Sonny
—Te dije que era solo una infección —dijo Moblit sosteniendo en sus manos una prueba de embarazo.
—No lo parece.
—Esto dice lo contrario —exclamó dejando en la orilla del lavabo la prueba utilizada—. Además, ¿dónde la conseguiste? En ningún momento vi que fueras a la farmacia.
—Un par de pajaritos lo trajeron —respondió ocultando la identidad de sus dos amigas—. Escucha, esto no está bien. Anoche te la pasaste vomitando hasta casi dejar el alma en el baño y cuando creí que ya te habías calmado te levantaste a las tres de la mañana a comer chocolate con pasta dental.
—¿Y qué problema hay con eso?
—¡La pasta de dientes no se come!
—Solo tenía curiosidad de saber si la combinación sabía a chocomenta.
—¿En la madrugada? Ni siquiera es la primera vez que haces algo así, esta semana estuviste escapándote de la habitación para comer cosas que ni siquiera comías, el bote vacío de salsa capsu es la prueba.
—Es normal, no estoy bien del estómago.
—Moblit, no son síntomas de una infección.
—Escucha, sé que los dos queremos tener un hijo, pero el método no funcionó —dijo tomando la prueba del lavabo para mostrárselo.
—El resultado...
—Es negativo como el anterior.
—Moblit —le arrebató la prueba para observarla—, hay dos marcas ahí.
Hange le extendió la prueba para que su esposo pudiera ver las dos marcas que indicaban un resultado positivo. Los dos permanecieron atónitos observando por primera vez el pequeño aparato con una marca de más, tardando unos cuantos minutos para salir del baño y tomar las llaves de su auto para dirigirse al hospital. Era sábado por la mañana y los dos sabían que Grisha trabajaba hasta el medio día, así que podría ayudarlos con las pruebas sanguíneas del profesor.
Unas horas más tarde, los dos se encontraban sentados frente al escritorio del consultorio médico en espera de que Grisha terminara de leer los resultados de los estudios del ojimiel. Bastó con que el doctor les sonriera para que ambos pudieran darle respuesta a la pregunta que desde temprano los atormentaba; después de varios intentos, lo habían logrado, ahora Moblit estaba embarazado.
—Para ser honesto, creí que reaccionarían de una forma más entusiasta —comentó Grisha acomodándose las gafas—. ¿Por qué están tan callados? Creí que su intención fue lograr un embarazo.
—Es que, después de tanto tiempo...
—Es muy extraño recibir la noticia. —Fijó la vista en el vientre de su esposo—. Grisha, ¿esto es real?
—Tan real como mi título universitario.
—La primera prueba salió negativa —comentó Moblit.
—Las pruebas caseras suelen fallar. Me dijeron que en esta ocasión tardó para que la segunda marca apareciera, puede que no haya detectado bien tus niveles de *hCG, pero es un hecho que el embrión está creciendo.
—¿Y ahora qué sigue?
—Cuidar mucho de Moblit. El primer trimestre es el más peligroso, más aún tratándose de un embarazo masculino primerizo. Te daré unas vitaminas y programaré tus citas de revisión —dijo para tomar su lapicero del escritorio—; Hange, tendrás que cuidar su alimentación, asegúrate de que no coma nada indebido.
—Comió pasta de dientes —respondió la mujer con algo de temor.
—Antojos, ¿cierto? —preguntó al ojimiel quien no hizo más que asentir avergonzado—. Han habido casos peores. No pasará nada siempre que no vuelva a comerlo, es difícil lidiar con esa etapa del embarazo, así que no abusen en nada.
—¿Y si se come la pasta a escondidas?
—Se lo quitas y guarda todos las reservas de él.
Cómo si fuese un guardaespaldas Levi se aseguró de cuidar cada paso que Moblit diera en la escuela, sacando provecho de su labor como prefecto de caminar entre los pasillos para vigilar que su compañero no tuviese accidente alguno.
