Hasta la eternidad.
Nunca sabrás cuándo será la última vez que verás el brillo en los ojos de la persona que amas.
—No me olvides —susurró acariciando con delicadeza su mejilla.
Nunca sabrás cuándo será la última vez que escucharás su voz.
—Perdón... —dijo entre lágrimas.
Nunca sabrás cuándo será la última vez que puedas abrazarlo y besarlo.
—Cuídate...
Nunca sabrás cuándo tu vida se desmoronará en mil pedazos al perder a tu otra mitad.
—¡No!
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♡ℋᥲstᥲ ᥣᥲ ℰtᥱrᥒιdᥲd୭
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—Eres el mejor enfermero que puede existir —dijo observando el vendaje que le había hecho en su brazo—. Teniéndote a ti, no tengo por qué preocuparme de mis heridas.
—Estuviste a punto de perder el brazo, ¡claro que tienes qué preocuparte!
—Todo estará bien mientras te tenga a mi lado.
—Yo también te necesito a mi lado, Hange —respondió llevando atrás de su oreja un mechón de cabello de la contraria.
—Siempre estaré a tu lado —mencionó con una sonrisa—. Yo soy tuya y tú eres mío.
—Hasta la eternidad —dijo para sellar aquél juramento besando tiernamente los labios de su mayor—. Te amo, Hange.
—Y yo a ti.
Cinco años trabajando juntos en la legión de reconocimiento fueron más que suficientes para que en aquella relación de capitán y soldado surgiera un sentimiento que fuera más allá de una simple amistad. Hange Zoë y Moblit Berner cayeron rendidos ante los encantos de Eros y más temprano que tarde los dos decidieron darse una oportunidad. No era de extrañarse que se diera esa relación, pues desde que Moblit fue asignado al cuarto escuadrón y Hange fue nombrada capitán del mismo, los dos comenzaron a pasar demasiado tiempo juntos.
—¿Cómo puedes tener una relación con una persona que cada día se las ingenia para estar al filo de la muerte? —Preguntó Levi antes de llevar su taza de té a la boca—. Cualquier otra persona en tu lugar ya hubiera colapsado por la ansiedad.
—Lo sé —respondió con una sonrisa de medio lado—. Sinceramente, me estresan sus acciones tan imprudentes y a veces quisiera dejarla encerrada para evitar que algo le suceda —suspiró—, pero, esa hiperactividad es parte de la personalidad de Hange y, eso es algo de ella que en definitiva me enamoró —mencionó mientras un ligero rubor se hacía presente en sus mejillas.
—¿Qué te enamoró de él? —Preguntó Nanaba desde una mesa contigua a la de Moblit y Levi.
—Es una lista tan larga que en un día no acabaría —respondió con un brillo en los ojos—. Moblit me aceptó tal y como soy, me comprendió mejor que nadie y, sus ojos, su sonrisa, su voz, su sola presencia... todo de él me enamoró.
Cada noche de luna llena se les podía ver a ambos sobre el techo de su cabaña contemplando la belleza de las estrellas. En todas partes se les veía juntos y en la mayoría del tiempo Moblit la regañaba por lanzarse a la merced de los titanes, pero, al final del día, un abrazo era lo que los unía.
—Tengo algo para ti —dijo colocando en el escritorio de Hange una caja cerrada con un pequeño moño encima.
—¿Por qué siempre me das detalles de forma tan inesperada? —Preguntó completamente ruborizada, aunque en el interior amaba esa clase de atenciones por parte del contrario—. ¡¿Un titán?! —Preguntó sorprendida sacando aquél muñeco del interior de la caja—. Espera, ¿tú lo hiciste?
—Recibí algo de ayuda —respondió recordando los regaños de Levi por no hacer bien las puntadas que le enseñaba—. ¿Te gusta?
—¡Me encanta! —Exclamó con un brillo en los ojos para voltear a verlo—. Casémonos.
—¿Qué? —Hange se abalanzó sobre él para abrazarlo con fuerza y besar sus labios—. ¿H-Hange?
—Casémonos.

—¡¿Te negaste?! —Exclamó Nifa.
—E-Entré en pánico.
—Por favor, Moblit, no eres nada tonto —comentó Keiji abrazándolo de medio lado—. No quieres firmar tu sentencia de muerte con un matrimonio.
—¡No dije eso!
—¿Entonces por qué te negaste? —Preguntó Abel recargando el brazo sobre su asiento.
