabas en la decisión que el comandante Erwin había tomado al dejarte el cargo, de la misma manera en la que yo no estaba confiando en la labor que me habías encomendado.

—No dejes que nadie se arrepienta de su decisión.

—Capitán...

—Sin remordimientos, Armin, no, comandante Armin —dijo llevando su mano hacia su corazón.

Jean, Connie y Mikasa hicieron lo mismo y esta última con su mano libre sujetó con fuerza una de mis manos. Al verlos a todos, un último recuerdo pasó por mi mente.

—¿Trajiste té?

—Creí que te ayudaría a relajarte después de tanto papeleo —respondí dejando la bandeja sobre la mesa—. No ha sido fácil para ninguno de nosotros.

—¿Cómo lo estás llevando? —Preguntaste sentándote en una de las sillas.

—Sigo pensando que yo no merecía el suero.

—Yo sigo pensando que no merezco tener este puesto —te miré sorprendido ante tu respuesta—. ¿Qué más nos queda? Tenemos que cargar con esta responsabilidad que Erwin nos dejó.

—Si tan solo pudiera revertir el tiempo.

—No te hagas daño de esa manera, debemos seguir avanzando aunque el final no haya sido el que esperábamos —tomaste una de las tazas con té.

—¿Igual estás tan mal como yo lo estoy? —No pudiste tomar tu bebida pues me volteaste a ver—. No, eres más fuerte y no te sientes miserable como yo.

—Armin...

—Sigo siendo el mismo débil de siempre —dije con la voz entrecortada al mismo tiempo que empuñaba mis manos tratando de reprimir las ganas de llorar.

Dejaste tu taza de té sobre la mesa y te pusiste de pie para abrazarme sin que yo me lo esperara.

—No eres débil, eres la persona más fuerte e inteligente que he conocido y al igual que tú me siento miserable —te separaste un poco para verme a los ojos—. Seremos el soporte del otro, cargaremos con esta responsabilidad que no pedimos y saldremos adelante con ello hasta el final.

—Hange...

—Es un compromiso —me dijiste con un sonrisa de medio lado a lo que yo asentí con la cabeza.


Al final sí cumpliste tu promesa.


Me puse de pie ayudando igual a Mikasa para que se levantara. Sequé mis lágrimas y llevé mi mano hacia mi corazón saludando igual como ellos lo habían hecho. Solté la mano de Mikasa y me dirigí de nuevo hacia la ventana donde te había visto luchar por última vez.

—En este punto, debemos ser determinados.

—Lo sé —susurré tras recordar aquellas palabras que me habías dicho. Dejé salir un largo suspiro mientras un último par de lágrimas salía de mis ojos—. Asumiré el puesto de comandante y cumpliré igual mi promesa, Hange.


Disponible también en:

Wattpad 

Ao3

Entradas populares