¿Sabes quién soy?


Three meters, ten seconds.

Esa fue la orden de petrificación que salvó a todos los heridos de gravedad del reino científico. Una vez fue que fueron devueltos a la vida con ayuda del agua milagrosa, pudieron dar por finalizada la inmensa guerra entre la humanidad y el señor del why.

—Todos nuestros esfuerzos se reducen a esto —mencionó Kohaku tras soltar un suspiro al ver a toda la aldea celebrar con alegría esa victoria—. La civilización por fin podrá regresar.

—Aún no —comentó Ukyo estando completamente recuperado—, falta traer de vuelta a una persona para poder comenzar con nuestra misión.

—¿Qué estamos esperando? Vayamos a despertarlo, estoy seguro de que a toda la aldea le encantará ver alguno de sus trucos. Suika, trae un poco de agua milagrosa para Gen —pidió Ryusui con una sonrisa que se desvaneció al ver a la pequeña niña con la mirada baja—. ¿Qué ocurre?

—No puedo traer el agua.

—¿Por qué? —Preguntó Kohaku.

—Gen no quiere ser revivido, no ahora. Se lo pidió a Senku antes de ser petrificado —respondió con la voz un poco quebradiza—. Dijo que quería ser revivido cuando la civilización haya sido restaurada.

—¿Y Senku aceptó?

—No lo sé, me pidió que lo dejara solo con Gen y cuando Senku salió de aquella casita, ya lo había petrificado.

Los tres adultos no lo pensaron dos veces antes de ir en busca de Senku para pedirle una explicación y no tardaron en encontrarlo pues este se encontraba dentro de la casa donde yacía el cuerpo de Gen, siendo acompañado por Chrome y Kaseki.

—Supongo que Suika les habrá contado.

—Sí —respondió Kohaku— pero, no entendemos el motivo de Gen y mucho menos el que tú hayas aceptado dejarlo así.

—No podemos dejarlo petrificado, es parte importante del equipo.

—Ryusui tiene razón —comentó Ukyo—, para restaurar la civilización, necesitamos a “los cinco generales”, o algo así es como nos habían llamado.

—Senku —llamó Kohaku—, ¿acaso no quieres revivirlo?

—Soy la primera persona que quiere traerlo de vuelta pero, no puedo —contestó mientras observaba el cuerpo petrificado de Gen—. Ese idiota consiguió que le haciera una promesa y no estoy dispuesto a romperla.

—Pero nosotros no hicimos ninguna promesa —interrumpió Tsukasa entrando a la casa con un vaso lleno de agua milagrosa en sus manos—, lo reviviré justo como la primera vez.

Estuvo a punto de verter el líquido sobre Gen cuando Senku reaccionó de inmediato empujando la mano de Tsukasa hacia a un lado, consiguiendo que este dejara caer el vaso derramando la fórmula en el piso.

—Yo seré quien lo reviva y lo haré en su momento, tan solo confíen en él —levantó la mirada para observar a todos los que estaban ahí—. Prometo que lo traeré de vuelta y lo haré lo más pronto que pueda.

—Debe haber un buen motivo por el que te hayas dejado convencer por Gen para dejarlo así —mencionó Tsukasa, rompiendo con aquél silencio que se había formado tras las palabras que Senku había dicho—. No lo entiendo del todo pero, de los que estamos aquí, tú eres el único que puede comprender mejor a Gen —se inclinó para recoger el vaso del piso y reincorporarse nuevamente en un par de segundos—. Si esto es lo mejor, entonces lo aceptaremos.

—Esto es lo que él quería —respondió Senku para empuñar sus dos manos.

—Entonces está decidido —comentó Chrome al tiempo que se ponía de pie pues había estado de rodillas frente al cuerpo de Gen—, celebremos nuestra victoria y pongamos en marcha el plan de restauración. Cuando traigamos de vuelta a Gen, estará en presencia de la civilización más malota de todas, que él mismo se arrepentirá de haberse quedado petrificado.

—Será extraño no escucharlo quejarse del trabajo y debo admitir que voy a extrañar tenerlo a mi lado mientras construimos algunas herramientas —mencionó Kaseki al tiempo que recordaba aquellos momentos en los que Gen estaba junto a él—, pero no vamos a defraudarlo, ¿cierto?