—Es que... lo dijo de una forma tan espontánea que no supe cómo reaccionar.
—Sí, pero decirle "ay, ¿cómo se te ocurren esas cosas, Hange?" y salir huyendo no fue lo mejor que pudiste hacer.
—Tampoco seas tan dura con él, Nifa.
—Le dijo a Hange que no quiere casarse con ella, ¿cómo puedes tomarte eso a la ligera, Keiji?
—Abel, ayúdame, no quiero estar en medio de esta discusión de pareja.
—¡No somos una pareja, Moblit! —Exclamaron Nifa y Keiji al mismo tiempo.
—Cómo sea —comentó Abel—, ¿qué piensas hacer?
En las siguientes semanas Hange no dejó de tocar ese tema, pidiéndole a Moblit de forma tan natural que se casaran mientras este se negaba con las mejillas sonrojadas.
—Ya no puedo —dijo un día recargando su cabeza sobre el escritorio—. No es así como imaginaba mi muerte.
—No seas tan dramática, Hange. —Se colocó atrás de ella para masajear sus hombros—. ¿Toda esa fila te falta?
—Sí y Erwin quiere todo el papeleo para mañana. Voy a matarlo —se quejó haciendo que el contrario soltara una pequeña risa.
—Tengo una idea, vamos.
—¿A dónde?
—Tú sólo acompáñame.
Salieron de aquella cabaña y Moblit logró convencer a la castaña de dar una caminata nocturna para tomar aire fresco y de esa manera calmar un poco el estrés que tenía por su papeleo.
—Es una linda noche, ¿no crees?
—Lo es.
Moblit, con cierta timidez, tomó la mano de Hange entrelazándola con la de él, haciendo que la contraria se sonrojara ante el tacto. Acciones tan simples como el caminar tomados de las manos hacían que los corazones de ambos se aceleraran de inmediato.
Al regresar a la cabaña, Moblit le preparó una taza de té a su amada a la que acompañaría en esa velada para ayudarla con su papeleo que el comandante le pidió para la mañana.
—¿En dónde tienes tu "titancito"?
—En la cama —respondió para tomar su bebida mientras Moblit se dirigía al mueble mencionado.
—¿Tú le hiciste esto?
—¿Qué cosa?
—Creo que está roto.
—¿Qué? —Se levantó rápidamente de su escritorio para acercarse a Moblit—. ¿Cómo que está roto?
—Mira —dijo extendiéndole aquél muñeco—. Tiene una abertura ahí.
—No lo entiendo, ¿en qué momento...?
—¿Hange?
—Espera —de aquella abertura sacó una pequeña hoja de papel—. Es una nota.
—¿Y qué dice?
—"Revisa el interior" —leyó en voz alta para luego mirar a su pequeño titán y con mucho cuidado meter sus dos dedos por aquella abertura.
—¿Hange?
—Hay algo aquí —dijo asustada para sacar con cuidado lo que había en el interior.
Observó detenidamente lo que sostenía con sus dedos y luego de unos segundos miró sorprendida al contrario quien se había arrodillado frente a ella.
—Tal vez deba colocártelo —mencionó para tomar el anillo que ella sostenía para colocárselo en el dedo.
—M-Moblit...
—Casémonos —dijo para ponerse de pie.
—S-Sí... ¡Sí! —Exclamó para abalanzarse sobre él haciendo que ambos cayeran sobre la cama.
—E-Espera, H-Hange... tu papeleo...
—Puede esperar —respondió para apagar la vela que alumbraba el lugar.

—Te ves preciosa —mencionó Nanaba con una inmensa sonrisa.
—Y eso que aún no está lista —comentó Nifa—, le falta el velo.
La noticia del compromiso se esparció de inmediato por toda la legión y fueron los líderes de escuadrón quienes, sin pensarlo dos veces, comenzaron con los preparativos para la boda.
—Controla tus nervios, Moblit, me estás lastimando la nariz.
—L-Lo siento, capitán Mike. E-Es solo que no creí que este día llegaría tan rápido.
—Y nosotros no creímos que llegarías a dar este gran paso —mencionó Keiji.
—Todo estará bien —le dijo Abel dándole una palmada en la espalda para tranquilizarlo.
—Oye, Moblit, quiero hablar contigo un momento.
—¿Qué pasa, capitán Levi?
—Te vas a casar con la cuatro ojos, ¿estás seguro de hacerlo? Aún estás a tiempo para arrepentirte.
—¿C-Capitán?
