Mientras escuche tu voz.

—¡No! ¡Suéltame!

—Hange, por favor, tranquílizate.

—¡No! Necesito ir con él, ¡debo asegurarme de que esté bien!

—No puedes pasar ahí, ¿no lo entiendes?

—¡Suéltame!

¿Por qué... por qué están discutiendo otra vez? Quiero abrir los ojos pero no puedo, ni siquiera siento mi propio cuerpo y la respiración me falta cada vez más.

Las voces de Hange y el capitán Levi, ya no las escucho tan fuerte cómo hace unos instantes, sólo escucho algunos susurros de otras personas pero... no, ya no puedo escuchar nada... yo... ya no puedo...

—¡Moblit!



"Recuperaremos el muro", fueron las palabras que me dijiste en la noche antes de ir a dormir. ¿Cuánto tiempo tuvimos qué esperar para llevar a cabo esta misión? Por fin fuimos nuevamente en busca de nuestra libertad.

Estabas tan entusiasmada, se podía ver en tu mirada, pero igual pude percibir algo de temor en tus ojos cuando me mirabas.


¿Qué era lo que te atormentaba?


Aquella expresión no tuvo comparación alguna a la que pusiste cuando estábamos en el muro poniendo el plan en marcha. Una explosión se desató, era de una transformación y pasó muy cerca de dónde nosotros estábamos.

¿Has sentido alguna vez que dejas de tener el control de tu cuerpo para actuar impulsivamente y así lograr algo? Eso fue justo lo que me ocurrió en esos momentos, mi rostro palideció ante tal escena y temí lo peor pues estabas al borde de ello.

—¡Hange!

No dudé en abalanzarme hacia a ti para empujarte lejos de aquella tragedia. Lo veía cerca y sólo podía hacer lo mejor que podía: salvarte la vida. Ni siquiera me importaba lo que pasara conmigo, debía mantenerte a salvo, así que te miré por última vez para hacerle frente a mi destino.


Entonces así es cómo se siente...


Recuerdo haber leído en uno de los libros de tu biblioteca que, al morir, una persona puede ver los recuerdos de todo lo que pasó en su vida. Al parecer es cierto, sólo que yo recordé los momentos más importantes que pasé contigo.

Cuando me uní a la legión y te vi por primera vez, me volteaste a ver y me sonreíste para luego acercarte y darme la bienvenida... tú fuiste mi primera amiga.

Cuando se formó el cuarto escuadrón y tú quedaste a cargo de él, fue entonces cuando conocí a Abel, Nifa y Keiji quienes se convertirían en mis compañeros y mejores amigos también. Ojalá y me hubiera despedido de ellos por última vez.

Me nombraste segundo al mando del escuadrón y fue uno de los momentos más felices para mí pues por fin sentía que era útil y podía hacer algo para ayudar. Fue a partir de ese día que, nunca más te volví a dejar.

¿Cuántas veces estuve atrás de ti cómo un guardaespaldas? ¿Cuántas veces cuidé de ti cómo si de una niña pequeña se tratara? ¿Cuántas veces entré en pánico porque te veía lanzarte con los brazos abiertos hacia los titanes sin miedo a que algo te pase? Esto último fue lo que me terminó orillando a que acompañara a Mike varias veces por un trago.


Me hubiera gustado hacerte un último retrato.


Viví una buena vida, no puedo negarlo. Este ha sido el último día que pude pasar a tu lado.


O eso era lo que había pensado.


—¡No! —Exclamaste con desesperación.

No sé de qué manera lograste sujetar uno de mis brazos y me jalaste con fuerza hacia a ti. Todo estaba pasando tan rápido que ni siquiera podía reaccionar, pero la explosión llegó por completo hacia nosotros y tú sólo me envolviste en un abrazo durante la caída mientras sentía cómo el fuego me quemaba el cuerpo.


No... no podemos morir los dos.

—Resiste, por favor...

Esa... esa era tu voz, pude reconocerla. Abrí un poco los ojos con pensar pero no podía moverme, el cuerpo me dolía, me ardía en realidad; todo estaba en una inmensa oscuridad... tal vez logramos caer dentro del pozo dónde pretendía mantenerte a salvo.

