Sonny

—¡Por el comandante!

—¡Por Erwin! —respondieron todos al unísono, juntando sus vasos en un tintinar de cristal.

—Siempre es bueno reunirnos para celebrar un cumpleaños —mencionó Keiji—, aunque esta vez fue muy diferente —dijo observando su vaso con refresco.

—No era necesario que hicieran esto, pudieron haber ido a beber sin mí.

—Moblit, en los cumpleaños del escuadrón siempre estamos juntos, sobre todo en lo de Erwin, esta no iba a ser la excepción.

—Y tampoco íbamos a traer cervezas aquí —comentó Mike—, al igual que yo eres muy débil al alcohol y no estás en condiciones de probar una sola gota.

—¿Pero obligarse a tomar refresco en un cumpleaños?

—Son sacrificios que hacemos por ti, querido amigo —respondió Abel alzando su vaso—. Ya habrá tiempo para replicar el “Erwin en Las Vegas” de hace siete años.

—Ese fue el cumpleaños más desastroso del mundo —mencionó Levi al tiempo que los recuerdos de aquella fiesta se cruzaron en su mente.

—Dejando de lado lo asqueroso que dejaron mi jardín —comentó Erwin— y el pequeño incendio que casi me deja sin departamento, las hamburguesas de ese día estuvieron deliciosas.

—Y todo gracias a nuestro cocinero estrella que andaba de casanova —dijo Keiji para abrazar a Moblit de medio lado—. La parrilla se te incendió porque andabas distraído con Hange.

—Ese día los odié con el alma.

—Deberías agradecernos, de no ser por nosotros y las chicas ustedes dos se hubieran quedado estancados en su primer beso.

—Abel tiene razón —afirmó Erwin—. Te tardaste muchísimo en conquistarla.

—¿Qué esperabas? El idiota admitió que le gustaba hasta último año de universidad —intervino Levi para tomar un poco de su bebida—. Me hiciste esperar una eternidad para que mi shipp se volviera canon cuando fácilmente pudo haber pasado desde el momento que se conocieron.

—Éramos unos niños.

—Eso no impidió que quedaras flechado. —Mike se cruzó de brazos—. ¿Cómo era la historia? El pequeño Moblit de primer año de primaria olvidó su pasta de dientes, así que fue a la sala de maestros a pedir un poco.

—Ahí fue donde conoció a la pequeña Hange de primer año, pero del aula vecina —continuó Keiji con el relato—. La llevaron a la sala de maestros porque había ensuciado su uniforme jugando a ser antropóloga en la tierra del jardín, pero a diferencia de Moblit ella sí cargó ese día su pasta de dientes.

—La pequeña Hange se dio cuenta de que al pequeño Moblit le daba mucha pena hablar, pero intuyó de qué se trataba al ver los dientes del niño manchados con chocolate.

—Tomó su pasta de dientes y se acercó al pequeño para decirle “toma, te comparto del mío” —citó Keiji imitando una voz chillona—. “El chocolate y la menta...”

—“Se llevan muy bien” —completaron entre todos la frase.

—Años más tarde, cuando el pequeño Moblit creció y por fin se animó a darle el anillo, en sus votos matrimoniales dijo que ese fue el día que conoció al amor de su vida. Un poco cursi, ¿no crees? —preguntó Levi antes de llevar su vaso de refresco a la boca.

—Ya cállense —pidió el ojimiel cubriéndose el rostro que se había teñido de rojo por la vergüenza—. ¿Por qué no fastidian así a Keiji con Nifa?

—El chiste con ellos es que estén juntos —respondió Abel acomodando sus gafas en el puente de su nariz—, la reacción explosiva de Nifa y el nerviosismo de Keiji es lo que da el toque; contigo es diferente, basta con mencionar el nombre de Hange para que quedes rojo.

—Además, Abel y yo no tenemos la fortuna de trabajar en la escuela con ustedes.

—Hablando de eso —intervino Erwin al comentario de Keiji—, ¿cómo les está yendo en la base?

—Basta decir que comprendemos por qué Hange dudó mucho en retirarse —contestó Abel—. Trabajar en la NASA es un sueño, el trabajo es complejo, pero en verdad lo vale. Keiji y yo estamos dando nuestro mejor esfuerzo para que nos permitan quedarnos terminando los tres años de la convocatoria a la que ingresamos.

—Contábamos con que Hange nos ayudara, pero al salirse de la base Abel y yo tenemos que hacerlo por nuestra cuenta. Si no nos contratan al terminar la convocatoria, esperamos que nos contrates en la escuela, Erwin.

—Estaré esperando sus solicitudes —respondió el mayor con una sonrisa—. Quizá puedan suplir a Hange y Moblit cuando el bebé nazca —comentó para fijar la vista en el ojimiel—, ¿te parece bien?

—Claro, es una excelente idea.

—¿Qué ocurre Berner? —preguntó Levi frunciendo el entrecejo—. De momento te pusiste serio.

—No es nada.

—No mientas, a tu alrededor puedo percibir un aroma a angustia.

—Tu habilidad con la nariz me asusta —le dijo a Mike alejándose un poco sobre su asiento.

—Venga Moblit, ¿qué ocurre?

El futuro padre miró a todos, dándose cuenta de que en verdad esperaban una respuesta de su parte, por lo que solo se limitó a respirar profundamente antes de empezar a hablar.

