El último show | Capítulo 19. Conejo.
—La función de hoy igual fue todo un éxito —comentó Javier con los brazos cruzados mientras recargaba la espalda sobre la puerta del camerino.
—Estás frente a actores profesionales, es lógico que todas las funciones sean un éxito.
—Bájale un poco a tu ego, señorita —mencionó Pascu mientras revolvía el cabello de Alex—. Me hace feliz saber que nos está yendo bien con la obra.
—Y no hay nadie que esté más feliz por ello que el escritor y director de esta historia que se puede dar el lujo de faltar a las funciones —comentó Alex colgándose su maleta en uno de sus hombros—. Espero que haya una muy buena excusa como para que no haya venido.
—La hay —respondió Javier—. Cuando vino para la revisión técnica tenía la nariz congestionada además de que tenía algo de temperatura, así que lo mandé a casa para que pudiese recuperarse.
—Así que cogió un resfriado —mencionó Pascu recordando las palabras de Rodri bajo la lluvia: "procura no enfermarte"—. ¿Sabes cómo sigue?
—No, pero me imagino que se puso peor.
—¿Por qué? —Preguntó Alex—. A Rodri no le suele afectar tanto un resfriado.
—Lo sé, pero estamos hablando de que Rodri no ha descansado bien en estos dos meses, así que su cuerpo va a aprovechar el resfriado para exigirle reposo.
—Javier, te solicitan en cabina —comentó una chica del staff entrando al camerino.
—Nos vemos —se despidió de los dos actores.
—Tengo el presentimiento de que tú tienes qué ver en esto.
—¿De qué estás hablando, Alex?
—El que Rodri se haya enfermado no creo que se deba a una simple casualidad.
—¿Insinúas que yo enfermo a la gente?
—Solo digo que tienes cierta responsabilidad en esto. —Se acomodó bien su maleta para dirigirse a la puerta—. Deberías ir a visitarlo.
—Eres su amiga, así que ven conmigo.
—Tú eres el que se debe hacer responsable, no yo.
—¿Por qué estás tan segura de que fue mi culpa?
—Mi intuición me lo dice —respondió volteándolo a ver alzando una de sus cejas—. Dale mis saludos, niñera temporal —dijo despidiéndose con un ademán mientras salía del lugar.
—¿Niñera?
🐾
19. Conejo.
🐾
—Deja de reírte, por favor.
—Lo siento, Rodri, pero no creí que te vieras en esta situación —respondió Ramsés secando las lágrimas que había derramado por la risa—. Pascu cuidando de ti, de tus gatos y de tu casa, no creí ver esto de nuevo.
—No es como si hubiese tenido otra opción, el idiota apareció en la entrada y se aprovechó de mi falta de fuerzas para invadir mi privacidad y obligarme a estar en cama mientras él arreglaba mi casa.
—Y tampoco es que te haya insistido tanto para que aceptaras.
—No tenía ánimos de discutir —respondió para sonar su nariz con un pañuelo—. Aunque debo admitir que tener a Álvaro de esclavo por un día no suena tan mal.
—Dudo mucho que ese resfriado te dure sólo un día, así que tendrás al amor de tu vida cuidando de ti por unos cuantos días.
—No digas que es el amor de mi vida —mencionó con la voz tan congestionada que Ramsés evitó con todas sus fuerzas reírse de él—, solo es un idiota que siempre actúa sin pensar.
—¿Y no fue ese uno de los motivos por los que te enamoraste de él?
—Eso fue en el pasado.
—¿Hasta cuándo vas a negar que sigues enamorado de él?
—¿Qué ganaría sintiendo algo por Álvaro?
—Recuperar esa hermosa relación a la que ninguno de los dos querían darle fin. —Se levantó de aquella silla que estaba a lado de la cama donde Rodri yacía acostado—. Aprovecha este momento de reposo para reflexionar sobre tu enorme pecado.
—Terminar una relación no es un pecado.
—Romper tu compromiso sin haber dado los verdaderos motivos, es lo más cercano a ello.
—Álvaro sabe porqué lo hice.
—Se lo dijiste cinco años tarde —mencionó para caminar hacia la puerta de la habitación.
—¿Por qué Álvaro no me odia por lo que hice? —Preguntó justo al momento en que Ramsés abrió la puerta para salir.
—Porque él nunca dejó de amarte aunque le ocultaras la verdad.

—De momento no tienes temperatura así que el medicamento está haciendo efecto —comentó Pascu revisando el termómetro que le había colocado a Rodri—. ¿Cómo te sientes?
—Mejor, gracias. Solo espero recuperarme pronto para volver al teatro.
—Javier está haciendo un buen trabajo solo, no te mortifiques por ello.
—Tampoco es que me guste estar enfermo —dijo para sonarse la nariz con un pañuelo—. Gracias por haber venido, ya puedes irte.
—Olvídalo, me quedaré contigo hasta que te recuperes por completo.
—No es necesario que lo hagas.
—¿Te molesta que esté aquí?
—No, es solo que no creo que sea correcto que me estés cuidando de esta manera. No es... como si tú y yo fuésemos una pareja —dijo a lo que Pascu soltó una pequeña risa—. ¿Qué es tan gracioso?