—¿De verdad quieres casarte con ella?
—S-Sí... sí, quiero casarme con Hange.
—Ya veo, en ese caso, asegúrate de cuidarla, es una idiota, la más grande idiota que he conocido hasta ahora —suspiró—, pero esa idiota es mi ami... compañera —dijo rápidamente—. Mantenla a salvo.
—Lo haré.
—Ahí viene —avisó Petra.
Los chicos acompañaron a Moblit dentro la iglesia mientras Erwin esperaba a Hange en la puerta pues sería él quien la entregaría al altar.
—Yo, Moblit Berner.
—Yo, Hange Zoë.
—Te acepto a ti, Hange Zoë.
—Te acepto a ti, Moblit Berner.
—Como mi legítima esposa.
—Como mi legítimo esposo.
—Para amarte y respetarte.
—Para ayudarte y apoyarte.
—En la salud y en la enfermedad.
—En la riqueza y en la pobreza.
—En la alegría y la tristeza.
—En la armonía y la tragedia.
—Todos los días de mi vida.
—Y en cada vida que te tenga.
—Yo soy tuyo y tú eres mía.
—Yo soy tuya y tú eres mío.
—Hasta la eternidad.
—Hasta la eternidad.

—Moblit... Moblit, despierta.
—Hola —dijo con los ojos entrecerrados.
—Hola, dormilón —depositó un beso en su frente—. Es hora de trabajar.
—Aún no —respondió jalando el brazo de Hange haciendo que se recostara a su lado—. Cinco minutos más.
—Tenemos cosas qué hacer.
—Por favor —pidió acurrucándose sobre su pecho.
—S-Sólo unos minutos.
Desde que unieron sus vidas en matrimonio, todas las mañanas eran de esta manera: uno tratando de despertar al otro para al final permanecer abrazados en silencio, disfrutando de la calidez y tranquilidad que se transmitían mutuamente.
Pero el estar casados no significaba que su relación cambiaría drásticamente, pues Hange seguía con sus experimentos y poniéndose en riesgo cada vez que veía a un titán mientras Moblit permanecía a su lado completamente aterrado e intentando hacer todo lo posible por mantenerla a salvo.
—Entiendo —respondió Erwin para esbozar una sonrisa—. Jamás imaginé que llegarías a hacer esta petición, creí que seríamos nosotros quienes te lo pediríamos a ti.
—En realidad eso iba a pasar pero, después de analizar bien las cosas, decidí que era lo mejor para evitarle preocupaciones a Moblit.
—No quiero imaginar cómo hubiese sido —tomó la carpeta que Hange le había entregado—. Permiso concedido.
Ese día la legión de reconocimiento saldría de los muros para una nueva expedición.
—Líder de escuadrón... ay, perdón, no quise interrumpir —se disculpó completamente avergonzada pues al entrar a su habitación se encontró con Moblit dando vueltas mientras cargaba a Hange en sus brazos.
—Descuida, Nifa —respondió la mayor una vez que Moblit la bajó al piso—. ¿Qué ocurre?
—¿Heh? Ah, sí. Todo ya está listo, es decir, ya estamos listos.
—Perfecto —volteó a ver a su esposo—, vamos.
Como era de esperarse, en esa expedición varios soldados perdieron la vida pero, gracias a la nueva estrategia creada por Erwin y Levi, las pérdidas fueron menos que en las expediciones anteriores.
—Volvamos al muro —ordenó Erwin a lo que todos asintieron.
—¡Señor! —Llamó uno de los soldados—, nos hace falta un caballo.
—Ahí está —señaló Levi al corcel que se adentraba al bosque.
—Yo iré por él.
—No, Levi lo hará.
—Erwin, por favor —pidió Hange con cierta insistencia haciendo soltar un largo suspiro a su superior.
—De acuerdo, ve, pero Levi y Moblit irán contigo.
—Moblit, dame tu caballo.
—Sí, señor —respondió para darle las riendas de su corcel al capitán—. Hange, iremos juntos.
—Entonces sube.
Los tres se separaron del grupo para adentrarse entre los inmensos árboles para buscar al caballo que se les había escapado. Al dar con él, Moblit bajó del corcel de Hange para tomar las riendas del extraviado y así poder retomar su camino hacia el muro.
Por desgracia, no volverían todos.
—¡Cuidado!
Dos titanes se atravesaron en su camino. Levi fue el primero en abandonar su caballo para usar su equipo tridimensional mientras Moblit y Hange seguían cabalgando para distraer a los titanes. Aún no salían del bosque y dos titanes más aparecieron frente a ellos.
