¿Sabes quién soy?
El reino científico lo había logrado. Se enfrentaron a la misteriosa persona del why quien fue el responsable de acabar con la civilización usando las medusas. No fue una batalla sencilla, fue incluso más complicada que aquella batalla que tuvieron que librar con el escuadrón de Stanley en América pero, está vez fue diferente, pues no estaban dispuestos a derramar una sola gota de sangre aunque fuese por un simple rasguño. Regresarían a la aldea de Ishigami sanos y salvos, regresarían todos, regresarían vivos, y con esa victoria comenzarían la despetrificación de los siete millones de habitantes del planeta.
O al menos, así es como era el plan original.
—No tenemos anestesia para hacer las cirugías —anunció Yuzuriha con la voz quebradiza al ver a sus compañeros heridos de gravedad.
—Denles alcohol para que beban —mencionó Xeno colocando una de sus manos al nivel de sus costillas para tratar de suprimir el dolor que sentía—, que ingieran una buena cantidad, eso hará que no sientan por completo el dolor.
—Los que no tengan heridas graves, ayuden al equipo de manualidades para atender a todos —ordenó Ryusui quien había sido sujetado por Chrome pues ya no podía mantenerse en pie—. ¿Dónde está Ukyo?
—Nikki lo llevó adentro —respondió el científico de cabello castaño—, lo operarán de inmediato.
En las casas de campaña de la aldea se estaban llevando a cabo las diversas cirugías provisionales a los guerreros cuyas heridas no podían tratarse con un simple vendaje. Solo necesitaban parar las hemorragias y ayudar a sus cuerpos a mantenerse estables en lo que preparaban a las medusas para petrificar a todos los heridos y de esa forma poder salvarlos con ayuda del agua milagrosa. Sin embargo, entre esas personas se encontraba una cuyas esperanzas de mantenerse con vida eran casi nulas, pues no solo había perdido demasiada sangre, sino que la gran abertura que tenía en el abdomen había dañado a más de uno de sus órganos, por lo que no encontraban la manera de poder ayudarlo con una cirugía tan vaga como la que tenían en esa era de piedra.
—¿Por qué tienes esa mirada? —Preguntó con dificultad—. No es típica de ti.
—No sé de qué hablas, mi cara es exactamente la misma.
—No, tu expresión es diferente a la de siempre, Senku-chan.~
En una pequeña casa Senku y Gen se encontraban a solas. Habían logrado detener la hemorragia del mentalista pero este se negó a ser operado para que en su lugar pudieran operar a alguien más, razón por la cual Senku pidió que los dejaran solos, no sin antes hacer mención de que, cuando una medusa estuviera lista, fueran de inmediato con él.
—Te operaré yo mismo.
—Mejor ve y ayuda a alguien más.
—¿Por qué te niegas a ser atendido? ¿Acaso planeas morir ahora que por fin podemos restablecer la civilización?
—Me libraría del trabajo mortal que siempre me obligas a hacer.
—Es la excusa más absurda que haz podido decir —tomó asiento en el piso, quedando frente a él—. Yo debería tener esa herida, yo debería estar acostado al borde de la muerte y tú deberías estar sentado aquí en dónde estoy.
—La civilización no puede volver sin el científico estrella, un mentalista como yo no hace falta —fijó su vista en el techo mientras esbozaba una sonrisa—. En este punto puedo decir que he vivido lo suficiente, no me importa morir ahora pues sé que el mundo estará bien gracias a ti —dijo esto último girando la cabeza hacia él—. Más vale que salves a todos, Senku-chan.~
—Tonto —sonrío—, "salvar a todos" te incluye a ti, no pienso dejarte morir y mucho menos cuando tú fuiste quién me salvó a mí. Hicimos una promesa, ¿lo olvidas? Los dos nos iremos al infierno, no puedo permitir que te adelantes.
—Senku...
—No puedo... jamás me perdonaría si tú...
No pudo seguir hablando pues el nudo en la garganta que se le había formado creció tanto que la voz se le quebró al instante, provocando a la vez que las lágrimas que estaba reprimiendo brotaran sin que él mismo pudiera detenerlas. Gen, por su parte, no pudo ocultar la sorpresa en su rostro al ver a Senku llorar; lo había visto con diversas expresiones a lo largo de todo ese tiempo que estuvieron juntos, pero jamás lo había visto derramar una sola lágrima, por lo que verlo de esa manera lo había dejado sin palabras y con una pequeña presión en el pecho pues el motivo de ese llanto era él.