—Dijiste “cuando el bebé nazca”, realmente quiero que llegue ese momento, pero sinceramente tengo mucho miedo del parto y no me refiero a la cesárea, sino a las complicaciones. He escuchado tantas veces que algo sale mal en los partos y siempre es con primerizos y hombres, tengo mucho miedo de que algo ocurra y mi bebé no pueda nacer; además, en el supuesto de que pueda tener a mi hijo en los brazos, me da miedo no poder ser un buen padre y que al final me odie.

—Moblit...

—¿Hange sabe de esto?

—No, ella está haciendo demasiado por mí y nuestro bebé, hasta ha renunciado a sus horas de sueño por nosotros, no soy capaz de contarle esto para que cargue una angustia más.

—Eres un idiota, moburrito —exclamó Levi, rompiendo con el silencio que se había formado.

—Hace mucho que no le decías así —comentó Erwin tratando con todas sus fuerzas de aguantar la risa.

—Me fue inevitable no hacerlo ahora. Berner, es normal que tengas miedo, cualquiera en tu lugar lo tendría y con justa razón, ¿pero en verdad dudas de que tu hijo te odie? Moblit, eres un profesor, le das clases a mocosos de preparatoria que no han hecho más que decir lo mucho que te aprecian, hasta los desastrosos de la clase 1-0-4 se han ocupado de cuidarte en estos meses y eso ya es decir mucho. Si tienes ese efecto en niños ajenos, ¿no crees que será igual con tu propio hijo?

—Levi tiene razón —dijo Abel—, eres una persona increíble y no cabe la menor duda de que serás un excelente papá y tu bebé te querrá aún más de lo que podrías imaginar.

—Con el miedo al parto, ninguno de nosotros es experto en el tema, pero tal vez te sirva el consejo de un papá que esté en la posición de Hange —mencionó Keiji señalando a Mike.

—¿Igual tuviste miedo? —preguntó Moblit al más alto.

—Aún temo. A diferencia de ustedes, el embarazo de Nana no fue planeado, nos tomó por sorpresa a los dos, pero igual intentamos hacer todo lo posible para poder sobrellevar el proceso y créeme que sé lo difícil que debe ser para ti estar en cinta, en más de una ocasión acudí a ti para desahogarme en un bar y no hubo día en que no temiera lo peor.

»El día del parto fue el momento más estresante para los dos, al igual que tú Nana temía que nuestro bebé no pudiera nacer y yo temía no poder hacer algo por ellas sin saber que después del nacimiento de nuestra hija mi vida estaría llena de más preocupaciones. Con cada paso que ella daba yo sentía que moría por el miedo de que se pudiera caer y hacer daño, cada vez que llevaba algo a su boca Nana se volvía histérica por el temor de que pudiese enfermarse; aunque parezca muy serio, tengo miedo de que algo pase, y aunque Nana parezca muy segura, igual teme no poder cuidar bien de nuestra hija.

»El miedo es normal, siempre estará aquí, pero eso no es un impedimento para que puedas disfrutar del crecimiento de tu hijo y tu crecimiento como padre. Levi lo dijo, los niños te adoran y ese bebé no será la excepción, solo tienes que respirar profundamente y hacerte a la idea de que tu vida estará llena de temores a partir de ahora, pero igual de varios momentos especiales que harán que todo valga la pena.

Moblit no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas al escuchar las palabras de Mike, por mucho tiempo estuvo guardando para sí mismo sus temores que el hecho de poder hablarlo con sus amigos y ser aconsejado por ellos lo hizo tranquilizarse.

—Deberías hablar de esto con Hange —comentó Levi— y no vas a darle ninguna carga si lo haces, al contrario, le hará bien saber lo que ocurre.

—¿Desde cuándo te importan las personas? —preguntó Keiji cruzándose de brazos.

—No me importan las personas, los odio a todos, en especial a ustedes, solo tolero un poco a Berner por su bebé y a Erwin lo tolero un poco más —respondió sacándole una sonrisa al ojimiel—. Hange habló conmigo hace unos días en la sala de maestros mientras tomaba mi té de la mañana, al igual que tú está preocupada por el embarazo y teme que el parto se complique, además de que tiene miedo de no ser una buena mamá y una buena esposa para ustedes.

—¿Ella en verdad piensa eso? —preguntó Moblit con incredulidad.

—Sí idiota, así que más vale que hables de esto con ella para que los dos puedan sobrellevar este embarazo y tener un buen crecimiento como padres.

Cerró la puerta de su casa al entrar, encontrando todas las luces encendidas y un silencio inusual. Bajó la mirada hacia los dos gatos que fueron a recibirlo reclamando un poco de cariño que Moblit les otorgó acariciándolos detrás de sus orejas.

—¿Hange está en casa? —preguntó a los felinos quienes al escucharlo se alejaron de él para guiarlo hacia el comedor.

Hange yacía sentada frente a la mesa con la cabeza recostada en ella, siendo una víctima de Morfeo. Moblit se acercó a ella y se dio cuenta de que había estado leyendo revistas sobre papás primerizos, lo cual lo llenó de felicidad sintiendo una calidez en su pecho que le hizo besar la frente de su esposa, despertándola como una princesa de cuento.

—Hola —saludó la mujer reincorporándose en la silla—. ¿A qué hora llegaste?

—Acabo de volver.

—¿Cómo te fue? ¿Los chicos te cuidaron?

—Más de lo que crees —respondió con una sonrisa.

—¿Pasa algo?

—No es nada, hablaremos mañana —dijo para besar nuevamente la frente de su amada—, vamos a dormir.

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