Desde que la pareja anunció a sus amigos que por fin esperaban un hijo, hicieron la promesa de cuidar al futuro padre en la jornada laboral, pudiendo darse ese lujo gracias a que Erwin era el director de ese plantel quien no dudó en otorgar a la pareja los permisos necesarios para faltar a sus clases en conjunto siempre y cuando se tratase de un asunto relacionado al bebé; mientras que Erwin, Levi y Mike se encargaban de cuidar los pasos de Moblit, Nifa y Nanaba se aseguraban de cubrir a Hange con sus planeaciones de manera que ella pudiera dormir entre clases gracias a que los antojos de madrugada de su esposo le impedían descansar en su cama como antes. Si de algo el matrimonio estaba agradecido, era de tener a esas personas como amigos que pudieran ayudarlos con su embarazo.
Al cumplir los tres meses de gestación, el cuerpo de Moblit empezó a cambiar de poco en poco, su pancita aún no era notoria, pero sus mejillas ya estaban un poco regordetas, lo que empezó a llamar la atención de sus alumnos y algunos profesores ajenos a su círculo de amistad. No querían dar una noticia pública, les bastaba con que sus amigos y familia lo superan, pero no tardó en que el rumor de que el profesor Berner estuviese embarazado diera la vuelta a toda la escuela, ocasionando que sus alumnos del aula 1-0-4 comenzaran a cuidarlo y estar más pendiente de él de forma discreta.
—Moblit se ve cada vez más radiante —comentó Nifa con una sonrisa—, pero Hange...
—Se ve horrible —añadió Levi antes de tomar un poco de su té—. Estoy seguro de que murió hace mucho, lo único que queda es un alma en pena dentro de un cascarón.
—Si los zombies existieran, Hange sería parte de ellos —mencionó Nanaba, uniéndose a los comentarios del más bajo—. La pregunta es si eres un zombie de The Walking Dead o de los lentos del videojuego.
—Lo están disfrutando, ¿cierto? —preguntó la morena con cierta ironía. Tenía los ojos llenos de ojeras que lo único que los mantenía despiertos era la tercera taza de café que se encontraba bebiendo—. Me quiero morir.
—Tú quisiste tener un hijo.
—Y apenas el tercer mes.
—Le espera una muerte lenta y dolorosa.
—No están ayudando en nada —reclamó para recostar la cabeza sobre la mesa.
—¿Tan complicado es un embarazo? —preguntó Levi frunciendo el entrecejo—. No me lo tomen a mal, pero no Erwin ni yo planeamos tener hijos, así que no sé qué tan difícil sea el proceso.
—Son algunas etapas las que te dejan mal —respondió Nanaba al tiempo que cruzaba las piernas—. Cada vez se pone peor, pero recuerdo que en mi caso fui yo quien la pasó mal, a Mike no le afectó tanto mi embarazo.
—Sí lo hizo —comentó Hange—, solo que no te dabas cuenta porque salía con Moblit a desahogarse dentro de un bar. —Se reincorporó en su asiento para beber un poco de su café—. Mike le decía que la etapa de antojos lo estaba volviendo loco porque había cosas que Nana pedía y no eran fáciles de conseguir. Al principio creí que solo exageraba, pero ahora entiendo las palabras de Mike.
—Él de por sí ha sido un exagerado —respondió la rubia rodando los ojos—, pero no hablemos de nuestro caso sino del tuyo, ¿qué está haciendo Moblit para que estés así?
—Tener antojos de madrugada. No tendría problema con que me pida comida a las tres de la mañana si tan solo no pidiera algo por lo que tengo que conducir tres horas para poder conseguir.
—No puede ser tan malo —mencionó Nifa un tanto incrédula de la situación.
—Créeme que lo es. Ayer tuvo antojo de un pastel de tres pisos diferentes, quería que el piso de abajo fuese de vainilla, el del centro de limón y el de arriba de mazapán y además quería que el glaseado fuese de mantequilla de maní, ¿en dónde demonios iba a conseguir esa monstruosidad? —preguntó teniendo un pequeño tic en el ojo derecho.
—¿Y qué hiciste?
—Compré un pan de vainilla, le exprimí un limón, le unté crema de mantequilla y le espolvoree un mazapán, fue lo mejor que pude hacer con lo que había en la tienda.