—Senku, yo...
—¡Déjame salvarte! —Exclamó—. No, es inútil pedírtelo —se puso de pie—, te salvaré, quieras o no.
—¿Por qué insistes tanto en mantenerme vivo?
—Porque quiero que todo el reino científico esté presente cuando despetrifiquemos a todo el mundo.
—Ya veo —sonrío levemente—, quieres cumplir el sueño de tener a todos en ese momento.
—Sí, pero igual hay otra razón por la que te quiero salvar.
—No tienes qué decirlo, ya sé de qué se trata —fijó su vista nuevamente en el techo—, después de lo que pasó con Stanley y su ejército en América, requieres de un mentalista para negociar con las personas de todo el mundo. Es válido que quieras eso, pero el plan no funcionó bien con Stanley, así que necesitas buscar a otro mentalista más capacitado.
—¡No se trata de eso, Gen! —Se arrodilló frente a él—. ¿Crees que estaría llorando de esta manera solo porque necesito a un mentalista?
—Te casaste solo para conseguir alcohol, es obvio que creería eso.
—Entonces entra en mi mente, haz lo que sabes hacer y analízame.
—¿Por qué haría eso? Siempre fuiste honesto conmigo. —Permaneció en silencio dándose cuenta de lo que él mismo había dicho—. ¿Por qué te pusiste a llorar así? ¿Por qué insistes tanto en que debo vivir? ¿Por qué estás haciendo esto, Senku-chan?
—No quiero perder a nadie... no quiero perderte a ti —tomó una de sus manos—. Quiero que viajemos por todo el mundo juntos, quiero que sigas estando a mi lado, quiero seguir escuchando tu voz quejándose del trabajo.
—Espera —interrumpió—, ¿acaso es una declaración de amor? —Bromeó pero el contrario permaneció en silencio—. ¿Senku?
—Soy un científico, las declaraciones de amor no van conmigo —respondió fijando su vista en su mano que mantenía sujetada la de Gen.
—¿Fue una declaración?
—Tendrás que permanecer vivo para saber la respuesta —contestó, limitándose a evitar el contacto visual con Gen, haciendo que las mejillas de este se tornaran de un leve color carmesí.
—¡Senku! —Exclamó Suika mientras entraba corriendo a aquella casita—. La medusa está lista.
—Gracias —dijo soltando la mano de Gen para así tomar el artefacto que la niña le extendía—. Te salvaré, quieras o no —se puso de pie y se alejó junto a Suika—, one meter...
—Espera —pidió deteniendo a Senku—. Quiero que me hagas un favor.
—No te queda mucho tiempo, te voy a petrificar y serás el primero en recibir el agua milagrosa.
—No.
—¿No?
—Despetrifica a todos, déjame de último a mí.
—¿Eso es todo? Tomará un instante en curar a nuestros heridos.
—No me refería a ellos —sonrió de medio lado—. Cuando salves a la última persona petrificada, tráeme de vuelta.
—¿Por qué? Te dije que haríamos esto juntos.
—Sé que tenemos un abastecimiento infinito, pero igual cabe la posibilidad de que no puedas suministrar tanta agua milagrosa con la inmensa cantidad de personas por revivir. La fórmula que usarás conmigo, utilízalo con alguien más y, si aún queda para mí, entonces lo aceptaré.
—Suika, ve con los demás —le pidió a la niña quien de inmediato obedeció—. ¿Por qué?
—Es para asegurarme de que todos se podrán salvar. Tomaré prestadas tus palabras: los salvaré de esa manera, quieras o no.
—De verdad que no te entiendo —se acercó a él, colocando una de sus rodillas sobre el piso y manteniendo flexionada la otra pierna—. Te traeré de vuelta, lo prometo.
—Hay un diez billones por ciento de probabilidades de que eso pase en muchos años.
—No, me aseguraré de no tardar demasiado.
—Está bien —dijo en voz baja y con cierta dificultad pues ya se le complicaba mucho respirar—. Te estaré esperando, Senku-chan.~
Senku inclinó su cabeza para unir su frente con la de Gen. Ambos cerraron sus ojos en ese pequeño instante y, cuando Senku se alejó para que ambos pudieran verse a los ojos, se dedicaron una sonrisa de medio lado.
El científico se levantó y caminó hacia la puerta de aquella casita, sujetó con fuerza la medusa y la acercó a su boca mientras Gen se acomodaba mirando hacia el techo para luego cerrar los ojos esbozando una pequeña sonrisa.
—One meter, five seconds.