—Rodri, yo veía esto como un amigo cuidando de otro ¿y tú lo estabas viendo como un novio cuidando de su pareja? —preguntó alzando una de sus cejas.
—No es lo que crees —mencionó con un leve rubor en sus mejillas.
—Ya veo. —Se levantó de la silla y estiró los brazos hacia arriba—. Aprovecha que estoy aquí cuidando de ti y de tus gatos que amas más que a tu propia vida.
—Por más que sea una propuesta tentadora, no quiero aprovecharme de tu condición de esclavo temporal.
—No es algo que puedas tener todos los días —dijo con una pequeña sonrisa—. Debe haber algo que quieres que haga por ti, así que dime.
Rodri permaneció en silencio, pensando detenidamente en cómo sacar provecho de la amabilidad del contrario sin aprovecharse de más. Fijó su vista en la mesita que tenía cerca de la puerta de la habitación, observando los papeles y una libreta de pasta color lila que ahí se encontraban.
—No es algo que quiero específicamente que hagas, en realidad llevo días tratando de hacerlo y ayer apenas hice un avance. —Se levantó de la cama con la nariz completamente roja—. Voy a sacar provecho de ti pidiéndote ayuda, así que haremos esto entre los dos.
—¿Qué cosa?
—Quiero que me ayudes a arreglar lo que alguna vez los dos convertimos en la cueva de Destripando la Historia. —Pascu no pudo ocultar la sorpresa en su rostro al escucharlo—. Dejé de darle mantenimiento a esa habitación cuando Javier y yo comenzamos las audiciones para la obra así que debe estar llena de polvo y con carpetas regadas y con cientos de hojas que me gustaría revisar.
—Hace años que no entro ahí.
—Está bien si no quieres hacerlo.
—¿Y perderme la oportunidad de volver al pasado? Ni hablar, te ayudaré con gusto.
Ambos salieron de la habitación de Rodri y se dirigieron hasta la habitación que se encontraba al final del pasillo de la casa del compositor. La cueva que hace años los dos crearon consistió en una habitación llena de cajas con los regalos que sus admiradores les enviaron y entregaron en los eventos donde fueron, así como mercancía oficial que les había quedado y todas las partituras y letras de las canciones que hicieron desde el inicio hasta el producto final y, como era de esperarse, igual se encontraban las canciones que nunca pudieron desarrollar a fondo sino que permanecieron en un estado de espera que, tras la separación de Pascu y Rodri, nunca pudieron ver la luz.
—¿Por qué parece como si hubiese entrado un tornado aquí? —Preguntó Pascu observando todas las carpetas, libretas y hojas sueltas que habían regadas en toda la habitación.
—La última vez que entré aquí, mis gatos estaban en medio de una persecución mutua y tenía la puerta abierta.
—Nos llevará algo de tiempo limpiar la escena del crimen de tus gatos.
—Entonces comencemos de inmediato.
Aquella limpieza se terminaría prolongando por tres días debido a la cantidad de cosas por ordenar así como el tiempo limitado que tenía Pascu pues este tenía que ir al teatro para las funciones mientras Rodri permanecía en cama sufriendo de una que otra recaída de fiebre.
El primer día se dedicaron a recoger todos los papeles que habían en el piso y revisarlos, sintiendo nostalgia al recordar los momentos que pasaron durante el proceso de creación de las canciones y de los bocetos de Pascu que encontraron; el segundo día revisaron toda la mercancía oficial que les había quedado, como playeras, peluches, broches, calcomanías y un par de ejemplares de cada uno de los libros que habían sacado y de los discos de edición especial que habían puesto a la venta por un tiempo. El último día, ya que habían ordenado todo el desastre, solo les quedaba revisar las cajas de regalos que tenían guardado.
—Debería enmarcar todos los dibujos que nos dieron para conservarlos, algunas hojas ya están quedando amarillas de los bordes.
—Es el baúl de los recuerdos más grande que he podido ver —comentó Pascu mientras veía el álbum de fotos que ambos habían armado en su momento—. Cada regalo tiene una historia.
—Y cada historia se conservará con el tiempo —mencionó Rodri abriendo otra caja de regalos—. Ven a ver esto.
—¿Qué hay ahí? —Preguntó acercándose al contrario—. ¿Conejos?
—El conejo —corrigió—, esta es una de las cajas donde guardamos todos los regalos que involucraban al conejo.
—Igual están el mapache y el perro colosal —comentó Pascu sacando de la caja un par de muñequitos—. Había olvidado la colección del conejo.
—El personaje icónico de DLH que no imaginamos que se volvería tan viral.
—Tanto que terminamos haciéndole una canción tan épica sobre su origen y la razón del porqué aparecía en todas las historias.
—Pusimos al mapache como su maestro y luego convertimos al conejo en el maestro del perro.
—Ahora que lo pienso, qué dramática fue la historia del conejo.
—Álvaro, matamos a toda su familia.
—Y luego revivimos al perro.
