¿Sabes quién soy?
—La vista es preciosa, ¿cierto? —preguntó Senku colocándose a un lado de Kohaku.
—Si hubiera una palabra más fuerte para describir esto, lo diría —respondió teniendo un brillo en los ojos—. Jamás creí que llegaría a ver algo como esto y eso que creí que la vista del espacio era la más hermosa que podía existir.
—El espacio es hermoso, pero la tierra misma también tiene su propia belleza. Dentro de poco podrás recorrer el mundo con Ruri y Kokuyo para conocer más paisajes así.
Senku junto a su equipo de exploración y reconstrucción habían viajado hasta América para ayudar a restablecer la tierra natal de Xeno y Stanley, abarcando todo el territorio de los Estados Unidos que el reino científico americano aún no había despetrificado, así como apoyar en los lugares donde la civilización ya se estaba normalizando. El plan de dispersión de los cinco generales se había llevado a cabo con resultados favorables, poco a poco la humanidad empezó a despertar en su totalidad después de miles de años del sueño producto de la “vida eterna” otorgada por las medusas.
Después de trabajar hasta el cansancio, por fin pudieron darse un respiro momentáneo para disfrutar de los paisajes que en su momento no pudieron ver en su estadía por América cuando conocieron a Xeno y Stanley. Kohaku fue una de las más emocionadas con el plan ya que a diferencia de los demás ella no conocía lo que en el pasado fue considerado como un tesoro turístico de la región.
—Las cataratas del Niagara —mencionó Xeno acercándose a los dos jóvenes que observaban todo desde un cerro—, sigue siendo un lugar increíblemente extravagante de ver. —Fijó la vista en Kohaku—. Solo espera a conocer lo que llamábamos “las siete maravillas del mundo”.
—O lo que queda de ellas —corrigió Senku—. Los informes de Chelsea y Ukyo indican que gran parte de ellos sufrieron desgastes que los dejaron en ruinas, principalmente al Coliseo en Italia.
—¿Y no hay forma de restaurarlos?
—Sí la hay, aunque llevará tiempo y muchos debates culturales —respondió Xeno cruzándose de brazos—. Lo que caracterizaba a estos monumentos era que fueron preservados desde su creación, no recibieron una construcción aparte o mantenimiento drástico. Reconstruirlos implicaría que pierdan su valor original, pero eso ya eso algo que no nos corresponde a nosotros.
Los tres permanecieron en silencio, siendo el sonido de las cataratas y unas cuantas aves que iban de paso lo único que se podía escuchar en ese momento.
—Llevamos medio año aquí —comentó Kohaku después de varios minutos, rompiendo con aquel silencio—, ¿cuánto tiempo nos falta para terminar de restaurar a todo el mundo?
—Aún queda mucho por hacer, no hemos restaurado a Estados Unidos en su totalidad y los demás están en la misma situación por el resto del mundo. ¿Cuál es el aproximado que te dio Sai? —preguntó dirigiéndose a Senku.
—De dos a tres años como mínimo, pero quizá nos lleve más tiempo si consideramos que debemos actualizar nuestra tecnología y contruir nuevos artefactos que satisfagan a la sociedad.
—Entonces no perdamos más tiempo —mencionó Kohaku con entusiasmo—, ya habrá otro momento para contemplar monumentos y paisajes, lo importante ahora es traer de vuelta a la humanidad.
—¿Qué opinas de hacerle un tributo a Lilian Weinberg? —preguntó esbozando una sonrisa—. Podría cantar sus canciones sin problema —dijo manipulando su voz para que sonara igual al de la cantante.
—¿Por qué me preguntas a mí y no a Nikki?
—Porque si tú me das luz verde, iré con Nikki a pedirle que me ayude a preparar el show.
—No creo que necesites de mi autorización para hacer un espectáculo, mentalista.
—No, pero tu opinión me importa.
Senku permaneció en silencio mientras Francois le servía un té con leche de tres capas y a Gen una cola picante, las bebidas personalizadas que creó para los dos durante el viaje de exploración al continente americano tras la partida de póker que ambos tuvieron para decidir el camino que tomarían en su navegación.
—¿Planeas hacer el show antes de llegar a América?
—Podría improvisar uno rápido, aprovechando que el bar de Francois es un éxito en el barco —respondió para tomar un poco de su bebida—. Aunque igual podría esperar a que despetrifiquemos a toda América para hacer un concierto a lo grande —comentó con algo de dificultad, abanicando su boca con una mano por lo picante de su bebida.
—Quédate con la segunda opción.
—Debí suponer que no querías escucharme cantar ahora.
—Me refería a que se te da mejor los shows con un gran público. Si te esperas podrás debutar como el imitador oficial de Lilian Weinberg. —Mezcló las tres capas de su bebida con ayuda de una pajita—. Yo estaría en primera fila junto a Taiju y Yuzuriha.