—¡Ahora, Moblit! —Anunció Hange para que ambos se unieran a Levi en el uso de sus cuchillas.
—Vienen más —avisó Levi—, debemos irnos ahora.
Con sus equipos de maniobras se ayudaron para ir de árbol en árbol siguiendo a sus caballos, dejando atrás a aquellas bestias y teniendo una formación triangular: Levi al frente y Moblit y Hange detrás.
Nunca sabrás lo que pasará.
—¡Hange!
El grito alarmante de Moblit hizo que Levi volteara y quedara paralizado por aquella escena. Un titán se había asomado sin que se dieran cuenta en dirección hacia Moblit y fue la misma Hange quien empujó al contrario para salvarlo, siendo ella quien terminó siendo atrapada por las manos de la criatura.
—¡No!
Aquél titán apretó a Hange con tal fuerza que la hizo escupir sangre y claramente se pudo escuchar el crujir de sus costillas siendo trituradas. Hange miró a Moblit y le dedicó una última sonrisa pero, antes de que pudiese ser devorada, Levi se abalanzó contra aquella bestia para liberarla, haciendo que Moblit reaccionara y la atrapara evitando que cayera.
—¡¿Por qué lo hiciste?! —Le reclamó sentándose en el suelo sujetando a Hange sobre su regazo—. ¡¿Por qué?!
—E-Ese titán iba a atraparte, debía impedir que lo hiciera.
—¿Por qué siempre actúas de forma tan imprudente?
—Te dije que llegaría el día en que sería yo quién te protegiera. —Tomó una de las manos de su esposo—. No tienes qué preocuparte, fue sólo una herida.
—H-Hange...
—No llores, por favor, sabes que detesto verte así.
—¿Cómo puedes pedirme eso en un momento así?
—Es que... quiero recordarte sonriendo como siempre —Moblit la miró horrorizado por lo que había dicho—. No me olvides —susurró acariciando la mejilla del contrario.
—Lo siento —rompió en llanto sintiendo la calidez que la mano de Hange le transmitía—. No los pude proteger.
—Lo hiciste, mejor que nadie. —Fijó su vista en Levi quien se encontraba de pie observando la escena mientras la sangre que lo cubría se evaporaba—. Levi...
—N-No se te ocurra, gafas de mierda —dijo sintiendo un nudo en la garganta.
—Perdón —le dedicó una pequeña sonrisa—. Cuida de él, por favor. —Miró a Moblit—. Cuídense ambos, por favor.
—N-No digas eso, ¡no me dejes!
—No lo haré —secó las lágrimas de Moblit—. Yo soy tuya y tú eres mío.
—H-Hasta la eternidad.
Moblit depositó un beso en sus labios y al separarse sólo pudo escuchar un leve susurro que le decía "cuídate". Llamó varias veces a su amada pero no funcionaba y tras un grito amargo se aferró al cuerpo que había muerto en su regazo.
Cuando muere una flor, se marchita de pena un jardín.
Tras el funeral, Moblit se distanció por completo. No quería ver ni hablar con nadie, tan solo permanecía acostado en la cama abrazando el muñeco de titán que Hange tanto amaba. Al cabo de tres meses, fue el mismo Erwin quien lo obligó a salir de su resguardo pues necesitaba hablar con él y los tres integrantes restantes del cuarto escuadrón que habían sido gravemente afectados.
—Sé que no ha sido fácil para ustedes esta situación, no lo ha sido para ninguno de nosotros, pero necesito hablar con ustedes sobre esto. —Suspiró—. Debido a las circunstancias, su escuadrón deberá ser reacomodado. Moblit, tú serás el nuevo líder de escuadrón y Nifa, tú serás la segunda a cargo.
—Me rehuso —mencionó a lo que todos fijaron su vista en él—. ¿Por qué debo ocupar su puesto?
—Al no estar Hange, el sublíder es quien debe subir.
—Me niego a hacerlo. N-No puedo ocupar su lugar —fue lo último que dijo antes de abandonar aquella sala.
—Señor —llamó Keiji—, con todo respeto, debería ser un poco más comprensivo con él.
—La pérdida de nuestra líder le afectó más que a cualquiera de nosotros y usted lo sabe —comentó Abel a lo que Erwin asintió.
—Nifa, ¿puedo pedirte que cargues con la responsabilidad de tu escuadrón hasta entonces?