Ambos comenzaron a reír y con una sonrisa en el rostro revisaron las cajas restantes de regalos, dejándose invadir por la nostalgia al recordar todo lo que habían pasado trabajando en aquél proyecto. Al dar las cuatro de la tarde, ambos habían terminado de revisar todas las cajas y ordenarlas, habiendo arreglado el desastre que había en esa habitación.
—Deberías irte ya a tu departamento a arreglarte o llegarás tarde al teatro.
—Solo termino de barrer aquí y me iré.
Rodri asintió y mientras Pascu terminaba de pasar la escoba en la habitación, este se percató de que había una caja en la parte de arriba de uno de los libreros que no recordaba haber revisado, así que con cuidado tomó la escalera que habían metido ahí y se subió a ella para tomar aquella caja y revisar su interior.
<<La tapa está muy empolvada>>, pensó bajando de la escalera.
—¿Qué tienes ahí? —Preguntó Pascu quien había terminado de barrer.
—Nos hizo falta esta caja pero es diferente a las demás, está más pequeña y es blanca.
—Las demás son grandes y cafés —dijo observando las cajas que habían ordenado—. Veamos qué hay adentro.
Rodri abrió la caja y dentro de esta había una nota cuyas letras estaban grabadas en color dorado y se encontraba dentro de un celofan que la protegía, abajo de esta nota había un papel china de color blanco cubriendo el contenido que había en la caja. Pascu tomó la nota y Rodri hizo a un lado el papel china para encontrar dos peluches dentro de una bolsa transparente cada uno, estos muñecos tenían la forma del conejo de DLH pero uno estaba vestido con un esmoquin de color negro y el otro tenía un esmoquin de color blanco.
—No recuerdo haber visto a estos conejos antes.
—No lo hiciste —contestó Pascu entregándole la nota al contrario—. Yo los mandé a hacer para nuestra boda. —Rodri lo miró sorprendido para luego leer la nota y fijar la vista en los conejos—. La idea era ponerlos a los costados del pastel y en medio de ambos colocar esa nota con lo que fue nuestro juramento de amor.
—Álvaro...
—Le pedía a tu hermana que fuera a recogerlos cuando me avisaron que estaban listos y le pedí a ella que los guardara bien hasta que llegara el día, así que supongo que entró a la cueva pensando que sería un buen lugar para guardarlos por todas las cajas que habían aquí. Me había olvidado de ellos —dijo tomando en sus manos a uno de los conejos—. Realmente esperaba sorprenderte con esto pero, ya no importa.
Un silencio se hizo presente en la habitación y un sabor amargo comenzó a invadir a Rodri con lo que estaba viendo. Esos conejos le habían encantado y el saber la razón por la que fueron creados le hacían sentir una presión enorme en el pecho.
Pascu colocó de nuevo en la caja al conejo que había tomado y los cubrió con el papel china antes de cerrar la caja. Sin decir una palabra, salió de la habitación y empezó a caminar hacia la sala para tomar del sofá su abrigo y sus llaves pues, como Rodri había dicho, se le haría tarde.
—Espera —pidió el compositor llegando a la sala para ver al contrario ponerse su abrigo—. Álvaro, no tenía idea de que harías algo así, yo...
—No importa —interrumpió—, es algo que yo quise hacer y está todo bien. Son todos tuyos así que tú decides qué quieres hacer con ellos.
—Álvaro...
—Nos vemos —dijo tomando sus llaves para meterlas en el bolsillo de su abrigo y voltearse hacia la puerta de salida.
—¿Hasta cuándo vas a negar que sigues enamorado de él?
Las palabras de Ramsés resonaron en la cabeza de Rodri. Por un momento sintió que el tiempo se detenía, no escuchaba sonido alguno más que el de los latidos de su corazón y mientras Pascu colocaba su mano en la perilla de la puerta, las imágenes de aquella vez en la que le propuso matrimonio empezaron a invadir su mente.
—¿Hasta cuándo vas a negarlo?
Rodri cerró la puerta apenas Pascu la había abierto y, manteniendo la mirada hacia abajo, dejó su mano sobre la puerta para evitar que el contrario volviera a abrirla.
—No puedo reprimirlo por tanto tiempo —susurró.
—¿Qué pasa?
—Quiero expiar mi pecado.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Aunque no lo diga, sabes muy bien lo que siento. Con solo una mirada puedes saber mis sentimientos y con solo un susurro puedes saber bien lo mucho que te quiero...
—Rodri... —dijo con una inmensa sorpresa pues el contrario había dicho parte de aquél juramento de amor que en su momento los dos se hicieron y que se encontraba escrito en la nota de los conejos.
—Cometí muchos errores y por mi culpa todo lo que habíamos hecho se fue a la basura.
—No te culpo de nada.
—Aunque no lo hagas, yo me culpo a mí mismo.
—Ya hemos hablado de esto.
—Lo sé y por ello es que por fin voy a aceptar que si volvimos a encontrarnos fue por algo y... ya no voy a negarlo —dijo esto último en voz baja.
—¿Rodri?
—Álvaro —levantó la mirada para ver al contrario a los ojos, dejando ver el rubor que tenía sus mejillas—, aún siento algo por ti.
🐇 Cap. 20