—Por supuesto que no —exclamó Ryusui chasqueando los dedos—, traeremos de vuelta a la civilización y entonces —observó sus dedos teñidos con tinta negra— despetrificaremos a Gen para que todos juntos podamos borrar al fin nuestras marcas.

Senku no pudo evitar sorprenderse, había olvidado que Gen fue el que propuso pintarse las marcas que tenían con tinta negra y no quitárselas hasta que ganaran la guerra contra la petrificación. Por un momento se sintió aliviado al ver que sus amigos habían decidido aceptar la decisión que el mentalista tomó, aunque no podía culparlos por la reacción que habían tenido pues él fue el primero en negarse a aceptar la petición de Gen y ni siquiera él mismo entendía el porqué terminó por ceder.

Fueron tantos los pensamientos que inundaron su mente en ese momento, que no se percató de que los demás ya habían salido para reunirse con las personas de la aldea para celebrar; el único que quedaba ahí era Tsukasa quien solo se limitó a colocar una de sus manos sobre el hombro de Senku. Las palabras sobraban en ese instante, Tsukasa sabía perfectamente cómo Senku se sentía en ese momento pues nuevamente tuvo que dejar en un sueño profundo a uno de sus amigos más preciados, justo como lo hizo con él al congelarlo mientras encontraba el origen de la petrificación. En ese punto, Tsukasa era la única persona que podía entender las emociones que invadían al científico tras una despedida de esa magnitud y Senku lo sabía pues correspondió el gesto de Tsukasa dándole una leve palmada a la mano que tenía sobre su hombro.

Ambos salieron de aquella casa que, durante esa noche, sería el resguardo para el cuerpo de Gen pues Senku había pensado en llevarlo por la mañana a aquella cueva en la cascada dónde resguardaron a Tsukasa una vez. Estando afuera, el chico de ojos carmesí se dejó llevar un momento por el aire nocturno que soplaba en la aldea, dejando un rastro de frescura agradable para todos y que sin dudas él decidió aprovechar para respirar profundamente tras los eventos que en aquella noche habían ocurrido.

«Esto apenas está iniciando», pensó mientras observaba a toda la gente de la aldea comer, beber y reír con una felicidad y tranquilidad tan inmensa como siempre se había imaginado que los vería una vez que toda la lucha terminará.

—¡Senku! —Llamó Yuzuriha desde una cierta distancia, haciendo un ademán con su mano para que el mencionado se acercara a ella y a los demás.

«Supongo que puedo darme la libertad de celebrar esta vez». Comenzó a caminar en dirección hacia sus amigos para sentarse con ellos en el pequeño círculo que habían formado.

—¿Y bien? ¿Cuál será el primer lugar donde restableceremos la civilización? —Preguntó Taiju con el mismo ánimo de siempre.

—No comas ansias, cabeza hueca, primero debemos analizar la situación —respondió al tiempo que sujetaba el tazón con ramen que Kohaku le extendía—. Un paso a la vez, como hemos hecho desde el principio.

—En ese caso, brindemos —anunció Ryusui en voz alta mientras se ponía de pie, llamando así la atención de todos los que ahí se encontraban—. Hoy la humanidad ha dado un paso más para volver a la normalidad, la victoria en esta batalla fue solo el principio, pues ahora podremos restablecer la civilización y todo gracias a la mente maestra de esta edad de piedra —levantó el vaso que sostenía en su mano—. Por los que se fueron, por los que permanecemos y por los que vendrán. Brindemos por la humanidad y por el único hombre capaz de salvar a los siete millones de personas que aguardan afuera petrificadas: ¡Por Senku!

—¡Por Senku! —Respondieron todos en la aldea, alzando sus vasos en alto.

—“Por los que se fueron, por los que permanecemos y por los que vendrán” —dijo Senku en voz baja, citando la frase que Ryusui había dicho, mientras observaba el contenido de su vaso por unos segundos antes de beber todo de un solo trago. «Byakuya, Gen, les prometo que todo va a salir bien».

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