El último show | Capítulo 20. Festival.
Silencio es lo que por unos minutos se había formado en la sala. Rodri se encontraba mirando hacia el suelo con el corazón latiéndole a todo lo que daba, mientras que Pascu permaneció inmóvil frente a él estando incrédulo por lo que había escuchado.
—¿No dirás nada? —Preguntó Rodri al fin, aún sin levantar la mirada.
—No sé qué decir. Me refiero a que, estuve esperando tanto para que me dijeras eso, que no imaginé que lo hicieras de esta manera.
—De ser por mí, jamás te lo hubiera dicho.
—¿Y qué te hizo cambiar de opinión?
—Tal vez fue el hecho de que en verdad pudimos haber tenido una hermosa boda.
—Rodri —lo tomó del mentón haciendo que levantara la mirada hacia él—, tú no estabas listo para casarte y, aún si me hubieses dicho la verdad en ese momento, yo no te hubiera obligado a hacerlo.
—Si te hubiese dicho la verdad en ese momento, estoy seguro de que hubieses encontrado la forma de poder convencerme.
—Deja de culparte por cosas del pasado.
—¿Es que no lo entiendes? —Exclamó alejándose del contrario dando un par de pasos hacia atrás—. Perdí al amor de mi vida por mis estupideces y tuvieron que pasar cinco años para que pudiera volverlo a ver. Yo soy el villano del cuento.
—No para mí.
Los ojos de Rodri se comenzaron a llenar de lágrimas tras escucharlo. Pascu, por su parte, se acercó a él para tomarlo de las mejillas y lentamente dirigir su rostro hacia Rodri mientras este cerraba los ojos dejando escapar una lágrima de ellos, estando a la espera de sentir los labios del contrario sobre los suyos; sin embargo, aquél momento fue interrumpido por el teléfono del actor que comenzó a sonar, haciendo que ambos se separaran sin haber consolidado ese beso.
—Es Helena, ¿cierto? —Preguntó Rodri a lo que el contrario asintió—. Es normal que te esté buscando, si no te vas ahora, llegarás tarde a la función.
—Pero, tú y yo aún tenemos mucho por hablar.
—Lo haremos después —respondió para abrir la puerta de su hogar—. Vete y dile a todos que mañana estaré de vuelta ahí.
🐾
20. Festival.
🐾
—Debo admitir que hoy estuviste espléndido —mencionó Helena al tiempo que entraba al departamento seguida de Pascu—, sé que eres un gran actor y con cada función me impresionas mucho más pero, te juro que hoy en verdad me transmitiste un sentimiento tan icónico que aún tengo la piel erizada —dijo observando los vellos de uno de sus brazos—. Yo digo que tomemos un trago por tan increíble presentación.
—Helena —tomó una de sus manos deteniendo el andar de la mujer hacia la cocina.
—¿Qué ocurre?
—Necesito el consejo de una amiga —respondió para caminar hacia el largo sofá para que ambos se pudieran sentar.
—Eso explica porqué aún no sueltas mi mano —dijo con una pequeña sonrisa mientras tomaba asiento a lado de él—. Te escucho.
—Estuve con Rodri.
—Lo sé, estos últimos días has estado con él y estoy segura de que hoy llegaste tarde por lo mismo.
—Es porque ocurrió algo que me consumió el tiempo —respondió para fijar su vista en su mano que sostenía a la de Helena—. Lo dijo.
—No me hables en clave, Álvaro.
—No lo hago —alzó la mirada hacia ella.
—Espera —observó detenidamente al contrario—, acaso...
—Admitió que aún siente algo por mí.
—Álvaro...
—Entiendes cuál es el problema, ¿verdad?
Helena se soltó del agarre de Pascu y se puso de pie para caminar por toda la sala, llevando una de sus manos hacia su boca sin poder ocultar su expresión de sorpresa.
—¿Qué le dijiste? —Preguntó al fin, deteniendo su andar frente a él.
—Que estuve esperando mucho para que lo dijera —suspiró—. ¿Y bien?
—Me pides el consejo de una amiga, pero sabes bien que como representante no puedo quedarme callada.
—Escucharé a ambas partes.
—Como amiga, te digo que estoy feliz por ti; como representante, te digo que estoy preocupada.
—¿Y la opinión en común que tienen ambas partes?
—Tienes que tomar una decisión y tienes que hacerlo ahora.
—¿De verdad crees que podré hacerlo?
—No tienes otra opción y tampoco puedes jugar con Rodri.
—Eso es lo último que quiero hacer.
—Entonces piensa muy bien las cosas, porque quien tiene la última palabra eres tú. —Se acercó al actor y colocó una mano en su hombro—. En tres semanas termina la temporada de "el cielo en tu mirada", tienes hasta entonces para decir lo que harás.

Como Rodri había dicho, volvió al teatro con más energía que antes y dispuesto a recuperar el tiempo que había estado ausente por su fiebre.
—Tenemos una entrevista de promoción mañana —comentó Javier al compositor.
—Lo había olvidado —dijo para fijar su vista en la joven actriz que se encontraba bajo el escenario revisando su celular—. Alex, ¿te gustaría acompañarme a una entrevista mañana? —Preguntó sin obtener respuesta alguna por lo que decidió acercarse a ella—. ¿Alex?
—Mande —dijo levantando la mirada, dejando ver sus castaños ojos llenándose de agua.
—¿Estás bien? ¿Qué ocurre?
—No pasa nada —respondió cerrando los ojos para respirar profundamente—. ¿Qué necesitas?
—Quería saber si me acompañabas mañana a una entrevista de promoción.
—Sí, está bien —dijo con una pequeña sonrisa—. ¿Me disculpas? Iré al baño —guardó su celular en el bolsillo de su pantalón y se alejó del compositor.