—¿Y qué pasa si dejas de cumplirle sus antojos? —preguntó Levi recibiendo una expresión de terror por parte de las tres mujeres—. No me digan que pasa algo malo.
—Dejando de lado el pésimo humor que tendrá el embarazado, dicen que dejar al padre o madre con el antojo hará que el bebé nazca con cara de ese antojo reprimido.
—Esas son supersticiones tontas, Nifa.
—No lo sé, nadie ha sido capaz de comprobar si es verdad o no y estoy segura de que Hange no quiere que su hijo nazca con cara de pastel, ¿cierto?
—Primero muero antes de que eso pase.
Dos vasos con agua ingresaron al organismo de Moblit en espera de que su esposa volviera con el encargo de esa velada. Tenía un inmenso de antojo de dulces sabor chocomenta que Hange no hizo más que respirar profundamente antes de tomar las llaves del automóvil y partir a la tienda de autoservicio más cercano para cumplir el capricho.
Los antojos de Moblit solían ser hacia cosas dulces, razón por la que Grisha le pidió a Hange que no abusara de las porciones que le llegara a dar para que el ojimiel no tuviera problemas con el azúcar, cosa que al futuro padre no le agradó mucho ya que siempre quería comer más, pero trataba de hacer todo lo posible por quedar satisfecho con lo que su esposa le daba para degustar.
Treinta minutos más tarde Hange regresó a su casa con una bolsa llena de paquetes de dulces con el sabor que Moblit añoraba, no estaba dispuesta a salir de nuevo así que tomó todos los dulces que habían disponibles con ese sabor. Los ojos de Moblit brillaron al ver lo que su esposa había comprado y no dudó ni un segundo en abrir el primer dulce para comerlo, pero ese brillo desapareció al instante que llevó un poco de él a la boca.
—¿No te gustó?
—No sabe a chocomenta.
—Abre otro dulce entonces —dijo quitándole el paquetito que había abierto.
Moblit probó un segundo dulce y el resultado fue el mismo, lo que llamó la atención de Hange ocasionando que probara igual los dulces, para su sorpresa todos sabían a chocomenta, pero para Moblit ninguno cumplía con el sabor que quería.
—Hay chocolate, ¿cierto?
—Quedó una barra de anoche —respondió para levantarse del comedor e ir en busca del chocolate.
Cuando Hange volvió con el dulce, Moblit se dirigió al baño y casi de inmediato volvió a la mesa sujetando la pasta de dientes en sus manos.
—Creo que este es el sabor que busco.
—Olvídalo —exclamó Hange tratando de quitarle la pasta—, Grisha dijo que solo debes comer cosas que sí se puedan comer.
—Pero quiero comerlo con el chocolate.
—¿Por qué se te antoja una pasta?
—Creo que es por ti —dijo ocasionando que Hange dejara de forcejear con él por el dentrifico—. Nos conocimos en la sala de maestros, ¿recuerdas? Había comido pastel de chocolate y tenía los dientes manchados, ese día olvidé mi pasta de dientes en casa y tú te acercaste para ofrecerme un poco de la tuya diciendo que el chocolate y la menta se llevaban bien. —Fijó la vista en la pasta de dientes—. Desde entonces he asociado el sabor a chocomenta contigo, supongo que nuestro bebé quiere saber a qué sabe mi amor por ti.
Moblit alzó la vista hacia su esposa encontrándose con el rostro de la mujer tenido de color rojo, viéndose a sus ojos muy tierna y mucho más hermosa de lo que ya era.
—¿De verdad te acuerdas de ese día?
—Jamás olvidaría el día en el que conocí al amor de mi vida.
Hange soltó una risa nerviosa para tomar la barra de chocolate de la mesa.
—Muy bien Romeo, solo comerás un poco y después guardaré la pasta.
—Lo que tú digas —respondió para acercar su rostro al de su esposa en busca de sus labios—. Tú sí sabes a chocomenta —dijo en voz baja al terminar de besarla.
—Tonto. —Sonrió para acariciar una de sus mejillas—. Yo también te amo.