—Creí que pasabas un poco por alto las canciones de Lilian.
—En realidad solo iría para ver tu imitación —respondió antes de tomar un poco de su té que tras mezclarse se había convertido en café con leche—. Esa es mi opinión, pero si decides improvisar un show ahora, no tendría problema alguno en escucharte.
Gen no pudo ocultar la expresión de sorpresa en su rostro al haber escuchado las palabras de Senku, aunque él le había pedido su opinión no creyó recibir por respuesta unas palabras tan sinceras como ellas. Permaneciendo en silencio esbozó una pequeña sonrisa para fijar la vista en el movimiento de los cubos de hielo de su bebida que poco a poco se iban derritiendo.
—¿Qué tal un tributo para toda la humanidad cuando sea restaurada?
Senku dejó de beber su café para voltearlo a ver, tardando unos segundos en dedicarle una sonrisa de complicidad al mayor.
—Ese sí sería un debut a lo grande.
—Tú lo dijiste, se me da bien esa clase de shows. —Tomó el vaso con su bebida y lo acercó al científico a modo de invitación para brindar—. Lleguemos a América y sobrevivamos a todo este caos para restaurar la civilización.
Senku tomó su vaso y lo juntó con el de Gen consiguiendo que ambos emitieran un leve tintinear.
—Más vale que no mueras o no podré ver tu debut en primera fila.
—Aunque quisieras no podrás deshacerte tan fácil de mí.
Abrió los ojos sintiendo los rayos del sol sobre su rostro. Pestañeó un par de veces antes de darse cuenta de la humedad que sentía en el párpado inferior de sus ojos, describiendo una trayectoria en línea recta por sus mejillas realizada por varias gotas de agua salada mientras dormía plácidamente recordando entre sueños. Se levantó de la cama para acercarse a la ventana de la habitación en dónde se encontraba, observando con cierto orgullo y tranquilidad a una civilización restaurada y actualizada como en su momento lo fue el siglo XXI antes de la petrificación de vida eterna.
—Cuando salves a la última persona petrificada, tráeme de vuelta.
«Idiota», pensó sonriendo de medio lado.
Sin perder más tiempo Senku se alistó para dirigirse a la base de telecomunicación que habían construido en el centro de la ciudad, misma que igual fue instaurada en cada parte del mundo para mantener un contacto fijo con los restauradores que constantemente informaban sobre el status de su misión desde que los equipos formados en un inicio se separaron para abarcar más territorios.
—El imperio de la programación está listo —mencionó Sai en la videollamada.
—No puedo creer que en verdad le hayas puesto ese nombre.
—Se tomó muy en serio la propuesta de Xeno, Senku —comentó Chelsea—. Por cierto, aquí en Brasil y toda Sudamérica estamos listos.
—¿Qué tal van en África?
—El norte está listo —respondió Tsukasa.
—El sur igual lo está —añadió Chrome.
—¿Y Europa?
—Todo listo —respondieron Ukyo y Ryusui al mismo tiempo.
—La aldea Ishigami en conjunto con el reino de Soyuz se encargó de Asia —comentó Kohaku—, el último reporte que recibimos de Yuzuriha indicó tener todo listo.
—Y el reporte de Taiju indicó lo mismo para Centroamérica —añadió Xeno cruzándose de brazos—. Nosotros terminamos con Norteamérica y Stanley junto a Hyoga y Homura están terminando con lo que queda de Oceanía, para mañana habrán terminado.
—Eso significa...
—Sí, por fin trajimos de vuelta a la humanidad.
Un silencio se hizo presente entre todos por un momento para ser interrumpido por gritos de alegría y aplausos, celebrando que el esfuerzo de todos por fin dio resultado al traer de vuelta a la civilización y la tecnología del siglo XXI que les fue arrebatada.
—Después de estos siete años el reino científico por fin terminó de cumplir su objetivo —mencionó Kohaku para dirigirse a Senku—, eso sin contar desde que te convertirte en líder de la aldea.
—Desde ese día... no, desde que Xeno y yo despertamos de la petrificación el reino científico emprendió un largo viaje —respondió Senku con un tono nostálgico en su voz—, haber estado siete años restaurando de esta manera fue un tiempo muy corto si lo comparamos con el inicio.
—Y un tiempo mucho menor al estimado si tomamos en cuenta que habíamos considerado de diez a doce años para terminar —comentó Sai con una sonrisa de victoria.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Chelsea.
—Esperar el reporte de Stanley por la mañana —contestó Xeno— y entonces por fin podrán regresar a casa.