—S-Sí, señor.
Nadie puede superar una pérdida tan fácilmente.
Los meses iban pasando y nada mejoraba. Mike optó por derribar la puerta de aquella cabaña para que, junto a Levi y Nanaba, sacaran a Moblit de su encierro, pero él ahí no estaba; tan solo encontraron una cabaña desordenada mientras que Mike encontró varias botellas vacías en la habitación.
—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —Exclamó Levi sujetándolo del cuello de su camisa—. ¿Crees que así se arreglarán tus problemas?
—¿Qué más me queda?
Al no encontrarlo en su cabaña, los tres avisaron a Erwin y a sus compañeros de escuadra para ir a buscarlo por todo el Distrito, hasta que dieron con él en el muro, justo cuando estaba por aventarse sin equipo alguno desde ahí.
—A ella no le gustaría que estuvieras así.
—No sabes absolutamente nada —respondió soltándose del agarre del capitán.
No tenía a dónde ir. Sus tres compañeros y las cuatro autoridades lo tenían rodeado, además de que los efectos de todo el alcohol que había ingerido no lo dejaban pensar con claridad. No tenía forma de escapar.
—Moblit, sabemos cómo te sientes —mencionó Nanaba—, no fue fácil para nosotros perder a Hange.
—También era nuestra líder —comentó Abel—, sufrimos igual que tú.
—¡Ya cállense! No quiero que vengan a darme un vacío consuelo. ¡No tienen la menor idea de cómo me siento! ¡No tienen la menor idea de mi sufrimiento! —Exclamó quebrándose en un llanto amargo—. Ustedes perdieron a una compañera —dijo mirando a Mike y a Nanaba—, a una líder —miró a sus compañeros de escuadra—; a un soldado — dijo observando a Erwin para después fijar su vista en Levi—, a una amiga. En cambio... en cambio, yo perdí a la mujer que tanto amaba, al amor de mi vida, a mi familia. ¡Perdí a mi esposa y al hijo que esperaba!
Todos permanecieron en silencio, completamente sorprendidos por lo que él había dicho. No tenían la menor idea de lo que hablaba pero un escalofrío les recorrió en el alma. Fijaron su vista en Erwin en busca de respuestas, pero este se limitó a bajar la cabeza.
—¡Sorpresa! —Exclamó al tiempo que Moblit dejaba caer el muñeco de titán al suelo.
—¿Q-Qué?
—¿Acaso no leíste la nota? Estoy segura de haber escrito "felicidades, nuevo papá."
—H-Hange, no juegues con eso.
—No lo hago. —Tomó una de las manos del contrario para colocarlo sobre su vientre—. Aquí hay un pequeño que viene en camino, y descuida, no tienes nada de qué preocuparte. Hace unos instantes hablé con Erwin para pedirle una licencia, así que esta será mi última expedición y no volveré a salir de los muros hasta entonces.
—¿S-Seremos padres? ¡Seremos padres! —Exclamó para envolverla en sus brazos y alzarla para dar vueltas con ella en el aire.
—¡Líder de escuadrón! Ay, lo siento, no quería interrumpir.
—Está bien, Nifa, descuida —respondió Hange con una sonrisa mientras Moblit la bajaba nuevamente al piso.
—Por favor, vuelve...
Ahí estaba, frente a la lápida de su amada, como cada mañana desde su partida. Nunca dejó de visitarla ni de llevarle las flores que a ella tanto le gustaban.
—Ya no puedo más. No sé qué hacer sin ti... p-por favor, vuelve a mí...
Aquí estoy...
Moblit alzó la mirada mientras la lágrimas resbalaban por sus mejillas, podía jurar que había escuchado la voz que en tanto tiempo dejó de oír. Observó la lápida mientras una suave brisa lo envolvió haciendo ondear su cabello.
—L-Lo sé —respondió con una pequeña sonrisa.
A pesar de las pérdidas, debemos seguir avanzando.
Un año después de la tragedia, Moblit tomó el valor de decidir que quería salir adelante y fue apoyado en todo momento por las personas que lo rodeaban. No fue un proceso fácil pues varias veces decaía, pero ahí estaba día a día haciendo lo posible por mejorar.
Durante veinte años, Moblit fungió con orgullo como el líder del cuarto escuadrón, mismo cargo que la mujer que tanto amó una vez ocupó.
Moblit...
Moblit...
Despierta...