—Hange...

No podía verte, pero sentía tu presencia, fue entonces cuando colocaste tu mano sobre mi pecho y una pequeña gota de agua cayó sobre mi mejilla; la luz volvió a mis ojos y pude ver tu rostro lleno de raspones y sangre mientras las lágrimas salían de tus castaños ojos... no, sólo salían de uno de ellos.

—Hange, estás herida.

—Eso no importa ahora.

—Tienes el rostro cubierto de sangre —con mucho cuidado acerqué una de mis manos a tu mejilla, llevando un mechón suelto de tu cabello atrás de tu oreja para poder ver la gravedad de tu herida—. ¿Qué te ocurrió?

—En la explosión, al intentar mantenerte a salvo también, una roca impactó en mis gafas y... —soltaste un suspiro, tratando de controlar tus lágrimas—, qué más da si perdí un ojo, lo importante es que estamos vivos.

—No debiste salvarme. Era, no, es mi deber mantenerte a salvo.

—No iba a permitir que murieras también. No pude proteger al resto de mi escuadrón, no iba a permitir que pasara lo mismo otra vez.

—Los dos estamos heridos pero yo casi no siento mi cuerpo. Encuentra la forma de salir de aquí y vete.

—Lo haré contigo.

—Sólo seré una carga.

—No más de lo que yo fui para ti.

—Hange, por favor, quiero que vivas.

—Yo también quiero que lo hagas, ¿acaso olvidas nuestra promesa? "Pase lo que pase en esta misión, recuperaremos el muro y volveremos los dos."

¿Por qué lo hiciste tan difícil? Quise cumplir mi promesa pero las circunstancias no lo iban a permitir. ¿Por qué no me dejaste ir?

—Las lanzatruenos... —dijiste casi en un susurro para voltearme a ver—. Usaremos las lanzatruenos para salir de aquí. El impulso de ellas nos ayudará a llegar hasta arriba.

—Hange, no hay manera en la que pueda usar una lanzatruenos, ni siquiera puedo mover algo más que mis brazos —y eso era cierto pues seguía recostado en el suelo.

—Eso no será problema, te cargaré y saldremos de aquí.

—¿Por qué insistes tanto en...?

—¡No pienso dejarte morir! —Exclamaste para mirarme con el rostro lleno de lágrimas—. Nos iremos de aquí.

Con mucho cuidado me ayudaste a levantarme, pasando uno de mis brazos alrededor de tus hombros para que pudieras sujetarme de la muñeca y con tu otra mano me sujetaste de la cintura mientras yo agarraba con fuerza mi abdomen pues me dolía, fue entonces que me di cuenta que habías colocado un pequeño vendaje sobre este con mi capa.

Activaste la lanzatruenos aferrándome a ti en todo momento hasta que logramos salir de aquél pozo y nos topamos con la terrible imagen de ver todo el lugar destruido.

—¿Habrá alguien con vida? —Preguntaste al tiempo que escuchamos un fuerte sonido.

—Deben ser los muchachos.

—Nos necesitan.

—No, te necesitan a ti, yo no puedo ser de ayuda ahora. Hange, si me llevas contigo, sólo seré una carga y correré el riesgo de salir más herido.

—Y si te dejo aquí, ¿qué me asegurará que permanecerás vivo?

—Lo haré.

Permaneciste en silencio dudando mucho sobre lo que ibas a hacer pero, al final accediste a dejarme para ir a ayudar a los que siguieran vivos. Me ayudaste a sentarme afuera del pozo recargando mi espalda sobre este y apretando un poco más el vendaje que improvisaste pues se estaba desatando.

—Volveré rápido por ti.

—Hange, no mueras, por favor.

Me sonreíste y asentiste para irte corriendo, guiándote de los golpes que escuchábamos para así encontrar a los chicos.


Al menos pude ver tu sonrisa por última vez.

Nunca me arrepentí de mis decisiones, mucho menos cuando elegí seguirte como mi superior.

Nunca dudé de mis acciones, mucho menos cuando se trataba de protegerte.

Esta no iba a ser la excepción, ¿o acaso pensaste que iba a abandonar mi labor?