Con aplausos y felicitaciones fueron recibidos los restauradores en su retorno a la aldea Ishigami. Cada uno de los cinco generales llegó en su respectivo barco después de haberle dado la vuelta al mundo por siete años, aunque no todos los que se embarcaron en el viaje inicial volvieron: Chelsea permaneció en Brasil, Sai en la India y Stanley, tras su retorno del continente oceánico, permaneció en Estados Unidos junto a Xeno; los demás volvieron a la base central del reino científico dónde encontrarían su antiguo hogar.
Reencuentros nostálgicos, abrazos, uno que otro llanto y muchas risas al unisono formaban el ambiente entre todos al ver bajar de las embarcaciones a sus compañeros, siendo invadidos por varias preguntas que los llegaron a dejar aturdidos, pero que con mucha calma estarían dispuestos a responder ya que ellos igual querían saber a detalle de forma presencial como les había ido a todos en su misión.
—¡Senku! —exclamó Taiju abrazando con fuerza a su amigo.
—Suéltame, grandulón, esto es ridículo —dijo tratando de liberarse del abrazo, soltando un largo suspiro al momento en que dejó de forcejear—. No me hagas decirlo.
—Por una vez sería lindo escucharlo de ti —comentó Yuzuriha acercándose a los dos, al mismo tiempo que Taiju soltaba a Senku—, después de todo, ya no hay más misiones, ¿cierto?
Aunque las palabras ya no eran necesarias para ellos, aún habían ciertas cosas que era mejor decirlas de frente en lugar de dejarlos en un entendimiento mutuo y Yuzuriha planteó esto en ese momento, siendo comprendida por Senku quien no hizo más que esbozar una sonrisa sincera al tiempo que dejaba ver un brillo nostálgico en sus ojos.
—Los extrañé.
Una cálida brisa los envolvió a los tres que en automático los transportó al inicio de todo, justo cuando formaron un equipo para enfrentarse a Tsukasa con la promesa de volverse a encontrar. Habían pasado tantos años desde aquel día que no podían evitar sentirse felices por estar juntos de nuevo, pero ahora sin tener que embarcarse en una pelea casi mortal para restaurar a la petrificada civilización.
—¡Senku!
Entre lágrimas Taiju se abalanzó nuevamente sobre Senku aprisionándolo en un abrazo.
—¿Cuántas veces tendremos que pasar por esto? —reclamó el científico forcejeando con él.
Yuzuriha no pudo evitar soltar una pequeña risa al verlos, secó el par de lágrimas que había derramado y se unió a Taiju abrazando a Senku del lado contrario, consiguiendo que el científico recordara el abrazo que ambos le dieron en su último cumpleaños que pasaron juntos antes de partir al viaje de restauración.
Senku miró hacia el frente encontrándose con Suika quien no hizo más que dedicarle una sonrisa de bienvenida, los otros dos al percatarse de su presencia se separaron del abrazo para dejar que su amigo se acercara a ella. La joven científica lo abrazó para después tomar una de sus muñecas y asentirle, aunque Senku no había dicho nada, ella sabía lo que en el fondo se preguntaba.
—Te vemos en la fiesta —comentó Yuzuriha.
Senku asintió para fijar la vista en Suika.
—Mirai y tú quédense con sus hermanos, yo iré solo.
—Sabíamos que dirías eso —respondió con una sonrisa—. Te dejamos todo ahí.
Yuzuriha se había equivocado, aún quedaba una última misión que le correspondía a Senku cumplir. Sin titubear caminó en dirección a la cueva oculta por la cascada que fue custodiada todos esos años por Mirai y Suika y en dónde nuevamente se encontraba en resguardo una persona a la espera de despertar. Conforme más se acercaba a su destino, una sensación de vacío en el estómago se empezó a ser presente en él y lo detestaba, podría atribuirselo a los nervios, pero realmente tenía un poco de miedo; no dudaba en que la estatua estuviese en óptimas condiciones, pero tenía ese temor de que le echaran en cara el tiempo que se tardó en despertarlo, aunque en el fondo sabía que él iba a esperarlo.
—...déjame de último...
El recuerdo de sus últimas palabras antes de ser inmerso en un sueño profundo llegaron a su mente faltándole un poco por entrar a la cueva.
—Te estaré esperando...
Quería confiar en que sería cierto, que pese a todo él estaría aguardando su regreso tal y como Tsukasa lo hizo en su momento.
—Tomaré prestadas tus palabras...
La humedad fría de ese refugio le dio la bienvenida al científico cuyas manos se habían comenzado a helar. Cerró los ojos para respirar profundamente y al abrirlos caminó con firmeza hasta el fondo de la cueva, encontrando recostado sobre varias cobijas el cuerpo petrificado de su compañero mentalista; a lado de este había una mesa pequeña en dónde Mirai y Suika dejaron una túnica color lila que Yuzuriha había confeccionado para él antes de unirse a la restauración del continente, un par de zapatos y un frasco con la cantidad exacta de agua milagrosa que se requería para despertar a una persona.