Abrió lentamente los ojos sintiendo los rayos del sol sobre su rostro. El cuerpo le dolía así que con mucho cuidado se recargó sobre el respaldo de la cama donde yacía acostado para poder sentarse.
Sintió una nostalgia enorme en todo su ser pues claramente pudo oír aquellas palabras que Hange solía decirle en las mañanas al despertar y que nunca más pudo volver a escuchar.
Levantó la mirada para fijarla hacia la ventana donde vislumbró la silueta de una mujer cruzada de brazos mientras observaba por aquél cristal. Ella se giró lentamente para posar la mirada en Moblit y, viéndolo a los ojos, le sonrió.
—Hola, dormilón.
—¿H-Hange?
Al decir su nombre, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Cuántas veces había imaginado despertar con ella a su lado, cuántas veces había soñado con volver a verla... nada de eso se comparaba con aquel momento pues se sentía real... era ella en verdad.
—No llores, sabes que detesto verte así.
—H-Hange...
La mujer de cabello castaño se acercó a la cama donde su amado estaba para permanecer de pie frente a él. Le sonrió tiernamente, como sólo a él le podía sonreír y Moblit no pudo hacer más que llorar por lo que estaba viendo.
—¿Qué te ocurrió? —Preguntó señalando el abdomen de Moblit que estaba cubierto por varios vendajes al igual que sus brazos.
—Y-Yo... e-estábamos volviendo de una expedición y varios titanes nos perseguían. Al llegar al Distrito, se me ocurrió subir al muro para observar mejor la situación y...
—¿Y?
—Me aventé del muro para aniquilar al titán más cercano que tenía y que estaba a punto de atrapar a un compañero. Al estar subiendo de nuevo al muro, me quedé sin gas.
—¿Por qué actuaste de forma tan imprudente? —Preguntó con cierta ironía mientras alzaba una de sus cejas.
—Sólo... sólo fue una herida... —respondió para verla a los ojos y esbozar una pequeña sonrisa—. ¿Así te sentías cuando te regañaba?
—Más o menos.
—Lo siento.
—¿Por qué te disculpas?
—No pude protegerte... n-no pude protegerlos.
—No fue tu culpa. Nadie puede saber lo que ocurrirá con nosotros, pero, en el tiempo que tú y yo estuvimos juntos, me protegiste mejor que nadie en el mundo; tú no tuviste la culpa de nada —colocó su mano sobre su vientre—, ambos sabemos que no tuviste la culpa de nada. —Moblit asintió a sus palabras y llevó ambas manos a su rostro tratando de calmar el inmenso llanto que estaba teniendo—. ¿Por qué no rehiciste tu vida en todo este tiempo?
—¿Cómo puedes preguntar eso en un momento así? —Soltó un gran suspiro calmando momentáneamente el caer de sus lágrimas—. Lo intenté, te juro que traté de hacerlo pero me fue imposible. Mi corazón te pertenece, no podía estar con nadie más.
—Moblit...
—¿Tienes idea de la infinidad de veces que pensé en quitarme la vida? Una vez estuve a punto de hacerlo y de no ser porque los demás llegaron a tiempo yo... —permaneció en silencio hasta que pudo calmar nuevamente sus sollozos—. T-Te extraño, Hange, te extraño tanto. Quería verte de nuevo, que volvieras a mi lado, que estuvieras junto a mí.
—Nunca me fui —tomó asiento a un lado de la cama, sujetando una de sus manos—. Te lo dije infinidad de veces, ¿lo olvidas? Siempre estaré junto a ti. —Con su mano libre acarició la mejilla de Moblit, secando con su pulgar las lágrimas que habían en esta—. Yo soy tuya y tú eres mío.
—H-Hasta la eternidad —respondió sintiendo la calidez que la mano de Hange le transmitía—. Quédate conmigo.
—Siempre.
Moblit se aferró a Hange en un abrazo que en veinte años ansiaba poder darle. Lloraba y lo hacía de alegría por tener a su amada con él.
Aquellos vendajes en su cuerpo fueron sustituidos por ropa, aquellas arrugas que los años le habían sacado se fueron alisando y los cabellos que el tiempo pintó de blanco volvieron a su tono castaño.
Ambos se vieron fijamente a los ojos y se dedicaron una sonrisa para después sellar su juramento con un beso, como siempre lo habían hecho. Al separarse, Moblit se acurrucó sobre el pecho de Hange mientras ella lo envolvía en sus brazos y una sábana blanca cubría su cuerpo por completo.
—ℱin.
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