No sé cuánto tiempo ha pasado desde la misión en Shingashina. Cuando te fuiste a ayudar a los chicos, cerré mis ojos y no volví a despertar hasta que escuché tu voz mientras discutías con el capitán Levi pero, dejé de escucharlos y nuevamente me sumí en una inmensa oscuridad.

—¿Cuándo despertarás?

Todos los días me hacías la misma pregunta y yo no encontraba la forma de poder responder. Los doctores que me atendieron dijeron que estaba en una especie de trance entre la vida y la muerte, "un estado de coma", recuerdo bien esas palabras. Mis heridas eran demasiado graves y no había forma en la que pudiera permanecer con vida, sin embargo aún seguía aferrándome a la idea de vivir.


Tal vez era por ti...


Me sentía en un sueño profundo, sin sonido alguno y sin luz alguna, me sentía en un lugar lleno de desesperación pero a la vez lleno de paz. Por momentos veía una luz que alumbraba un camino que yo estaba dispuesto a seguir pero...

—Por favor, vuelve.

Tu voz... era el único sonido que escuchaba y aquella luz blanca se apagaba y en su lugar podía ver tu mirada. Tu voz era a lo que me aferraba y me sentía perdido cuándo no hablabas.

—No puedo hacerlo, debo asumir el cargo ahora que Erwin está muerto y no tengo idea de lo que debo hacer.

¿Cuántas veces no te has desahogado con mi yo inconsciente en busca de una respuesta que no te he podido dar? ¿Cuántas lágrimas no has derramado ya? ¿Cuánto más vas a esperar a que yo vuelva a despertar?

—Su respiración va disminuyendo, no hay nada más qué podamos hacer —dijo el doctor.

—Hange, es hora de que lo dejes ir —mencionó el capitán Levi y sólo pude escuchar cómo tú empezabas a llorar.

Una inyección era lo que el doctor dijo que me iba a poner para que mis órganos dejaran de trabajar y yo por fin pudiera descansar. Aquella luz blanca nuevamente apareció frente a mí pero con más intensidad.


Lo siento, Hange, ya no voy a regresar.


—¡No! —Exclamaste haciendo que por un momento dejara mi caminar hacia la luz—. No puedes hacerme esto, no puedes irte de aquí.


Lo siento...


—¡Aún no me respondes! ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué salvaste mi vida exponiendo la tuya?


Era mi deber protegerte a ti.


—¿Por qué no pensaste en salvarte también?


La legión te necesitaba más a ti qué a mí.


—¿Por qué insististe en dejarme y no permitiste que te protegiera?


No quería ser una carga más.


—Eres el único miembro de mi escuadrón que quedaba, ¿por qué no dejaste que te protegiera cómo no pude hacerlo con los demás?


Nifa, Keiji y Abel hubieran hecho lo mismo también.


—¡¿Por qué?! ¿Por qué te aferraste a vivir y ahora tengo que verte partir?


Nunca fue mi intención lastimarte así.


—Hange, debes dejarlo ir.

—¡No! ¡No puedo!

Sólo escuché un forcejeo, posiblemente el capitán te haya alejado de mi cuerpo.


Al menos pude escucharte una vez más.


—¡Hicimos una promesa! —Exclamaste entre lágrimas—. "Pase lo que pase en esta misión, recuperaremos el muro y volveremos los dos", ¿acaso lo olvidaste? ¡¿Acaso no piensas cumplir tu parte?!

—Doctor, proceda, por favor.

—Sí, capitán.

—¡No! ¡No! ¡Abre los ojos, por favor!

—Ya cálmate, cuatro ojos, o haré que te pongan un sedante.

—¡Moblit!


Aquella luz se está...


—¡Ya cálmate!

—¡Moblit!


Sí, he tomado una decisión.


—¡Hange, ya basta!

—No mueras... por favor...


Hange, mi líder de escuadrón... no, comandante de la legión...


—¡Doctor, espere!

—¿Qué pasa, capitán?


Yo...


—Su brazo...


Yo no...


—¿M-Moblit...?


...No moriré... mientras escuche tu voz.


Fin.


Disponible también en:

Wattpad 

Ao3

Entradas populares