—Gracias —dijo en voz baja.
Tomó el frasco y se giró hacia Gen para arrodillarse frente a su mano derecha. Alzó la vista fijándose en la ropa base color beige que le habían colocado, era nueva y estaba seguro de que Yuzuriha le había explicado a las dos chicas como vestirlo sin correr el riesgo de fisurar la estatua; levantó un poco más la mirada para observar el rostro de Gen que de cierta forma lo miraba dedicándole una sonrisa, y en realidad así era ya que el mayor le sonrió a Senku justo cuando activó la medusa.
Se mantuvo en silencio, no sabía si debía decir algo antes de despertarlo, o tal vez sí sabía, pero no encontraba la manera de poder expresarlo.
—¿Acaso es una declaración de amor?
Dejó el frasco en el suelo y con ambas manos tomó con cuidado la de Gen.
—Volví —dijo con voz quedita—, me tomó más tiempo de lo que pensé, pero cumplí mi promesa de volver lo antes posible aquí. —Carraspeó—. Ocurrieron muchas cosas en este tiempo, me hubiese gustado que estuvieras ahí para ver el resurgir de la humanidad, pero al menos verás la evolución que tuvo el mundo desde que volviste a dormir.
Dejó de hablar al sentir que el nudo que se había formado en su garganta aumentó de tamaño. Intentó hacer todo lo posible por calmarse, pero fue en vano, ya no podía hacerlo cuando en todo este tiempo se obligó a sí mismo a reprimir lo que llevaba dentro.
—Lo siento —susurró—. De verdad lo intenté, quise volver antes, pero fue imposible. Sé que dijiste que me esperarías, pero no había día en el que me preguntara si aún mantenías en pie tus palabras, porque a diferencia de Tsukasa yo a ti pude traerte de vuelta al instante y no lo hice.
—Quiero que me hagas un favor.
—¡Ya sé que tú lo pediste! —exclamó con la voz quebradiza—. Sé que fue tu decisión, pero debí obligarte a mantenerte despierto y no dejarte encerrado en una estatua por siete años.
—...un mentalista como yo no hace falta...
—No tienes idea de lo equivocado que estabas.
Soltó la mano de Gen para ponerse de pie. Cuidando de no patear el frasco que tenía en el suelo, se acercó al rostro del mayor, dudando un poco para al final colocar una mano sobre su mejilla izquierda.
—A mí me hiciste mucha falta —mencionó al tiempo que una de sus lágrimas caía sobre la ropa de Gen.
Se inclinó un poco para posar su frente sobre la ajena, cerrando los ojos para evitar que más lágrimas se escaparan y permaneciendo ahí por unos segundos antes de soltar un largo suspiro. Se alejó para tomar el frasco del suelo y dedicarle una última mirada al mentalista dormido; la manos le temblaban, pero estaba listo para hacerlo, ya no podía dejar al contrario más tiempo encerrado en un sueño eterno, así que respirando profundamente llevó el frasco a la cabeza del contrario y vertió en ella el agua milagrosa que lo traería de vuelta. Se alejó un poco al escuchar el crujir de la estatua al fragmentarse, mismo que segundos más tarde se rompería por completo como el cascarón de un huevo, dejando ver a Gen despertar poco a poco.
Teniendo los dos ojos completamente abiertos, se reincorporó irguiéndose lentamente para sentarse sobre las cobijas donde yacía acostado. Senku trató de darle la bienvenida, pero por más que trataba las palabras no le salían por lo que permaneció en silencio hasta que Gen giró el rostro en su dirección mirándolo fijamente a los ojos; sintiendo una punzada en el corazón dejó caer el frasco vacío que sostenía en sus manos al darse cuenta de la realidad y sin pensarlo corrió hacia el mentalista para abrazarlo con fuerza como si alguien se lo quisiera arrebatar.
—Lo siento —dijo sin poder evitar que las lágrimas salieran de sus ojos—, lo siento tanto.
Gen se mantuvo en silencio, permaneciendo inmóvil por la sorpresa que le generó la acción del contrario al igual que sus palabras acompañadas de dolor.
—Perdóname, Gen —susurró, pero el volumen de su voz fue suficiente para que el contrario lo escuchara.
Senku se alejó del mayor deshaciendo el abrazo, sus ojos aún retenían algunas gotas de agua salada y Gen pudo notarlo. Dudando un poco el mayor limpió las mejillas del contrario guardando silencio absoluto; Senku cerró los ojos respirando profundamente y al abrirlos le dedicó una sonrisa de medio lado a Gen quien, al verlo fijamente, abrió despacio la boca para pronunciar solamente dos palabras.
—¿Quién eres?