—¿Qué ocurre con ella?
—¿Por qué crees que yo lo sé? —Cuestionó Javier.
—Tú eres el que ha pasado más tiempo con ella en los últimos dos meses, supongo que debes saber algo.
—Ella... estará bien —respondió con una sonrisa de medio lado—. Le hablaré a Mario para decirle que mañana lleve a Alex a la entrevista.
Horas más tarde, cuando habían terminado de ensayar y revisar cuestiones técnicas en el teatro, Rodri se reunió con Ramsés en un pequeño establecimiento de comida para almorzar.
—Me da gusto ver que ya estás mejor.
—Creí que irías a visitarme de nuevo pero solo fuiste el primer día.
—Lo siento, pensé que estarías en cama por más días.
—Javier me dijo lo mismo, pero no puedo darme el lujo de enfermarme por tanto tiempo cuando hay trabajo de por medio.
—Cuando termine la temporada, prométeme que tomarás un largo descanso.
—Lo haré, pero dejemos eso de lado. Hay algo importante que debo contarte sobre Álvaro.
—¿El amor de tu vida? —Preguntó alzando una de sus cejas a lo que el contrario solo permaneció en silencio con las mejillas ruborizadas—. Me escuchaste, ¿verdad?
—Sí, ¿por qué?
—Sueles decirme "él no es el amor de mi vida, solo es un idiota" pero esta vez te quedaste callado. ¿Acaso ya vas a admitir que lo es?
—¿Qué ganaría si lo sigo ocultando?
—Mierda —exclamó Ramsés dejando caer la servilleta que sujetaba en sus manos—. ¿Qué ocurrió en estos días?
—Me di cuenta que en verdad cometí un gran error al dejarlo ir.
—¿Y no pudiste darte cuenta un poco antes? No sé, tal vez... ¡cuando lo viste subir al puñetero avión!
—¿Quieres hacerme sentir miserable?
—Es que eres todo un caso, pero al menos ya admitiste que lo sigues amando.
—Y él ya lo sabe —mencionó haciendo que Ramsés escupiera su bebida—. En todo mi brazo, qué asco.
—Fue tu culpa —respondió tosiendo para limpiar su boca con una servilleta—. ¿Cuándo se lo dijiste?
—Ayer —contestó mientras limpiaba su brazo—, pero tampoco fue una gran y romántica declaración de amor.
—Eso es lo de menos, quiero los detalles y más importante aún, ¿qué fue lo que te respondió? ¿Acaso se dieron otra oportunidad?
—No exactamente. Le dije lo que sentía y luego lo saqué de mi casa porque se le estaba haciendo tarde para la obra, así que no hablamos sobre ello, pero es una plática que no puedo evadir.
—Y ahora que tienes claro tus sentimientos, ¿qué piensas hacer?
—Expiar mi pecado.
Dos días después, Pascu invitó a Rodri al festival de música que se estaba llevando a cabo en Barcelona. El plan original era que Pascu y Helena irían a dicho evento (ya que ese día no había función en el teatro) pero ella le dio su pase al actor pues dijo que le había surgido un compromiso de última hora, así que decidió invitar al compositor y de paso aprovecharía para retomar aquella plática pendiente que los dos tenían y por cuestiones de trabajo no habían podido entablar.
En el festival tocaron agrupaciones tanto conocidas como nuevas así como habían stands con música de cada tipo para todos los gustos, así que después de haber recorrido cada stand y de haber cantado unas cuantas canciones entre el público, ambos decidieron ir un momento al área de comida para comprar algo.
—Hace mucho que no asistía a un festival.
—¿De verdad? —Preguntó Rodri sorprendido—. Creí que Helena y tú iban seguido a esta clase de eventos.
—¿Por qué pensabas eso?
—Tal vez por la dinámica que tienen ambos, dan la impresión de que suelen asistir a toda clase de eventos.
—Helena, tal vez —dijo para tomar un poco de agua—. En un principio solíamos ir a varios lugares pero, cuando mi carrera empezó a despegar, dejamos de hacerlo. ¿Qué hay de ti?
—Sabes bien que detesto ir a eventos tan extravagantes, aunque algunas veces asistía por curiosidad.
—No cabe duda que sigues siendo el mismo Rodri de siempre.
Ambos tomaron asiento en las sillas que se encontraban disponibles cerca de los establecimientos de comida que habían. Desde ahí se podían escuchar diferentes canciones de géneros variados que provenían del festival cuya mezcla era escuchada con atención por los dos artistas que trataban de encontrar una armonía entre las melodías hasta que se percataron de que en uno de los stands estaban tocando un cover de la canción "The Scientist" de Coldplay cuyo volumen comenzaba a aumentar gracias a que el público se encontraba cantándola a coro.
—Dijiste que sigo siendo el mismo de siempre, ¿verdad?
—¿Rodri?
—La realidad es que no soy el mismo de antes así como tú tampoco lo eres.
—Bueno, supongo que en cinco años las personas pueden cambiar en ciertos aspectos, pero aún siguen conservando la esencia de ellos.
—Pero esos cambios terminan ocasionando un efecto, ya sea negativo o positivo, con las personas que solían conocer tu versión anterior.
—¿A dónde quieres llegar con esto?
—Tenemos una plática pendiente y pienso resumirla drásticamente.
—Te escucho —dijo el actor con una sonrisa.
—Aún estás enamorado del Rodri de hace cinco años y, cuando volviste, no hiciste más que tratar de reconquistarme —se giró para verlo a los ojos—. Ese Rodri ya no existe y el Álvaro, no, el Pascu del cuál yo siento algo es del que tengo justo enfrente de mí, no del de hace cinco años; es por eso que ahora es mi turno de hacerlo.
—¿De qué hablas?

